domingo, 25 de septiembre de 2016

MEDICINA POPULAR: TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTOS Y CONTINUIDAD DESDE UN ENFOQUE ANTROPOLÓGICO


Algunos sanadores y curanderos aprenden o heredan sus conocimientos a través de diferentes fuentes, aunque la mayor parte de las veces son de origen familiares. Todo ese potencial de recursos de conocimientos adquiridos y asimilados por herencia cultural “son el medio de transmisión por antonomasia del patrimonio cultural intangible, la tradición oral” (Torres, 2009:671). Estos curanderos se conforman como los principales portadores de ese conocimiento, centinelas del patrimonio inmaterial y cuya sabiduría transmitida por tradición oral, sigue presente en el imaginario social de una parte nada desdeñable de diversas comunidades rurales, y que hacen uso de esos conocimientos para la atención de sus dolencias físicas como espirituales.
Igualmente, la apropiación de estos conocimientos por parte de las nuevas generaciones de curanderos y sanadores no los “instala en el presente sino como vestigio del pasado, (…) así las generaciones actuales con ello asumen la carga de responsabilidad que implica el transferirlo a las generaciones futuras” (Velasco, 2009:4).
Algunos sanadores señalan que la enseñanza a personas que no van a dedicarse a sanar es una perdida de tiempo. Hay que seleccionar solo a personas, no ya con dones, pues todos son potenciales sanadores, sino con el deseo de ejercer. Tambien afirman que es importante hacer demostraciones a futuros sanadores y curanderos, de la forma adecuada de trabajar y darles experiencia antes de dejarlos trabajar solos. Más allá de algunas publicaciones descatalogadas, de muy difícil o casi imposible adquisición, no existe una recopilación de rezos, rituales o recetarios para poder transmitiros y con ello, que la práctica no se pierda con el paso de los años.
Suelen referirse que además de la transmisión de conocimientos familiares, es un don propio, que los hace ser poseedores del poder de sanar. Una vez que no se sienten capacitados o han perdido la fe, suelen abandonar la práctica. Pero además, es un sacrificio para ellos que puede ocuparles una parte importante del día y por tanto es muy difícil poder compatibilizarlo con otros trabajos, además, es muy común que no se cobre por ello.
Como norma popular se les deja “la voluntad” (forma de pago más generalizada); cinco euros si el paciente es un niño y diez euros si es un adulto. También puede pagarse con algún obsequio, pero no suele ser frecuente. Es complejo, pues si no se puede vivir de ello, las nuevas generaciones no lo consideran un medio de vida efectivo. No obstante, algunos autores afirman que ”la iniciación multitudinaria por dinero es un problema que implica la perdida de credibilidad y la calidad del servicio” (APCIC, 2015). Aunque hay quienes manifiestan que no se debe cobrar, ya que curan por la voluntad de Dios, y frente a esto, sólo pueden percibir lo que el paciente buenamente quieran darles, en dinero o en especies.
Y es que mucha gente en la ciudades, donde los medicamentos están al alcance de la mano, se sigue prefiriendo y confiando en los resultados de una buena infusión de cola de caballo para los problemas del riñón, por ejemplo (FEDAC, 2016). Afirman que las plantas no peligran y lo importante debe ser recopilar estos y otros remedios populares para difundirlos a toda la población.
Por último, se llama la atención a la incesante incorporación de curanderos/as y sanadores venidos de otras culturas como Cuba o Venezuela, que terminará por transformar algunos elementos de las prácticas de medicina popular canaria. Se afirma que estos curanderos practican otras disciplinas que nada tienen que ver con la canaria, compitiendo y ganando la batalla, porque además hacen uso de campañas muy potentes de publicidad (vallas en carreteras, anuncios en periódicos, hasta programas en televisiones locales). Se afirma que los curanderos canarios están en una posición de notable desigualdad, y se señala a estos “nuevos curanderos”, como la auténtica amenaza.
Tal como afirma Velasco (2012:16) “algunos de estos factores que se presumen de efectos específicos remiten más bien a procesos más amplios de efectos múltiples como la urbanización, el desarrollo, (…) y los movimientos masivos de población, etc.” Como igualmente los inherentes procesos de mundialización y transformación social que están inmersas nuestras sociedades actuales, la estandarización cultural, la folklorización, y por último el propio desinterés de las nuevas generaciones de continuar con la práctica de esos conocimientos. Unos jóvenes cada vez con mayor nivel cultural y más escépticos ante fenómenos tales como el mal de ojo, el susto o el buche virado, incluso niegan su existencia, manifestando que el rezado no cura, sólo la simple sugestión de la persona afectada lo hace, a modo de efecto placebo. También hay que destacar la indiferencia de la sociedad en general, la existencia de centros de salud en zonas rurales, la mejora en las vías de comunicación que favorecen la desaparición de zonas de aislamiento tradicional.
9. BIBLIOGRAFÍA
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JIMÉNEZ SÁNCHEZ, S. (1955) Mitos y Leyendas: Prácticas brujerias, maleficios, santiguados y curanderismo popular en Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, Faycan.
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Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Gobierno de España (2011) Plan Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.

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