Timor era la más alejada de las colonias
portuguesas, y en cierta forma esto hizo que fuera siempre la más olvidada,
incluso cuando se empieza con las misiones antropológicas después de la II
Guerra Mundial; no en vano, la llegada a Timor fue de las últimas misiones,
expedición que se desarrolló gracias a Almeida. «La Misión Antropológica de
Timor» fue creada en “junio de 1953 en el ámbito de la Junta de las Misiones
Geográficas y de Investigaciones del Ultramar, con la creación del Centro de
Investigación” (Sousa, 2011:4) y se ejecutó en tres periodos: de 1953 a 1954,
en 1957 y en 1963. Sousa subraya que el gran objetivo de la Misión era la
elaboración de un “Mapa Etnolingüístico de Timor, que incluiría etnolinguística,
pre‐historia,
lingüística, toponímia, antroponímia, etnobotánica y etnozoología, etnología y
antropología biológica”.
Hay que mencionar que Antonio de Almeida
no era un antropólogo común; era médico interesado en las cuestiones
etnográficas. Se convirtió en una figura destacada como profesor de la «Escuela
Colonial Portuguesa». Fue director de estudios etnológicos de Ultramar, que en
1962 pasaría a llamarse «Centro de Investigación en Antropología»; también fue «Secretario
General de la Sociedad Geográfica de Lisboa». Entre 1938-1957 fue miembro de la
«Asamblea Nacional», un cuerpo político en tiempo de la dictadura portuguesa, y
durante la 5ª a la 6ª legislatura sería el representante de la Colonia de
Timor, algo de lo que se beneficiará, ya que durante las primeras misiones se
puede comprobar el entrecruzamiento de la práctica científica, con la práctica
política-colonial.
Muchos de estos viajes eran usados como propaganda
política, de ahí que encontremos un gran número de películas llamadas “filmes
etnográficos”. Esta práctica etnográfica tiene también una dimensión personal,
pues encontramos una doble condición, la de antropólogo y la de hombre del
régimen. El equipo de Almeida no era recibido en Timor como un equipo de
antropólogos corrientes que va a realizar una investigación de campo; eran
recibidos como autoridades -políticas, religiosas o militares-, con recepciones
oficiales y desfiles. De hecho, la observación de algunas de las películas de
las misiones, muestran que Almeida era recibido formalmente por las autoridades
locales portuguesas y timorenses, no tanto como investigador, sino en calidad
de representante del gobierno colonial portugués (Sousa, 2011:5).
El principal objetivo de esta misión era
aclarar el origen étnico del pueblo de Timor y sus relaciones con los pueblos
de la “Melanesia e Insulindia, en especial la famosa línea divisoria de
Wallace” (Sousa, 2011:4). No les interesaba desarrollar un estudio de
antropología social o cultural, por lo que realizaron fundamentalmente estudios
de sangre a la población, medían -antropometría- a los habitantes para
establecer, a través de la constitución de sus cuerpos, qué trabajos podían
desarrollar los nativos. Sousa afirma que los protocolos que se seguían eran
los mismos que aquellos desarrollados en el siglo XIX, lejos de las
preocupaciones antropológicas y sociales de la época contemporánea.
En total, Almeida publicó 35 artículos
sobre Timor portugués; son artículos que abordaban en su contenido tres grandes
áreas:
- Prehistoria -arqueología-,
- antropología física -antropobiología- y,
- antropología cultural, pero sobre todo la antroponimia, ya que les interesaba saber el nombre de los lugares, su origen, los nombres sagrados..., aunque todo de una forma muy generalizada, no les interesaba profundizar en la materia.
Los artículos tampoco hablan de los
aspectos metodológicos empleados, aunque se sabe que en lo que se refiere a la
relación de los informantes con Almeida ésta se llevaba a cabo de una manera
directa, pero era muy breve, llegando a describir que “en muchas ocasiones los
informantes no satisfacían su curiosidad”. El grueso del trabajo estaba
destinado a la recogida de datos antropométricos y fisiológicos de varios
grupos. Todo ello desde la observación y registros descriptivos (Sousa, 2011:4)
recogiéndose también apuntes sobre la lengua y aspectos de la cultura, y en
ocasiones danzas y otras informaciones rituales, pero en muy contadas ocasiones.
Es interesante resaltar el carácter de reunión entre autoridades; la colonial y
la local, que también es designada en cuanto tal por la autoridad colonial.
Sousa afirma que Almeida era designado no tanto como antropólogo sino más bien
como una autoridad.
El viaje a Baguia tiene lugar durante la
segunda misión antropológica, en 1957; en este artículo describe un encuentro
que se desarrolló en la montaña de Matebian
(Montaña de las almas de los muertos), y no habla de las circunstancias
precisas en las que el encuentro se llevó a cabo. Para Almeida este encuentro
fue casual, y allí se produjo la presentación de unos objetos que custodiaban
los jefes de la aldea., entre los Makai
Liliki una especie de “hechizero o sacerdote y su ayudante o Cabo” (Sousa, 2011:7). Almeida divide
este artículo en tres partes, primero hace una presentación de la investigación
histórica de Timor, en segundo lugar habla de la historia de esos objetos que
les mostraron, y por último hace una descripción de las características de los objetos
haciendo una mención especial a unas piedras neolíticas. Instrumentos de piedra
talladas, piedras redondas y otras cosas (bandera, fusil, espadas, silbato,
etc.)…, Sousa sostiene que el interés por estos objetos de los locales no es el
mismo que para Almeida.
Todos los objetos están alojados en una
casa sagrada “Lúlik” con el nombre
nativo de Sokolai Mau Besi -que en
realidad son dos casas: hombre y mujer-, objetos que no se sabe su origen, y
que además los locales no quieren vender, pues sostienen que si lo hacen sería
muy negativo para su pueblo; para ellos son designados como sagrados, separados
de las esferas de intercambio. Así pues, nos encontramos con la dicotomía entre
sociedades precoloniales donde la cultura y la economía están en relativa armonía,
y sociedades comercializadas, monetizadas y altamente mercantilizadas, tendentes a la homogeneización
del valor, propias de un sistema de intercambio (Kopytoff, 1991:105). Estos
objetos son registros etnográficos, que interpretan conceptos como alma,
espíritus, divinidad o poder dentro de un sistema que los separa “respecto de
lo mundano y común” (Kopytoff, 1991:95).
No hay comentarios:
Publicar un comentario