jueves, 30 de septiembre de 2010

Iniciación a la Sociología: LA SOCIEDAD

Hacía algún tiempo que no comentaba un libro, y ya me apetecía. Con el poco tiempo que me queda después de la jornada laboral, la familia y los libros del grado, que estoy adelantando su estudio, me queda casi nada para lo demás, pero se hace lo que se puede. Este es un trabajo audiovisual de José Félix Tezanos Tortajada, Iniciación a la Sociología: LA SOCIEDAD. Este DVD es material bibliográfico complementario y recomendado en el Curso de Acceso en la asignatura de Sociología del curso pasado, como el actual -2010/11-.
El DVD se divide en los capítulos: La evolución de las sociedades humanas, La estructura social, Los procesos sociales y La sociedad y los problemas sociales. Me llamó mucho la atención, la verdad, que parece ser que su realización es de hace algunos años, en los créditos finales pone año 2000, aunque se edite en 2006. Se evidencia su antigüedad en la imágenes, como los recursos utilizados en la edición, que ya son algo primitivos. Una voz en off acompaña en todo el video.
En la caja contenedora del DVD se acompaña de un libreto de 75 páginas y 18 fichas –cartulinas- con esquemas analíticos y cuadros como complemento al video y libreto, de mismo número de capítulos y con 17 epígrafes y propuestas de ejercicios didácticos.
En definitiva, una aproximación a la sociología desde el modelo societario en su evolución, estructura, procesos y problemas sociales. Si se actualizara sería un complemento más interesante a nuestro estudio. Aunque sin duda, no por necesitar una revisión, pueda perder su validez final, y que logra alcanzar: acercarnos un poco más, a comprender esta ciencia social.
Dejo el vídeo del capítulo uno a modo de muestra de este trabajo:





UNED Madrid, 2006
Guión: José Félix Tezanos
Realiza: Raquel Viejo Montesinos
Produce: Antonio Fdz.-Abellán
ISBN: 84-362-5219-5
41 minutos aproximados

miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿Hacia una nueva conciencia de clase?


¿Hacia una nueva conciencia de clase?

Se cristaliza una conciencia obrera en una naturaleza importante de indeterminación, ambigüedad y contradicciones. Donde los hechos determinan el debilitamiento de algunas formas de identificación obrera contiguas a las lecturas clásicas sobre la conciencia de clase y el conflicto antagónico, manifestándose la controversia de continuar hablando de una única conciencia obrera. Que en la pretensión intelectual de intentar identificar empíricamente  la tipología de conciencia obrera, quizás nunca se conformó como tal, realmente, por lo que además tiene de <<olvido sociológico>>, sobre la práctica influencia de las alterables condiciones económicas y sociales.
Lo constatable es que en las sociedades más desarrolladas se han elaborado transformaciones significativas en la mentalidad y en la conciencia de los trabajadores. Esta crisis de conciencia obrera es un fenómeno que aún no puede ser estudiado en circunstancias históricas precisas, pues desconocemos la plasmación de algunos rasgos definitorios del ocaso del siglo XX, o serán consecuencia de determinadas condiciones circunstanciales, por lo que en el futuro tendrían que ser revisadas o puedan conformarse otras opuestas. Las transformaciones en el sistema económico, el resultado de la revolución tecnológica, asociados a la propia reorganización y crisis políticas, se constituye en un horizonte demasiado oscilante como para pronosticar el desarrollo de la dinámica social. Lo más procedente es pensar en la acentuación del decaimiento de la conciencia obrera en las próximas décadas como resultado de las transformaciones en el trabajo que acarrea la revolución tecnológica.
Las modificaciones económicas, tecnológicas y socio-políticas van a actuar ostensiblemente en la conciencia y en el reconocimiento de clase, y se ejecutarán en una manera difícil de traducir desde una óptica histórica. Los sistemas sociales salientes han empezado a provocar un nuevo modelo de conciencia social, difícilmente comparables con la obrera de las primeras fases de la revolución industrial, sin llegar a ser la de la vieja burguesía.
Esta crisis de conciencia obrera tradicional no se cristalizará en una vuelta a sistemas de identificación pretéritos, conformándose a nuevas manifestaciones de conciencia socio-políticas y de reconocimiento social y/o de clase, más encorsetadas a las coyunturas económicas, tecnológicas y socio-políticas.
Con todo esto, hay que atender a los nuevas expresiones, interconectando los datos de la realidad en sus recíprocas y complejas influencias. Exteriorizando la necesidad de teorías sobre las clases sociales, prestando atención al florecimiento de nuevos tipos de conciencia social y/o de clase, que no responden a viejos modelos de conciencia obrera, sino a la pluralidad de conciencia de los sectores ocupacionales de las complejas sociedades tecnológicas del siglo XXI. Sin contextualizar como problema nuclear la <<ideología>> de los trabajadores, sino con el poder y el peso predominante de las organizaciones representativas. 

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos
La imagen que encabeza esta entrada es Las espigadoras (1857) de Millet

martes, 28 de septiembre de 2010

La conciencia obrera y la polémica sobre el aburguesamiento

 La conciencia obrera y la polémica sobre el aburguesamiento

Ralf Dahrendorf
Las transformaciones en las estructuras de clase, en las condiciones de vida y de trabajo industrial y las nuevas directrices políticas en los países industrializados tras la segunda guerra mundial significaron que algunos analistas sociales razonaran sobre una tendencia al aburguesamiento de la clase trabajadora. En un momento de cierta confusión sobre su exacta definición, de perspectivas y una tendencia a solapar los hechos <<probados>> con hipótesis osadas y futuristas. Dando lugar a una gran cantidad de teorías alternativas con una raíz metodológica e ideológica diferenciada, apoyadas en contextos sociológicos dispares. Como sobre si las sociedades capitalistas industrializadas se conformarán en una revolución proletaria. Tras la experiencia rusa y en paralelo a una etapa de crisis económica, se presentó un periodo de grandes posibilidades de las revoluciones proletarias, y la importancia que podrían llegar a tener en esto las clases medias.
Después de la segunda guerra mundial el desarrollo económico y las nuevas condiciones políticas y sociales ocasionaron un entorno favorable para el surgimiento de teorías refutando la vigencia de las tesis marxistas tradicionales. Un tiempo de proyección de las orientaciones funcionalistas, con lecturas en oposición sobre la estratificación social, y donde Dahrendorf expuso su institucionalización del conflicto de bases, con los ideólogos del industrialismo apostando por el decaimiento del poder de los sindicatos. Y además Daniel Bell manifestó la debilidad de la captación de las tesis izquierdistas y las contestatarias al sistema, y los teóricos del <<aburguesamiento>> afirmando la adopción de mentalidades de clase media por parte de los nuevos obreros de las sociedades adineradas.
Nico Poulantzas
En el comienzo de un nuevo giro económico y por los problemas acaecidos tras la crisis del petróleo de 1973 se originaron nuevas teorías como la de Mallet <<nueva clase obrera>>. Y paralelamente desde la óptica marxista se contextualizó en nuevas <<relecturas>> de las teorías marxistas de las clases, como la realizada por Poulantzas, y en coexistencia otros tantos autores dentro de la ortodoxia marxista de los partidos comunistas, algunos evolucionando en actitudes discrepantes y revisionista, polemizando sobre el carácter revolucionario de la clase obrera. Para situarse en las últimas décadas del siglo XX bajo las crisis económicas que influyeron en planteamientos hacia un mayor conservadurismo y pesimismo histórico.
Transformaciones con alcance político y académico; hasta la década de los sesenta tuvieron trascendencia las ideas de la erosión de la <<conciencia de la clase obrera>> o sea el agotamiento contestatario de los grupos políticos radicales causado por la difusión de las pautas de la sociedad de consumo, a la pérdida de intensidad del conflicto de clases, o al <<conservadurismo>> de la tradicional clase obrera.
Rymond Aron
En esta amalgama de reflexiones de la clase obrera en el ocaso del siglo XX, emergieron interpretaciones con sólidos componentes futurista, sin apoyo empírico verificado como las <<teorías>> sobre el relevo de la clase obrera como el notable elemento revolucionario, de Marcuse o la del fin de las ideologías, de D. Bell. También se manifestaron las teorías e interpretaciones imbricadas en la línea del debate sobre el vigor de las teoría marxista de las clases desde las explicaciones de Dahrendorf o Mallet, o, desde otra esfera, como la de Ossowski, Lenski, Aron, Poulanstzas, etc.
  Cohabitaron otras teorías más específicas como las del <<aburguesamiento de la clase obrera>> ordenadas a analizar el modo en que se tiene  a modificar la conciencia obrera, o aquellas que desde planteamientos más proclives a basar sus estudios en datos empíricos de la realidad, en los cambios producidos en las estructuras ocupacionales de las sociedades más desarrolladas en dos dimensiones diferenciadas; la primera en el desarrollo de la distribución de la población activa ocupada en los diferentes sectores de producción y la segunda, las tendencias a una mayor cualificación de los trabajadores industriales, en una progresiva estratificación interna en la misma clase obrera.
Las teorías sobre el aburguesamiento, han permanecido atrapadas por las contradicciones tácitas en la terminología que utilizan, sin olvidarnos que algunas de éstas no han sido sustentadas en datos empíricos. Basando sus planteamientos fundamentalmente en el plano político, donde se inclina a su utilización como materia para la <<racionalización>> de ciertas estrategias, por ejemplo de por qué los partidos socialistas europeos se han ido moderando progresivamente, entretanto los comunistas se han difuminado de sus ideas revolucionarias y su propia contextualización interna.
En este debate se conforman al menos tres rasgos divergentes:
·      Las transformaciones en la estructura ocupacional y sus efectos en los antagonismos de clases.
·      Los cambios en la ideología, los comportamientos y las expectativas de los trabajadores de las sociedades más desarrolladas.
·      La reforma en los sistemas de partidos políticos, fundamentalmente en los de izquierdas.

Carlos Marx
Por lo tanto, en este escenario, se constituye que no todos los trabajadores fueron desde el inicio de la revolución industrial tan revolucionarios como algunos pensaban, ni tuvieron una conciencia de clase tan definida, ni tan incontaminados por las ideologías burguesas, pues ha habido siempre trabajadores decididos a respaldar los partidos de derechas. Marx y Engels no fueron indiferentes a las influencias de las ideologías y hábitos burgueses en el movimiento proletariado, como manifestaron en su distinción <<clase para sí>> y <<clase en sí>>, un argumento que utilizaron para desacreditar a sus contrarios en el terreno socialista.

John Goldthorpe
Con lo cual, las tendencias hacia un <<aburguesamiento>>, o un <<conservadurismo>> no puede ser constatado como eventos recientes, donde este fenómeno presenta rasgos claramente singulares, donde los elementos ideológicos heredados del pasado se completa con disposiciones ideológicas que no se sustentan en las raíces históricas, sino trabadas con las nuevas particularidades sociales y económicas, por tanto forman parte de las nuevas circunstancias  estructurales de la sociedades tecnológicamente avanzadas.
Se establecen desde la teoría sobre el aburguesamiento y desde los planteamientos de Lockwood y Goldthorpe tres líneas:
·      Trabajadores y sus familias situados en las posiciones más bajas de las clases medias, conforme a sus ingresos y posesiones.
·      Trabajadores que obtienen nuevas perspectivas sociales y normas de conducta más cercanas a las clases medias que las obreras.
·      Trabajadores manuales que son aceptados en términos de igualdad social, en la interacción social formal, como la informal, por los que conforman la clase media.

La tendencia que se está verificando es la del debilitamiento de los rasgos culturales e ideológicos inherentes de la clase obrera, como su validez en las organizaciones que las defendieron ante las posturas insolidarias y egoístas del orden burgués. En los cambios acontecidos en las <<nuevas clases medias>> han de ser consideradas equivalente a las también producidas entre las nuevas clases obreras y no tomar a las clase medias como un grupo homogéneo, indiferenciado, aislado y estático.

Resumen epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos

lunes, 27 de septiembre de 2010

La noción de clase social total

  La noción de <<clase social total>>

Los efectos causados de las transformaciones sociales en la óptica sobre la realidad de la clase obrera, concluyeron en realzar las limitaciones que estrechaban determinadas percepciones sobre las clases, en especial a las ideas marxistas sobre la <<clase social total>>.

Carlos Marx
Carlos Marx, como muchos de su coetáneos, definió lo que era una clase social bajo el prisma de la clase terrateniente inglesa. Una clase que se presentaba como la consecuencia de un ajuste apolíneo de situaciones económicas, políticas, sociales y culturales. Frente a la indiferenciada economía de base –propiedad de la tierra- los gentelmen constituían una gran unidad política e influencia social. Con un hermético carácter particularista que desarrolló una cultura singular, fortalecida institucionalmente donde educaban a sus hijos donde se exteriorizó unos rasgos comunes en lenguaje, ademanes, modales, estilos de vida, como sólidos principios colectivos de naturaleza filosófica, política o moral. Sumado a un prestigio y reputación social que gozaban, cristalizando en una auténtico paradigma ser un gentelmen. Todo esto se amparaba en elementos económicos más concretamente en ser propietario de tierras.
La clase terrateniente inglesa fue tomada como modelo analítico de lo que era una clase social, identificando lo particular de las clases en los diferentes factores imbricados a los gentelmen ingleses –económicos, políticos, socio-culturales-, lo que se evidenció lo que históricamente era demostrable, en el ámbito particular a nivel de categoría conceptual de consideración universal.
Desde este análisis, la progresión de la burguesía industrial fue percibida por la misma tipología de dominio de una clase social total. La burguesía emergió como una gran clase preponderante, elevadora del orden económico-social precedente y proyectando los nuevos valores e ideales del liberalismo. Capacitada en su hegemonía en poder y control político, sutiles, abiertos y tolerantes –democráticos- como nunca antes se había conocido. Por lo que fue descrita como un grupo social singularizado por los mismos rasgos generales de la clase de terratenientes inglesa. Socialistas como conservadores se identificaron como clase similar, conformados con el poder económico, político, prestigio social y rasgos ideológicos y culturales similares.
Desde el prisma marxista, la clase obrera se singularizó como la otra clase, que portaba el origen de una nueva sociedad, desde la evolución histórica que manifestaría la implantación de su hegemonía.
Hay coincidencia en algunos analistas en dudar al respecto de la tendencia hacia la desaparición de las clases medias, y las consideraciones sobre la homogeneización y el empobrecimiento de la clase obrera, en oposición a los hechos sociales específicos, al observarse éstas con una lógica de análisis previo.
La  formulación de la clase obrera según Marx estaba propugnada en el orden histórico que <<debía>> formalizar desde en el eje de la lógica hegeliana, como de la necesidad de solapar el espacio social de la antítesis, inclinando hacia una síntesis final. Unas tesis de Marx bajo el paraguas de un finalismo confesado. La revolución de los pueblos y la emancipación de una clase que está inversamente relacionada con la concentración de las deficiencias/defectos de la sociedad en otra. La clase obrera representa por sí misma la clase única, pero debe enfrentarse a su antítesis, que de hecho está imbricada, pues no existe una sin la otra. Pero es la vía para la revolución y su posterior liberación. Por tanto la realidad de la clase oprimida es el resultado y efecto de la clase dominante. Desde la perspectiva de luchas de clases un universal humano. Y donde Marx propugna la incapacidad de la clase media para cumplir un papel definitorio, representando la <<mediocridad filistea de todas las otras clases>>.

Friedrich Engels
       Argumentaban Engels y Marx, de una liberación del proletariado que pasa por derogar sus propias condiciones de vida. En una manifiesta incompatibilidad entre burguesía y riqueza. La propiedad privada, en su condición de riqueza, está supeditada a sostener su propia naturaleza, y con ella su contraposición el proletariado. Es ineludible la auto destrucción del proletariado –parte destructiva-, y con la su subordinada contraposición, la propiedad privada –parte conservadora-.
          El siguiente paso llevaba al proceso de industrialización que llevaba a la clase media al abismo y en consecuencia a derivar en un aumento de los efectivos del proletariado y por consiguiente la reducción de la estructura de clases y la acentuación de sus rasgos diferenciadores. Focalizando este aumento del proletariado <<reclutado entre todas las clases de población, poseedor de un elemento de triunfo: el número>>, en una hegemonía política, como consecuencia de una toma de conciencia de clase. Un palanca de cambio del proceso de transformación histórico. Guiados no sólo en su propia condición numérica sino acompañada por el asociacionismo y conducidos por le saber.
         La fase primera de la revolución consistía, pues, en el ascenso del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia, como voluntad libre de esa mayoría. Una naturaleza de la evolución, la del sistema capitalista, que inevitablemente llevaría consigo el objeto de la miseria para el proletariado. El trabajador sucumbe a la pobreza y en la desgracia más rápidamente todavía que la población y la riqueza.
     El maquinismo también fue percibido como un elemento de postergación al obrero, conformándole como un <<simple apéndice de la máquina>>, minoración de emolumentos e incorporación de mujeres y niños como fuerza de trabajo. Un choque entre el obrero y el burgués que se traduce entre un enfrentamiento entre dos clases.
       Algunos críticos de Marx resaltaron que las acepciones marxistas no llegaron a cumplirse. Trabajadores de las sociedades capitalistas más desarrolladas obtuvieron buenos niveles económicos de bienestar y de seguridad social. Tampoco se cumplieron los preceptos marxistas en la desaparición de las clases medias, sino muy al contrario, conformándose como el sector ocupacional más numeroso.
       Un momento esencial que se produjo un retraimiento en el <<clima de optimismo histórico sobre el papel emancipador del proletariado>> fue el cercano a la segunda guerra mundial. Donde se cristalizaba por un lado los fenómenos fascistas, que probó que el capitalismo en momentos de acentuación de crisis no se hundía de forma tan definitiva, sino podía ordenar su defensa totalitariamente, sosteniéndose en los sectores populares. Asu vez el estalinismo, evidenciaba un poder de degradación de un sistema político, ahogando todas las libertades democráticas. La hegemonía política de una clase social, no garantizaba la buscada emancipación humana, sino que además no velaba el derecho a la vida de aquellos de los que habían luchado por ella, en definitiva una nueva dictadura.

Resumen epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos

domingo, 26 de septiembre de 2010

Auge y declive de la clase obrera


El futuro de las clases trabajadoras

La revolución industrial originó dos características imbricadas: en primer lugar, la conformación de la clase obrera industrial, como grupo emergente y singular de esta fase de transformación social, en segundo lugar y conectada con la anterior, fue el arranque de una etapa sólidamente conflictiva. Unas sociedades industriales caracterizadas por los esfuerzos y las luchas de las clases obreras. Y traducidas en las tensiones en la búsqueda de la mejor ventaja en el  posicionamiento de poder y riqueza y justificadas éstas, en los sistemas políticos con un sistema social dado, que necesitaba una mayor equidad en el reparto del poder y los recursos.

1.    Auge y declive de la clase obrera

Tras un periodo histórico más conflictivo en las primeras fases de la revolución industrial, en la segunda mitad del siglo XX se provocó una reanudación de los conflictos laborales en la gran parte de las sociedades capitalistas. Unas modificaciones significativas en las últimas décadas del siglo XX, en la propia lógica y conformación de las clases trabajadoras, con una dimensión de cambio político e histórico trascendental.
Desde el comienzo de la revolución industrial la clase obrera fue percibida como algo más que un sector ocupacional, para imponerse como una nueva fuerza histórica liberadora, agigantando la clase obrera en un ostentación cuasi-religiosa, en una clase <<universal>> y <<redentora>>.
Lo cierto es que el movimiento obrero tuvo una trayectoria ascendente, una fuerza social y cultural imponente e inédita. Donde los sindicatos lograron capitalizar la representación, de poder y de influencia en la mayor parte de los países desarrollados.
En la segunda mitad del siglo XX comenzó a reflejarse una tendencia de regresión y declive, en la división de posiciones internas e intereses, en el detrimento de la influencia cultural e ideológica, en la lógica del desarrollo de la fuerza del trabajo, en las bases de identidad, y fundamentalmente en la fragmentación y fragilidad de las organizaciones representativas.
Desde una perspectiva global las principales transformaciones se desarrollaron en dos fases de modificación de paradigma de sociedad industrial en la segunda mitad del siglo XX. El primer ciclo de cambio dibujó un nuevo modelo de <<sociedad industrial madura>>, los países más desarrollados entre los años cincuenta y los primeros setenta se caracterizó en transformaciones que reordenaron la posición estructural de las clases trabajadoras, se afianzó un desarrollo de terciarización de la población activa, modificación en las estructuras de clase, con un incremento en los sectores ocupacionales de clase media y una disminución de personas en la clase obrera, que se diversifica y estratifica en cualificaciones, estilos de vida, retribuciones, etc. Todo esto acompañado de manifestaciones de la conciencia social y de clase. El segundo ciclo se manifestó a partir de la década de los años ochenta, en el preludio de la sociedad tecnológica, con el empleo de la robotización y sistema automáticos en todos los entornos de los sistemas productivos. Esta etapa se distinguen los siguientes elementos que sancionan a la composición y situación estructural de las clases trabajadoras:

·     Desindustrialización de la población activa, que se ve impulsada por los sistemas de robotización, a prever la desaparición del <<obrero manual>>.
·     Inclinación a la <<desmanualización>> de los trabajos y la volatilización de la oposición entre tareas manuales e intelectuales.
·     Deslocalización de los núcleos de interés y referencia social con el emerger de nuevas culturas del ocio, reducción de la jornadas laborales, menos semanas al año –vacaciones-, reducción temporalidad activa –prolongación estudios y entrada tardía al trabajo-.
·     Nuevas expresiones de paro estructural y precarización laboral con la eclosión de nuevos sectores de infraclases y excluidos.
·     Fragilización de las organizaciones sindicales, con la fragmentación de identificación política y crisis de representación.
·     Realce de las manifestaciones hacia la integración laboral, asimilación cultural y la variedad actitudinal ante trabajos más seguros, de calidad y mejor retribuidos.

Como principal efecto de estas transformaciones ha sido la disminución ostensible de conflictividad laboral, que en alguno sectores llegaron a definir como el <<aburguesamiento>> y la <<integración>> de la clase trabajadora, destacando los siguientes elementos como causantes de este fenómeno:
·     Avances en las condiciones de vida de los trabajadores con incrementos retributivos, mayor consumo y otras ventajas laborales.
·     Las transformaciones en las tareas realizadas por los trabajadores, con responsabilidades que requieren mejores cualificaciones y preparaciones.
·     Incremento de la movilidad social como respuesta a las oportunidades educativas y de la dinámica social con el más influencia en los méritos.
·     Una inclinación hacia una reglamentación e institucionalización de los conflictos –más competencia sindical-, con un control en la formulación de las huelgas, otorgando más relevancia al <<pactismo social>>.
·     Una propensión al <<aburguesamiento>> de la clase trabajadora con un interés en lo individual en detrimento de lo colectivo.

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos

sábado, 25 de septiembre de 2010

Alcance sociológico y político del concepto de infraclases

Alcance sociológico y político del concepto de infraclases

La definición de infraclases debe de originarse de sus referentes estructurales y no de una percepción excluyente: <<los que se sitúan fuera del sistema>>, o conformarse con designar a los que están en peores condiciones sociales, en los niveles más humildes de la pirámide social. No obstante, hasta que los nuevos sistemas de estratificación social no se conformen con más solidez, es complicado obtener una definición clarificadora y concreta que alcance un idóneo grado de consenso.
Se perfilan dos causas desde una significación sociológica, para alcanzar una interpretación estructural de las infraclases: primero con la dualidad y el déficit de solidez de la conciencia y la auto-identidad de clase de grupos sociales valorados como infraclases y, segundo con la falta de un paradigma de acción de clase específico asignado a dichos grupos.

Ralf Dahrendorf
Lo que determina actualmente a las infraclases es la ausencia de una conciencia específica de clase, sin haber prosperado una traslación política definida en su posición social, por lo que algunos analistas han apuntado si realmente nos encontramos con una verdadera clase social. El propio Dahrendorf, ha negado la autenticidad del concepto de infraclases por estimar que describe ciertamente a una posición de clase, entendiendo que el esfuerzo de salida de las infraclases, además de voluntario es totalmente individual. Interpretando pues, quienes habitan en las infraclases, no lo harían en un espacio fijo y estructurado, sino episódicamente en una posición de infraclases. Dahrendorf establece esta <<individualización de los destinos>>, como la consecuencia que no se haya producido ninguna revolución provocada por las altas cotas de desempleo de los últimos lustros del siglo XX.
Lo inequívoco es que la dinámica de los hechos están evidenciando que algunas de las vicisitudes imbricadas con la infraclases tienen un carácter estructural, más allá de los deseos y voluntades individuales. Entendiendo que la no pertenencia a las infraclases, no es quien quiere, sino quien puede. Por lo que apremia la salida de una sólida bolsa de empleo, como acciones política pragmáticas, para todos los que están alejados de las oportunidades del mercado, como los sancionados con la precariedad laboral. Intervenciones políticas, que propicien una transformación en el sistema de producción, ordenación de la actividad económica y la articulación del Estado de Bienestar.
Las infraclases se pueden determinar con la siguiente relación:
·      Las infraclases se establecen en una posición objetiva en un mercado afectado por las transformaciones tecnológicas. Que expelen unos considerables <<excedentes de trabajo>>.
·      Recortes sociales en el Estado de Bienestar, favorecido por el cambio tecnológico, globalización económica, sin compensaciones en proyectos solidarios y sociales.
·      Una análoga caracterización sociológica objetiva en los afectados por el desempleo o precariedad laboral –jóvenes, mujeres, minorías raciales o étnicas, etc.-
·      Paro estructural de larga duración, o precarización laboral arrojan a las infraclases a que convengan unos intereses objetivos que concurren en favorecer políticas económicas y sociales compensatorias, en las dinámica actual de dualización.
·      La visión de los que están en las infraclases de situarse a sí  mismos en una posición social objetiva marginal, reconociéndose su dependencia a las ayudas sociales.

La cuestión es la incapacidad de fomentar una conciencia de la propia existencia de la situación social y económica, de todas las personas y grupos asentados en la infraclases, pues frecuentemente la conciencia suele ir por detrás de los hechos sociales y no al revés.
John Kenneth Galbraith
Las clases medias están siendo firmemente afectadas por las transformaciones generales del mercado de trabajo, y la tendencia a la precarización laboral, una circunstancia en constante minimización que sanciona por las circunstancias de movilidad social descendente para sus hijos. Las infraclases están compuestas de personas no como un hecho accidental, sino como un respuesta de la nueva funcionalidad de la economía. Con unas expectativas pesimistas de movilidad social y enfocadas a un <<callejón sin salida>>. Como ha subrayado el economista estadounidense John Kenneth Galbraith, la subclase tiende a <<convertirse en un fenómeno sempiterno y ya no generacional>>.
En las perspectivas de futuro de las infraclases se distingue en primer lugar la hipótesis que las organizaciones representativas de las clases trabajadoras propicien acuerdos verticales con corporaciones intermedias de la sociedad, por lo que algunos grupos más afortunados de las clases trabajadoras, se sientan más identificados Fundamentalmente en la lógica de que las infraclases inclina a colocarlos a ellos mismos, en situaciones sociales que puedan fomentar la difusión de sentimientos mesocráticos. En segundo lugar la probabilidad de obstaculizar la tendencia en la dualización del sistema económico y social, que obedezca a la imbricación de las clases trabajadoras con la infraclases y los grupos en decadencia de las clases medias, en el horizonte de diseñar un proyecto conjunto renovado.
La perspectiva es que un grupo social similar, que sea sancionado con situaciones estructurales de dependencia, subordinación o infraposicionamiento social, desarrolle una identidad grupal con la lógica de sus intereses y demandas, lo que originará una previsible acción colectiva. Aún teniendo en cuenta que las infraclases no se hallan en un locus social, como una fábrica o taller como las primeras etapas de la revolución industrial. Sino son el vecindario, la calle, etc. Por tanto, no disponen de una localización acotada, están atomizados, para sus demandas en defensa de sus intereses. Acciones colectivas que irán encaminadas en expresiones más imprecisas y divididas en expresiones como motines, <<okupaciones>>, violencia urbana, etc.
Una definición, la de infraclases que puede que los propios actores puedan denominarse a sí mismos como ellos quieran en un futuro, y una noción que responde como un referente analítico provisional, a lo que está sucediendo en ciertas áreas de nuestras sociedades.

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos

viernes, 24 de septiembre de 2010

Diferentes tipos de infraclases



Diferentes tipos de infraclases

La definición de infraclases conlleva un factor plural, para explicar a diversos grupo sociales que comparten la circunstancia de estar marginados o alejados de las oportunidades <<normalizadas>> del sistema. Y se identifican en su adecuación sociológica cinco tipos de infraclases:

·     La edad, el paro estructural está perjudicando fundamentalmente a los más jóvenes, pues éstos se encuentran con enormes dificultades de entrar en el mercado de trabajo, y si lo hacen pueden encontrarse con una significativa pauperización laboral. Existe por tanto una singularización sociológica cada vez más similar, en los colectivos de parados. La situación lejos de mejorar está cada vez empeorando pudiendo manifestarse en un proceso enquistado en el tiempo, con el riesgo que varias generaciones de jóvenes queden sancionadas con esta situación convirtiéndose en auténticas generaciones <<perdidas>>.
·    El sexo, puede canalizar un infraposicionamiento social, fundamentalmente las mujeres, que son las que más afecta la reducción de los mercados de trabajo, con menos oportunidades y peores condiciones laborales que los hombres.
·    Los grupos étnicos y raciales son igualmente sancionados con los trabajos más bajos de la escala social, los rechazados por los grupos preeminentes. El incremento de la inmigración extracomunitaria ha supuesto problema añadido, y son estas personas las que engrosarán las infraclases.
·    Los grupos y familias marginales constituyen el grupo menor de las infraclases. Principalmente aquejados con las problemáticas vinculadas a la droga, delincuencia, prostitución que se manifiestan en sub-culturas, propiciando la formación de <<poblados>> o <<ghettos>>.
·    Infraclases por razones de cultura y educación debido a la crisis del trabajo que merma manifiesta de las oportunidades de lograr un trabajo en la población con menor formación. Afectando además a determinados grupos étnicos y raciales, familias marginales y en algunos países entre las mujeres.

La problemática del fenómeno de las infraclases se revela como un suceso sociológico, que se sostiene en las previas situaciones de marginalidad y pobreza, manifestando nuevas expresiones y rasgos estructurales, relacionados con la revolución tecnológica, las emergentes claves económicas y al incremento del paro estructural. Se dibuja pues como un acontecimiento inédito en la historia de la humanidad, y aún con repercusiones imposibles de pronosticar.

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos

jueves, 23 de septiembre de 2010

Las infraclases y la revolución tecnológica


Las infraclases y la revolución tecnológica

La incesante utilización de robots industriales y sistemas de automatización de trabajo en el sector servicios precipita que haya un incremento de mercancías y servicios, empleando y a causa de ello, una disminución de horas-hombre de actividad laboral. Y en esta nueva dinámica laboral está mostrando un insólito fenómeno de paro, que no es periódico ni circunstancial, ni está imbricado a las etapas de regresión o crisis económica, sino que responde a coyunturas estructurales, conectadas con la fase de modernización tecnológica de los sistemas productivos. Dando lugar a la contradicción que en periodos de recuperación económica, en lo que aceleran la demanda, se ocasione también fenómenos de paro.
Unas cifras de paro de gran trascendencia, sobre todo los parados de larga duración –más de un año- que han llegado a protagonizar el 50,1% en los últimos años del siglo XX en la Unión Europea, por lo que no debe entenderse como una situación coyuntural. Una situación que en España se manifiesta en que la población que tiene una trabajo <<normalizado>> y en condiciones razonables son una minoría de la población activa.
El paro y la precarización laboral tiene efectos devastadores, no sólo económicos, sino sociales y humanos, trasladando a millones de personas a la condición de miembros <<sobrantes>> de una sociedad que le da la espalda, y deteriorando el clima social y desgastando los sentimientos de integración y autoestima personal.
El trabajo en las sociedades industriales ha actuado de modo de vehículo de integración social. Tener trabajo o ejercer una actividad socialmente útil daba paso a una situación de pertenencia social, obteniendo una <<posición social>>.
Todo esto, está provocando un clima de desánimo entre la juventud, con un creciente pesimismo general, al presentir un futuro de subempleo o de paro de larga duración. Y en este clima están emergiendo los ingredientes para un caldo de cultivo que puede manifestar brotes de violencia y resentimiento, o comportamientos agresivos y marginales, se pueden preguntar algunos; ¿por qué ser respetuoso con una sociedad que no cumple con sus obligaciones básicas de reciprocidad?.
Las transformaciones acontecidas en las coordenadas de oportunidades laborales y en la opciones de inserción laboral están poniendo al descubierto una alteración en diferentes pautas sociales, cambios en las tasas y las edades de nupcialidad, contundentes reducciones de la natalidad, demora de las edades de independización y abandono del domicilio familiar por parte de los jóvenes. Una evidencia paradigmáticas en los países de la Unión Europea, con lo que está aconteciendo con las transformaciones sociales y tras las nuevas condiciones laborales.
Los datos nos sitúan en un incremento de las desigualdades que obedecen a las altas cotas de paro presentes, ante el desconcierto y la ansiedad de los jóvenes. Enmarcado además en un clima de políticas que no parecen atender a la significación y envergadura del problema del paro. Los hechos revelan que es posible mejorar la productividad y la eficiencia de los sistemas de producción, incrementando los bienes y servicios sin conseguir una solución al dilema de la distribución, en definitiva sin lograr a medio plazo la autosostenibilidad del sistema, que responde a la crisis estructural del empleo. Pues si en una sociedad se produce mucho, si no se consigue mejorar los niveles adquisitivos generales y el bienestar de los ciudadanos, no se podrá obtener un equilibrio social.
Sin desvirtuar el concepto sociológico de infraclases clasificándolo solamente con la situación de los pobres y los <<parados>>, pues el desempleo es una de las manifestaciones del problema. Pues las infraclases quedan en el extrarradio del núcleo de oportunidades de obtener un empleo estable, bien retribuido y en condiciones laborales dignas. Pues sin un trabajo fijo de calidad no se tienen posibilidades aceptables de consumo, mermando las oportunidades de establecer un centro familiar autónomo, se acotan los horizontes educativos, rebajando los niveles vitales de satisfacciones y compensaciones, con los inherentes riesgos de conflictos, desajustes y desagregaciones. Todo esto, desplaza a una sociedad dualizada, y en la praxis cohabitan dos estadios jurídicos laborales, dos sistemas de oportunidades vitales, para dos grupos diferentes de ciudadanos.
Las infraclases, obedecen a los sistemas de estratificación constitutivos de las sociedades tecnológicas avanzadas que se están conformando en la perspectiva histórica.

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos
La viñeta que acompaña a esta entrada está con la autorización de El Roto.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Infraclases y nuevos sistemas de desigualdad social

Infraclases y nuevos sistemas de desigualdad social

La revolución tecnológica en marcha como la inherente expresión de los nuevos sistemas de estratificación social, ha propiciado que se sitúe el análisis de las infraclases, en el plano global de las transformaciones. Las tendencias sociales principalmente se están situando en el arranque de nuevos perfiles en la estratificación social:

·      Paro estructural de larga duración
·      Tendencia a un sistema dializado de estratificación
·      La conformación de sectores <<excluidos>> e infraclases.

Tres tendencias muy sólidas, permanentes y ligadas a un nuevo paradigma organizacional de la producción, y responden a un nuevo modelo de estructuración social, conformado por un conjunto de parados, subempleados, grupos marginados, jubilados, prejubilados y otros sectores con privaciones o que son afectados por una situación <<desasistencializadora>> como resultado de la crisis fiscal del Estado de Bienestar y de las políticas de recortes sociales.
Unos nuevos sistemas de desigualdad singularizados en la tendencia a la formación de líneas fronterizas internas que provocan formas de posiciones sociales y de oportunidades diferenciadas para los que se sitúan en el exterior o en el perímetro del mercado de trabajo <<ordinario>>.

Ralph Miliband
Algunos analistas asignan a las infraclases un estatuto y una posición particular en la pirámide social. Diversas definiciones expresadas nos trasladan también a las minorías étnicas, los desempleados de larga duración, madres solteras, mendigos, traficantes, rateros y otras personas y grupos dependientes de la asistencia social. Y otros sociólogos como Ralph Miliband (1924-1994), R.E. Pahl o Malcolm Waters localizan la atención de las infraclases en las circunstancias de los cambios sociales y la previsible dualización social. Proponiendo analizar las transformaciones que están desarrollándose en los sistemas de desigualdad y las nuevos ajustes de las pirámides de estratificación.


Resumen de La sociedad dividida de José Félix Tezanos 

martes, 21 de septiembre de 2010

En el fondo de la pirámide social

Capítulo 6.- Las infraclases en la estructura social

La manifestación de paro estructural de larga duración, junto a las nuevas expresiones de la asimetría social –aquellos con tareas laborales marginales o los que están en el extrarradio del núcleo central de producción de mercancías y servicios-, están ligadas a la evolución de los modelos de producción, donde progresivamente se utilizan robots y otros medios automáticos de trabajo. Así es como estas personas que quedan “fuera” de las oportunidades, ocupan posiciones objetivas inferiores en los sistemas estructurados de estratificación social. Estos sectores infraposicionados, no han podido ser descritos como clase social, en la definición tradicional. De esa manera algunos autores los ha considerado infraclases, permitiendo con ello  la acentuación de la naturaleza de las nuevas formas de desigualdad social.

En el fondo de la pirámide social

Lo habitual del concepto infraclases ha traído consigo una cierta indeterminación y vaguedad definitoria sociológica. En la literatura de esta ciencia social manifiesta que todos los sistemas de estratificación han respondido con referencias y análisis sobre los grupos sociales periféricos al sistema, desde la Grecia Clásica, el sistema de casta hindú, hasta los grupos más marginales de las sociedades industriales –lumpen-proletariado-.
Herbert Marcuse
Desde el marxismo los lumpen-proletariado son definidos como un “resultado pasivo de la putrefacción de las capas más baja de la vieja sociedad”, situando sus estudios principalmente en campos diversos a los de estratificación social, alcanzando a desarrollar teorías y enfoques singulares para su estudio. Destacando el análisis de Oscar Lewis (1914-1970) sobre la cultura de la pobreza, desde la raíz antropológica sobre familias <<pobres>> en entornos urbanos, que arrojaban la presencia de un <<círculo de pobreza>> en el ámbito sociológico y cultural que condicionaban las posibilidades de salir de la postergación social. Estudios como el de Michael Harrington (1928-1989) sobre la <<cultura de la pobreza>> en los Estados Unidos, la situaba como una de las dos naciones que convivían conjuntamente, como una subcultura específica. El análisis de Gunnar Myrdal (1898-1987) utilizaba <<infraclases>> para situar a los grupos de <<personas y familias  desempleadas y progresivamente inempleadas y subempleadas>>. La propuesta de Herbert Marcuse (1898-1979) auguró el nacimiento de <<nuevos sujetos revolucionarios>> entre los intelectuales críticos y los grupos sociales marginados, representando –los explotados, perseguidos, desempleados, etc.- la raíz revolucionaria, aún por encima de su conciencia,     -concluyendo Marcuse- <<como el principio del fin de un periodo>>. Muchos intelectuales de los años setenta comprometidos social y políticamente,  contribuyeron a orientar el foco de atención hacia los problemas de la sociedad post-industrial, definida muy bien por Walter Benjamin (1892-1940) de que <<es sólo gracias aquellos sin esperanza que no es dada la esperanza>>.
Un desarrollo de las nuevas expresiones de la desigualdad y la marginación que concentraron la atención de los analistas en las nuevas manifestaciones como la de <<infraclases>>. Que Anthony Giddens (1938) situaba en Estados Unidos principalmente en tres grupos étnicos –los negros, los puertorriqueños y los mejicanos-, singularizando en la clase trabajadora con un grado importante de influencia política.
Anthony Giddens
Desde la década de los años setenta y principio de los ochenta diversos sociólogos norteamericanos pusieron de relieve la política de recortes como impulsora de los efectos sociales, justificando el alcance del nuevo concepto  infraclases con mayor significado sociológico, por un lado desde el prisma conservador poniendo la atención en la subordinación cultural de la pobreza como fundamento descriptivo de las infraclases. Y por otro lado desde la óptica progresista, focalizando su interés en las dimensiones estructurales que se originan en la situación de infraclases, mermando el paradigma de la sociedad americana como el oasis de prosperidad para todos.

Willian Julius
Estas apreciaciones provocaron otras opiniones antagónicas de la primigenia definición de infraclases. Por ejemplo la vertiente conservadora de Ken Auletta (1942) , definiéndola como clases de pobres pasivos subordinados a la asistencia social, delincuentes, alcohólicos, enfermos mentales, etc. O desde la visión de Willian Julius (1935) que fijaba las infraclases como grupos de individuos de bajo nivel de cualificación o familias y grupos sancionados por problemas de drogas, delitos o comportamientos desviados.
Varios enfoques coincidentes en estimar las infraclases como un sector social marginal, un grupo sancionado negativamente en su condición, desde una óptica moral y por último influidos por la política asistencial de la sociedad norteamericana. Unas políticas asistenciales que algunos analistas describieron, como que lejos de suprimir tendía a hacer permanente la pobreza.

Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos