El futuro de las clases trabajadoras
La revolución industrial originó dos características imbricadas: en primer lugar, la conformación de la clase obrera industrial, como grupo emergente y singular de esta fase de transformación social, en segundo lugar y conectada con la anterior, fue el arranque de una etapa sólidamente conflictiva. Unas sociedades industriales caracterizadas por los esfuerzos y las luchas de las clases obreras. Y traducidas en las tensiones en la búsqueda de la mejor ventaja en el posicionamiento de poder y riqueza y justificadas éstas, en los sistemas políticos con un sistema social dado, que necesitaba una mayor equidad en el reparto del poder y los recursos.
1. Auge y declive de la clase obrera
Tras un periodo histórico más conflictivo en las primeras fases de la revolución industrial, en la segunda mitad del siglo XX se provocó una reanudación de los conflictos laborales en la gran parte de las sociedades capitalistas. Unas modificaciones significativas en las últimas décadas del siglo XX, en la propia lógica y conformación de las clases trabajadoras, con una dimensión de cambio político e histórico trascendental.
Desde el comienzo de la revolución industrial la clase obrera fue percibida como algo más que un sector ocupacional, para imponerse como una nueva fuerza histórica liberadora, agigantando la clase obrera en un ostentación cuasi-religiosa, en una clase <<universal>> y <<redentora>>.
Lo cierto es que el movimiento obrero tuvo una trayectoria ascendente, una fuerza social y cultural imponente e inédita. Donde los sindicatos lograron capitalizar la representación, de poder y de influencia en la mayor parte de los países desarrollados.
En la segunda mitad del siglo XX comenzó a reflejarse una tendencia de regresión y declive, en la división de posiciones internas e intereses, en el detrimento de la influencia cultural e ideológica, en la lógica del desarrollo de la fuerza del trabajo, en las bases de identidad, y fundamentalmente en la fragmentación y fragilidad de las organizaciones representativas.
Desde una perspectiva global las principales transformaciones se desarrollaron en dos fases de modificación de paradigma de sociedad industrial en la segunda mitad del siglo XX. El primer ciclo de cambio dibujó un nuevo modelo de <<sociedad industrial madura>>, los países más desarrollados entre los años cincuenta y los primeros setenta se caracterizó en transformaciones que reordenaron la posición estructural de las clases trabajadoras, se afianzó un desarrollo de terciarización de la población activa, modificación en las estructuras de clase, con un incremento en los sectores ocupacionales de clase media y una disminución de personas en la clase obrera, que se diversifica y estratifica en cualificaciones, estilos de vida, retribuciones, etc. Todo esto acompañado de manifestaciones de la conciencia social y de clase. El segundo ciclo se manifestó a partir de la década de los años ochenta, en el preludio de la sociedad tecnológica, con el empleo de la robotización y sistema automáticos en todos los entornos de los sistemas productivos. Esta etapa se distinguen los siguientes elementos que sancionan a la composición y situación estructural de las clases trabajadoras:
· Desindustrialización de la población activa, que se ve impulsada por los sistemas de robotización, a prever la desaparición del <<obrero manual>>.
· Inclinación a la <<desmanualización>> de los trabajos y la volatilización de la oposición entre tareas manuales e intelectuales.
· Deslocalización de los núcleos de interés y referencia social con el emerger de nuevas culturas del ocio, reducción de la jornadas laborales, menos semanas al año –vacaciones-, reducción temporalidad activa –prolongación estudios y entrada tardía al trabajo-.
· Nuevas expresiones de paro estructural y precarización laboral con la eclosión de nuevos sectores de infraclases y excluidos.
· Fragilización de las organizaciones sindicales, con la fragmentación de identificación política y crisis de representación.
· Realce de las manifestaciones hacia la integración laboral, asimilación cultural y la variedad actitudinal ante trabajos más seguros, de calidad y mejor retribuidos.
Como principal efecto de estas transformaciones ha sido la disminución ostensible de conflictividad laboral, que en alguno sectores llegaron a definir como el <<aburguesamiento>> y la <<integración>> de la clase trabajadora, destacando los siguientes elementos como causantes de este fenómeno:
· Avances en las condiciones de vida de los trabajadores con incrementos retributivos, mayor consumo y otras ventajas laborales.
· Las transformaciones en las tareas realizadas por los trabajadores, con responsabilidades que requieren mejores cualificaciones y preparaciones.
· Incremento de la movilidad social como respuesta a las oportunidades educativas y de la dinámica social con el más influencia en los méritos.
· Una inclinación hacia una reglamentación e institucionalización de los conflictos –más competencia sindical-, con un control en la formulación de las huelgas, otorgando más relevancia al <<pactismo social>>.
· Una propensión al <<aburguesamiento>> de la clase trabajadora con un interés en lo individual en detrimento de lo colectivo.
Resumen de epígrafe de La sociedad dividida de José Félix Tezanos
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