El crecimiento actual de las desigualdades provoca una escisión en el desarrollo social, y en oposición los últimos periodos de las sociedades industriales, en la entrada del siglo XXI muchas familias creen que sus hijos no van a recibir mejoras sustanciales en sus vidas, sino al contrario van a ser sancionados con más obstáculos en la inserción laboral, como precariedad en las condiciones del trabajo. Desde la perspectiva de los sistemas sociales algunos estudios exponen riesgos de disfuncionalidad en doble óptica: primero, la disfuncionalidad social que atañen a todos los individuos en condición de parados, subempleados o excluidos, respecto a que se considera una minoración en sus recursos, y segundo, las tensiones y conflictos que obedecen a las disfuncionalidades en sociedades que traduzcan un futuro vital de merma social. Las personas sentirán estas nuevas dificultades como insufribles y negativas, mirando hacia tiempos pretéritos de bonanza económica, percibirán esta etapa como intolerable, derivando en una percepción alarmante de las desigualdades y de desmembramiento social, a lo que la crisis está acarreando.
La divulgación de estos hechos repercutirá en específicos sectores sociales que fomentarán una desmotivación, incapacidades, desinterés, fragilidad de las normas y principios civilizatorios y de convivencia, incumplimiento de roles sociales etc. Todo esto íntimamente relacionado con los sistemas educativos, que serán de igual modo afectados, multiplicando posteriormente estos obstáculos en los sub-mercados, a los jóvenes.
Una imagen que cala en la sociedad, que relaciona estos problemas con la inclusión de los robots y sistemas automáticos a las técnicas productivas que desembocan en sustituciones laborales, conforme revelan los estudios empíricos actuales.
Y en contraste con las sociedades industriales, muchas de las privaciones y necesidades de los que quedan en la “periferia”, no obtienen los lugares ni los canales institucionales de manifestación y expresión, como se producía en las fábricas con la intermediación de los sindicatos en la etapa industrial.
Los estudios empíricos en el comienzo del siglo XXI no son alentadores, pues manifiestan un revelador desgaste de las sensaciones de seguridad y motivación laboral y social, aún en los sectores ocupados laboralmente. Un riesgo a que estas desigualdades disparen a una sociedad cada vez más anómica, y con consecuencias impredecibles.
Resumen epígrafe de la Sociedad Dividida de José Félix Tezanos
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