¿Cómo puede realizarse este trabajo literario en el campo de
la antropología? ¿Cómo incorporar una perspectiva crítica que vaya más allá de
la contenida ya en los informes etnográficos? ¿Cómo se pueden valorar las
nueves estrategias que aúnan el trabajo de campo y la escritura? ¿Cómo
reconceptualizar la antropología?
La etnografía recoge la descripción escrita de la
experiencia y trabajo del antropólogo/a, es por esto que la escritura es una
herramienta fundamental en el trabajo etnográfico. Toda la recopilación de
datos obtenidos a través del trabajo de campo: las transcripciones de notas y
grabaciones, ha de derivar en un formato escrito que será de uso tanto en el
contexto de campo como universitario. Marcus plantea que si bien los
profesionales etnográficos son cada vez más conscientes de su trabajo de
escritores, se extrae del texto que este “género antropológico” requiere un
giro estilista, a la par que crítico, y que por tanto esta labor de escritura
etnográfica ha de repensarse y ampliarse.
Este trabajo de Marcus realiza una precisa crítica de la
representación etnográfica y propone en primer lugar, un cambio de perspectiva
en cuanto a la escritura de textos etnográficos y en segundo lugar, el
reconocimiento interdisciplinar que debe existir en el conocimiento
etnográfico, en esta nueva etnografía.
Surge tras la lectura de este trabajo de Marcus, que el modelo tradicional de escritura
etnográfíca: la disertación antropológica, se basa en el análisis y descripción
del trabajo de campo. No obstante, para él la etnografía tiende hacia una fase
de postdisertación en la que adquiere un toque más personal por parte del etnógrafo/a
escritor/a, con sus experiencias y situaciones en el campo de trabajo. Se
demanda, por tanto, el surgimiento de un espíritu experimental en la escritura
etnográfica, un ejercicio consciente de innovación y crítica. Por tanto, la
escritura etnográfica no ha de ser ya tan sólo una colección de datos y
descripción analítica.
Manuel Delgado
en su libro El animal público (1999) ya subrayaba la existencia de una tendencia a
considerar al antropólogo como aquel que se ocupa de los focos de estudio que
las demás ciencias sociales desechan, algo así como los restos que dejan los estudios
de las sociedades contemporáneas. Esto se confirma con la tendencia a asignar a
los antropólogos las tareas de inventariado, tipificación y escrutamiento de
sectores conflictivos de la sociedad.
No obstante, la antropología
no tiene por qué dejar de estudiar y analizar la vida cotidiana de personas
ordinarias que viven en sociedad, a través del método comparativo, la
metodología empírica, los planteamientos holísticos, el desarrollo de técnicas cualitativas de
investigación. Resulta
fundamental tener en cuenta esto y hacer uso de la importancia de todos los
instrumentos disponibles a la hora de aproximarnos con más precisión a la
realidad observada.
Es sustantivo además plantear una investigación no cerrada,
pues el propio trabajo etnográfico supone llevar a cabo una exploración del/con
el objeto de investigación. Saber que en cualquier momento debes considerar la
renegociación del papel del investigador en función de los contextos dados, a
las prácticas, por tanto en su interacción con las personas y sus medios. Por
lo que la evolución de la investigación debe incorporar una posible
modificación de los planteamientos inicialmente formulados. La propia escritura
etnográfica constituye una herramienta indiscutiblemente necesaria en ese
proceso, uno que conlleva que esa escritura en sí misma, y tal como afirma
Marcus, se convierta en campo de trabajo y experimentación para enriquecer el
estudio de la cultura con una visión más elaborada, estética y literaria.
Bibliografía
Delgado, M.
(1999) El animal público. Hacia una antropología de los espacios urbanos.
Editorial Anagrama, Barcelona.
Marcus, George
E. (1991) Epílogo: La escritura etnográfica y la carrera antropológica, en:
Retóricas de la Antropología de Clifford J. y Marcus G.E. Ediciones Júcar.
Gijón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario