I.1 Homo performance y homo economicus en
la gubernamentalidad neoliberal
En primer lugar Gisela Cánepa pone el
acento en el concepto de performance,
y entendido en tres sentidos:
- Primero, la performance como repertorios de cultura expresiva, pero también como un género de contenido político, muy vinculado a los intentos por utilizar el arte para provocar transformaciones sociales. En este caso, es considerada como objeto de estudio.
- La segunda acepción es la de performance como enfoque, que entiende la cultura como proceso y que tiene mucho que ver con la idea de que las identidades son realidades configuradas social e históricamente, por lo que es fundamental la contextualización de la cultura expresiva que se investigue y también el reconocimiento de la agencia de los sujetos. Así, se recupera al sujeto social como actor y se defiende su capacidad de crear realidad y de transformarla; es decir, se reivindica al sujeto como un homo performance, que es evaluado por su desempeño, por la eficacia de su puesta en escena.
- Por último, estaría la performance como un régimen, que se organiza en torno a los principios de eficacia, eficiencia y efectividad, justamente los mismos criterios que se utilizan para evaluar al homo performance.
Según Cánepa, la sociedad peruana está
inmersa en un orden regido por el principio de la performatividad, pues se entiende la performance como mandato, y este principio se encuentra alineado
con una manera particular de racionalizar y ejercer el gobierno, que autores
como Michel Foucault (1991) “identifica como propia del neoliberalismo”
(Cánepa, 2012:52). Para garantizar la gobernabilidad en este tipo de contexto,
donde predomina la racionalidad de la eficiencia, la eficacia y la efectividad,
se necesitan sujetos que sean autónomos, responsables y emprendedores. Esa es
la condición para que un régimen performativo
funcione, que el sujeto sea un homo performance.
Por otro lado, la antropóloga considera
que, en el plano social y cultural, para la configuración de un sujeto participativo,
el mandato de la participación debe instalarse, no solo en lo referente a la
política, sino en todos los ámbitos de su persona: en el campo de la actividad
cotidiana, recreativa y del cuidado de sí mismo. Es decir, si el sistema
requiere un homo performance, es necesario construirlo, y el cuidado de sí mismo
constituye una acción clave para una gubernamentalidad neoliberal. De esta
manera, y siguiendo el argumento de Foucault, Cánepa afirma que la
gubernamentalidad consiste en ir configurando ese homo performance como un
sujeto participativo a través de una serie de discursos y tecnologías de poder,
muchas de las cuales se pueden encontrar, por ejemplo, en publicaciones
relacionadas con el coaching. Así
pues, el argumento que emerge es que una gestión municipal diseñada en términos
de marca ciudad es uno de esos mecanismos a través de los cuales se configura
el sujeto participativo.
Para concluir debemos regresar a
Foucault, para añadir que ese homo performance en realidad coincide con el homo economicus que este describe en su
discusión sobre la gubernamentalidad neoliberal. En ambos casos, el sujeto se
concibe como un actor económico, como un emprendedor, como alguien que debe
responsabilizarse de su propia gestión. Aquí la antropóloga nos invita a ver
cómo esta noción de performance tiene
que ver más con una fuerza normativa, que con la capacidad de transgresión y
transformación.
I.2 Antecedentes y contexto
Se señala que el año 1992 como clave en
la historia reciente de Perú, ya que coincide con dos hechos importantes:
- El golpe de Estado de Alberto Fujimori -presidente del país en esa época-, quien instaura una dictadura y suspende la Constitución para introducir una serie de reformas “dirigidas a insertar al país en el mercado global y a implementar el modelo neoliberal” (Cánepa, 2012:51). Es el momento en el que Perú entra a formar parte de una economía global y hace todo lo posible para que el capital extranjero ingrese. Asimismo, otro de los factores que da lugar al auge económico es el desarrollo de la minería.
- Y el otro acontecimiento relevante de ese año es la captura de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso -Partido Comunista del Perú-, con lo cual se instaura de nuevo un orden de paz; se superan casi veinte años de violencia política, que por supuesto también frenaba el desarrollo económico, además de que traía muchos problemas de seguridad.
De esta manera, a partir de ese momento
estos dos hechos traen consigo un nuevo momento para el país, por lo que los
peruanos comienzan a tener la sensación de que les va muy bien y se instala el
concepto de que «sí se puede».
Por otro lado, y en relación con lo
anterior, surge la idea de que Perú es un país de emprendedores, lo cual sirve
para que se pueda argumentar que las reformas neoliberales son casi un asunto
natural para un sujeto como el peruano. Y en este contexto es en el que el
Estado inicia una campaña importante para promocionar la marca Perú y ubicar la
imagen del país de manera competitiva en el mercado global. Pero, además, esa imagen
país también ha sido apropiada por diferentes sectores de la sociedad peruana,
y su diversidad cultural -que durante el siglo xx
supuso un problema- ahora es considerada como una oportunidad para que Perú
pueda ubicarse, precisamente, en una economía global. Sin embargo esa
diversidad sólo interesa cuando es eficiente en términos de mercado.
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