En este texto Stuart Hall pretende mostrar cómo la diferencia es una parte indispensable en el análisis de la representación. Analiza algunos ejemplos del archivo de la
representación racializada en la cultura popular occidental de diferentes
períodos y explora las prácticas representacionales
de la diferencia y la otredad.
Stuart Hall se refiere a
los estereotipos. Como práctica significante
es central a la representación de la diferencia racial. Hall subraya que la
estereotipación reduce a la gente a unos rasgos sencillos y fijos, los
esencializa, naturaliza y con ellos fija la diferencia. Otro aspecto
adicional del estereotipo es el fetichismo que según el autor involucra la
sustitución de un objeto por una fuerza prohibida, poderosa y peligrosa.
Hall
se pregunta si se puede cambiar un régimen de representación dominante. Su
propuesta de que el significado no pueda ser fijado, abre las puertas a que se
pueda hacer esta pregunta y a su respuesta. A pesar de que se hagan esfuerzos
por fijar significados (estereotipos), sin embargo estos finalmente acaban por
rasgarse, debilitarse, son tergiversados y se les introducen nuevos
significados. De ahí que ese cambio sea posible. La práctica denominada
«transcodificar» (Bajtín y Volóshinov) es ejemplo de ello y consiste en tomar
un significado existente y reapropiarlo para nuevos significados.
Hall comienza
considerando cuatro explicaciones teóricas
sobre la diferencia que se han dado en las
últimas décadas:
1. La explicación
lingüística de Saussure, la diferencia
existe porque es esencial para el significado, sin ella el significado no
podría existir, ya que es relacional y depende de la diferencia entre opuestos.
2. La encabezada
por Mijail Bajtín, y con un enfoque social,
donde el significado es dialógico, se establece
a través del diálogo con el otro.
3. La
explicación antropológica de Mary Douglas, donde
la cultura depende de dar significado a
las cosas y asignarles diferentes posiciones dentro de un sistema de clasificación. La diferencia es la base de ese orden simbólico que llamamos
cultura.
4. Es la
explicación psicoanalítica de Freud, al
papel de la diferencia en
nuestra vida psíquica. El otro es fundamental a la constitución del sí mismo, a
nosotros como sujetos y a la identidad sexual.
Hall señala que estas
definiciones de diferencia no se
excluyen mutuamente ya que se refieren a diferentes niveles de análisis, por tanto la Antropología se puede fortalecer
considerando otras explicaciones teóricas.
En relación con lo
expresado por Stuart Hall, José Antonio Nieto Piñeroba (2011) en su libro Sociodiversidad
y sexualidad, afirma que desde la contemplación de la etnografía estática a una etnografía
en movimiento, que
consiente la constitución de etnoespacios o de zonas de contacto, donde la culturas confluyen en un
mismo espacio social y en su sociodiversidad, total o parcialmente asimétrica, facilitan su
proximidad y diálogo
o incurren en el desencuentro y, en último extremo, en la
confrontación. La diversidad de la culturas es el producto final de la
experiencias individuales y de grupo, de las relaciones asimétricas de poder y, en
conjunto, de las condiciones
existenciales proporcionadas por la realidad social (Nieto, 2011:24).
En esas relaciones de
poder asimétricas que sostiene Nieto, Hall subraya que la estereotipación tiende a suceder en lugares donde
hay grandes desigualdades de poder, el poder se ejerce sobre el grupo excluido.
Hall entiende este poder, no tanto en términos coercitivos, sino de
representación y simbólicos donde la estereotipación es un elemento clave en el
ejercicio de violencia simbólica. El poder se encuentra en todas partes, circula. La
circularidad del poder es importante para la representación, ya que todos,
tengan poder o no, quedan capturados, aunque no en términos iguales, en la
circulación del poder.
Tal como afirma Hall se crea una frontera entre lo normal y lo anormal,
excluyendo todo lo que no encaja por su diferencia. Esa fontera es un muro muy sólido y alto, en muchos
casos lo sostiene consciente o insconscientemente los propios sujetos, en su
defensa de los intereses del grupo o de su sociedad de referencia. Por tanto, todo aquel y todo aquello que no es del grupo de referencia es
percibido en general, no significativo o
como no
normal. De
hecho, la expresión no
normal puede llegar a considerarse aséptica, pero la de anormal empieza a dejar de serlo,
para cristalizar en una contaminada de prejuicios y actitudes segregacionista. De calificar
algo de anormal a hacerlo de incorrecto, malo o aberrante no hay más que un paso y la adhesión a los usos y valores del
grupo mayoritario, en muchas ocasiones anima a darlo.
Bibliografía
Hall, Stuart
(2010) El espectáculo del ‘otro’, en Francisco Cruces y
Beatriz Pérez Galán, comps., Textos de antropología contemporánea, 75-94. UNED,
Madrid.
Nieto Piñeroba, J. (2011) Sociodiversidad y sexualidad. Talasa Ediciones.
Madrid.
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