La idea principal del
texto es la modernidad (y su proyecto secularizador) desde la perspectiva del
arte, y cómo esta se ha acomodado a través del tiempo a las diversas
vanguardias artísticas, que quedaron como rituales de innovación. En este
proceso de adaptación con sus tensiones y divergencias, se producen unas
convenciones que inciden en la organización social; en una interacción de lo
culto (alta cultura o ritualización) con los gustos populares.
Néstor García Canclini subraya
que la modernidad ha creado espacios autónomos para alojar la cultura (como los
museos), que a su vez son lugares ocupados por los mismos efectos producidos
por la modernidad y con ello, su capacidad de nichos de creación cultural y de autonomía
simbólica. Por eso la modernidad conlleva tanto procesos de segregación como de
hibridación entre las diversas capas de la sociedad y sus sistemas simbólicos.
Los museos serían pues espacios que se organizan como medios de divulgación
artística, lugares de integración de un lenguaje compartido, como igualmente de
distinción y exclusión, para todos aquellos que no tienen el acceso a estas
narrativas. Entonces aquí los objetos se ordenarían por sus afinidades
estilísticas no por su utilidad.
Este texto me hace
reflexionar sobre las repercusiones que ha producido la modernidad en la
cultura y en el arte y cómo desde la antropología se abre un campo de
oportunidades de estudio en esta área de conocimiento. Ha sido muy interesante
comprobar las implicaciones antropológicas existentes en esa relación tan hábil
que hace Canclini sobre la modernidad y el arte, entre lo culto y lo popular,
entre la creación y la apropiación de los espacios como lugares de inclusión
como de separación. Este es un terreno muy fértil para poner en marcha nuestras
etnografías, desde una mirada antropológica abierta a la pluralidad de unas
sociedades móviles y permeables a todas las transformaciones puestas en marcha
con la sociedad del conocimiento.
Puedo referirme en este caso, a los trabajos de Gilles
Lipovetsky (2008 y 2010), por su incisiva lectura de la modernidad, en clave
cultural y artística, que me gustaría relacionar con este texto de García
Canclini. La época contemporánea es la de la globalización, la del
“capitalismo planetarizado, de las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación” (Lipovetsky, 2008:55) tal como afirma el filósofo y sociólogo francés Lipovetsky y que éste denomina
como la “hipermodernidad”, la técnica en el sentido que le daba Heidegger,
es decir, el universo técnico-científico, el universo de la contabilidad generalizada,
aquél que utiliza los mismos símbolos, el mismo sistema de valores, la pasión por las marcas, por tanto, la racionalidad operativa, o la hibridación citada por Canclini que erosiona
los marcos de las antiguas culturas de clase. Se ha
convertido en el elemento estructurante que se “filtra en todas las dimensiones
de vida social, cultural e individual” (Lipovetsky, 2008:57). Y como bien lo
señala este autor, nos encontramos con la cristalización del “homo consumericus”
(Lipovetsky, 2010:120), el consumo sin freno que concluye como la
nueva espiritualidad consumista sin fronteras,
alterando todo el universo simbólico de la creación artística, de sus
narrativas, de los artefactos culturales y de los espacios expositivos. El consumo
como diría Canclini, se vuelve un área fundamental para instaurar y comunicar
las diferencias.
El nuevo principio ético y
moral que trae
consigo la modernidad, como felicidad “paradójica” (como diría Lipovetsky) de la vida, el presente ha reemplazado a las expectativas del futuro
histórico y el hedonismo artístico a las militancias políticas; la fiebre del confort ha
suplantado a las pasiones nacionalistas y a las utopías revolucionarias. Es así como en este proceso ya no significa sólo el
mercantilismo integral de la cultura, sino la culturalización de la mercancía.
Con ello las antiguas oposiciones de la economía y la cultura, del mercado y la
creación, del dinero y el arte, tienden a disolverse. Quizás los últimos acontecimientos
políticos y tras la crisis económica y financiera (y sus repercusiones nocivas) que aplastan a la ciudadanía, puedan rezumar viejas pretensiones
de cambio, de una sociedad que ha
estado anestesiada, por momentos domesticada, pero muy recelosa con todos los poderes. Así estamos asistiendo a un momento único en la
democracia española, una oportunidad para el cambio efectivo tras una extensa
transición de cuarenta años, o el comienzo de una nueva división y fractura
entre nacionalismos.
Bibliografía
García Canclini, N. (1989) Culturas
híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo, México,
D.F.
Lipovetsky, G. (2008) Desafíos de la Cultura en el Siglo 21. Cultura
Mundo. Viceconsejería de Cultura
del Gobierno de Canarias. Tenerife.
Lipovetsky, G. (2010) La felicidad paradójica. Anagrama. Barcelona.
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