La voz, la autoridad y la autoría suponen un problema en la
relación entre el antropólogo y los realizadores de documentales. Cuestiones
como quién representa, para qué y a través de qué lenguaje son un enigma de la
era postmoderna. En un documental, hay implicaciones sociales, políticas y
económicas, y el argumento que se construye en él obliga a compartir o
renunciar ciertas dosis de poder. La combinación antropólogo – realizador nos
ofrece el mundo desde una perspectiva de personas que, tradicionalmente, llevan
una vida diferente en cuanto a los medios de formación de imágenes en el mundo.
Estas películas desafían las suposiciones sobre la naturaleza de los
documentales y películas etnográficas, ofreciéndonos información sobre el papel
de la cultura en el lenguaje.
En la producción documental se entiende que la visión del
realizador será la primordial, como manifestación de su género, clase o
cultura, inclusive cuando el fin último de la película es mostrar otras vidas.
No obstante, existen ejemplos que tratan de superponer la visión de las personas
retratadas en el film (Nanook del Norte). Algunos realizadores han aspirado a
replicar la vista del sujeto sobre el mundo pues entienden que el documental
debe dar voz a quien no la tiene; es el sujeto el que describe las realidades
políticas, sociales y económicas de las minorías oprimidas. Así, el documental
no sólo es arte, también es un servicio social y un acto político. Para la
realización de un documental se necesitan profesionales que dominen el formato
periodístico para la entrevista, con habilidades técnicas y estéticas. Pero en
la realización documental ha comenzado a aparecer cierto grado de invasión. Los
sujetos filmados hacen valer su derecho a controlar su propia imagen, y esto
comienza a hacerse valer en el cine documental independiente, pero de una forma
no exenta de polémica, generalmente a través de una desventaja social, sin
derechos políticos y económicamente oprimidos. Ha aparecido cierta tradición de la víctima en el cine
documental en la que la parte marginal expone su problemática pero sin
evidencia de que las condiciones socioeconómicas en las que ha acontecido esa
marginalidad hayan variado. Concluye Ruby que el cine documental que pretende
realizar cambios socio políticos no produce per
se el cambio deseado.
La muerte de
objetividad
En los últimos años se ha producido un cambio entre el
filmador y el filmado. El sistema tradicional, atacado por una crisis de
representación, se ha erosionado debido a factores intelectuales, artísticos,
políticos y éticos. Los documentales recogían hechos no controvertidos. El fin
de la era colonial y el reconocimiento del saber científico suponen una revolución
en la filosofía de la ciencia, que se hace sentir directamente en el mundo del
documental a través de las ciencias sociales. Aparece el relativismo cultural,
la idea de que la sociedad está en construcción o el marxismo académico en
cuanto al reconocimiento de la base del conocimiento ideológico. Se ha
producido una nueva evaluación de las implicaciones morales e intelectuales
sobre la autoría documental.