Los realizadores
etnográficos poseen similitudes con los escritores etnográficos, pero muestran
mayor sensibilidad a las implicaciones del texto. El film antropológico debe cumplir
con los retos de certeza del autor y en él encontramos convenciones estilísticas
recibidas durante el trabajo y una introducción a la auto-reflexividad. Pero
como contrapartida, hay que destacar la escasa autocrítica de la disciplina.
A través del
positivismo científico, las etnografías clásicas han adoptado un diseño propio
en el que el mundo que retratan depende mucho de la lengua empleada, lo que
imposibilita el acceso a determinadas culturas. Esta problemática, que lleva a
la antropología a la introspección en muchas ocasiones, también la fuerza a
buscar nuevas estrategias formales y multivocales. El antropólogo cuenta
historias, generalmente múltiples, en las que se yuxtaponen los textos indígenas
con el análisis (la fórmula de la ‘cita’).
Los antropólogos
son contadores de historias. Los trabajos antropológocos generan relatos
complejos sobre otras vidas, o encuentros antropológicos sobre el terreno. Los
textos utilizados en el film, incluidas las otras voces, se subordinan al
autor, así que éstas son voluntad del mismo, como proceso de transmisión. Ahora
bien, desde un punto de vista material, nace la preocupación de hasta qué
punto, éstas controlan o definen su significado. La película se convierte en un
reflejo del encuentro entre el realizador y el sujeto, por lo que su forma será
la que éste último ofrezca. Es raro que el producto finalice tal y como lo
planteo en su origen el investigador/ autor.
El cine
observacional nace ante la creencia de que el mundo merece ser observado y
documentado, con sus propias configuraciones espaciales y temporales, y se
convierte en analítico. El protagonismo del sujeto esconde un auto-engaño ya
que el realizador participa de forma activa en la película, volviéndola más
participativa. Las películas observacionales cortas por su parte, surgen
normalmente de forma accidental y suelen ser fragmentarias, modeladas en
narrativas de ficción realista. Por su parte, adoptan la forma de documental
observacional corto, ya que el método de observación implica retratar
(disparar) a los hechos sin saber el resultado a obtener. Pensemos en una
conversación que se transforma en discusión.
Jorge Preloran |
En otras ocasiones, el trabajo del realizador y la participación del
sujeto (entrevistas a una sola persona) se ven interrumpidos de manera
inesperada. Su irrupción, unas veces será positiva y otras no tanto pues puede
tratarse de personas inteligentes con conocimientos sobre el tema, que actúan de
forma intermedia, o pueden buscar el protagonismo en el film. Esto puede
suponer un cambio gradual de orientación de la película.
Hablamos ahora de ‘cine-trance’, al que Jorge Preloran denominaba cine etnobiográfico. Es un subgénero creado
alrededor de grabaciones de sonido en las que se narran las vidas de los
sujetos. Para Prelorán la película
es, en ciertos elementos esenciales, el trabajo de la materia sí mismo: su voz,
sus palabras, las imágenes de él, y las imágenes que él mismo ha hecho. El
director de cine selecciona y construye, pero en su construcción Preloran va más
allá de la construcción de cualquier artefacto cultural y controla todos los
aspectos. Ocurre en este sentido, tal y como afirmaba Barthe que el film antropológico
no debe ser fabricado en exclusiva por su director.
Bibliografía: