Partiendo de una base de trabajo de
archivo, Lúcio Sousa nos explica cómo ha desarrollado su labor en los últimos
dos años, en lo que él denomina “encuentros entre un antropólogo y los
informantes”, todo ello tratado desde un contexto colonial. La base del trabajo
se ha centrado en la tarea desarrollada por Antonio de Almeida y su labor
antropológica en la región de Timor.
Sousa se refiere a encuentros
etnográficos, como proceso por el cual el antropólogo se familiariza con las
personas que tiene que trabajar, es decir, “los informantes”. Estos encuentros
son capitales para el desarrollo del trabajo de campo, y por tanto, para el
resultado final. Hay que tener en cuenta que estos encuentros evolucionan,
dependen del tiempo y del contexto socio-político bajo el cual se desarrolla la
entrevista, por lo que esto influirá tanto en el antropólogo como en el propio
informante. La memoria de esos encuentros son recibidas de diferente manera,
tanto los informantes como de parte de
los antropólogos.
Cabe señalar que estos encuentros no se
han desarrollado siempre de la misma manera:
- En el siglo XIX, los antropólogos utilizaban en muchas ocasiones a intérpretes para comunicarse con los nativos. También solían aplicar cuestionarios a distancia que eran llevados a cabo por viajeros, misioneros o funcionarios coloniales.
- Sin embargo con el cambio de siglo esto cambia, y muchos antropólogos comienzan a viajar y a mantener un contacto directo con los informantes. Aun así, la naturaleza de estos encuentros será limitada, ya que el contacto estará marcado por el propio contexto socio-político del colonialismo. Durante los años veinte se desarrolla la idea del trabajo de campo por medio de la observación directa y la convivencia por parte del antropólogo, viviendo conjuntamente con la comunidad -observación participante-, una posición EMIC, poniendo en pleno uso la alteridad u otredad, “pasa así comprender su forma de comprender” (Alguacil, 2011:25).
Dos autores muy importantes en el campo
de la antropología han sido Bronislaw Malinowsky y Franz Boas, que Sousa señala
como “los grandes obreros de este tipo de actividades”; el primero, por
introducir la estancia prolongada en la comunidad a estudiar, y el segundo por
aplicar el trabajo de campo en un estudio sucesivo -a través de los años-. Sin
embargo, el proceso que llevaron a cabo Malinowsky y Boas fue discutido en 1960
por Antonio de Almeida, jefe de la misión antropológica a Timor portugués con
su artículo “Contribuição para o Estudo
do Neolítico de Timor Português” sobre Neolítico; prehistoria. El
artículo describe un encuentro que tuvo lugar en 1957 con un grupo de
informantes nativos en Timor, en concreto en la región de Baguia.
El mismo año que Almeida publica este
artículo, Joseph Bartholomew Cassagrande publica “In the Company of Man: twenty Portraits by Anthropologists”. En él
recoge 20 crónicas de las relaciones de algunos de los antropólogos más
importantes de la época con sus informantes. Como él mismo describe en su
libro, “el efecto de cualquier investigación antropológica depende de la
relación particular entre los informantes y el antropólogo” (Sousa, 2014).
Cabe destacar que Antonio de Almeida no
fue un antropólogo social y cultural como los que Cassagrande describe en su
libro. Almeida no pasó varios años trabajando en Timor estudiando a un
determinado pueblo, compartiendo su lengua y sus creencias. Él era más bien un
“antropólogo cultural con muchos intereses”, lo que llevó a la investigadora
Johanna Schouten a describirlo como “investigador extremadamente productivo y
universal (…) un antropólogo en el sentido más amplio, o sea, en el sentido
antiguo” (Sousa, 2011:1). Sousa se refiere a cómo un objeto lleva impreso una
memoria en relación con las personas que el investigador se relaciona, en otras
palabras, cuando los antropólogos escriben un artículo científico, no deja de
ser una memoria, nuestra memoria científica, y como toda memoria es parcial, no
es integral. No deja de ser una selección de ciertos aspectos y descartes de
otros sobre lo observado, por tanto estos documentos no pueden ser sino
parciales (Kopytoff, 1991:93).
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