Respuesta de los
documentalistas
La comunidad documental independiente respondió a través de
un aporte metodológico diferente. A medida que las nociones de objetividad
fueron desafiadas por actitudes tendentes a la construcción social, algunos
realizadores reconocieron que su autoría no siempre tenía la misma implicación.
Hoy, el documentalista tiene la obligación de no parecer neutral, de crear un
film reflexivo. La forma tradicional del documental periodístico objetivo no sólo
se niega la voz a los sujetos sino también a los realizadores; no son autores
sino reporteros. En cine camina hacia un formato multivocal. Ahora la imagen se
convierte en un vehículo para la transmisión del mensaje, limitado por el rango
de expresión socialmente construido.
Cine de realidad
¿el poder de la gente?
La llegada del sonido sincrónico portátil asociado al cine
directo o vérité potenció la
utilización de la entrevista con cámara. La gente adquiría autoridad para
representarse a sí mismos sin las restricciones de la voz en off o la
superficialidad de la entrevista. El documental se convierte en participativo,
lo que supone un cambio en la concepción de la autoría. Habla con un tercero y
no de él, aunque el control siga en manos del realizador. Para dar mayor voz y
autoridad para el sujeto se entiende que existe la suposición tácita de que lo
que dicen los sujetos y su situación es cierta pero sujeto a interpretación. Se
llega a permitir a los sujetos la revisión del bruto de las imágenes sin cortar
cara y voces, creando un vínculo de confianza, un cine vérité. El consentimiento informado en la producción
documental es un tema espinoso y fundamental en la relación realizador –
sujeto. Pero aún con la cooperación entre las partes, las películas producidas
de manera cooperativa, la carga moral de autoría todavía reside en el cineasta.
El enfoque multivocal da poder a los sujetos pero no absolverá al realizador de
la responsabilidad ética e intelectual de la película.
Compartir
Autoridad: Cooperativa, Comunidad y películas de colaboración
La participación del sujeto en la realización implica más
poder. Cuando directores y sujetos determinan el contenido y la forma de la
película hablamos de cooperación o comunidad. Son películas de colaboración en
las que las partes implicadas son iguales en competencias y distribuyen
equitativamente su trabajo. Hubo un programa en EEUU en el que se intentó
implantar la metodología, con un resultado de éxito solo temporal. El proyecto
supuso la enseñanza de los valores de la clase blanca, y el juego de poder
sobre los indios, una vez más, para beneficio de los primeros. Las producciones
de colaboración implican generalmente a antropólogos en busca de retroalimentación
como medio de verificación. Rouch fue pionero de un estilo reflexivo en el que
lo sujetos participaron en la producción, pero su trabajo no fue lo
suficientemente reconocido y hoy, las películas de colaboración se ven como
algo imposible. La colaboración requiere que los participantes tengan algún
tipo de paridad técnica, intelectual y cultural. Y si los sujetos se vuelven
más informados realizadores con el fin de ser colaboradores, ¿No querrían ellos
hacer sus propias películas?
En los años ’70 surgió un movimiento de desacuerdo político,
artístico y económico contra Hollywood de la llamada Nueva Izquierda de EEUU.
Se descentralizó el acceso a la producción de imágenes y se producen películas
colectivas políticas, pero quizás debido a su movimiento marxista y a la
creencia de posesión de la verdad absoluta, el movimiento no evolucionó. Y es
que, la creación de una forma cinematográfica que permite a minorías expresar singularmente
su identidad cultural puede ser importante sólo si se está tratando de
reestructurar la sociedad fundamentalmente.
El poder de representación de estos medios se identificaba
con el poder de conferir valor y significado a través de nuevas metodologías. La
adquisición de capacidad de los medios para la política cultural de
potenciación se manifiesta en dar una cámara de vídeo a personas en su confrontacion
con otra sociedad La capacidad de los medios de comunicación para trascender
los límites del tiempo, el espacio o el lenguaje son utilizados de manera
efectiva para la mediación ante rupturas sociales históricamente producidas,
con el fin de ayudar a construir nuevas identidades en la reproducción y la
transformación cultural. Aquí, lo que no se discute es la autoridad, pero la
retórica política que suele acompañar a las minorías y la participación
indígena en la construcción de imágenes en ocasiones oscurece la complejidad de
algunos de los temas.
Tal vez, la idea de hacer un documental es subversiva para la
identidad de todos fuera de la comunicación occidental. El acceso a los medios
de producción de su propia imagen puede costar la vida cultural y la identidad
que buscó cultivar en su película. Dado que los atributos formales y la
práctica social de la imagen fueron inventados en un mundo occidental de clase
media, todos los que adquieran las habilidades técnicas pueden también adquirir
la visión del mundo en el proceso.
Cuando nos enfrentamos a las minorías lingüísticas,
religiosas, étnicas o sexuales, la respuesta histórica de la industria ha sido
aniquilar al grupo. Si bien es cierto que la mayoría de las personas obtienen
información sobre los acontecimientos del mundo en televisión, que un grupo
rara vez aparezca en la televisión supone un grave problema. La perpetuación de
estos clichés hizo que la industria de la televisión se convirtiera en
susceptible a la crítica liberal. Por ello, se diseña un cambio necesario en la
representación. Durante las últimas dos décadas ha habido algunos progresos por
parte de locutores a los que se les permite conservar sus acentos regionales,
más afroamericanos, asiático-americanos, las mujeres o los hispanos. Los
sistemas de cable y satélite proporcionan acceso a un gran número de canales y es
importante tener en cuenta que la forma en que se ha introducido la diversidad
no amenaza seriamente la estructura de poder ya existente. La diversidad está integrada,
tiene la apariencia de la representación minoritaria aunque, como concluyen Gerbner y Gross, la televisión en abierto
(cable o satélite), es incompatible con nociones de autonomía cultural y la
diversidad.
El movimiento hacia un documental multivocal abre un gran
número de oportunidades pero en su desarrollo siempre hay que aceptar que en el
documento aparezca la voz del autor. Dando paso a los sujetos, el creador
también habla de sí mismo, de su proyecto. La voz del nativo solamente será la
que transmita si éste está detrás de la cámara. De la otra manera, está bajo el
control del autor. Algunos autores experimentan con el fin de deshacerse de
esta responsabilidad, pero de momento, la preminencia del autor en el
documental sigue siendo el eje del desarrollo técnico de la política, así como
de la posterior transmisión de valores culturales y/ o sociopolíticos.
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