Javier Prieto González
La etiología de las patologías epidémicas y endémicas en Canarias, empezaron a desarrollarse durante el siglo XIX tales como la fiebre amarilla, tétanos, pulmonía, artritis o inflamaciones, algunas de estas, dolencias que reaccionaban lentamente a las prescripciones farmacológicas. Los higienistas lanzaron una propuesta profiláctica muy innovadora relacionando las condiciones ambientales en el desarrollo de determinadas patologías.
Tal como indica Díaz (1961:209) el higienismo fue una corriente de pensamiento muy desarrollada en Europa desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX. El espacio físico adquiere para los higienistas una gran relevancia en el devenir económico y social de los pueblos. El ambiente es considerado como un conductor de fuerzas físicas, químicas, biológicas y socioculturales que sostienen o amenazas, y que tienen propiedades mutagénicas sobre el genotipo de todos los seres vivos.
Los higienistas reconocieron la enrome influencia que tiene el entorno y el medio social en la propagación de las patologías y dolencias, pusieron de manifiesto los graves problemas de salubridad de las ciudades o pueblos, aspirando a establecer medidas de carácter higiénico-social como medio para mejorar la salud. El desarrollo del paradigma higienista en las ciencias sociales se significa en el contexto de la historia contemporánea de la sociedad industrial y su relato consistía en señalar los intensos desajustes y conflictos derivados por el proceso industrializador y de la emergencia del capitalismo liberal. Una patología debía de ser abordada no solo desde la farmacología, sino atendía al comportamiento social del sujeto, en particular a los espacios insalubres:
“Pese al sulfato de quinina para cortar una intermitencia,
no es suficiente para curar radicalmente una enfermedad cuyo agente está constantemente obrando sobre el individuo por el elemento que lo rodea y
cuyo organismo deteriorado es imposible realzar con este medicamento
mientras no cese la causa productora del mal”
(Chil y Naranjo citado por Díaz, 1961:221)
En España se puso en marcha una enorme producción científica a este respecto donde destacan informes, topografías y geografías médicas, relatos de episodios médicos, terapias farmacológicas, etc. Según Granjel (citado por Díaz, 1961:210) Entre 1808 y 1936 se publicaron en España casi medio millar de libros de ámbito higienista. En esta perspectiva el ambiente representa los factores exógenos al individuo, que comprenden el espacio físico, el social y el biológico. Las topografías médicas y el estudio del medio ambiente son agrupados por el higienismo de este modo:
1. Preservación de la salud pública
2. Investigación empírica dedicada a los procesos de difusión epidémica desde una perspectiva sociológica y geográfica
3. Creación y desarrollo de una corriente de pensamiento social, tales como pobreza, moralidad, costumbres, reformas, etc.
4. Identificación de problemas específicos de ámbito laboral y espacio urbano
Trabajos que abrieron un campo de actuación muy innovador, orientados en la divulgación y concienciación pública e institucional para erradicar los contagios, y sirvieron para impulsar el desarrollo de las ciencias sociales en materia de salud pública y específicamente en la evolución de la Geografía[1] y Ecología. Sin duda, fue un hecho más que relevante que desde el ámbito empírico se señalaran determinados desequilibrios sociales como originarios de muchas de las enfermedades de nuestras sociedades.
Poniendo el foco en el contexto canario, estas monografías y topografías fueron resultado de los trabajos elaborados en Europa. Y sin duda, el pretigioso médico, historiador y antropólogo canario Gregorio Chil y Naranjo (1831-1901) fue uno de los más notables exponentes del higienismo en Canarias. “Su prestigio, buen trato y los bajos honorarios que cobraba por sus servicios le granjearon la simpatía de los enfermos menos pudientes y una clientela abundante. Era poco partidario de prescribir medicamentos y le gustaba aconsejar remedios caseros para curar[2]” (Díaz, 1961:216)
“Parece que la Gran Canaria reúne en su seno un gran mundo
y sin embargo lo he dicho y lo repito,
la patología canaria es exclusivamente canaria.
Hay enfermedades de formas especiales cuya causa primordial
no existe sino en la misma localidad”
“(…) puedo decir que Canaria cada lugar es una verdadera región
Patológica que aunque sometida a leyes generales, sin embargo,
determina con precisión por las variaciones que se observan”
(Chil y Naranjo citado por Díaz, 1961:224 y 227)
En la postrimería del siglo XIX las Topografías y Geografías Médicas sucumbieron a las investigaciones bacteriológicas e inmunológicas como nuevos paradigmas de la explicación de los procesos contagiosos y epidémicos. Nuevos hallazgos que volvieron a desplazar a la ciencia médica a los procesos puramente biológicos. El mal vuelve a resituarse en el interior del organismo, un efecto de fuerzas centrípetas y centrifugas enfrentadas.
Es pertinente habernos aproximado a esta teoría[3] como un esfuerzo de la propia medicina empirista a los procesos sociales y culturales como precursores de diversas patologías. La contribución de las topografías médicas hay que señalarlas en relación a su destacable valor etnográfico, en particular, a esos registros que señalaban la causalidad en las interrelaciones de los factores naturales y socioculturales, las circunstancias urbanísticas, laborales, alimentación, además de la mortalidad y morbilidad de un contexto dado. (Riccó, 2017:56).
Javier Prieto González
Santa Cruz de Tenerife
Doctorando en Antropología línea de Memoria, Patrimonio y Derechos Culturales.
Máster en Investigación Antropológica. Graduado en
Sociología.
BIBLIOGRAFÍA
Díaz Hernández, R. F. (1961) El Doctor Chil y Naranjo y el paradigma higienista. El Museo Canario. Madrid.
Riccó, I. (2017) en busca de un “nuevo mundo mágico”. De la medicina popular a las terapias New Age en un Occidente desencantado. Tesis Doctoral. Universitat Rovira i Virgili. Tarragona.
[2] Fue conocido por su carácter abierto y antidogmático con significativas críticas a contemporáneos suyos como “ciegos adoradores de Hipócrates y de Galeno” (Díaz, 1969:223)
[3] Hay que señalar los estudios locales sobre el medio y clima como precursores en el desarrollo de las enfermedades, denominado periodo miasmático desde 1800 hasta 1878, año del hallazgo de los microbios y origen de la concepción bacteriana. Según este enfoque, los pantanos eran el origen de los patógenos que al ser dispersados por el viento causaban la enfermedad. (Riccó, 2017:53)