El “espacio” en el que nos desarrollamos día a día
solamente es visible para nosotros mismos; los demás no saben por qué nos
movemos de una manera determinada. Hay espacios que nos producen diferentes
emociones, y ya Heidegger y Sartre (Müllauer-Seichter, 2003:530) afirman que la realidad es una
construcción en la que todos nos implicamos con nuestros hechos. Así, la
percepción espacial suele tender más hacia lo emocional que hacia lo reflexivo.
1 Territorio físico
Tradicionalmente, los parques históricos se han
presentado fundamentalmente desde un punto de vista estético, sin tener en
cuenta su innegable valor sociocultural. Esas funciones tradicionales ya no
pueden abarcar las necesidades de la sociedad actual, por lo que, según Jane
Jacobs (1973), debemos introducir en los parques un gran número de funciones
diversas repartidas a todas las horas del día.
Actualmente las divisiones y choques entre diferentes
perfiles de usuarios de los parques (jubilados, dueños de perros, niños, etc.)
han dado paso a tensiones enfocadas a lo social, que se focalizan entre
autóctonos e inmigrantes, sub-culturas invisibles y mundos clandestinos, algo
que convierte al “verde social” en un espacio de carácter terapéutico.
Además de un uso público y gratuito del espacio
verde (ante la creciente escasez de ese tipo de espacios en el tejido urbano),
los usuarios reclaman un acceso casi permanente al área recreativa; si antes
ese uso se concentraba en los fines de semana, ahora se trata de una necesidad
diaria.
En este estudio Müllauer-Seichter afirma que se ha
elegido la Casa de Campo por su enorme extensión y la importancia pública de
sus instalaciones. Este espacio en concreto permite visualizar estructuras de
poder, liderazgo y jerarquía, así como conductas específicas hacia lo “privado”
y lo “público”. No obstante, los fenómenos observados en la Casa de Campo no
son exclusivos de este espacio, sino que da lugar, por su configuración, a
movimientos sociales de agrupaciones/individuos.
2 Territorio reclamado: presencia de
instituciones, usos comunitarios
En la Casa de Campo observamos un claro
desequilibrio en el uso global del espacio. La zona cuenta con una fuerte red de
infraestructuras, lo que ha hecho fomentar tanto las instituciones (municipales
y privadas) como la prostitución. Si bien la superficie cuenta con un espacio
destinado a plantas aromáticas y medicinales, así como la conocida como “milla
del ocio” (donde se encuentran el Lago, el Parque de Atracciones y el
Zoológico), una zona, algo apartada, se ha convertido en el escenario del
malestar social, con un centro que alberga gente sin techo, un centro de
metadona y un centro para inmigrantes.
El presente trabajo surge de un estudio empírico
realizado entre 2000 y 2001, en el que la recogida de datos de divide en tres
grupos de entrevistados: instituciones, usuarios que hacen uso del espacio en
su tiempo libre y personas que acuden al parque por motivos laborales. En el
trabajo se recurrió a entrevistas en profundidad, centradas en un problema
concreto, acompañadas de técnicas cualitativas (paseos urbanos o mapas
cognitivos) y material visual.
La complicidad de los usuarios del parque se puede
describir como la de una amistad emocional, autolimitada desde dentro, y
sometida a limitaciones exteriores (Müllauer-Seichter, 2003:536).
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Müllauer-Seichter, W. (2003) ¿Que es el parque? Territorio físico y interpretación según la memoria
colectiva, en: Actas de las II. Jornadas de Antropología Urbana ZAINAK:
"Las Culturas de la Ciudad", Vol. 23, pp. 529-: 544, Donostia.
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