El miedo es una poderosa fuerza invisible, primaria en nuestro ADN. Por
momentos es un mecanismo de defensa beneficioso frente a una amenaza, que nos
ayuda, protege y expone a todo nuestro cuerpo a hacer frente al peligro. El
miedo nos enseña a reconocer qué no debemos hacer, qué situaciones evitar, porque
imprime en nuestra memoria situaciones traumáticas de nuestro pasado. Ese es el
miedo a lo reconocible, a lo tangible, pero también está miedo a lo que no
ponemos “rostro”, a realidades desconocidas, al mañana, a todo lo que se escapa
de nuestro control, a dinámicas que golpean a todos por igual.
Entramos en otra dimensión de ese estado de vigía natural de todo ser
humano, a otro patológico y de contagio, a un miedo colectivo donde ya no se
reacciona, pues no es material, aún no está frente a nosotros. Sino que nos
mueve a realizar acciones inconscientes y contra nuestros propios intereses.
Ese estado muta hasta que nos coloca como una pieza de un engranaje mayor, que
nos anula como individuo y dejamos que nos empuje libremente en una dirección
desconocida. Hemos abandonado la razón, llegando a tener miedo al miedo.
Johann Heinrich Füssli - The
Nightmare
|
El
mercado contiene al pánico. Es aquí donde Dupuy pretende deconstruir la
oposición y para ello tiene que empezar por la figura del jefe, desde el punto
de vista freudiano, a través de autores como Moscovici (1981) o Edelman (1981).
La deconstrucción, de nuevo, la propone el autor a través de preguntas, las
primeras, respecto a la propia condición del jefe, sobre su no-necesidad de
amor, su autosuficiencia; las segundas sobre los integrantes de la masa, sobre
sus necesidades básicas de ilusiones, amor, obsesión. Delimitadas estas
preguntas –ya se había hecho al proponer las teorías de Freud sobre la masa-
Dupuy llega a afirmar: “la masa encuentra su unidad y su identidad al negarse a
sí misma en la figura del pánico”. Quiere decir, que la falta de líder visible
asigna al propio pánico ese rol, y aparecen nuevas circunstancias que afectan a
los integrantes de la masa: cada cual se preocupa sólo de sí mismo, sin la
menor consideración hacia los demás”. Se rompen los lazos afectivos.
Y
es verdad, que como recuerda el autor, curiosamente la masa nos parece más masa
cuando es presa del pánico, es decir, cuando pierde los referentes, los lazos
afectivos, y hasta el contagio. Paradójico. Todo. “El pánico es una
desintegración de la masa dentro de la masa”, según Elías Canetti.
Una
vez trazadas estas líneas, Dupuy propone tres paradojas:
- la primera, salir de ese paradigma de punto exógeno, que programa y propone la multitud, para convertirlo en un punto endógeno, también producido por la multitud pero desde dentro. La clave el concepto narcisismo/líbido: el jefe se ama a sí mismo, los seguidores aman al jefe porque lo imitan. “La singularidad del jefe no se debe a sus características individuales intrínsecas, no es una causa, es un efecto (del sistema)”, afirma el filósofo.
- Lo mismo ocurre con la segunda paradoja, la de la identidad y oposición entre la masa y el pánico, al explicitar, según Dupuy el carácter centrado de la masa y el “a-centrado” del pánico, ambas cosas se estructuran en torno a un punto fijo endógeno, no preexistente, sino emergente de la situación.
- Por último la tercera es la relativa al contagio/pánico o la oposición masa/ mercado. En el paso de la masa al pánico la imitación no se pierde, asegura Dupuy, solo que cambia de régimen.
En
cuanto al mercado, Dupuy recurre a la teoría walrassiana para indicar que son
los precios los que marcan la emergencia del pánico. En este caso la imitación
es limitada y los factores que indican el punto fijo único son objetivos. El
propio autor apunta que es una teoría con lagunas, y que sí que en el mercado
llega a funcionar una situación de contagio racional para administrar la
incertidumbre. Por lo que, llegados a este punto, Dupuy llega a afirmar que “el
mercado contiene el pánico” y queda reconstruida la ultima paradoja, entre
masa y mercado.
Pues
el mercado no es siempre racional, y pese a que existen mecanismos de
autorregulación, pueden llegar a procesos de auto-desregulación. Dupuy asegura
que son los economistas quienes mejor analizan las situaciones de pánico, ya
que los estudiosos de las catástrofes ven siempre un riesgo externo, y en
cambio, en la economía, en momentos de pánico, todo sigue funcionando igual que
en su marcha habitual.
Jean-Pierre Dupuy El
pánico.
Editorial GEDISA. Barcelona 1999
No hay comentarios:
Publicar un comentario