Bourdieu exhorta la
lectura de la obra de Rabinow en la que éste analiza la relación entre el
antropólogo y el informante. Sigue siendo necesario recordar que los hechos están
construídos, las observaciones no son independientes de la teoría, que el
etnógrafo y su informante colaboran en trabajo de interpretación conjunto.
Rabinow concluye
ejemplificando a través de la narración de sus experiencias en Marruecos, sus primeros contactos con la otredad, las zonas de transición de la cultura
marroquí y la relación con sus informantes de quienes les separaba las
diferentes redes de significación hasta que estas se fueron entremezclando.
Reconociendo las diferencias mútuas fue como se hizo posible el diálogo.
Leer esta
obra permite evaluar
las siguientes cuestiones: ¿Qué es un
informante y qué hace exactamente cuando elabora una representación de su propio mundo para el antropólogo?, ¿la misma relación encuestadora en la que el interrogado
se cuestiona a sí mismo sobre
aspectos hasta el momento problemáticos
para él, no puede producir una alteración fundamental que sesgue el resto de
observaciones, y que suponga una distorsión mucho mayor que el etnocentrismo?
La cultura no se
presenta de forma neutral ni de una sola vez, lo que hace que todo hecho cultural pueda ser
interpretado en muchas formas distintas, y en más de un nivel, por el
antropólogo y los sujetos. Los informantes han de interpretar su propia cultura
y la del antropólogo, y viceversa. Ambos viven en mundos ricos y diferentes, y
la traslación del conjunto de experiencias de uno al otro no es sencilla. Ese
proceso de traslación es una de las habilidades más importantes en el trabajo
de campo. Dada esta situación en la que tanto el antropólogo como el informante
viven en mundos que tienen sus propias “tramas de
significación”, no existe en la antropología ni una
posición de privilegio ni una perspectiva absoluta.
Conectado con este texto, he recordado la lectura de
un trabajo de Francisco Frances (2009), ¿Y a mí que me importa?: estrategias hacia
un modelo de participación instituyente en la juventud.
Era de especial
interés tener acceso a los modos en que los individuos se veían a sí
mismos, a sus interlocutores, representantes, a las instituciones implicadas y
al mundo que les rodeaba. Se intentaba con ello analizar las narrativas basadas en la
experiencia y procedentes de diversos contextos socioeconómicos. En concreto, a través de un trabajo de campo se quería conocer “cuál es la definición social de la situación
en todo aquello que tiene que ver con el joven y cómo se construye socialmente
esa realidad, especialmente en el marco de sus redes de relaciones grupales”
(Francés, 2009:393). Cúal es la definición
social de la situación en todo aquello que tiene que ver con ser joven y cómo
se construye socialmente esa realidad, no sólo debe interesarnos recoger las
narrativas de esta población en particular, sino de todos los actores
implicados. Tras el trabajo de campo, quedaría un proceso muy importante, y tal
como lo señalaba el texto de Bordieu y Rabinow, el de traslación, pues hay que
intentar localizar esas tramas de significación; lo que dota de significado
nuestra investigación.
Bibliografía
Rabinow P. (1992) Reflexiones sobre un
trabajo de campo en Marruecos. Conclusión y Posfacio de Pierre Bordieu.
Júcar Universidad. Madrid.
Francés, F. (2009) ¿Y a mí qué me
importa?: estrategias hacia un modelo de participación instituyente en la
juventud, en Tezanos, J. (ed.), Juventud y Exclusión Social: Décimo foro sobre
tendencias sociales. Editorial Sistema. Madrid.
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