sábado, 23 de julio de 2016

Escribir contra la cultura


En este ensayo Abu-Lughod indaga sobre cómo las feministas y las halfies, permiten reflexionar sobre la naturaleza convencional y los efectos políticos de la distinción entre yo y el otro, y también reconsiderar el valor del concepto cultural del que dependen. Denuncia la omisión sufrida por las feministas y las halfies (de identidad cultural mixta) en su aportación a la antropología cultural. Según la autora, estas revelan crudamente el problema de la distinción fundamental entre el yo y el otro.
Lila Abu-Lughod da por sentado que la antropología altera las fronteras entre el yo y el otro, reflexiona sobre sus convencionalismos y los efectos políticos de tal distinción. Rebate a ciertos autores, que han querido ver en el feminismo un posicionamiento en el que el yo es enfrentado a la opresión del otro, y lo hace exponiendo que la antropología, desde su nacimiento, ha estado marcada por la dominación occidental: el otro es el no occidental. Y, en caso de estudio de la propia cultura, tanto las halfies como las feministas enfrentan el mismo problema que puede darse en el resto de casos: aquellas, tendrán que enfrentar el problema de la posicionalidad que, de cualquier forma, todo antropólogo sufre, pues siempre existe una determinada relación entre este y el otro estudiado; estas, las feministas, son calificadas de parciales por estudiar, supuestamente, sólo a las mujeres creando una segmentación, pero no es menos cierto que todo estudio antropológico ha de reconocerse parcial, sesgado, sin menoscabo en su carácter de verdades posicionadas.
Abu-Lughod afirma que en la búsqueda de coherencia en los vínculos se impone para representar al otro, y las diferencias se establecen mediante una relación de poder, los antropólogos deberían, nos dice, escribir contra la cultura. Para ello, propone tres estrategias, que me han resultado muy interesantes para una más adecuada comprensión de su propuesta teórica como para la disciplina antropológica. De estas estrategias me gustaría reslatar las siguientes ideas:
Discurso y práctica.- Como un planteamiento en la medida en que ambos tienden a desbaratar la idea estática de cultura. La práctica se enfrenta a contradicciones, errores de apreciación, etc., y el discurso sirve para recharzar la distinción entre ideas y prácticas, entre texto y mundo, propios de la cultura. 
Vínculo.- Propone cuestionar los motivos que conducen al antropólogo a estudiar a un otro determinado, cuestionando las razones históricas, el conocimiento previo y su propia “voluntad de conocimiento” con respecto a su entorno.  
Etnografías de lo particular.- El antropólogo representa a otros mediante la escritura etnográfica y, por tanto, la gradación en la que los representados aparecen como otros determina en parte cómo se escribe sobre ellos. Tampoco se trata de centrarse en los individuos ignorando las causas que no son locales, si no de comunicar mejor cómo estas llegan a manifestarse en lo local precisamente a través de las acciones de los individuos.
Encuentro una relación con la obra Razones prácticas de Bordieu (1997), pues una de sus fuentes fue el imperativo de romper con las ideas preconcebidas, con ello de la importancia de evitar los sesgos y generalizaciones que la antropología feminista ha incorporado a la disciplina antropológica. Igual que Bordieu, Abu-Lughod recoge el concepto de práctica, para el filósofo francés todo análisis debería incluir uno que incorpore la construcción de las visiones del mundo, éstas que además contribuyen en dicho proceso constructivo. Las representaciones de los agentes involucrados son diferentes conforme su posición y habitus, por lo que debemos atender a todas estas visiones, algunas de ellas posiblemente solapadas, soterradas o poco comunes. Ahí debe de recaer el interés del antropólogo, en encontrar a todas las voces sin excepción, una cuestión esta que ha contribuido ostensiblemente la antropología feminista.
Abu-Lughod propone experimentar la etnografía de lo particular con la escritura basada en el campo de trabajo, enmarcada en lugar y tiempo (y no como un sustituto, sino como complemento a otros proyectos y discusiones teóricas). El antropólogo de nuestros días ya no le hace falta desplazarse al corazón de los parajes remotos para poner en práctica sus investigaciones, pueden ser los otros quienes se acercen a él y facilitarle la instrumentación para la práctica y ejercitación desde una antropología invertida. Entonces mis experiencias de desarrollo, trabajo y producción podrían venir marcadas por la inclusión de las ausencias; qué variables son las que entorpecen y obstruyen la incorporación a la producción social de los socialmente segregados. Tal como afirma Abu-Lughod, tenemos entonces que atender a los individuos particulares (etnografías de lo particular), como seres cambiantes. Mi posición como antropólogo es determinante, pues mi relación con el otro estudiado puede suponer que incorpore sesgos, estereotipos o tópicos no deseados en la propia formulación de las preguntas de investigación, lo que la autora llama las verdades posicionadas o la generalización (característico en las ciencias sociales).
Bibliografía
Abu-Lughod, L. (2012). Escribir contra la cultura. Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 9, núm. 19, mayo-agosto, 2012, pp. 129-157. Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Distrito Federal, México.
Bourdieu, P. (1997) Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama. Barcelona.

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