En este ensayo Abu-Lughod indaga sobre cómo las feministas y las
halfies, permiten reflexionar sobre la naturaleza convencional y los efectos
políticos de la distinción entre yo y el otro, y también reconsiderar el valor del concepto
cultural del que dependen. Denuncia la omisión sufrida por las feministas y las
halfies (de identidad cultural mixta) en su aportación a la antropología
cultural. Según la autora, estas revelan crudamente el problema de la
distinción fundamental entre el yo y el otro.
Lila Abu-Lughod da por sentado
que la antropología altera las fronteras entre el yo y el
otro, reflexiona sobre sus convencionalismos y los efectos
políticos de tal distinción. Rebate a ciertos autores, que han querido ver en
el feminismo un posicionamiento en el que el yo es
enfrentado a la opresión del otro, y lo hace
exponiendo que la antropología, desde su nacimiento, ha estado marcada por la
dominación occidental: el otro es el no occidental. Y, en caso de estudio de la propia
cultura, tanto las halfies como las feministas enfrentan el mismo problema que
puede darse en el resto de casos: aquellas, tendrán que enfrentar el problema
de la posicionalidad que, de cualquier forma, todo antropólogo sufre, pues
siempre existe una determinada relación entre este y el otro estudiado; estas,
las feministas, son calificadas de parciales por estudiar, supuestamente, sólo
a las mujeres creando una segmentación, pero no es menos cierto que todo
estudio antropológico ha de reconocerse parcial, sesgado, sin menoscabo en su
carácter de verdades posicionadas.
Abu-Lughod
afirma que en la búsqueda de coherencia en los vínculos se impone para
representar al otro, y las
diferencias se establecen mediante una relación de poder, los antropólogos
deberían, nos dice, escribir contra la cultura. Para ello, propone tres
estrategias, que me han resultado muy interesantes
para una más adecuada comprensión de su propuesta teórica como para la
disciplina antropológica. De estas estrategias me gustaría reslatar las
siguientes ideas:
Discurso y
práctica.- Como un planteamiento en la
medida en que ambos tienden a desbaratar la idea estática de cultura. La
práctica se enfrenta a contradicciones, errores de apreciación, etc., y el discurso sirve
para recharzar la distinción entre ideas y prácticas, entre texto y mundo,
propios de la cultura.
Vínculo.- Propone cuestionar los motivos que conducen
al antropólogo a estudiar a un otro
determinado, cuestionando las razones históricas, el conocimiento previo y su
propia “voluntad de conocimiento” con respecto a su entorno.
Etnografías de lo particular.- El antropólogo representa a otros mediante la
escritura etnográfica y, por tanto, la gradación en la que los representados
aparecen como otros determina
en parte cómo se escribe sobre ellos. Tampoco se trata de centrarse en los individuos
ignorando las causas que no son locales, si no de comunicar mejor cómo estas
llegan a manifestarse en lo local precisamente a través de las acciones de los
individuos.
Encuentro una relación
con la obra Razones prácticas de Bordieu
(1997), pues una de sus fuentes fue el imperativo de
romper con las ideas preconcebidas, con ello
de la importancia de evitar los sesgos y generalizaciones que la antropología
feminista ha incorporado a la disciplina antropológica. Igual que Bordieu, Abu-Lughod recoge
el concepto de práctica,
para el filósofo francés todo análisis debería incluir uno
que incorpore la
construcción de las visiones del mundo, éstas que además contribuyen en dicho
proceso constructivo. Las representaciones de los agentes involucrados son
diferentes conforme su posición y habitus, por
lo que debemos atender a todas estas visiones, algunas de ellas posiblemente
solapadas, soterradas o poco comunes. Ahí debe de recaer el interés del
antropólogo, en encontrar a todas las voces sin excepción, una cuestión esta
que ha contribuido ostensiblemente la antropología feminista.
Abu-Lughod
propone experimentar la etnografía de lo particular con la escritura basada en
el campo de trabajo, enmarcada en lugar y tiempo (y no como un sustituto, sino
como complemento a otros proyectos y discusiones teóricas). El antropólogo de
nuestros días ya no le hace falta desplazarse al corazón
de los parajes remotos para poner en práctica
sus investigaciones, pueden ser los
otros quienes se acercen a él y facilitarle la instrumentación para la práctica y ejercitación
desde una
antropología invertida. Entonces
mis experiencias de desarrollo, trabajo y
producción podrían venir marcadas por la inclusión de las ausencias; qué variables son las que entorpecen y obstruyen la incorporación a la
producción social de los socialmente segregados. Tal como afirma Abu-Lughod, tenemos entonces que
atender a los individuos particulares
(etnografías de lo particular), como seres cambiantes. Mi posición
como antropólogo es determinante, pues mi relación con el otro estudiado puede
suponer que incorpore sesgos, estereotipos o tópicos no deseados en la propia
formulación de las preguntas de investigación, lo que la autora llama las
verdades posicionadas o la generalización (característico en las ciencias
sociales).
Bibliografía
Abu-Lughod, L. (2012). Escribir contra la
cultura. Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 9, núm. 19,
mayo-agosto, 2012, pp. 129-157. Universidad
Autónoma de la Ciudad de México. Distrito
Federal, México.
Bourdieu, P. (1997) Razones
Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama. Barcelona.
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