En esta obra la Henrietta L. Moore reúne y muestra las relaciones y
confluencias de dos corrientes de pensamiento: la antropología y el feminismo.
Uno de los objetivos de Moore en esta obra, es el de demostrar que la crítica
en antropología feminista ha sido, y seguirá siendo, fundamental en la
evolución teórica y metodológica de la disciplina general. El capítulo primero,
que es el que nos ocupa, se centra en la historia de la relación entre ambas
corrientes.
1. La
visión personal del antropólogo, que incorporaba consigo un conjunto de
suposiciones y expectativas sobre las relaciones hombre-mujer.
2. La
sociedad de estudio, que, en muchos casos, consideraba que la mujer está
subordinada al hombre, y
3. la
parcialidad ideológica propia de la sociedad occidental, que equiparaba la
asimetría en las relaciones hombre-mujer de otras culturas con la relaciones de
desigualdad y jerarquía de la sociedad occidental.
La tarea de desmantelamiento de la influencia androcéntrica, pasa por
centrarse en la mujer, estudiar y describir lo que éstas hacen, y también, la
empresa más compleja: remodelar y redefinir la teoría antropológica.
Moore señala en el primer epígrafe, Modelos y silenciamiento, que el
androcentrismo no existe tan sólo porque la mayoría de etnógrafos y de
informantes sean varones, sino porque tanto los antropólogos como las
antropólogas se basan en modelos masculinos de su propia cultura para explicar
los modelos masculinos presentes en otras culturas. La solución para esto es
hacer frente a las incoherencias conceptuales y analíticas de la teoría
disciplinaria. Desconocía este asunto, por lo que es importante para mí
incorporarlo en mi quehacer como antropólogo.
Lo puedo relacionar con el texto de Josep-Vicent Marqués (1991), Androcentrismo,
un caso particular de sociocentrismo. Este autor relaciona algunos conceptos
claves en los sesgos de percepción, como el etnocentrismo que es una
deformación consistente en ver o juzgar las prácticas y valores de una sociedad
o una cultura ajena a través del prisma de las prácticas y valores de aquella a
la que pertenece el observador. El de sociocentrismo sirve para designar toda
deformación de este tipo y no sólo la que se produce al examinar culturas o
sociedades globales diferentes de la propia. Marqués afirma que no debería,
pues, ser difícil admitir que los varones, salvo muy cuidadosa vigilancia,
tienden a un particular sociocentrismo. Este hecho es, sin embargo, negado no
sólo por la generalidad de los varones sino también por la inmensa mayoría de
los varones estudiosos de las ciencias sociales. Más aún, no son pocos los
varones que aún creen que la condición o circunstancia de ser varón facilita
una percepción más ajustada de la realidad. Quizás esta creencia no se
manifieste con radicalidad entre los científicos sociales de sexo masculino,
pero la mayoría parece pensar que el oficio de científico inmuniza contra los
errores propios de la pertenencia a un grupo. Es así como el discurso
científico aparece lleno de distorsiones, de observaciones y lecturas
realizadas desde ángulos de visión e intereses masculinos que sólo podrían
evitarse si se partiese precisamente del reconocimiento de su posibilidad. Así
el androcentrismo como tipo peculiar de error en el discurso, popular o
científico, producido por la pertenencia acrítica de sus productores al
colectivo masculino, reviste como peculiaridad una gravedad específica, dado
que la pretensión masculina de construir el todo social es probablemente mayor
que la de otros grupos sociales parciales.
Sabemos que el sexismo conduce tarde o temprano a la violencia, pero
también es cierto que todo machista no es necesariamente violento. Hay multitud
de machismos y micro machismos a nuestro alrededor, suponer relaciones de
causa-efecto en toda la población estudiada no se corresponde con la realidad.
Pero lo vemos en los anuncios publicitarios, en el trabajo, en el hogar o en el
ámbito académico, algunas inconscientes pero no así inocentes. Desde nuestro
rol de padre, pareja o amigo debe resultarnos despreciable cualquier conducta
machista. Pero desde nuestro papel de antropólogo puede ser más importante aún
nuestro cuidado y atención de no incorpororar este sesgo en nuestros trabajos y
etnografías. Creo que décadas de luchas feministas en todos los ámbitos no ha
servido para dar un cambio de mirada efectivo en la sociedad y una toma de
conciencia del problema que ha propiciado que se convierta en un problema
sustantivo en nuestra sociedad.
Bibliografía
Marqués,
Josep-Vicent (1991) Androcentrismo, un caso particular de sociocentrismo, en
Josep-Vicent Marqués y Raquel Osborne, Sexualidad y sexismo. Primera parte:
Marqués, “Varón y patriarcado”. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, pp.
23-27.
Moore,
Henrietta L. (2009) Antropología y feminismo. Ediciones Cátedra.
Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer. Madrid.
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