Lo que se ve, lo visual, se relaciona con
elementos que no se ven, pero sin los cuales seríamos ciegos a la imagen. Lo
que no se ve, afecta al sentido de lo que se ve. Y es interacción la que
conforma la imagen.
a)
Lo visual se relaciona con lo que se desea ver.
Detrás de una imagen siempre encontramos el
deseo de otra. Lo que sentimos al ver (una amenaza, una presencia,...) se
conecta con lo que deseamos ver o con lo que perseverantemente imaginamos que
suceda o aparezca en el campo de otro.
b)
Lo visual se relaciona con lo que se sabe y se
cree, aunque no se vea
Lo que sabemos y creemos, condiciona lo que
vemos. Cuando las señales salen de la retina, ya no hablamos de ‘lo visual’
aisladamente. No es posible que los ojos de la mente vean sin relacionarlo con
la información dimanada de otros sentidos. Vemos a través de los ojos de
nuestra cultura, de conocimientos, sistemas simbólicos, valores y estereotipos
adquiridos en la enculturación, y nuestra experiencia como lectores de textos
visuales.
Lo visual atañe a la percepción, a la
información sobre el mundo óptico. No podemos separar “lo que se ve” de “lo que
se sabe”. Al visualizar, a través de inferencias, se coteja lo que se ve con
otras informaciones, sensaciones y experiencias que no se ven.
c)
Lo visual se relaciona con lo que se hace
Desde esta perspectiva, se busca indagar
qué hacen los emisores al producir el texto visual, y los receptores al
interpretarlo. Los emisores de textos avanzan hipótesis y anticipan el
comportamiento interpretativo de los receptores, que interpretan sobre el texto
visual en base a éstas. En lo visual, se aplican prácticas para el receptor del
texto. En un discurso publicitario, comercial o político, existe cierta
interactuación, aun implícita, y en ella se incluyen prácticas sociodiscursivas.
Habla Abril, por ejemplo, más que de
fotografía individualmente considerada, de práctica fotográfica. El fotógrafo,
amateur o no, busca con lo que hace, la reproducción o intercambio social,
económico o de control del texto visual. Los textos suponen una materialidad
concreta, pero también, una serie de instituciones, prácticas, modos de
intercambio social, moralidades y estéticas.
La
mirada
Hay textos visuales porque alguien los
mira, en un lugar y tiempo determinado, en el contexto de una práctica
discursiva. Pero la mirada no siempre es exterior. El texto visual, de forma
explícita o no, nos adjudica una posición, un lugar o un espacio de placer (o
displacer). Nuestra mirada está contenida en ellos porque hay textos que ‘nos
miran’. En ocasiones, el texto visual prevé nuestra mirada, nuestro lugar como
espectador, y hasta nuestro papel dentro de la propia narración. En otras, el
texto gestiona la mirada y objetiva (objetiviza) un elemento, dotándolo de
poder técnico, normativo y estético.
La mirada retrata,
tradicionalmente, relaciones de poderosos con subalternos (mirada masculina
sobre cuerpo femenino, mirada colonial de Europa hacia territorios colonizados,
la publicidad actual,…). Vemos a través de nuestra cultura y de nuestra
experiencia como lectores de textos visuales, y al mirar y hacer mirar,
seleccionamos lugares de enunciación construidos y asignados a
posiciones sociales (patriarcado, clase dominante, sujeto resistente,…).
La mirada está regulada
y da lugar a regímenes de derechos y deberes, a modos de aprobación simbólica y
a modalidades en el ejercicio del mirar (panoptismo vs. o control político en
el mirar). La mirada es orientada y restringida conforme a formas de prevención
y decoro, y a ella se le aplican estrategias de normalización y control. Su
dimensión concierne a la conformación del tiempo y el espacio en el discurso
visual, a los lugares de la subjetividad y a las formas de subjetivación que
posibilita.
Ejemplo de normalización
o proyecto de sociedad utópica es la mirada racional- escópica. Es el ejercicio
óptico que convierte el ‘iluminismo’ en aliado de la ‘Razón’, rectora del orden
social y político.
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