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domingo, 23 de julio de 2017

Tres dimensiones del texto y de la cultura visual II


Lo que se ve, lo visual, se relaciona con elementos que no se ven, pero sin los cuales seríamos ciegos a la imagen. Lo que no se ve, afecta al sentido de lo que se ve. Y es interacción la que conforma la imagen.
a)   Lo visual se relaciona con lo que se desea ver.
Detrás de una imagen siempre encontramos el deseo de otra. Lo que sentimos al ver (una amenaza, una presencia,...) se conecta con lo que deseamos ver o con lo que perseverantemente imaginamos que suceda o aparezca en el campo de otro.
b)   Lo visual se relaciona con lo que se sabe y se cree, aunque no se vea
Lo que sabemos y creemos, condiciona lo que vemos. Cuando las señales salen de la retina, ya no hablamos de ‘lo visual’ aisladamente. No es posible que los ojos de la mente vean sin relacionarlo con la información dimanada de otros sentidos. Vemos a través de los ojos de nuestra cultura, de conocimientos, sistemas simbólicos, valores y estereotipos adquiridos en la enculturación, y nuestra experiencia como lectores de textos visuales.
Lo visual atañe a la percepción, a la información sobre el mundo óptico. No podemos separar “lo que se ve” de “lo que se sabe”. Al visualizar, a través de inferencias, se coteja lo que se ve con otras informaciones, sensaciones y experiencias que no se ven.
c)    Lo visual se relaciona con lo que se hace
Desde esta perspectiva, se busca indagar qué hacen los emisores al producir el texto visual, y los receptores al interpretarlo. Los emisores de textos avanzan hipótesis y anticipan el comportamiento interpretativo de los receptores, que interpretan sobre el texto visual en base a éstas. En lo visual, se aplican prácticas para el receptor del texto. En un discurso publicitario, comercial o político, existe cierta interactuación, aun implícita, y en ella se incluyen prácticas sociodiscursivas.
Habla Abril, por ejemplo, más que de fotografía individualmente considerada, de práctica fotográfica. El fotógrafo, amateur o no, busca con lo que hace, la reproducción o intercambio social, económico o de control del texto visual. Los textos suponen una materialidad concreta, pero también, una serie de instituciones, prácticas, modos de intercambio social, moralidades y estéticas.

La mirada
Hay textos visuales porque alguien los mira, en un lugar y tiempo determinado, en el contexto de una práctica discursiva. Pero la mirada no siempre es exterior. El texto visual, de forma explícita o no, nos adjudica una posición, un lugar o un espacio de placer (o displacer). Nuestra mirada está contenida en ellos porque hay textos que ‘nos miran’. En ocasiones, el texto visual prevé nuestra mirada, nuestro lugar como espectador, y hasta nuestro papel dentro de la propia narración. En otras, el texto gestiona la mirada y objetiva (objetiviza) un elemento, dotándolo de poder técnico, normativo y estético.
La mirada retrata, tradicionalmente, relaciones de poderosos con subalternos (mirada masculina sobre cuerpo femenino, mirada colonial de Europa hacia territorios colonizados, la publicidad actual,…). Vemos a través de nuestra cultura y de nuestra experiencia como lectores de textos visuales, y al mirar y hacer mirar, seleccionamos lugares de enunciación construidos y asignados a posiciones sociales (patriarcado, clase dominante, sujeto resistente,…).
La mirada está regulada y da lugar a regímenes de derechos y deberes, a modos de aprobación simbólica y a modalidades en el ejercicio del mirar (panoptismo vs. o control político en el mirar). La mirada es orientada y restringida conforme a formas de prevención y decoro, y a ella se le aplican estrategias de normalización y control. Su dimensión concierne a la conformación del tiempo y el espacio en el discurso visual, a los lugares de la subjetividad y a las formas de subjetivación que posibilita.
Ejemplo de normalización o proyecto de sociedad utópica es la mirada racional- escópica. Es el ejercicio óptico que convierte el ‘iluminismo’ en aliado de la ‘Razón’, rectora del orden social y político.

Bibliografía:

Abril, G. (2012) Tres dimensiones del texto y de la cultura visual. IC- Revista Científica de Información y comunicación, 9, Pp. 15-35. Madrid.

viernes, 20 de junio de 2014

Estereotipos

Artículo de María Tardón publicado el 17 de junio en El Mundo


Define el diccionario de la RAE el estereotipo como la Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o colectivo de personas, representativa de un determinado colectivo. Una imagen normalmente simplificada y exagerada sobre las características generalizadas de los miembros del grupo o colectivo contemplado.
No es, por tanto, difícil de advertir la importancia de la publicidad en  la creación  y en la permanencia de estereotipos. Porque la imagen proyectada permite visibilizar de forma gráfica y fácilmente identificable ese pensamiento colectivo con el que un grupo contempla a otro.
La construcción de la igualdad real de hombres y mujeres en nuestra sociedad tropieza, frecuentemente, con un buen número de estereotipos sexistas (por ejemplo: las mujeres tienen más habilidades para el cuidado de la familia; los hombres son fuertes y las mujeres débiles; a los hombres no les preocupa su aspecto físico, mientras que las mujeres se obsesionan con el suyo, etc).
Convenciones que definen y asocian los diferentes roles a la masculinidad y la feminidad, en una sociedad y en un momento determinados.  No tienen que ver, por tanto, con las posibles diferencias sexuales o biológicas de los hombres y  las mujeres, sino que son características construidas y asignadas socialmente, provocando desigualdad y discriminación.
Hace unos días, un grupo de Magistradas del Tribunal Supremo y vocales del Consejo General del Poder Judicial presentaron una queja formal por la elección de un fragmento de la Alegoría de la Justicia de Alcalá  Galiano -que representa la Verdad como una mujer desnuda- como imagen del cartel para la celebración de las jornadas de Puertas Abiertas de nuestro más Alto Tribunal de Justicia.

Queja que, en síntesis, se basaba en que la imagen de una mujer desnuda, -absolutamente alejada de la iconografía que representa a la Justicia, desde hace siglos, en el mundo occidental- no parece la más adecuada para acercar la justicia a la ciudadanía, si se atiende a la actual realidad social.
Para contestarla, el Consejo General del Poder Judicial, organizador de las jornadas, se ha justificado explicando que el cartel elegido fue diseñado por mujeres, dos chicas de 25 y 21 años, y seleccionado por un jurado de composición mayoritariamente femenina.
Una respuesta que parece olvidar que el sólo hecho de ser mujer, y ser joven no son condiciones que descartan, por sí solas, la asunción de prejuicios y estereotipos sexistas que perpetúan las ideas de desigualdad, de dominio del varón, y de la subordinación de la mujer.
Así se desprende de los estudios sobre la percepción de la juventud y la adolescencia española respecto de la igualdad y la prevención de la violencia de género que, desde hace ya algunos años, viene desarrollando la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género (basándose en encuestas realizadas en centros educativos universitarios y no universitarios).

El último publicado, de 2013, aunque evidencia una mejoría respecto de los anteriores, aún ofrece algunas sombras destacables. En relación con este tema, destacaré sólo alguna de las respuestas que me han llamado la atención. Todas ellas referidas a las que ofrece el grupo de las chicas -en los chicos, la proporción es aún más elevada-.
En primer lugar, a la propuesta "está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero no al revés", el 6 % de las chicas encuestadas se mostró "algo de acuerdo", el 1,6 % estuvo "bastante de acuerdo", y el 1,3 % dijo estar "muy de acuerdo".
En segundo, a la de "para tener una buena relación de pareja es deseable que la mujer evite llevar la contraria al hombre", el 4,4 % estuvo "algo de acuerdo", el 1,1 %, "bastante" y el 0,6 %  "muy  de acuerdo".
Y, por citar sólo uno más, cuanto se pregunta a las jóvenes encuestadas qué les parece la afirmación "un buen padre debe hacer saber al resto de su familia quién es el que manda", un 9,5 % dice estar "algo de acuerdo", un 1,7 %, "bastante" y un 0,6 %, "muy de acuerdo".
Datos que demuestran que la mayoría de las jóvenes y adolescentes rechazan las ideas y planteamientos sexistas, Sin embargo, también evidencian la existencia de porcentajes no desdeñables en este segmento de población que sí los justifican y los toleran.

Y que, siendo mucho lo conseguido en esta lenta lucha por conseguir la igualdad, aún quedan algunas resistencias, cuya erradicación, como se dice en el propio estudio mencionado, precisa de la colaboración de todos. Especialmente de los ámbitos desde los que se construye o transforma la cultura.
La imagen de la mujer en la publicidad es, sin duda, uno de esos contextos desde los que puede influirse de modo decisivo en la erradicación de esos patrones socioculturales que generan o favorecen situaciones de desigualdad.
No se trata de censurar, reprochar u olvidarse de nuestro rico patrimonio artístico y cultural, ni en la pintura ni en la literatura, ni en cualquier otra forma de manifestación o creación artística.
Pero no estaría de más que cuando desde las instituciones se busque acercar cualquier función o servicio público al conocimiento de los ciudadanos, -especialmente si afecta a un valor superior como el de la justicia- procure no olvidarse que la igualdad también lo es, y del mismo rango. Porque teniendo esto claro, no parece tan difícil integrar la trasmisión de ambos valores en el mismo mensaje.
Artículo de María Tardón publicado el 17 de junio en El Mundo

martes, 30 de julio de 2013

Gitanos: invisibles en la universidad


Artículo de Lydia Molina publicado en eldiario.es el 28/07/2013
En los años de primaria, la escolarización de las niñas y los niños gitanos supera el 90%. El reto en esta etapa es el absentismo. En los años de secundaria, lo es el abandono escolar: solo dos de cada diez consiguen terminar, por lo que pocos llegan al bachillerato y a los ciclos formativos. Y en el caso de la universidad, aunque no existen cifras oficiales, los cálculos de la Fundación del Secretariado Gitano (FSG) señalan que solo entre un 1% y un 2% de la población gitana accede a estudios superiores.
“Somos pocos, pero la gente piensa que hay menos de los que hay realmente. Al gitano en la universidad no se le relaciona con que sea gitano. Es como si fuera invisible”, asegura Jesús Heredia, estudiante de la doble licenciatura en Derecho y Administración y Dirección de Empresas de la universidad Pablo Olavide de Sevilla. Heredia no considera que estar estudiando sea algo más extraordinario por el hecho de ser gitano, aunque reconoce que al principio sus compañeros se sorprendieron.
“Era un poco raro porque no se lo esperaban. Primero, que hubiese estado diez años en el conservatorio y luego que esté en una carrera. En los seis años que llevo en la universidad, no he tenido ningún problema más allá de discutir sobre algún estereotipo, cuando la gente se pone a hablar de los gitanos y tú tienes que decir ‘eh, para el carro, yo lo soy y no soy ni así ni asá’, pero nada más”, asegura Heredia.
La población gitana está muy diluida entre el resto de estudiantes. “Ellos mismos son los que muchas veces no se identifican y eso es muy significativo. Que no haya estigmatización es lo ideal, pero también tenemos que hacer más visibles a los referentes”, reconoce Mónica Chamorro, responsable de Educación de la FSG. Una visibilización que empieza entre los propios gitanos. “Sus expectativas con respecto a la educación son muy bajas. El discurso que te encuentras en algunas familias es el de que si su hijo estudia, va a perder su identidad. Mostrar estos modelos es una forma de demostrar que estudiar mejora tus oportunidades, pero no te hace ser menos gitano”.
Teresa Vélez es estudiante del grado de Educación Social en la UNED. A pesar del empeño de su padre en que terminase BUP y empezara una carrera, se decantó por hacer la FP en administración. “Mi padre se irritaba conmigo y yo decía que quería hacer algo más ligerito”, recuerda la joven que hoy tiene 33 años. Con el paso del tiempo y después de estar en contacto con una asociación de mujeres gitanas, decidió comenzar el grado, con la idea de centrar su trabajo hacia la educación de las niñas gitanas.
" Me siento una privilegiada por haber tenido tanto apoyo", dice. “Desde que yo era pequeña, las cosas han cambiado, pero en muchos casos, el papel de la mujer sigue siendo el de quedarse en casa y no tener una vida de laboral. Es lo que me preocupa y es necesario cambiar. Por muy abierto que sea su entorno, las mujeres se siguen echando novio más jovencitas y tienen a primas a su alrededor que se casan. Necesitan tener claro que el estudio es imprescindible y que tienen que ser algo más en la vida”, asegura Vélez.
“Las mujeres gitanas lo tiene muy complicado porque se mezclan varias presiones, la propia de ser mujer y luego el rol que se espera de ellas como cuidadoras, madres, esposas, quedando relegado el estudio a un plano secundario. Ellas tienen que romper con mucho más y defender su ideal continuamente”, señala Chamorro. El apoyo de la familia durante ese proceso es indispensable. “Todos los estudiantes pasan por momentos malos y más si en tu entorno el tema de la educación no es algo que se reconozca especialmente o que te haga sentir solo”, dice la responsable de educación de la FSG.
Jesús Heredia tuvo el empuje de sus padres. “Siempre me han dicho que el estudio es la mejor manera de ganar el respeto de la gente”. Recuerda que su abuela aprendió a leer a los 54 años y se niega a ver los datos sobre educación y población gitana en negativo. “Prefiero contar que cada vez somos más, que hace cincuenta años casi no había gitanos escolarizados y ahora son muchos. Y cada vez más llegan a estudios superiores. Es así como yo lo veo siempre”.
Tijeras en las aulas
Los recortes tienen un efecto devastador en el alumnado con más dificultades. "En el caso de los gitanos, muchas veces proceden de familias que no han estudiado, que ni siquiera han terminado los estudios obligatorios y que no tienen herramientas o habilidades para ayudarles en su estudio. Por eso requieren más apoyo. Con los recortes, el mismo número de estudiantes recibe ahora una atención con menos calidad y eso significa una marcha atrás en los avances que hayan podido producirse en los últimos años”, asegura Chamorro.
"La masificación en las aulas y la reducción de clases de apoyo hace que el alumnado con más dificultades no pueda seguir el nivel del curso. Se están agravando situaciones que ya eran problemáticas y se está produciendo un aumento del absentismo escolar y del abandono temprano”, recuerda la FSG en un reciente informe. “La reducción de las ayudas al estudio, becas de comedor y material escolar repercute negativamente en la asistencia a las aulas. Una parte de las familias no tiene recursos suficientes para costear material escolar o comida”, denuncia esta institución.

Artículo de Lydia Molina publicado en eldiario.es el 28/07/2013

jueves, 31 de enero de 2013

Sociología de la Diversidad – Resúmenes Parte 42


En la asignatura de Sociología de la Diversidad del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, el compañero Víctor Riesgo Gómez y yo, realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria. Como libro de referencia: Sociodiversidad y sexualidad (José Antonio Nieto Piñeroba) Derechos reservados, sus autores.

Tomás Javier Prieto González:
Tema 1 Planteamiento de la sociología de la diversidad // Tema 2 Acción desviada, conducta desviada y alteridad // Tema 3 El finiquito de la desviación y de la conducta desviada // Tema 4 De la desviación y de la diversidad // Tema 6 Sociología de la diversidad //  Tema 7 Antropología de la sexualidad y discursividad // Tema 8 Los guiones sociales. El individuo, el cuerpo y el transgénero // Tema 9 Notas sueltas sobre sexualidad en la disctadura, transición y democracia española // Tema 10 Despsiquiatrizar el transgénero Tema11 El transgénero en las sociedades polinesias

Víctor Riesgo Gómez:
Tema 5 Razones que justifican la diversidad en sociología


NOTAS SUELTAS SOBRE SEXUALIDAD EN LA DICTADURA, TRANSICIÓN Y DEMOCRACIA ESPAÑOLA

Las etapas indicadas remiten a vivencias sociales y culturales caracterizadas por controles institucionales, legales y políticos diferentes. La sexualidad se genera, contextualiza y expresa social y culturalmente; viene regulada por normativas legales que aprueban o conculcan conductas. Las tres etapas políticas permiten referenciar tres periodos y formas de control político sexual diferente: dictatorial, predemocrático y democrático. Me permitiré reducir las tres etapas a dos periodos interpretativos de la sexualidad. El primero de ellos coincidirá en el tiempo con la etapa política dictatorial, de 1939 a 1975. El segundo englobará la transición política y la democracia propiamente dicha en un solo apartado, que se iniciará en 1975 y mostrará hasta 2008 las normativas y los usos sexuales, a mi juicio, más significativos que se han desarrollado desde entonces.

La aprobación en 1978 de la nueva Constitución: se promulgarán leyes que afectan a las conductas sexuales. El férreo control de la sexualidad imperante en el nacionalcatolicismo del régimen dictatorial franquista comienza a diluirse. La política sexual del Estado de la dictadura que se constituye como referente de riesgo y amenazante sombra para el sujeto social-sexual. Tratado como súbdito, al que se le anula la capacidad erótica, cesa gradualmente su presencia, para dar paso, también de manera gradual, a una política democrática de la sexualidad que contempla al sujeto social-sexual como ciudadano. La cultura actual de la sexualidad ha surgido de esa cuna política.

En tan sólo 30 años de recorrido, de 1978 a 2008, se ha logrado que la sexualidad de la caverna franquista se hay transformado en una sexualidad menos restrictiva, más abierta y de proyección exterior. El sujeto social como agente activo de su sexualidad es difícilmente categorizable en términos de homogeneidad cultural. Caro Baroja afirma que la realidad cultural constituye un nicho plural, u rico mosaico de diversidad.

Los estereotipo sexuales proyectan representaciones culturales mediante las cuales las personas sociales, hombres y mujeres, son tratadas como agentes pasivos, seres desprovistos de agencia constitutiva. Iniciativas individuales y respuestas transgesoras del sujeto al estereotipo son parte de las inevitables características que permean la sexualidad. Para comprender el hecho sexual y profundizar en él hay que incidir en la actividad de los sujetos que los configuran. Interesarnos, como informan Gagnon y Simon en los sexual scripts (guiones sexuales), en la interacción entre contexto e individuo.

El problema de comprensión de la individualidad y su agencia radica precisamente en su diversidad. En sus raíces múltiples estriba la dificultad para acomodarla a estándares. Reiss denomina a este conjunto indivisible de sentimientos y emociones “ideología emotiva”, para diferenciarlo de la “ideología cognitiva”, más afín a la racionalización de conductas. Este es el reto metodológico y epistemológico al que las ciencias sociales que tengan como objeto de estudio la sexualidad deben enfrentarse, su facebook.  La interpretación plural y diversa de la realidad sociocultural en su vertiente sexual es su imperativo. La sexualidad en cuanto objeto de estudio es “inevitable e inexorablemente política”.


sábado, 8 de septiembre de 2012

Psicología Social (Sociología/Antropología) Resúmenes Parte 22


En la asignatura de Psicología Social (Sociología/Antropología) del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libro Introducción a la Psicología Social de Gaviria Stewart, Elena et alia, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 (Capítulo 1) ¿Qué es la Psicología Social?  Jon Zubia Hurtado// Tema 2 (Capítulo 5) Actitudes – Mª Carmen Rego Martínez // Tema 3 (Capítulo 6) Influencia, persuasión y cambio de actitudes José Bargallo Rofes // Tema 4 (Capítulo 8) Conducta de ayuda Jesús Ángel González Dela Osa // Tema 5 (Capítulo 9) Contribuciones de la Psicología Social al estudio de la agresión  Mónica Platero Angulo // Tema 6 (Capítulo 10) Estereotipos – Víctor Riesgo Gómez // Tema 7 (Capítulo 11) El estudio psicosocial del prejuicio  Julio Monteagudo Diz // Tema 8 (Capítulo 13) Procesos grupales y relacionales intergrupales  Tomás Javier Prieto González // Tema 9 (Capítulo 14) Aplicaciones de la Psicología Social  Jesús Ángel González Dela Osa



Definición y componentes:

Todos mantenemos creencias sobre las características que poseen hombres y mujeres por el simple hecho de pertenecer a uno de estos grupos. Comparativamente solemos percibirlo así. Este conjunto de creencias compartidas socialmente, que se suelen aplicar de manera indiscriminada a todos los miembros de cada uno de estos grupos, es lo que conocemos como estereotipos de género. En la investigación sobre el género, lo relacionado con la dimensión femenina recibe el nombre de expresivo o comunal, y lo relacionado con la dimensión masculina se denomina instrumental o agente. Los componentes que las personas utilizan para diferenciar a los hombres de las mujeres no están referidos únicamente a rasgos, sino también a roles, ocupaciones y características físicas.

  • La estereotipia de rasgo hace referencia a las características que se considera que definen de manera diferente a hombres y mujeres (ej.: las mujeres son más emocionales, sensibles, se preocupan más por los demás, y los hombres son más agresivos, independientes, competitivos).
  • La estereotipia de rol incluye las actividades que se consideran más apropiadas para hombres y mujeres. Así, según los estereotipos, tradicionalmente las mujeres están más preparadas para cuidar de los hijos y realizar tareas domésticas, mientras que los hombres lo están para realizar actividades fuera de casa.
  • Las ocupaciones también están estereotipadas (actividades típicamente masculinas o femeninas). Finalmente, 
  • rasgos físicos que se consideran más característicos de mujeres (voz suave, complexión ligera) y otros de hombres (más altos, más fuertes, voz grave).


Estos componentes son relativamente independientes, pero basándose en uno de ellos las personas extienden sus juicios a los otros tres. Así, una vez asignada una etiqueta de género a una persona, realizamos inferencias sobre la apariencia de esa persona, sus rasgos de personalidad, sus conductas de rol y su ocupación. De este modo, la información sobre un componente afecta al resto, ya que tratamos de mantener consistencia entre ellos.
Es importante precisar que los estereotipos de género, al igual que el resto de los estereotipos, no existen únicamente a nivel general, sino que las investigaciones han demostrado la existencia de subtipos de hombres y mujeres sobre los que existen estereotipos concretos.

La dimensión descriptiva y prescriptiva de los estereotipos de género y sus funciones

Los estereotipos de género tienen otras dos dimensiones con funciones diferenciadas. Cuando nos referimos a las características que se adscriben a hombres y mujeres estamos haciendo alusión a la dimensión descriptiva de los estereotipos. Con ella se hace referencia a cómo creemos que son hombres y mujeres. La segunda es la dimensión prescriptiva, que tiene un carácter normativo y preceptivo e indica cómo deberían ser y comportarse hombres y mujeres. Ahora el acento se pone en las creencias sobre las características que son deseables y se esperan de cada sexo. Los estereotipos de género son más normativos que otros como los de edad o etnia. La trangresión de esta prescripción puede dar lugar a fuertes sanciones sociales.

Eugene Borgida
El componente descriptivo tiene una función cognitiva: actúa organizando y estructurando el flujo de información sobre hombres y mujeres al que hacemos frente diariamente. Es decir, la dimensión descriptiva simplifica el procesamiento de la información mediante la representación esquemática de la realidad. En contraste, el componente prescriptivo está relacionado con intereses motivacionales. Concretamente, puede servir para mantener, reforzar o justificar la estructura de poder social existente que favorece a los hombres, recompensando a las mujeres que se conforman a roles de género tradicionales y sancionando a las mujeres (y a los hombres) que violan esas prescripciones. Por tanto, es la dimensión prescriptiva la que cumple la función de justificación y mantenimiento del statu quo que los convierte en un elemento discriminatorio y de resistencia al cambio. Los estereotipos de género cumplen de este modo una función de mecanismo de control que determina lo que es normal, lo que es aceptable y lo que se desvía de la norma.

Del mismo modo Burgess y Borgida señalan que los procesos por los que las dos dimensiones de los estereotipos de género dan lugar a la discriminación son diferentes. Los aspectos descriptivos dan lugar a una forma de discriminación fría que no está tan basada en los prejuicios de género. Se produce sin hostilidad y sin que exista una intención abierta de discriminar. En contraste los aspectos prescriptivos dan lugar a una discriminación intencional hacia las mujeres que trasgreden las prescrpciones de su rol de género. Se trata de un tipo de discriminación caliente, basada en hostilidad y resentimiento.



viernes, 7 de septiembre de 2012

Psicología Social (Sociología/Antropología) Resúmenes Parte 22


En la asignatura de Psicología Social (Sociología/Antropología) del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libro Introducción a la Psicología Social de Gaviria Stewart, Elena et alia, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 (Capítulo 1) ¿Qué es la Psicología Social?  Jon Zubia Hurtado// Tema 2 (Capítulo 5) Actitudes – Mª Carmen Rego Martínez // Tema 3 (Capítulo 6) Influencia, persuasión y cambio de actitudes José Bargallo Rofes // Tema 4 (Capítulo 8) Conducta de ayuda Jesús Ángel González Dela Osa // Tema 5 (Capítulo 9) Contribuciones de la Psicología Social al estudio de la agresión  Mónica Platero Angulo // Tema 6 (Capítulo 10) Estereotipos – Víctor Riesgo Gómez // Tema 7 (Capítulo 11) El estudio psicosocial del prejuicio  Julio Monteagudo Diz // Tema 8 (Capítulo 13) Procesos grupales y relacionales intergrupales  Tomás Javier Prieto González // Tema 9 (Capítulo 14) Aplicaciones de la Psicología Social  Jesús Ángel González Dela Osa



La medida de los estereotipos:

La medida de los estereotipos ha tenido como objetivo, bien evaluar el contenido cultural de los estereotipos, bien valorar el grado de estereotipia de los individuos. Estos dos aspectos, aunque relacionados, son diferentes. El contenido de los estereotipos se refiere a las creencias compartidas en una cultura sobre qué características o atributos poseen la mayoría de los miembros de determinado grupo social. La estereotipia, sin embargo, describe el grado en el que una persona aplica esas creencias al evaluar a los miembros de ese grupo y cómo se utilizan a la hora de realizar inferencias o juicios sobre ellos.

-Lista de Adjetivos: Esta técnica se ha utilizado fundamentalmente para averiguar el contenido de los estereotipos. Es bastante habitual que la lista de adjetivos se obtenga a partir de estudios previos que emplean una técnica de respuesta abierta, pidiendo a los componentes de una muestra que generen libremente características que describen a los miembros del grupo, seleccionándose posteriormente aquellos rasgos que se mencionan con mayor frecuencia. Este tipo de técnica tiene la ventaja de que permite obtener características que no estás sesgadas por las creencias previas de los investigadores que elaboran una lista.
-Estimación de porcentajes: La técnica de la lista de adjetivo plantea el problema de que no permite identificar hasta qué punto una persona suscribe esas creencias culturalmente compartidas o no, es decir, no permite estimar el grado de estereotipia de los individuos. Para solucionar este problema, uno de los modelos que se ha utilizado es la estimación del porcentaje de miembros de un determinado grupo que posee una característica o atributo. El procedimiento consiste en pedir a los participantes del estudio que indiquen el porcentaje de individuos del grupo que posee cada atributo. Este procedimiento puede utilizarse con un doble objetivo: permite medir de forma escalar la estereotipia y se puede emplear para comprobar hasta qué punto un rasgo o características se considera estereotípico o no. Es factible calcular algún índice de estereotipia que mida si existen creencias compartidas sobre la asignación de un atributo y que puede estimarse, por ejemplo, en función de que la mayoría de la muestra lo adjudique en una proporción superior al 80%
-La razón diagnóstica: La razón diagnóstica es una medida de estereotipia que permite predecir la probabilidad de asignar una característica más a un grupo que a otro. Para calcularla, se divide el porcentaje de miembros de un grupo que se supone tiene una determinada característica por el porcentaje de personas que, en general, se supone que tienen esa característica. Si la razón obtenida en la muestra es estadísticamente superior a uno, esa característica es importante para representar al grupo. Por el contrario, si es inferior a uno, ese atributo no representa al grupo. Además de evaluar la proporción en la que un rasgo es estereotipado o no para un grupo, esta técnica permite obtener una medida individual de estereotipia a partir de la suma de las razones diagnósticas de los diferentes rasgos estereotipados.
-Otras medidas de estereotipia:Puesto que los estereotipos constituyen la base cognitiva de las actitudes hacia un grupo, las mismas técnicas que se emplean para medir actitudes, tanto implícitas como explícitas, pueden utilizarse para medir estereotipia. Diferencial semántico, estimación de porcentajes, o las medidas implícitas como la preactivación o priming y el test de asociaciones implícitas.

Funciones de los estereotipos

Se puede afirmar que los estereotipos no sólo reflejan la realidad social, sino que sirven para explicarla, y, a veces, contribuyen a crearla.

Las funciones de los estereotipos se pueden dividir en dos grandes bloques: las individuales o psicológicas y las sociales. Las funciones psicológicas no son meramente cognitivas, sino también motivacionales. En la medida que actúan como esquemas sociales, cumplen una función de simplificación de la realidad, de forma que permiten reducir el esfuerzo cognitivo que supondría procesar el gran flujo de información que recibimos constantemente. Esos esquemas nos facilitan la organización y el uso eficaz de información relevante sobre un grupo. Así, a pesar de que los sesgos que originan pueden llevar a percepciones erróneas, los estereotipos nos aportan información sobre la conducta esperada de una persona en contextos diferentes, en función de su pertenencia grupal, con el consiguiente ahorro de esfuerzo cognitivo. No hay que descartar la existencia de un “fondo de verdad” en los estereotipos. En este sentido, pueden ser precisos y útiles.

Los estereotipos suelen tener connotaciones positivas o negativas, y rara vez son neutros. Normalmente se trata de exageraciones y generalizaciones que pueden ocasionar problemas para los miembros del grupo estereotipado negativamente. La amenaza del estereotipo constituye un buen ejemplo de ello. Este fenómeno hace referencia a la disminución en el rendimiento en situaciones en las que las personas se sienten amenazadas por la posibilidad de que su desempeño confirme a otros o a ellos mismos un estereotipo negativo sobre las capacidades de su grupo.

 Además de la categorización, los estereotipos cumplen la función psicológica de proteger el sistema de valores del individuo, ya que las categorías sociales están cargadas de valor para las personas; de ahí la resistencia a cambiar aquellos estereotipos que pueden afectar a nuestra autoestima o a nuestra ideología. Este planteamiento entronca con las funciones sociales como:

  1.  búsqueda de una identidad positiva
  2. justificación de acciones contra otros grupos; y c) explicación de la realidad social.


Una de las consecuencias de los estereotipos es que afectan a nuestra propia identidad social y, por esa razón, también tienen consecuencias motivacionales que influyen en nuestra autoestima. Tendemos a acentuar la semejanza entre las personas de nuestro grupo así como las discrepancias que tenemos con las de otros grupos, de modo que las diferencias “nosotros-ellos” sean patentes. De esta forma, una de las funciones sociales de los estereotipos es precisamente clasificar diferencialmente a los miembros del endo y el exogrupo, fomentando la visión positiva de nuestro grupo en comparación con los otros, es decir, produciendo “favoritismo endogrupal”. Para la teoría de la identidad social, este supuesto es básico para comprender la identidad social de las personas y las relaciones intergrupales.

La percepción de los miembros de unos grupos de forma más negativa que los de otros facilita la justificación y racionalización de ciertas conductas discriminatorias. Es el carácter compartido lo que hace que los estereotipos sirvan para explicar acontecimientos sociales: cómo actúan los grupos, por qué lo hacen y cómo se conforma y mantiene la estructura social. Las guerras, los ataques terroristas y, en general, las diferencias estructurales basadas en la discriminación y en el desprecio del otro por su pertenencia grupal constituyen un triste ejemplo de esta función. Los estereotipos también cumplen una función de control social, que se refiere a la relación existente entre el poder y la forma de estereotipar. De este modo, mientras que los grupos de menor poder se forman impresiones más detalladas de los más poderosos, éstos tienden a tener imágenes más estereotipadas de los grupos inferiores.

Finalmente, algunos autores aluden a la función ideológica de justificación y legitimación de un sistema u organización social que pueden cumplir los estereotipos. La teoría de la justificación del sistema se refiere a los procesos por los cuales se mantienen y hacen legítimas convenciones sociales a expensas de los intereses personales y del grupo. Se comprende que a las personas que están en situación de privilegio les parezca justo el statu quo, pero no que lo aprueben las personas que pertenecen a grupos desfavorecidos por su situación social o económica. En este caso, lo que hacen los miembros de los grupos desfavorecidos es mantener los estereotipos de los grupos dominantes, de manera que se preserve el orden social establecido. Según esta teoría, los estereotipos mantienen y justifican un sistema social determinado que sigue favoreciendo a los grupos dominantes.

Modelo sobre el contenido de los estereotipos

Las características o atributos que se asocian a los miembros de un grupo se refieren a diferentes facetas del ser humano, como rasgos de personalidad, rasgos físicos o roles y ocupaciones. Asimismo, el contenido de los estereotipos puede variar en función de los cambios sociales y a lo largo del tiempo, ofreciéndonos la Historia múltiples ejemplos de cómo cambian las creencias sobre grupos. Debido a esa variabilidad que caracteriza el contenido de los estereotipos, su estudio no se ha abordado de una forma sistemática, ya que se pensaba que difícilmente se podrían encontrar principios generales homogéneos a cualquier tipo de estereotipos, mientras que en el estudio de los procesos implicados en la estereotipia sí se ha investigado cómo se puede generalizar a través de distintas situaciones y contextos.

Según el modelo del contenido de los estereotipos, las creencias estereotipadas también se rigen por unos principios que permiten agruparlas en torno a dos dimensiones:

  1. Competencia o capacidad instrumental, que aglutinaría características asociadas a inteligencia y habilidad para alcanzar metas prestigiosas o racionalidad. Y
  2. Sociabilidad o afectividad, en la que se agruparía aquel contenido que se refiere a características relacionadas con aspectos como la amistad, simpatía o sensibilidad.

Estas dos dimensiones se pueden combinar dando lugar a cuatro posibles categorías: competentes y sociables, competentes y fríos, sociables e incompetentes, y fríos e incompetentes. Por lo tanto, los estereotipos pueden ser mixtos y contener características positivas y negativas conjuntamente, es decir, pueden ser ambivalentes. Según el modelo, esta ambivalencia se refleja en que una alta competencia suele estar acompañada de baja sociabilidad, mientras que una alta sociabilidad suele ir acompañada de baja competencia.
Desde una perspectiva práctica y funcional, estas dos dimensiones permitirían al perceptor clasificar a las personas de acuerdo con la probabilidad de que sus intenciones sean amigables u hostiles y de su capacidad para alcanzar objetivos. Los estereotipos culturales sobre las características de sociabilidad y competencia de los grupos dependen de las estructuras sociales. Esta hipótesis se basa en dos premisas:

  • que los grupos se perciben como más competentes si tienen alto estatus y poder, y como más incompetentes si su estatus y poder es bajo, lo que contribuiría a justificar el statu quo del sistema.
  • los grupos se perciben como sociables y afectivos siempre que no compitan con nuestro grupo. A partir de estos supuestos, concluyen que el estatus y la competitividad determinarían si las emociones hacia los grupos son positivas o negativas, así como el tipo de emoción que los grupos suscitan.

Por lo tanto, teniendo en cuenta, por un lado, las relaciones estructurales de estatus y competitividad entre los grupos, que determinarían las reacciones emocionales hacia ellos, y, por otro, los estereotipos que originan según si se perciben sociables y competentes o no, se puede predecir qué tipo de emociones incitará cada grupo y el tipo de prejuicio que inducen.

En muestras españolas, se ha encontrado que la activación de las dimensiones de competencia y sociabilidad se produce de manera automática en relación a dos aspectos, el poder y los estereotipos de género.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Psicología Social (Sociología/Antropología) Resúmenes Parte 21


En la asignatura de Psicología Social (Sociología/Antropología) del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libro Introducción a la Psicología Social de Gaviria Stewart, Elena et alia, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 (Capítulo 1) ¿Qué es la Psicología Social?  Jon Zubia Hurtado// Tema 2 (Capítulo 5) Actitudes – Mª Carmen Rego Martínez // Tema 3 (Capítulo 6) Influencia, persuasión y cambio de actitudes José Bargallo Rofes // Tema 4 (Capítulo 8) Conducta de ayuda Jesús Ángel González Dela Osa // Tema 5 (Capítulo 9) Contribuciones de la Psicología Social al estudio de la agresión  Mónica Platero Angulo // Tema 6 (Capítulo 10) Estereotipos – Víctor Riesgo Gómez // Tema 7 (Capítulo 11) El estudio psicosocial del prejuicio  Julio Monteagudo Diz // Tema 8 (Capítulo 13) Procesos grupales y relacionales intergrupales  Tomás Javier Prieto González // Tema 9 (Capítulo 14) Aplicaciones de la Psicología Social  Jesús Ángel González Dela Osa

Introducción:

Sabemos más de otros grupos debido a la información que nos proporcionan los miembros de nuestro propio grupo que por la experiencia directa.

Walter Lippmann
Según Walter Lippmann, la opinión pública se genera por un curioso procedimiento de repetición de las mismas imágenes en el pensamiento de las personas, similar al proceso de estereotipia de las imprentas. Dicho autor afirmaba que no vemos antes de definir, sino que definimos antes de ver. También destacaba otros aspectos d ellos estereotipos, como su marcado tono afectivo, su origen social, y su función justificadora de la naturaleza de las relaciones entre grupos y naciones.

A lo largo del capítulo se abordarán las contribuciones más destacadas en torno a dos bloques.

En el primero presentaremos una serie de aspectos generales relacionados con el estudio d ellos estereotipos.

En la segunda parte se aplicarán estos conocimientos a un campo de gran interés como son los estereotipos de género.

NOCIONES BÁSICAS EN EL ESTUDIO DE ESTEREOTIPOS

Qué son los estereotipos:

Los estereotipos se consideran un conjunto de creencias compartidas sobre las características de un grupo social. Estas creencias hacen referencia a lo que pensamos sobre ciertos grupos, por lo que pueden contener elementos tanto positivos como negativos. Se considera que los estereotipos constituyen un tipo específico de esquema cognitivo que ejerce una fuerte influencia en el procesamiento de la información social que recibimos.
Algunos de los aspectos definitorios de los estereotipos son:

  1. simplifican o exageran los rasgos atribuidos a un grupo;
  2. sirven para justificar o racionalizar las reacciones afectivas y conductuales hacia un grupo;
  3. al tratarse de estructuras cognitivas, son rígidos y resistentes al cambio, aunque se obtenga información que los desconfirme;
  4. desde una perspectiva cultural, conviene destacar su carácter consensuado, en la medida en que son creencias compartidas por los miembros de una cultura.

Cualquier aproximación al concepto de estereotipo requiere precisar las relaciones y diferencias que establece con los términos prejuicio y discriminación. El prejuicio es una actitud que implica de algún modo una valoración negativa de los miembros de determinados grupos. Cualquier actitud consta de tres tipos de componentes: cognitivo, afectivo y conductual. El componente cognitivo del prejuicio lo constituyen los estereotipos, el afectivo las emociones suscitadas por el grupo, y el conductual la discriminación dirigida a sus miembros. Por tanto, conviene separar conceptualmente los términos estereotipo, prejuicio y discriminación que, si bien pueden estar relacionados, en ningún caso son redundantes.

También hay que tener en cuenta la importancia de diferenciar los aspectos culturales y compartidos de los estereotipos de aquellos individuales. Así, los estereotipos pueden expresarse como las creencias culturales sobre las características de los miembros de un grupo o como las creencias personales sobre esas características.

No todas las personas asumen estas creencias en igual medida. El concepto de esterotipia se utiliza para referirse al grado en el que una persona asume esas creencias compartidas.


Proceso implicados en la formación y el mantenimiento de estereotipos

Desde la psicología social se han propuesto diferentes explicaciones sobre el origen. Una de las más aceptadas defiende que el origen de los estereotipos descansa en un proceso cognitivo básico que realizamos de forma automática: la categorización. Este proceso permite organizar la complejidad de nuestro entorno a partir de diferentes conjuntos que comparten características. No sólo clasificamos objetos; también categorizamos a otros seres humanos. En este sentido, se aplica el término categorización social para hacer referencia al proceso que permite clasificar a las personas en grupos en función de las características que tienen en común. Así, a través de la pertenencia grupal asignamos a una persona las características atribuidas a todos los miembros de su grupo.

       La categorización de las personas por su pertenencia grupal genera diversos efectos automáticos, que afectan a procesos cognitivos, afectivos y motivacionales. Uno de estos efectos cognitivos se denomina homogeneidad exogrupal, y consiste en un sesgo que lleva a percibir a los miembros del otro grupo (exogrupo) más semejantes entre sí, y a los miembros del propio grupo (endogrupo) de forma más diferenciada. Una explicación cognitiva de este sesgo es que conocemos a muchos miembros de nuestro grupo por experiencia directa, mientras que el conocimiento de los miembros de exogrupos se debe en buena medida al aprendizaje cultural indirecto. Pero los estereotipos no sólo afectan a procesos cognitivos. La mayoría tienen connotaciones afectivas (positivas o negativas) y motivacionales que influyen en esa categorización, lo que origina que se distorsione la realidad y se tienda a exagerar las diferencias entre los grupos y a subestimar las variaciones entre los individuos que pertenecen a un mismo grupo.

El siguiente aspecto clave en el origen de los estereotipos se refiere a cómo se adquieren o aprenden. Los estereotipos se aprenden a través del proceso de socialización, y su transmisión se produce de diversas formas. Podemos adquirirlos a través de nuestros padres, amigos o los medios de comunicación, así como a partir de las propias vivencias y experiencias personales con los miembros de otros grupos. En este proceso no hay que olvidar la influencia del factor motivacional, según el cual podemos percibir como inferiores a los miembros del exogrupo. Ahora bien, una vez formados y adquiridos, los estereotipos son estructuras rígidas difíciles de modificar, aunque exista información que los desconfirme. De hecho, cuando una persona no encaja con el estereotipo de un grupo, solemos incluirla en otra categoría o subtipo. Al clasificar a las personas se pueden utilizar conjuntamente diferentes categorías. Las características de la situación pueden primar que se usen determinados subtipos al percibir a una persona. Asimismo, los estereotipos funcionan como esquemas que nos conducen a ignorar de forma sutil la información inconsistente con nuestros estereotipos hasta hacerla consistente con ellos. También es posible que reinterpretemos esa inconsistencia, o que consideremos el caso inconsistente como atípico.

Existe la tendencia a procesar la información congruente con el estereotipo en lugar de la incongruente. Es decir, prestamos más atención a la información que confirma nuestras expectativas previas y no atendemos a la que las contradice, salvo que la incongruencia sea muy fuerte. La correlación ilusoria es un ejemplo de este proceso, consistente en percibir asociaciones entre variables que realmente no están relacionadas. Este sesgo se ha explicado por la distintividad de determinados grupos así como por la distintividad de determinados atributos, especialmente las características negativas. Por lo general, la relación se establece entre miembros de grupos minoritarios y conductas infrecuentes, que suelen ser de signo negativo. Así, es más fácil que asociemos una conducta negativa a un grupo minoritario.

Una vez seleccionada la información congruente con los esquemas previos, el estereotipo resulta realmente útil, no sólo para describir a todos los miembros de otros grupos, sino también para guiar nuestro comportamiento hacia ellos, lo que contribuye a configurar esa realidad. De ese modo, si el estereotipo de los inmigrantes incluye la creencia de que tienen un nivel escolar más bajo que los españoles, es posible que los profesores se comporten con ellos en función de esa creencia, y éstos disminuyan su rendimiento, tal y como sugiere el proceso de la profecía autocumplida Por tanto, en la mayor parte de las ocasiones las personas estereotipamos de manera automática o sesgada, lo que implica que en numerosas circunstancias no prestemos atención a la información desconfirmatoria, incongruente o inconsistente con el estereotipo.

Una línea que ha cobrado fuerza en los últimos años sostiene que los estereotipos funcionan no sólo en el nivel explícito sino también en el implícito. En este nivel, los estereotipos actúan como creencias que no reconocemos, pero una vez activados pueden determinar el comportamiento manifiesto hacia quienes se dirigen. El problema que presentan es que, como funcionan de una manera inconsciente, no los podemos identificar fácilmente, aunque esto no impide que influyan en nuestras creencias sobre las características que suponemos poseen los miembros de una categoría. De hecho, existen investigaciones que muestran que los estereotipos implícitos predicen mejor las expresiones sutiles de prejuicio que las medidas explícitas obtenidas a través de autoinformes.

En resumen, los estereotipos tienen su origen fundamentalmente en la categorización social y, una vez formados, se transmiten y aprenden a través de diferentes fuentes. Cuando ya se han establecido las características atribuidas a los grupos, el estereotipo guía la selección de la información congruente con su contenido por medio de una serie de procesos, tanto explícitos como implícitos, que contribuyen a su mantenimiento.