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viernes, 13 de junio de 2014

Resúmenes Sociología del Género Parte 23

En la asignatura Sociología del Género del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, formamos un grupo de trabajo algunas/os compañeras/os y elaboramos los siguientes resúmenes de la bibliografía básica de la asignatura. Derechos reservados de sus autores.


1. -Ehrenreich, Barbara y English, Deirdre (1990): Cap. 1: “Introducción”, en Por su propio bien. (150 años de consejos de los expertos), Madrid: Taurus, pp. 11-41. Javier Prieto González // 2. -Durán, María Ángeles (2006): “Las fronteras sociales del siglo XXI”, en Isabel Morant (Dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid: Cátedra, Volumen IV “Del Siglo XX a los umbrales del XXI”, pp. 465-493. María Dolores Aviles y José Antonio Delgado Guanche // 3. -Giddens, Anthony (2007), “El género”, en Sociología, Madrid: Alianza Universidad, pp. 441-452. Blas García Ruíz // 4. -Marqués, Josep-Vicent (1991): Cap. 1 (extracto): “Androcentrismo, un caso particular de sociocentrismo”, en Josep-Vicent Marqués y Raquel Osborne, Sexualidad y sexismo. Primera parte: Marqués, “Varón y patriarcado”. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, pp. 23-27. Lorenzo Vellarino Cordero // 5. -Osborne, Raquel (1997): "Feminismos", Dossier Debate "La igualdad de la mujer", Temas para el Debate, octubre, nº 35, pp. 46-50. Ruth Cardedal Fernández // 6. -Giddens, Anthony (2007): “Walby: la teorización del patriarcado”, “El ´feminismo negro` y “El feminismo postmoderno”, op.cit., pp. 456-459. Javier Hermoso Ruíz // 7. -Osborne, Raquel (1996): "¿Son las mujeres una minoría"?, Isegoría (Revista de Filosofía Moral y Política), monográfico sobre Multiculturalismo, justicia y tolerancia, Madrid, nº 14, octubre, pp. 79-93. Antonia Pineda Vergara y Fernando Pedro Bruna Quintas // 8. -Giddens, Anthony (2007): “Perspectivas teóricas sobre la familia y las relaciones íntimas”, op. cit., pp. 246-256. Julio Monteagudo Diz // 9. -Ferreira, Virginia (1996), “Mujer y trabajo. La división sexual del trabajo en el análisis sociológico: de natural a socialmente construida”, en María Antonia García de León, Félix Ortega y María Luisa García de Cortázar, (comps.), Sociología de las mujeres españolas, Madrid: Ed. Complutense, pp. 93-119. (Selección: pp. 93-111). Antonio Jesús Acevedo Blanco // 10. -Brullet, Cristina (2004): “La maternidad en occidente y sus condiciones de posibilidad en el siglo XXI”, en Ángeles de la Concha y Raquel Osborne (Eds.): Las mujeres y los niños primero (Discursos de la maternidad). Barcelona, Madrid: Icaria y UNED, pp. 201-228. (Selección: pp.213-228). Antonia Florentina López Caballero // 11. -Osborne, Raquel (2005): “Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad”, Política y Sociedad, vol. 42, nº2, 2005, pp. 163-180. María Aurora Sieiro López // 12. -Torres San Miguel, Laura y Antón Fernández, Eva (2005), Violencia de género, Caja España, Obra Social, Colección: Cartilla de Divulgación (Lo que usted debe saber sobre). (Selección: pp. 18-33). Daniela Isabel Lili Pedraza y Mónica Pedraza Darias // 13. -Osborne, Raquel (2009): Cap. 2, “Malos tratos: un problema estructural”, en Osborne, Raquel: Apuntes sobre violencia de género. Barcelona: Bellaterra Edicions, Serie General Universitaria, pp. 83-136.  Mónica Pedraza Darias Tomás Javier Prieto González // 14. -Platero, Raquel (Lucas) (2013): "Introducción. La interseccionalidad como herramienta de estudio de la sexualidad", en Platero, Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada. Barcelona: Bellaterra, pp. 15-72. (Selección: pp. 23-48). María Isabel García Duran // 15. -Büchner, J. "Notas para la ponencia “Género y globalización" (versión 2004): 20 pp. Cristina Martínez Blanco

1.     La división sexual del trajo en la familia  en el mercado de trabajo.

Punto de partida de estas teorías es considerar en conjunto la división sexual en ambas esferas del trabajo (mercantil y no mercantil) y considerar globalmente lo doméstico y lo productivo, lo privado  lo público. Establecen una ruptura epistemológica a través de la concepción del capitalismo y del patriarcado como sistemas autónomos de opresión  explotación que se refuerzan mutuamente.

1.1. Teorías de sistemas duales.

Hipótesis de que la dominación de las mujeres y la opresión de clase están esencialmente separadas y pertenecen a esferas diferentes: la dominación de las mujeres pertenece a la esfera privada  opera a través del patriarcado; la opresión de clase pertenece a la esfera pública y opera a través del capitalismo.

·       Christine Delphy (1970), existen dos modos de producción diferentes el capitalista y el doméstico; la mujeres son explotadas por los hombres en el seno del modo de producción doméstico. La relevancia de la teoría de Delphy radicó en la relevancia económica concedida a la producción doméstica de las mujeres y contribuyó para que les fuese reconocido a las actividades domésticas de las mujeres el estatuto de trabajo, además redescubre la familia como unidad económica. El inconveniente es que presupone que todas las mujeres son domésticas y hace imposible pensar globalmente en una sociedad, pues coloca a hombres y mujeres viviendo en esferas separadas.
·       Heidi Hartmann (1975), acera las corrientes feministas al marxismo. Crítica las teorías del dualismo del mercado de trabajo  las teorías marxistas porque prestan poca atención a la segregación del empleo en función del sexo. Es el patriarcado lo que produce y reproduce esta segregación, pues a través de las prácticas obstaculizadores de acceso de las mujeres a la formación profesional  a los sindicatos, los hombres mantiene el control sobre las organizaciones. El control patriarcal de las oportunidades e empleo y los bajos salarios femeninos empujan a las mujeres al matrimonio, hacia la esfera doméstica y la dependencia de los hombres. Se da una continua interacción de sistemas interrelacionados, el capitalismo y el patriarcado. El capitalismo produce los puestos  el patriarcado produce a las personas que ocuparan esos puestos.
·       Sylvia Walby (1986; 1988) el patriarcado para esta autora es un modo de producción doméstico  un sistema interrelaciona de estructuras sociales diversas a través de las cuales los hombres explotan a las mujeres. Identifica las siguientes estructuras autónomas del  patriarcado: el trabajo doméstico, el trabajo remunerado, el estado, la cultura, la violencia masculina y la sexualidad. Walby afirma que la subordinación de las mujeres a casa es una consecuencia y no una condición de las prácticas patriarcales en el mercado de trabajo. Los principales responsables de esas prácticas de exclusión son los sindicatos en complicidad con el Estado. Críticas; nivel demasiado economicista no tiene en cuenta las prácticas sociales de los individuos concretos, pierde de vista la influencia de las ideologías.

Críticas a estas teorías;

  1. Presuponer que el capitalismo produce puestos vacíos, que serán posteriormente ocupados por personas con determinadas características les lleva a considerar el sexo como una variable intrínseca.
  2. Teorías incluidas en un conjunto de teorías denominadas categoriales, caracterizadas por tomas a los hombres y a las mujeres como categorías sociales homogéneas.



1.2. Las teorías de las relaciones sociales de sexo. 

El concepto de transversalidad de las relaciones sociales de sexo ocupa un lugar central en las teorías de las relaciones sociales de sexo, se destacan a través de este concepto el lugar central del papel de las relaciones sociales de sexo en todas las esferas de la vida social: económica, política, simbólica.

Para ello se parte de la idea de que tanto mujeres como hombres están simultáneamente en las dos esferas, la productiva  la reproductiva, en las estructuras económicas y en las familiares. En el estudio de cualquier fenómeno se debe analizar conjuntamente los procesos de producción y de reproducción, la fábrica y la casa.

Se concibe igualmente las relacione sociales de sexo como relación social que puede revestirse de varias modalidades concretas: de antagonismo, de contradicción, de complementariedad, de paradoja; actuando tanto separadamente como en simultáneo, dependiendo del campo social en consideración. Definidas las elaciones sociales de sexo como complementarias, antagónicas y conflictuales, actúan en varias esferas, de producción y de reproducción,  en varios registros, materiales y simbólicos.

Pese a que se le acusa a esta perspectiva de conservar un carácter estático, o sea, de explicar el estado actual de las cosas;  en estas teorías se contribuye al reconocimiento de la necesidad de analizar conjuntamente ambas esferas, la de la familia y la del empleo, conjugando una sociología estructural con otra estratégica de los agentes que confiere un lugar central a las representaciones sociales, a lo simbólico y a la subjetividad individual en la reproducción de las relaciones sociales de sexo. 

Finalmente se desdibuja la referencia a la especificidad femenina, hombres  mujeres son ambos sujetos/objetos sexuados.

2.     La identidad como concepto de ligazón entre estructuras sociales y acción social.

El objetivo es incorporar las relaciones sociales de sexo como una dimensión del trabajo, reflejadas en la segregación sexual de las ocupaciones. Las posiciones de hombres y mujeres en el empleo son construidas a través del discurso y de la acción de instituciones, como el Estado y el mercado de trabajo, y de que las identidades subjetivas masculinas y femeninas están también constituidas en los contextos de trabajo. Así, el análisis sociológico ha venido a mostrar que la división sexual del trabajo sigue modelos diferenciados según las sociedades, desafiando, de este modo, a concepciones naturalistas y a argumentos economicistas.
La desnaturalización (disociación de los rasgos biológicos) y la desfucionalización (disociación de las necesidades de la familia o del capitalismo) de la división sexual del trabajo nos llevan a una definición que tenga en cuenta que los términos en que el mundo es  comprendido por las personas son objetos sociales, productos de la interacción social históricamente situada.

Estas contribuciones están ligadas a dos cuestiones fundamentales:

a)     Una definición de género sexual desnaturalizada; (definición constructivista de género sexual) Georg H. Mead. Concepto de self. así el género sexual no es algo que se posea, sino algo que se hace en la interacción cotidiana, como una parte de un proceso continuo de construcción social a través del cual la sociedad y los sujetos se constituyen, muchas veces, de forma paradójica. En este sentido Scott (1986) define el género sexual como un proceso de constitución de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas ente los sexos. La diferencia entre mujeres y hombres es constante, ahora bien la amplitud de esa diferencia y los aspectos particulares en que se manifiesta es algo sometido a variaciones regionales e históricas.

b)     Una concepción de identidad personal y social no esencialista y desfuncionalizada; para una concepción constructivista de identidad. Al enfrentarse con la realidad objetiva, los sujetos sociales recurren a una construcción subjetiva a partir de la cual interpretan  moldean el mundo en los términos de lo que valoran en sí mismos. Esa fuente de sentido necesaria para la estabilidad personal y para la comprensión del mundo es la identidad. Lleva implícitos conceptos de self y de autoestima y comprende valores actitudes, creencias y la personalidad y los rasgos asociados a ésta.

Introducida la dimensión sexual de la identidad podemos aplicar el mismo razonamiento a las mujeres, inmersas en una sociedad dominada por valores como la autonomía  una ética de derechos, mientras que las exigencias sociales que se les hacen están más cerca de valores como la solidaridad y una ética de cuidados.

La centralidad de las relaciones de sexo en las organizaciones está cada vez más reconocida, principalmente por los estudios etnográficos. Estos estudios han demostrado que las relaciones sociales de sexo tienen un papel fundamental en la determinación de las formas de autoridad y de supervisión que afectan al status, a las remuneraciones  las formas contractuales; así como a la cualificación que se le atribuye a cada tarea. Han puesto de manifiesto, además que las relaciones sociales de sexo son altamente relevantes en las interacciones vis a vis en los grupos de trabajo y afectan a la construcción social de las categorías ocupacionales y a su tipificación en términos de masculino y femenino.
Sandra Harding (1986) distingue tres niveles para la investigación:

  1. El nivel individual de la construcción d los sujetos sexuados.
  2. Nivel social de la división sexual del trabajo y de las instituciones sociales, en general;
  3. Nivel simbólico del género sexual como metáfora.

Las relaciones sociales de sexo son producidas en múltiples lugares en todas las sociedades, en las occidentales, hay que contar con los sistemas familiares y de parentesco, con la acción del Estado y con la organización de la producción.

Las identidades y las relaciones sociales de sexo son parte integrante de nuestra cultura que percibe como lo masculino se valora más que lo femenino. El poder social capacita a alguien o institución para  imponer una definición de las situaciones  para establecer los términos en que los fenómenos y los problemas deben ser planteados. Éste parece ser uno de los principales fundamentos para una división sexual del trabajo marcada por los desequilibrios y por la segregación.

lunes, 26 de mayo de 2014

Resúmenes Sociología del Género Parte 13

En la asignatura Sociología del Género del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, formamos un grupo de trabajo algunas/os compañeras/os y elaboramos los siguientes resúmenes de la bibliografía básica de la asignatura. Derechos reservados de sus autores.


1. -Ehrenreich, Barbara y English, Deirdre (1990): Cap. 1: “Introducción”, en Por su propio bien. (150 años de consejos de los expertos), Madrid: Taurus, pp. 11-41. Javier Prieto González // 2. -Durán, María Ángeles (2006): “Las fronteras sociales del siglo XXI”, en Isabel Morant (Dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid: Cátedra, Volumen IV “Del Siglo XX a los umbrales del XXI”, pp. 465-493. María Dolores Aviles y José Antonio Delgado Guanche // 3. -Giddens, Anthony (2007), “El género”, en Sociología, Madrid: Alianza Universidad, pp. 441-452. Blas García Ruíz // 4. -Marqués, Josep-Vicent (1991): Cap. 1 (extracto): “Androcentrismo, un caso particular de sociocentrismo”, en Josep-Vicent Marqués y Raquel Osborne, Sexualidad y sexismo. Primera parte: Marqués, “Varón y patriarcado”. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, pp. 23-27. Lorenzo Vellarino Cordero // 5. -Osborne, Raquel (1997): "Feminismos", Dossier Debate "La igualdad de la mujer", Temas para el Debate, octubre, nº 35, pp. 46-50. Ruth Cardedal Fernández // 6. -Giddens, Anthony (2007): “Walby: la teorización del patriarcado”, “El ´feminismo negro` y “El feminismo postmoderno”, op.cit., pp. 456-459. Javier Hermoso Ruíz // 7. -Osborne, Raquel (1996): "¿Son las mujeres una minoría"?, Isegoría (Revista de Filosofía Moral y Política), monográfico sobre Multiculturalismo, justicia y tolerancia, Madrid, nº 14, octubre, pp. 79-93. Antonia Pineda Vergara y Fernando Pedro Bruna Quintas // 8. -Giddens, Anthony (2007): “Perspectivas teóricas sobre la familia y las relaciones íntimas”, op. cit., pp. 246-256. Julio Monteagudo Diz // 9. -Ferreira, Virginia (1996), “Mujer y trabajo. La división sexual del trabajo en el análisis sociológico: de natural a socialmente construida”, en María Antonia García de León, Félix Ortega y María Luisa García de Cortázar, (comps.), Sociología de las mujeres españolas, Madrid: Ed. Complutense, pp. 93-119. (Selección: pp. 93-111). Antonio Jesús Acevedo Blanco // 10. -Brullet, Cristina (2004): “La maternidad en occidente y sus condiciones de posibilidad en el siglo XXI”, en Ángeles de la Concha y Raquel Osborne (Eds.): Las mujeres y los niños primero (Discursos de la maternidad). Barcelona, Madrid: Icaria y UNED, pp. 201-228. (Selección: pp.213-228). Antonia Florentina López Caballero // 11. -Osborne, Raquel (2005): “Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad”, Política y Sociedad, vol. 42, nº2, 2005, pp. 163-180. María Aurora Sieiro López // 12. -Torres San Miguel, Laura y Antón Fernández, Eva (2005), Violencia de género, Caja España, Obra Social, Colección: Cartilla de Divulgación (Lo que usted debe saber sobre). (Selección: pp. 18-33). Daniela Isabel Lili Pedraza y Mónica Pedraza Darias // 13. -Osborne, Raquel (2009): Cap. 2, “Malos tratos: un problema estructural”, en Osborne, Raquel: Apuntes sobre violencia de género. Barcelona: Bellaterra Edicions, Serie General Universitaria, pp. 83-136.  Mónica Pedraza Darias Tomás Javier Prieto González // 14. -Platero, Raquel (Lucas) (2013): "Introducción. La interseccionalidad como herramienta de estudio de la sexualidad", en Platero, Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada. Barcelona: Bellaterra, pp. 15-72. (Selección: pp. 23-48). María Isabel García Duran // 15. -Büchner, J. "Notas para la ponencia “Género y globalización" (versión 2004): 20 pp. Cristina Martínez Blanco

La pertenencia a un grupo social condiciona la visión de la realidad que el observador tiene respecto a los miembros de otros grupos sociales distintos al suyo. Este sesgo de la percepción se manifiesta de varias maneras. Una de las más comunes es la de atribuir al todo social las características de la parte a la que el sujeto pertenece. La pertenencia a un grupo determinado propone unas líneas de observación preferente, a la vez que oculta o dificulta otras. Por otra parte, este sesgo puede ser involuntario, pero no siempre es inocente. Las personas de posición social elevada pueden llegar literalmente a no ver entre una multitud de personas más que a las seis o siete que no son de su misma condición. La pertenencia a un grupo supone un ángulo de visión diferente y también unas pautas de percepción propias del grupo, que éste transmite a sus miembros.

Con la percepción de grupo se adquiere también un sistema de valores que se proyectan sobre lo percibido. Todo aquel y todo aquello que no es del grupo es percibido en general como no importante, no significativo o como "no normal". La expresión "no normal" es aséptica, pero la usual de "anormal" empieza a dejar de serlo. De calificar algo de "anormal" a hacerlo de "incorrecto", "malo" o "aberrante" no hay más que un paso y la adhesión a los usos y valores del grupo empuja a darlo. Todo esto es bien conocido de los estudiosos de ciencias sociales que, al menos en el terreno de las intenciones, procuran no dejarse limitar o distorsionar por el grupo o grupos al que pertenecen, ni juzgar otros grupos según los valores del propio. En antropología, el término etnocentrismo designa precisamente la deformación consistente en ver o juzgar las prácticas y valores de una sociedad o una cultura ajena a través del prisma de las prácticas y valores de aquella a la que pertenece el observador. Un término más general, el de sociocentrismo, sirve para designar toda deformación de este tipo y no sólo la que se produce al examinar culturas o sociedades globales diferentes de la propia. Una óptica de clase o el conjunto de lo que suelen llamarse deformaciones profesionales serían, junto al etnocentrismo, casos particulares de sociocentrismo.

Al percibir unas cosas y dejar de percibir otras, y al tender a juzgar las prácticas de personas de otros grupos o a los grupos mismos, los sujetos defienden consciente o inconscientemente los intereses del grupo. En cualquier sociedad que asigne en mayor o menor grado papeles diferentes a varones y mujeres (lo que incluye procesos de socialización diferentes) los varones constituyen un grupo social diferenciado, por lo que la pertenencia al colectivo masculino supone la posibilidad de percibir y juzgar la realidad con un sistema de deformaciones propio del grupo. No debería, pues, ser difícil admitir que los varones, salvo muy cuidadosa vigilancia, tienden a un particular sociocen-trismo. Este hecho es, sin embargo, negado no sólo por la generalidad de los varones sino también por la inmensa mayoría de los varones estudiosos de las ciencias sociales. Más aún, no son pocos los varones que aún creen que la condición o circunstancia de ser varón facilita una percepción más ajustada de la realidad. Quizás esta creencia no se manifieste con radicalidad entre los científicos sociales de sexo masculino, pero la mayoría parece pensar que el oficio de científico inmuniza contra los errores propios de la pertenencia a un grupo. Es así como el discurso científico aparece lleno de distorsiones, de observaciones y lecturas realizadas desde ángulos de visión e intereses masculinos que sólo podrían evitarse si se partiese precisamente del reconocimiento de su posibilidad.

Llamamos androcentrismo a ese tipo peculiar de error en el discurso, popular o científico, producido por la pertenencia acrítica de sus productores al colectivo masculino. Si por una parte no se trata más que de un ejemplo de deformación de perspectiva, como pueda serlo una óptica de clase alta, por otra reviste como peculiaridad una gravedad específica, dado que la pretensión masculina de construir el todo social es probablemente mayor que la de otros grupos sociales parciales.

En vano buscarán los lectores el epígrafe "hombres" o "varones" en los tratados de sociología. Un estudio sobre algunos de ellos arroja el siguiente resultado:

  1. El varón globalmente considerado no es objeto de un análisis social. Parece darse por sentado que su peculiaridad, caso de existir, sería puramente biológica y no social.
  2. Se habla de la mujer, aunque sólo puntualmente o a modo de breve apéndice sobre los cambios acaecidos en su condición.
  3. No hay un tratamiento global de un fenómeno como la división social de los sexos, que sin embargo, recorre toda la fenomenología social.
  4. Aparecen sólo alusiones al varón o a la relación entre los sexos y no en todos los autores:

  • como incidente en la exposición del proceso de socialización.
  • como elemento secundario en la exposición de la evolución de la familia.


Si la sociología, abrumadoramente inaugurada por científicos varones, ha venido desentendiéndose del estudio del varón como construcción social y de los varones como grupo o agente social colectivo, cuando era la ciencia más obligada a abordar estas cuestiones, debe ser porque participaba acríticamente de la confusión entre varón y miembro pleno o global de la especie humana. La naturalidad o normalidad sería tal que el varón no necesitaría ser descrito ni explicado. si acaso debería serlo la mujer, reducida a pura peculiaridad, así como el varón resultaba confundido y disuelto en la misma especie humana. Este mecanismo inconsciente, por el que el varón a un tiempo ocupa la totalidad del discurso y desaparece, se manifiesta en buena parte de la literatura sociológica, que cuando habla sobre las mujeres lo hace como si constituyesen numéricamente, pese a ser mayoritarias, una minoría relativamente reducida.

El rasgo principal del androcentrismo sería precisamente la sistemática resistencia a analizar la peculiaridad masculina, a la vez que se habla del ser humano en general atribuyéndole las características de los varones.

Entendemos que sólo puede hablarse de la sexualidad masculina, más allá de las obvias observaciones biológicas, si se acomete, aunque sólo sea ligeramente, el trabajo de indagar cómo se construye socialmente el varón, cómo se llega al personaje social varón desde el sujeto humano de sexo masculino, y cómo se produce ello dentro de un determinado sistema de reparto desigual de poder entre varones y mujeres.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Resúmenes Sociología del Género Parte 10

En la asignatura Sociología del Género del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, formamos un grupo de trabajo algunas/os compañeras/os y elaboramos los siguientes resúmenes de la bibliografía básica de la asignatura. Derechos reservados de sus autores.


1. -Ehrenreich, Barbara y English, Deirdre (1990): Cap. 1: “Introducción”, en Por su propio bien. (150 años de consejos de los expertos), Madrid: Taurus, pp. 11-41. Javier Prieto González // 2. -Durán, María Ángeles (2006): “Las fronteras sociales del siglo XXI”, en Isabel Morant (Dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid: Cátedra, Volumen IV “Del Siglo XX a los umbrales del XXI”, pp. 465-493. María Dolores Aviles y José Antonio Delgado Guanche // 3. -Giddens, Anthony (2007), “El género”, en Sociología, Madrid: Alianza Universidad, pp. 441-452. Blas García Ruíz // 4. -Marqués, Josep-Vicent (1991): Cap. 1 (extracto): “Androcentrismo, un caso particular de sociocentrismo”, en Josep-Vicent Marqués y Raquel Osborne, Sexualidad y sexismo. Primera parte: Marqués, “Varón y patriarcado”. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, pp. 23-27. Lorenzo Vellarino Cordero // 5. -Osborne, Raquel (1997): "Feminismos", Dossier Debate "La igualdad de la mujer", Temas para el Debate, octubre, nº 35, pp. 46-50. Ruth Cardedal Fernández // 6. -Giddens, Anthony (2007): “Walby: la teorización del patriarcado”, “El ´feminismo negro` y “El feminismo postmoderno”, op.cit., pp. 456-459. Javier Hermoso Ruíz // 7. -Osborne, Raquel (1996): "¿Son las mujeres una minoría"?, Isegoría (Revista de Filosofía Moral y Política), monográfico sobre Multiculturalismo, justicia y tolerancia, Madrid, nº 14, octubre, pp. 79-93. Antonia Pineda Vergara y Fernando Pedro Bruna Quintas // 8. -Giddens, Anthony (2007): “Perspectivas teóricas sobre la familia y las relaciones íntimas”, op. cit., pp. 246-256. Julio Monteagudo Diz // 9. -Ferreira, Virginia (1996), “Mujer y trabajo. La división sexual del trabajo en el análisis sociológico: de natural a socialmente construida”, en María Antonia García de León, Félix Ortega y María Luisa García de Cortázar, (comps.), Sociología de las mujeres españolas, Madrid: Ed. Complutense, pp. 93-119. (Selección: pp. 93-111). Antonio Jesús Acevedo Blanco // 10. -Brullet, Cristina (2004): “La maternidad en occidente y sus condiciones de posibilidad en el siglo XXI”, en Ángeles de la Concha y Raquel Osborne (Eds.): Las mujeres y los niños primero (Discursos de la maternidad). Barcelona, Madrid: Icaria y UNED, pp. 201-228. (Selección: pp.213-228). Antonia Florentina López Caballero // 11. -Osborne, Raquel (2005): “Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad”, Política y Sociedad, vol. 42, nº2, 2005, pp. 163-180. María Aurora Sieiro López // 12. -Torres San Miguel, Laura y Antón Fernández, Eva (2005), Violencia de género, Caja España, Obra Social, Colección: Cartilla de Divulgación (Lo que usted debe saber sobre). (Selección: pp. 18-33). Daniela Isabel Lili Pedraza y Mónica Pedraza Darias // 13. -Osborne, Raquel (2009): Cap. 2, “Malos tratos: un problema estructural”, en Osborne, Raquel: Apuntes sobre violencia de género. Barcelona: Bellaterra Edicions, Serie General Universitaria, pp. 83-136.  Mónica Pedraza Darias Tomás Javier Prieto González // 14. -Platero, Raquel (Lucas) (2013): "Introducción. La interseccionalidad como herramienta de estudio de la sexualidad", en Platero, Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada. Barcelona: Bellaterra, pp. 15-72. (Selección: pp. 23-48). María Isabel García Duran // 15. -Büchner, J. "Notas para la ponencia “Género y globalización" (versión 2004): 20 pp. Cristina Martínez Blanco

El género

Veremos el origen de las diferencias entre hombres y mujeres. En primer lugar estableceremos la distinción entre sexo y género. Los sociólogos utilizan el término sexo para referirse a las diferencias anatómicas y fisiológicas que definen el cuerpo del varón y el de la mujer, y el género para indicar las diferencias psicológicas, sociales y culturales que existen entre hombre y mujer. El género tiene que ver con los conceptos de masculinidad y feminidad construidos socialmente. La distinción entre sexo y género es fundamental, ya que hay muchas diferencias entre hombres y mujeres que no tienen un origen biológico.
Las interpretaciones sociológicas dadas a las diferencias y desigualdades de género han adoptado posiciones contrapuestas sobre este asunto del sexo y el género. Exploraremos tres grandes enfoques al respecto. En primer lugar, nos centraremos en los argumentos que señalan la existencia de una base biológica para las diferencias de conducta entre hombres y mujeres. En segundo lugar se centrará la atención en las teorías que otorgan una importancia clave a la socialización y el aprendizaje de los roles de género. Finalmente, abordaremos las ideas de los estudiosos que creen que ni el género ni el sexo tienen un fundamento biológico, sino que son una construcción enteramente social.

El género y la biología: ¿diferencias naturales?

¿Hasta qué punto las diferencias en el comportamiento de mujeres y hombres se deben a diferencias biológicas? Algunos autores sostienen que hay ciertos aspectos biológicos humanos que son responsables de las innatas diferencias de comportamiento que hay entre mujeres y hombres. Afirman que estas pueden apreciarse en todas las culturas.
Muchos investigadores, no convencidos de ese argumento, afirman que el grado de agresividad de los varones varía considerablemente de una cultura a otra, al igual que el nivel de pasividad y dulzura que se espera de las mujeres. Las teorías de la “diferencia natural” suelen basarse en datos del comportamiento animal, señalan los críticos, y no en evidencias del comportamiento humano antropológicas o históricas, que suelen presentar variaciones según la época y el lugar. Añaden que  el hecho de que un rasgo sea más o menos universal no implica que su origen sea biológico; pueden existir factores culturales generales que lo produzcan.

Aunque la hipótesis de que los factores biológicos determinen las pautas de conducta en hombres y mujeres no pueda rechazarse de plano, un siglo de investigaciones sobre los orígenes fisiológicos de esa influencia no ha logrado demostrarla.

La socialización de género

Otra de las vías para comprender los orígenes de las diferencias en razón del género es el estudio de la socialización de género, el aprendizaje de unos determinados roles con la ayuda de agentes sociales como la familia y los medios de comunicación. Este enfoque establece una distinción entre sexo biológico y género social: un bebé nace con el primero y desarrolla el segundo. A través del contacto con diversos agentes de socialización. Las diferencias de género se producen culturalmente. Las desigualdades de género aparecen porque los hombres y las mujeres son socializados en roles diferentes.

Las teorías de la socialización del género las han propiciado los funcionalistas, para quienes los chicos y las chicas aprenden “roles sexuales” y las identidades masculinas y femenina que les acompañan. En este proceso se ven guiados por sanciones positivas y negativas, que recompensan o restringen los comportamientos. Según esta perspectiva funcionalista, los agentes de socialización contribuyen al mantenimiento del orden social, ocupándose de que la socialización de género de las nuevas generaciones se desarrolle con tranquilidad.

Esta rígida interpretación ha sido criticada desde diversos frentes. Muchos autores afirman que la socialización de género no es un proceso intrínsecamente suave; diferentes agentes, como la familia, la escuela o los grupos de compañeros, pueden estar enfrentados. Además, las teorías de la socialización hacen caso omiso de la capacidad que tienen los individuos para rechazar, o modificar, las expectativas sociales que rodean a los roles sexuales.

Es importante recordar que los seres humanos no son sujetos pasivos, tal como algunos sociólogos han sugerido. Las personas son agentes activos que crean y modifican los roles por sí mismos. Las identidades de género son el resultado de las influencias sociales.

Las influencias sociales que recibe la identidad de género fluyen a través de muchos canales diferentes; incluso a los padres les resulta difícil combatir las pautas de aprendizaje del género existentes.

Está claro que la socialización de género es muy poderosa y que ponerla en tela de juicio puede resultar perturbador. Una vez que se asigna un género, la sociedad espera que los individuos actúen como “mujeres” o como “hombres”.

La construcción social del género y el sexo

En los últimos años las teorías sobre la socialización y el rol de género se han visto criticadas por un número creciente de sociólogos. Consideran el sexo y el género productos construidos socialmente. No sólo el género es una creación meramente social que carece de una esencia fija, sino que el propio cuerpo humano está sometido a fuerzas sociales que lo configuran y alteran de diversas maneras. Los individuos pueden optar por construir y reconstruir sus cuerpos como gusten, dentro de determinados contextos sociales.
Según esta perspectiva, los autores que se centran en los roles de género aceptan que las diferencias de género tienen una base biológica. En contraste con esto, los teóricos que creen en la construcción social del sexo y del género rechazan que las diferencias de género puedan tener base biológica alguna.

sábado, 12 de abril de 2014

Abanderado/a del tercer sexo


Artículo de David Jiménez publicado en El Mundo el 2 de abril de 2014
Abanderado/a del tercer sexo
Norrie May-Welby se encontró durante años formularios que le pedían que definiera su sexo en una casilla. ¿Hombre o mujer? Siempre optó por dejar el espacio en blanco y en 2010 se decidió llevar a los tribunales su derecho a hacerlo. Cuatro años después, su victoria en el Tribunal Superior de Australia le convierte en el primer ciudadano del país cuyo género es neutro. "La ley reconoce que una persona puede no ser hombre ni mujer y permite el registro del sexo de una persona como 'no definido'", dice la sentencia.
Atrás queda una larga batalla primero por encontrar identidad y después por defenderla ante la justicia. May-Welby nació varón y durante años persiguió su sueño de convertirse en mujer. Tras someterse a una operación de cambio de sexo a los 28 años, descubrió que tampoco era lo que quería. "Los conceptos de mujer y hombre simplemente no se adaptan a mí persona", ha dicho. "La mejor solución es no tener ninguna identificación sexual".
La máxima instancia judicial de Australia le ha dado la razón al desestimar la apelación de la oficina de Registros de Nacimientos, Muertes y Matrimonios de Nueva Gales del Sur, que exigía que optara por uno de los dos géneros alegando que la legislación lo exigía. Una de las claves durante el juicio han sido los testimonios de los médicos que han examinado a May-Welby, determinando que no tiene genitales masculinos o femeninos, sus hormonas no están claramente definidas y psicológicamente tampoco encaja en ninguno de los dos sexos.
Norrie May-Welby gritó de alegría al conocer la sentencia y a la salida de la corte dijo que no se trataba de una victoria personal, sino de toda la comunidad transexual. "¿Por qué debería la gente ser marginada por no ser mujer ni hombre? Debemos ser reconocidos como lo que somos y ser aceptados por la sociedad con los mismos derechos", aseguró.

"Mis padres tenían miedo de que fuera homosexual: me retiraron su cariño"
1961: Nace varón en Escocia y se muda con sus padres a Australia, donde obtiene la nacionalidad. 1968: Con siete años muestra su voluntad de ser niña. 1989: Se somete a una operación para ser mujer y se da cuenta de que tampoco es su género. 2010: Primera sentencia que define su sexo como neutro. 2014: El Supremo confirma el fallo.

Artículo de David Jiménez publicado en El Mundo el 2 de abril de 2014

viernes, 4 de abril de 2014

Resúmenes Teoría Sociológica III: Contemporánea Parte 19

En la asignatura Teoría Sociológica III: Contemporánea del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, elaboré los siguientes resúmenes del libro Teoría sociológica moderna de George Ritzer. MacGraw-Hill 2010, que forma parte de la bibliografía obligatoria de la asignatura.


Teorías del intercambio, de redes y de la elección racional. Teoría del intercambio y conductismo sociológico. Teoría de redes. Teoría de la elección racional. Capítulo 8 (335-378) Tomás Javier Prieto González // Estructuralismo, postestructuralismo y surgimiento de la teoría social posmoderna. Estructuralismo. Postestructuralismo: las ideas de Michel Foucault. Teoría social posmoderna. Capítulo 13 (559-600) Tomás Javier Prieto González // La metateorización sociológica. La metateorización en sociología. La sociología una ciencia multiparadigmática. Hacia un paradigma sociológico más integrado. Apéndice (601-618) Tomás Javier Prieto González

Las ideas de Michel Focault

El pensador más importante asociado al posestructuralismo es Michel Focault. La perspectiva de Focault y en general el posestruturalismo muestra diversas influencias teóricas. Focault no adopta simplemente las ideas de otros, sino que las transforma a medida que las integra en su orientación teórica excepcional. Así, la teoría de Weber de la racionalización constituye una influencia, pero para Focault se encuentra sólo en ciertos “lugares clave” y no constituye una “jaula de hierro”, pues simplemente hay resistencia. Pueden identificarse ideas marxianas, pero sin la limitación de la economía. Le preocupa más la “micropolítica del poder”. Practica la hermenéutica. Focault no cree en la verdad profunda y última; hay siempre más capas de retirar. Se percibe en su obra una influencia fenomenológica, pero Focault rechaza la idea de un sujeto autónomo y dador de significado. Hay también un elemento del estructuralismo, pero no encontramos ningún modelo formativo formal que gobierne la conducta. Focault adopta el interés de Nietzsche por la relación entre el poder y el conocimiento, pero analiza ese vínculo desde una prespectiva más sociológica que Nietzsche.

La obra de Focault es claramente posestrcuturalista. Podemos identificar dos ideas en el núcleo de la metodología de Focault: la “arqueología del saber” y la “genealogía del poder”, las dos coexisten y se apoyan mutuamente en su obra.

Sheridad mantiene que la arqueología del saber de Focault implica la búsqueda de “un conjunto de reglas de formación que determina las condiciones de posibilidad de todo lo que se dice dentro de un discurso particular y en cualquier momento dado”. La arqueología es la búsqueda de “un sistema general de la formación y la transformación de enunciados (en formaciones discursivas)” En el análisis de esos documentos, Focault no busca “comprenderlos”, “organiza el documento, lo divide, lo distribute, lo ordena, y lo dispone en niveles, series establecidad, distinciones entre lo que es relevante y lo que no lo es, descubre elementos, define unidades y describe relaciones”. Focault descarta también la búsqueda de lo sorígenes; son los documentos en sí lo importante y no su momento de origen.

Esta preocupación le orienta hacia el estudio de discursos que guardan relación con la formación de ciencias humanas como la psicología. La arqueología es capaz de distanciarse y desligarse de “las normas y los criterios de validez establecidos en las ciencias y las disciplinas a favor de la inteligibilidad interna de los conjuntos así situados, de sus condiciones de surgimiento, de su existencia y transformación”.

La preocupación de “decir la verdad” guarda relación directa con la genealogía del poder de Focault; el saber y el poder están intrísecamente entrelazados. La genealogía es un tipo muy característico de historia intelectual. La genealogía está reñida con otros tipos de estudios históricos que atribuyen centralidad a esas leyes o necesidades. La genealogía es intrísicamente crítica e implica una “interrogación constante de lo que suùestamente es dado, necesario, natural o neutral”.

La genealogía se ocupa de la relación entre el saber y el poder en las ciencias humanas y sus prácticas relacionadas con la regulación de los cuerpos, el gobierno de la conducta y la formación del yo. La arqueología realiza tareas necesarias para hacer la genealogía. La arqueología implica análisis epíricos de los discursos históricos mientras la genealogía emprende un análisis crítico y seriado de esos discursos históricos y su relación con asuntos de interés en el mundo contemporáneo.

La genealogía debe ser una “historia” del presente. Focault busca iluminar el presente utilizando “recursos históricos para reflejar la contingencia, la singularidad, las interconexiones y las potencialidades de las diversas trayectorias de los elementos que constituyen las disposiciones sociales presentes como experiencias”. Focault se orienta al uso crítico de la historia para hacer inteligibles las posibilidades presentes.

En su genealogía del poder, a Focault le preocupa el modo en que las personas se gobiernan a sí mismas y gobiernan a otras mediante la producción de conocimiento. Cree que el conocimiento genera poder al convertir a las personas en sujetos y al gobernarlos mediante el uso del conocimiento. Focault se interesa por las técnicas, las tecnologías que se derivan del conocimeinto y por el modo en que las utilizan diversas instituciones a fin de ejercer poder sobre las personas. Si Focault no identifica una conpiración entre los miembros de la elite de la sociedad. Focault cree que el conocimiento-poder siempre genera oposición; siempre hay resistencia contra él. Lo que le interesa fundamentalmente es el mundo moderno: “escribo la historia del presente”.

En Historia de la locura en la época clásica, Focault practica una arqueología del saber, en particular de la psiquiatría. Comienza en el Renacimiento, cuando la locura y la razón mo estaban separadas. Pero en la época clásica se estableció una distancia entre ellas, y la razón llegó a vencer a la locura. Focault describe “la ruptura del diálogo” entre la razón y la locura.

La psicología científica del siglo XIX surgió finalmente de la separación entre el demente y el sano que se produjo en el siglo XVIII. Al principio era la medicina la que se encargaba del tratamiento físico y moral del demente, pero, más tarde, la medicina psicológica científica asumió esaa tarea. Para Focault, la psicología y la psiquiataría constituyen una empresa moral, no un esfuerzo científico, que va contra los dementes, que son cada vez menos capaces de protegerse de esa “ayuda”: los dementes están condenados por el llamado avance científico a un “gigantesco encarcelamiento moral”.

Focault rechaza aquí la idea de que en el transcurso del tiempo hemos realizado avances científicos, médicos y humanitarios en el tratamiento de la locura. Lo que percibía era un incremento en la capacidad del sano y de sus agentes para oprimir y reprimir a los locos, a quienes se les tratana igual que a los sanos en el siglo XVI. Ahora estos agentes externos juzgan menos a los locos. Focault estudia las raíces de las ciencias humanas en la distinción entre el demente y el sano y en el ejerciicio del control moral sobre el demente. Esta idea forma parte de su tesis más general sobre el papel de las ciencias humanas en el control moral de las personas.

Focault apunta que la locura ocurre en dos niveles, en el nivel más profundo la locura cobstituye una forma de discurso. El lenguaje del delirio es la verdad última de la locura. Focault sigue utilizando un método estructuralista en El nacimiento de la clínica, donde se centra en el discurso médico y su estructura fundamental. En la Historia de la locura en la época clásica, la medicina es una importante precursora de las ciencias humanas, y en El nacimiento de la clínica esta cuestión adquiere aún más importancia.

La clave es el desarrollo de la clínica, donde los pacientes podían ser observados en camas. Aquí Focault utiliza un término clave, la mirada, una mirada que representa el conocimiento. El conocimiento se derivó de lo que los médicos veían, no de lo que leían en los libros. Como estructuralista, Focault creía que la mirada era un tipo de lenguaje, un lenguaje sin palabras, y lo que le interesaba era la estructura profunda de ese “lenguaje”. La capacidad de ver y tocar (especialmente en las autopsias) a personas enfermas (o muertas) supuso un cambio crucial y una fuente importante de conocimiento. Lo doctores ya no jugaban a lo mismo; se trataba de un juego diferente con reglas diferentes. El juego consistía en que las personas (los pacientes) se habían convertido en objeto de conocimiento y de la práctica científica. Lo que cambió fue la naturaleza del discurso, los nombres de las enfermedades, las clasificaciones, el campo de los objetos.

Una vez más la medicina adopta a los ojos de Focault el papel de precursora de las ciencias humanas. Para Focault el cambio clave consiste en que el individuo se convierte en sujeto y objeto de su propio conocimiento, y el cambio en la medicina no es otro que unos “de los testimonios más visibles de estos cambios en las estructuras fundamentales de la experiencia”.

En Vigilar y castigar Focault se ocupa más del tema de la genealogía del poder que del estructuralismo, del discurso, etc. El periodo que media entre 1757 y la década de 1830, durante el cual se sustituyó la tortura de los prisioneros por el control mediante normas carcelarias. Focault percibe este cambio como producto de un desarrollo irregular, no de una evolución racional. La realidad fue que el castigo se racionalizó y llegó a ser más eficaz con los prisioneros. El vínculo entre en conocimiento y el poder se manifestaba claramente en la tortura y, con el desarrollo de normas, ese vínculo se oscureció. El nuevo sistema de reglas era “más regular, más eficaz, más constante, y sus efectos eran más concretos; en suma, ese cambio aumentó los efectos del castigo y disminuyó sus costes económicos”. A diferencia de la tortura, esta nueva tecnología del poder de castigar se producía al comienzo del proceso de desviación, afectaba a más gente, era más burocrática, más eficaz, más impersonal, más invariable, más sobria, e implicaba la vigilancia no sólo de los criminales, sino también de todas la sociedad.

Una tecnología del poder disciplinario, estaba basada en el modelo militar. Implicaba un sistema de micro poderes. Focault describe una “microfísica del poder” con “innumerables puntos de enfretamiento” y resistencia. Identifica tres instrumentos del poder disciplinario:

1.    La vigilancia jerárquica, o la capacidad de los funcionarios de vigilar todo lo que está bajo su control con una simple mirada.
2.    Es la capacidad de imponer sanciones normalizadoras y castigar a los que violan las normas. De este modo, alguien podría ser juzgado negativamente y castigado por cuestiones relativas al tiempo y a la conducta.
3.    Es el uso del examen para observar a los sujetos e imponer sanciones normalizadoras sobre las personas. El tercer instrumento del poder disciplinario implica los otros dos.

Focault cree que la disciplina funciona bien dentro de las fábricas industriales y del ejército, No obstante, Focault nos transmite su temor a la extensión de esa disciplina, especialmente dentro de la red policial estatal para la que toda la sociedad constituye un campo de percepción y un objeto de disciplina. Focault ve el desarrollo de un sistema carcelario en el que la disciplina se traslada “desde la institución penal al conjunto del cuerpo social”.

La transición de la tortura a las normar carcelarias constituye un cambio del castigo corporal al castigo del alma o la voluntad. Este cambio entraña consideraciones sobre la moralidad y la normalidad. En el nuevo modo de subordinación las personas se definen como el objeto del conocimiento, del discurso científico. La cuestión clave es que las ciencias humanas modernas encuentran sus raíces aquí.

En Vigilar y castigar Focault se ientersa por el modo en que el conocimiento crea las tecnologías que ejercen el poder. El Panóptico constituye una estructura que permite a los funcionarios una observación completa de los criminales. El Panóptico constituye una enorme fuente de poder para los funcionario de prisiones, ya que les da la posibilidad de una vigilancia completa. Su poder es enorme porque los prisioneros llegan a controlarse a sí mismos; dejan de hacer varias cosas por temor a ser vistos por los guardias. El Panóptico es una tipo de laboratorio que facilita la recogida de información sobre las personas. Representa el precursor del laboratorio socio-científico y de otras técnicas de las ciencias sociales para reunir información sobre las personas. Focault cree que el Panóptico es la base de “un tipo de sociedad”.

En la Historia de la sexualidad Focault vuelve a centrase en la genealogía del poder. Para Focault la sexualidad es un “punto de transferencia especialmente denso para las relaciones de poder”. Examina el modo en que el sexo se introduce en el discurso y el modo en que el poder impregna ese discurso. Focault cree que la época victoriana condujo a una explosción de los discursos de la sexualidad. Focault sitúa en las escuelas el lugar donde la represión de la sexualidad actúa.

Focault identifica en las preocupaciones de la medicina más moraloidad que ciencia. Focault critca con dureza la medicina, ya que cree que el objeto de su discurso no es establecer la verdad, sino evitar su emergencia. En la moralidad de la sexualidad se encuentra implicada también la religión, especialmente el cristianismo occidental, la confesión y su necesidad de que el sujeto diga la verdad sobre la sexualidad.

Las preguntas formuladas acerca de quiénes somos han contenido cada vez más la cuestión del sexo. Focault lo resume: “el sexo lo explica todo”.

Focault afirma que el estudio científico del sexo debe centarse en la relación entre el sexo y el poder. El poder reside en una variedad de microlugares. El poder y la resistencia al poder están en todas partes.

Antes del siglo XVIII la sociedad se esforzaba por ejercer control sobre la muerte, pero a principios de ese siglo se comenzó a controlar la vida, especialmente el sexo. El poder sobre la vida (y el sexo) adoptó dos formas:

1.    Se encarnó en la “anatomía política del cuerpo humano”, cuya meta era disciplinar el cuerpo humano (y su sexualidad)
2.    En la biopolítica de la población cuyo objetivo era controlar y regular el crecimiento, la salud, la esperanza de vida etc…, de la población.

(Ver reseña biográfica de Focault en páginas 576-577)

El sexo era central en mabos casos. En el occidente moderno, el sexo ha adquirido mayor importancia que el alma y es caso tan importante como la vida. A través del conocimiento de la sexualidad, la sociedad ejerce más poder sobre la vida. Pero a pesar de este aumento de control, Focault no pierde la esperanza de la emancipación.

Dean afirma que Focault cambió de orientación dese la micropolítica del poder hacia una preocupación por las gubernamentalidades o “procesos heterogéneos no subjetivos…”. Focault no se centra específicamente en el Estado, sino en las “prácticas y racionalidades que constituyen los medios de dominio y gobierno”. A Focault le preocupa el modo en que se regulan los cuerpos, en que se gobierna la conducta y los modos en los que se forma el yo. Le interesaba el autogobierno, el gobierno de los demás y el gobierno del Estado. Para Focault al gobierno le preocupa “el control de la conducta”. La teoría posmoderna ha superado y traspasado el posestructuralismo. Siempre ha sido difícil trazar una línea clara entre el posestructuralismo y la teoría posmoderna; de hecho, no existe tal ínea. El pensamiento posmoderno puede considerarse como una extensión y una exageración del posestructuralismo. El posmodernismo ha sido el desarrollo más importante no sólo en la teoría sociológica, sino una amplia serie de campos académicos y no académicos.