Define el diccionario de
la RAE el estereotipo como la Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o
colectivo de personas, representativa de un determinado colectivo. Una imagen
normalmente simplificada y exagerada sobre las características generalizadas de
los miembros del grupo o colectivo contemplado.
No es, por tanto, difícil
de advertir la importancia de la publicidad en la creación y en la
permanencia de estereotipos. Porque la imagen proyectada permite visibilizar de
forma gráfica y fácilmente identificable ese pensamiento colectivo con el que
un grupo contempla a otro.
La construcción de la
igualdad real de hombres y mujeres en nuestra sociedad tropieza,
frecuentemente, con un buen número de estereotipos sexistas (por
ejemplo: las mujeres tienen más habilidades para el cuidado de la familia; los
hombres son fuertes y las mujeres débiles; a los hombres no les preocupa su
aspecto físico, mientras que las mujeres se obsesionan con el suyo, etc).
Convenciones que definen y
asocian los diferentes roles a la masculinidad y la feminidad, en una sociedad
y en un momento determinados. No tienen que ver, por tanto, con las
posibles diferencias sexuales o biológicas de los hombres y las mujeres,
sino que son características construidas y asignadas socialmente, provocando
desigualdad y discriminación.
Hace unos días, un grupo de
Magistradas del Tribunal Supremo y vocales del Consejo General del Poder
Judicial presentaron una queja formal por la elección de un fragmento de la
Alegoría de la Justicia de Alcalá Galiano -que representa la Verdad
como una mujer desnuda- como imagen del cartel para la celebración de las
jornadas de Puertas Abiertas de nuestro más Alto Tribunal de Justicia.
Queja que, en síntesis, se
basaba en que la imagen de una mujer desnuda, -absolutamente alejada de la
iconografía que representa a la Justicia, desde hace siglos, en el mundo
occidental- no parece la más adecuada para acercar la justicia a la
ciudadanía, si se atiende a la actual realidad social.
Para contestarla, el
Consejo General del Poder Judicial, organizador de las jornadas, se ha
justificado explicando que el cartel elegido fue diseñado por mujeres, dos
chicas de 25 y 21 años, y seleccionado por un jurado de composición
mayoritariamente femenina.
Una respuesta que parece
olvidar que el sólo hecho de ser mujer, y ser joven no son condiciones que
descartan, por sí solas, la asunción de prejuicios y estereotipos sexistas que
perpetúan las ideas de desigualdad, de dominio del varón, y de la subordinación
de la mujer.
Así se desprende de los
estudios sobre la percepción de la juventud y la adolescencia española respecto
de la igualdad y la prevención de la violencia de género que, desde hace ya
algunos años, viene desarrollando la Delegación del Gobierno contra la
Violencia de Género (basándose en encuestas realizadas en centros educativos
universitarios y no universitarios).
El último publicado, de
2013, aunque evidencia una mejoría respecto de los anteriores, aún ofrece
algunas sombras destacables. En relación con este tema, destacaré sólo alguna
de las respuestas que me han llamado la atención. Todas ellas referidas a las
que ofrece el grupo de las chicas -en los chicos, la proporción es aún más
elevada-.
En primer lugar, a la
propuesta "está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero no al
revés", el 6 % de las chicas encuestadas se mostró "algo de
acuerdo", el 1,6 % estuvo "bastante de acuerdo", y el 1,3 % dijo
estar "muy de acuerdo".
En segundo, a la de
"para tener una buena relación de pareja es deseable que la mujer evite
llevar la contraria al hombre", el 4,4 % estuvo "algo de acuerdo",
el 1,1 %, "bastante" y el 0,6 % "muy de
acuerdo".
Y, por citar sólo uno más,
cuanto se pregunta a las jóvenes encuestadas qué les parece la afirmación
"un buen padre debe hacer saber al resto de su familia quién es el que
manda", un 9,5 % dice estar "algo de acuerdo", un 1,7 %,
"bastante" y un 0,6 %, "muy de acuerdo".
Datos que demuestran que la
mayoría de las jóvenes y adolescentes rechazan las ideas y planteamientos
sexistas, Sin embargo, también evidencian la existencia de porcentajes no
desdeñables en este segmento de población que sí los justifican y los toleran.
Y que, siendo mucho lo
conseguido en esta lenta lucha por conseguir la igualdad, aún quedan algunas
resistencias, cuya erradicación, como se dice en el propio estudio mencionado,
precisa de la colaboración de todos. Especialmente de los ámbitos desde los que
se construye o transforma la cultura.
La imagen de la mujer en
la publicidad es, sin duda, uno de esos contextos desde los que
puede influirse de modo decisivo en la erradicación de esos patrones
socioculturales que generan o favorecen situaciones de desigualdad.
No se trata de censurar,
reprochar u olvidarse de nuestro rico patrimonio artístico y cultural, ni en la
pintura ni en la literatura, ni en cualquier otra forma de manifestación o
creación artística.
Pero no estaría de más que
cuando desde las instituciones se busque acercar cualquier función o
servicio público al conocimiento de los ciudadanos, -especialmente si
afecta a un valor superior como el de la justicia- procure no olvidarse que
la igualdad también lo es, y del mismo rango. Porque teniendo esto claro,
no parece tan difícil integrar la trasmisión de ambos valores en el mismo
mensaje.
Artículo de María Tardón publicado el 17 de junio en El Mundo
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