Estas Jornadas sobre integración y voluntariado se celebrarán en el Centro Asociado de Tenerife los días 29 y 30 de abril, a las 17.30 horas. El acceso es libre hasta completar el aforo.
En estas jornadas de debate en formato de ponencia/mesa redonda, se pretender plasmar una visión de la situación general en torno a los conceptos de discapacidad e integración en el estado por un lado, y realidad en torno a las Asociaciones Humanitarias y de Voluntariado, poniendo énfasis en su perspectiva educativa. Para ello contamos con el enfoque desde diferentes ramas del conocimiento e instituciones que, desde su experiencia, nos sitúan en esta realidad concreta.
29-04-2015: DISCAPACIDAD E INTEGRACIÓN EN ESPAÑA
Dª Gricela Parrilla Suárez. COIE del Centro Asociado de la UNED de Tenerife. La UNIDIS
Dª Carmen Rosa García Montenegro. Presidenta de SIMPROMI
Dª Nieves María Rodríguez Fernández, Magistrada-Juez titular del Juzgado de Primera Instancia nº Ocho de Santa Cruz de Tenerife
Modera: Juan Francisco Trujillo Herrera. Coordinador del COIE del Centro Asociado
30-04-2015: ASOCIACIONES HUMANITARIAS Y VOLUNTARIADO
ATARETACO: Dª Rosario Pino Capote
CÁRITAS-Tenerife: Dª Irene Bernal Rodríguez . Coordinadora del departamento de animación y promoción de la Comunidad.
AECC: Dª Laura Otón Nieto Departamento de Psicooncología. Psicóloga.
CRUZ ROJA: D. Domingo Luis Martín
Modera: Juan Francisco Trujillo Herrera. Coordinador del COIE del Centro Asociado
martes, 28 de abril de 2015
domingo, 26 de abril de 2015
Encuentros etnográficos en contexto colonial: Devolver e indagar memorias en el terreno. Un ejemplo de Timor Oriental
Partiendo de una base de trabajo de
archivo, Lúcio Sousa nos explica cómo ha desarrollado su labor en los últimos
dos años, en lo que él denomina “encuentros entre un antropólogo y los
informantes”, todo ello tratado desde un contexto colonial. La base del trabajo
se ha centrado en la tarea desarrollada por Antonio de Almeida y su labor
antropológica en la región de Timor.
Sousa se refiere a encuentros
etnográficos, como proceso por el cual el antropólogo se familiariza con las
personas que tiene que trabajar, es decir, “los informantes”. Estos encuentros
son capitales para el desarrollo del trabajo de campo, y por tanto, para el
resultado final. Hay que tener en cuenta que estos encuentros evolucionan,
dependen del tiempo y del contexto socio-político bajo el cual se desarrolla la
entrevista, por lo que esto influirá tanto en el antropólogo como en el propio
informante. La memoria de esos encuentros son recibidas de diferente manera,
tanto los informantes como de parte de
los antropólogos.
Cabe señalar que estos encuentros no se
han desarrollado siempre de la misma manera:
- En el siglo XIX, los antropólogos utilizaban en muchas ocasiones a intérpretes para comunicarse con los nativos. También solían aplicar cuestionarios a distancia que eran llevados a cabo por viajeros, misioneros o funcionarios coloniales.
- Sin embargo con el cambio de siglo esto cambia, y muchos antropólogos comienzan a viajar y a mantener un contacto directo con los informantes. Aun así, la naturaleza de estos encuentros será limitada, ya que el contacto estará marcado por el propio contexto socio-político del colonialismo. Durante los años veinte se desarrolla la idea del trabajo de campo por medio de la observación directa y la convivencia por parte del antropólogo, viviendo conjuntamente con la comunidad -observación participante-, una posición EMIC, poniendo en pleno uso la alteridad u otredad, “pasa así comprender su forma de comprender” (Alguacil, 2011:25).
Dos autores muy importantes en el campo
de la antropología han sido Bronislaw Malinowsky y Franz Boas, que Sousa señala
como “los grandes obreros de este tipo de actividades”; el primero, por
introducir la estancia prolongada en la comunidad a estudiar, y el segundo por
aplicar el trabajo de campo en un estudio sucesivo -a través de los años-. Sin
embargo, el proceso que llevaron a cabo Malinowsky y Boas fue discutido en 1960
por Antonio de Almeida, jefe de la misión antropológica a Timor portugués con
su artículo “Contribuição para o Estudo
do Neolítico de Timor Português” sobre Neolítico; prehistoria. El
artículo describe un encuentro que tuvo lugar en 1957 con un grupo de
informantes nativos en Timor, en concreto en la región de Baguia.
El mismo año que Almeida publica este
artículo, Joseph Bartholomew Cassagrande publica “In the Company of Man: twenty Portraits by Anthropologists”. En él
recoge 20 crónicas de las relaciones de algunos de los antropólogos más
importantes de la época con sus informantes. Como él mismo describe en su
libro, “el efecto de cualquier investigación antropológica depende de la
relación particular entre los informantes y el antropólogo” (Sousa, 2014).
Cabe destacar que Antonio de Almeida no
fue un antropólogo social y cultural como los que Cassagrande describe en su
libro. Almeida no pasó varios años trabajando en Timor estudiando a un
determinado pueblo, compartiendo su lengua y sus creencias. Él era más bien un
“antropólogo cultural con muchos intereses”, lo que llevó a la investigadora
Johanna Schouten a describirlo como “investigador extremadamente productivo y
universal (…) un antropólogo en el sentido más amplio, o sea, en el sentido
antiguo” (Sousa, 2011:1). Sousa se refiere a cómo un objeto lleva impreso una
memoria en relación con las personas que el investigador se relaciona, en otras
palabras, cuando los antropólogos escriben un artículo científico, no deja de
ser una memoria, nuestra memoria científica, y como toda memoria es parcial, no
es integral. No deja de ser una selección de ciertos aspectos y descartes de
otros sobre lo observado, por tanto estos documentos no pueden ser sino
parciales (Kopytoff, 1991:93).
domingo, 19 de abril de 2015
Evaluación del impacto del terremoto en Haití: Resultados, desafíos y lecciones II
El enfoque cualitativo también permitió
identificar otro problema: la existencia de miembros de una misma familia que
se encontraban dispersos, algunos en el campo de refugiados -los menos
vulnerables- y otros en la vivienda -los más vulnerables-. Este hecho planteó
un problema metodológico importante, pues la unidad de base de estadística, “el
hogar”, aquí se encontraba fragmentada. Fueron muchos los casos de personas que
no compartían ni la vivienda ni la comida, pero que eran miembros del mismo
núcleo familiar. Esto llevó a una adaptación del cuestionario para no tomar una
definición preconcebida del hogar, incluyéndose módulos que permitieran
reconstruir a posteriori las personas que conformaban la unidad familiar.
Este proyecto necesitó asociarse con otros
para resolver distintos problemas como la actualización de la base cartográfica
para poder reevaluar la población que había en las distintas zonas antes y
después del terremoto. Los campos de refugiados estaban administrados por la «International Organization for Migration (IOM)»,
donde se tenía un registro detallado y actualizado; además, por medio de “mapping y foto-satélites” (Herrera,
2014:3) se pudo identificar y “zonificar”
los campos con el objetivo de establecer una selección aleatoria para el
estudio.
Otro desafío en la elaboración del
cuestionario fue el de establecer otro indicador estándar del mercado de
trabajo, desempleo y ocupación. Herrera subraya que en Haití, muchas personas
desarrollan labores que no consideran como trabajo a pesar de prestar un
servicio; es lo que ellos denominan el “Démêlè-Dégagé”,
aquello que hacen para sobrevivir. De aquí la importancia de desarrollar un
trabajo de campo previo a la elaboración del cuestionario.
Una vez realizada toda la investigación de
campo y elaborada la propuesta de cuestionario, se contrató a los
encuestadores, que tuvieron que pasar una serie de pruebas y una formación de
cinco semanas -finalmente el trabajo fue realizado por 120 encuestadores-. Se
realizó a través del método «CAPI» que
consiste en la administración del cuestionario con una entrevista personal,
donde los datos son incluidos directamente en el ordenador (Herrera, 2014:4).
Uno de los mayores problemas encontrados en esta fase, fue la evaluación del
impacto directo de pérdida de vidas humanas. Como no existía un número concreto
de fallecidos, se llegó a la conclusión de que sólo se podría estimar el número
mínimo de éstos, pues en la encuesta se preguntaba por ello.
El resultado de esta investigación,
atendiendo a una selección socioeconómica y no sólo circunscrita a
consideraciones materiales y monetarias (Herrera, 2014:4), evidenció que el
grado de destrucción fue mucho más intenso en aquellas poblaciones que se
encontraban concentradas en los campos de refugiados, y los hogares más vulnerables
-viviendas más precarias- fueron los que mayor destrucción sufrieron. Se
constató que hubo más daños en lugares en los que el terremoto había sido de
menor intensidad, pero que las viviendas eran más precarias que en aquellos
lugares en los que el terremoto había sido de mayor intensidad. Esto demostró
que el fenómeno que se denomina “catástrofe natural” corresponde en realidad a
una situación de vulnerabilidad socioeconómica. También se comprobó que el
mayor número de muertes se registraron entre las unidades familiares de los
refugiados en los campos.
Gran
parte de la solidaridad llegó por medio de los propios haitianos, que ayudaron
a realojar o acoger a familias que lo habían perdido todo. Las instituciones se
limitaron a distribuir ayuda, en su caso demasiado tarde (Herrera, 2014:8),
donde era más accesible, es decir, en los campos de refugiados, dejando fuera
de la ayuda a mucha gente que, a pesar de haberlo perdido todo, no se
concentraba en uno de esos campos. También existieron varios programas de
ayuda, pero estos no respondieron a las necesidades reales de la población. Se
llegó a la conclusión de que la mayor parte de los damnificados por el
terremoto nunca fue a un campo de refugiados, y que la solidaridad entre
hogares funciona mejor que la ayuda internacional e institucional desplegada
para tal fin. Por último, las políticas públicas deberían considerar la
evaluación de los impactos de los desastres ocurridos, para diseñar unas
estrategias preventivas para futuros acontecimientos de similares dimensiones
(Herrera, 2014:3).
domingo, 12 de abril de 2015
Evaluación del impacto del terremoto en Haití: Resultados, desafíos y lecciones
El
economista del «Instituto de investigación para el
desarrollo de Francia» Javier Herrera nos presenta los resultados
de un proyecto que se elaboró para evaluar el impacto que tuvo el terremoto de
Haití (12/01/2010), uno de los seísmos más graves de los últimos 20 años, en
términos de destrucción y de pérdidas humanas que ocasionó. Con una escala de
7.3 en la Escala de Richter afectó en su mayoría a la capital, Puerto Príncipe.
Haití
es uno de los países más pobres del mundo, de ahí que esté más expuesto e
indefenso a padecer con mayor intensidad las catástrofes naturales y epidemias,
ya que la mayor parte de la población es más vulnerable, debido a las
condiciones precarias de vida que padecen. Las consecuencias del terremoto en
Haití “fueron mucho más dramáticas que en otros países con la misma intensidad
sísmica” (Herrera, 2014:2). Según subraya Amnistía Internacional (2015) “el
sector de la vivienda vivía una crisis ya antes del terremoto”, un fenómeno que
destruyó o dañó seriamente 250.000 viviendas, lo que provocó la pérdida del
hogar a 2 millones de personas. Que se vieron obligadas a trasladarse a
infraviviendas, en campos de desplazados -refugiados-, Internal Displaced Persons -IDP- alredor del país (Phillips,
2011:1).
El principal objetivo de este estudio se
centró en evaluar tanto el impacto inmediato -exogenous shock- como los efectos colaterales o indirectos de este
fenómeno -social impact- (Herrera,
2014:8). Esta investigación surge a petición de las autoridades haitianas y
francesas con el propósito de intentar explicar cómo catástrofes de mayores
magnitudes que se han producido en otros países menos vulnerables, han tenido
menores consecuencias que este. Y su existencia se justifica por la ausencia de
estudios sobre el impacto de catástrofes naturales. Herrera afirma que en el
caso de terremotos, a día de hoy sólo cinco de ellos enfocan el tema de la
vulnerabilidad, y son los que afectaron a El Salvador, Perú, Turquía, Japón y
el terremoto y Tsunami en Indonesia.
Los estudios sobre terremotos se pueden
establecer desde un enfoque microeconómico, como es el caso de los cinco citados
anteriormente, y por otro lado está la dimensión macroeconómica, que busca
evaluar el impacto de estos terremotos en términos estrictamente económicos. La
debilidad de este enfoque más económico reside en que reposan en supuestos e
hipótesis que no consideran los diversos contextos específicos de las zonas
afectadas, por tanto generalizan y dan por supuesta la misma vulnerabilidad
para todos los hogares. Herrera sostiene que en los análisis sobre las
consecuencias de los choques se pueden distinguir diversos factores como la
exposición a las sacudidas, la vulnerabilidad, las medidas en las que puede
afectar según las características de la población y por último la respuesta de
los hogares, en otras palabras, su capacidad de resiliencia.
La evaluación del impacto del terremoto se
puede abordar según Herrera, desde varias perspectivas meteorológicas:
- Por un lado, un estudio cualitativo, el cual es útil para entender los mecanismos de causalidad –concepto central en la epistemología- y las relaciones complejas existentes en una sociedad. Esto ayuda en la comprensión, pero presenta la limitación de que sus conclusiones no se pueden extrapolar al conjunto de la realidad.
- Por otro lado, tenemos el estudio cuantitativo, el cual busca representar el conjunto de la realidad, y que permite saber si hay o no sesgo en la selección de la muestra. Al mismo tiempo, el estudio cuantitativo permite conocer los márgenes de error estadísticos asociados. En todo caso, la encuesta cuantitativa no está exenta de enfoques cualitativos. En el caso de Haití, esta encuesta planteó desafíos específicos; la gran cantidad de fallecidos, la destrucción de viviendas y el estado completamente desactualizado del censo -el último era de 2003- proporcionaron una situación bastante compleja para poder establecer un punto de partida; a esto hay que añadir la aparición de una población muy variable en torno a los campos de refugiados.
jueves, 2 de abril de 2015
Marca ciudad como gubernamentalidad neo-liberal. Gisela Cánepa Koch III
I.5 Performatividad como participación
ciudadana
La participación ciudadana se constituye
como uno de los criterios principales en los procesos de evaluación y
acreditación a través de los cuales las gestiones municipales reciben
reconocimiento y se legitiman a nivel nacional e internacional. En otras
palabras, el buen desempeño de la gestión municipal en la aplicación de
programas específicos está estrechamente vinculado a su capacidad de ponerla en
escena. Es decir, que la eficiencia y la eficacia de la gestión municipal
dependen tanto de su desempeño en un sentido técnico, como de su performance en un sentido cultural. Sin
embargo, Cánepa nos cuenta que, durante la investigación, observa una serie de
tensiones y paradojas, como por ejemplo, las contradicciones entre
participación ciudadana y desempeño institucional, que eventualmente dan lugar
al descuido de los intereses de orden público a favor de los intereses del
aparato burocrático y político, así como la limitación de la participación
ciudadana a asuntos meramente técnicos en detrimento de aquellos de relevancia
política.
Asimismo, se subraya que ni los usuarios
ni las agrupaciones pueden intervenir en la negociación sobre los términos en
los que se dará la participación de las empresas o de los proveedores de
servicios en el «Muévete, San Borja». Por ello, en este caso, los intereses
públicos pueden verse perjudicados por los criterios de orden técnico y
político de la gestión y del marketing,
que son por los que se rigen el gobierno municipal y la actividad empresarial.
I.6 Diseño y regulación de espacio
-escénico-
Cánepa reconoce que el área que rodea el
Pentagonito no solamente ha sido recuperada como espacio civil, sino también
como un lugar seguro y sano. Advierte que la capacidad de convocatoria del
«Muévete, San Borja» es incuestionable, y que las actividades que ahí se
realizan obligan a los usuarios a entrenarse en el uso adecuado del espacio y
en el respeto de los demás. Por otro lado, este espacio constituye una puesta
en escena de los contenidos atribuidos a la identidad del distrito, ya que
ofrece circuitos para realizar actividades acordes con los valores
promocionados: estilos de vida saludables, cuidado del medio ambiente y vida en
familia. En ese sentido, su regulación se rige principalmente por una lógica
escénica, que introduce una forma de diseñar el espacio y de regular su uso que
termina por convertirlo en una especie de parque temático.
Sin embargo, Cánepa afirma que, si bien
se trata de un espacio público en el sentido de que está abierto a todos y
ofrece una serie de servicios gratuitos, termina siendo excluyente para
aquellas iniciativas de participación ciudadana que no encajan en los mandatos
establecidos por la marca «Muévete, San Borja» y su puesta en escena, y los
argumentos que se dan nunca son de orden ideológico, sino técnico. Así, se
afirma, por ejemplo, que ciertas actividades no guardan coherencia temática,
estética o de estilo con los contenidos y valores que se quiere promover en el
espacio o con los públicos objetivos. De esta manera, lo que prima es el
criterio escénico sobre los intereses de los usuarios.
I.7 Identidad compartida:
distrito-persona
Cánepa afirma que en el proceso de
construcción de la marca «Muévete, San Borja», se va gestando una identidad que
es atribuida tanto al distrito como a la propia gestión, e incluso a la figura
misma del alcalde Alberto Tejada. Este es un personaje muy interesante, pues no
es solo político, sino médico -urólogo- y deportista -ha sido árbitro de
fútbol-. Así, su participación en las distintas actividades y sus permanentes
apariciones en los carteles y en la revista municipal promocionando ese hecho,
lo presentan como la encarnación propia de los valores y prácticas que
identifican al programa y a la comunidad. Por lo tanto, el alcalde, como figura
política, se establece como un sujeto participativo, “su capacidad de gobernar
está estrechamente vinculada a la excelencia con que practique el autogobierno
que se le pide al propio sujeto de gobierno” (Cánepa, 2012:53). De este modo, y
para el caso de San Borja como distrito saludable, se establecen los criterios
de liderazgo y legitimidad política en el campo de la performance.
I.8
Conclusión
Cánepa llega a la conclusión de que «Muévete, San Borja» no
solamente es un programa de salud preventiva, sino que tiene que ver con una
biopolítica, es decir, con una manera de ejercer el gobierno y de construir
sujetos de gobierno. En su acepción foucaultiana, el concepto de biopolítica
nos lleva a la falsa antinomia del poder y libertad, donde se establecen definitivamente como una unidad
solidaria. “La lógica ideal del poder de normalización es dar libertad a la
identidad, asegurando su expresión, su reconocimiento, y evitar su
no-funcionamiento y disfuncionalidad a través del otorgamiento de derechos como
proveer al grupo de espacios y de momentos, para la comunalización identitaria
de rasgos (…)” (Sarkis, 2010:63).
Una lógica ésta, que es evidente en la configuración capitalista
y en sus políticas neoliberales puestas en marcha. El neoliberalismo entendido
como un marco ideológico, político y económico, donde la participación opera
como una fuerza normativa que es legitimada como garantía de la eficiencia con
capacidad para la transformación (Canepá, 2013:9). La gestión global de los
individuos es ordenada en un sentido empresarial, un principio que se encuentra
“en concordancia con valores como eficiencia, eficacia, y efectividad” (Canepá,
2012:51); la lógica que influye en los discursos y prácticas de las
comunidades, y que es elevado como un axioma de nuestro tiempo. También es
patente la cristalización de una nueva forma de liderazgo político (lógica de
marca) establecida desde la praxis, desde la acción como agencia sustantiva de
transformación, que se retroalimenta a su vez, con la imitación de la propia
comunidad que recibe e influye en ese cambio.
A modo de síntesis, el caso del programa
municipal «Muévete, San Borja» da cuenta de mucha participación, intenso uso del
espacio público, significativo contacto con la autoridad, pero de un desempeño
pobre en cuanto a la constitución de institucionalidad democrática. Por lo
tanto, es un programa exitoso, pero también muy problemático en el contexto
peruano, en el que la necesidad de construir institucionalidad democrática está
todavía en la agenda política.
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