Que Jackie Robinson fue el primer jugador de béisbol negro que
jugó en las Grandes Ligas; que en abril del 47 se enfundó el uniforme
con el número 42 de los Brooklyn Dodgers y que desató tanto entusiasmo
como reacciones hostiles. Que el Neron Hotel es uno de los ejemplos más elegantes y atractivos
de la arquitectura Art Déco de Miami Beach, y que está ubicado en el
distrito Art Déco, donde se concentra la mayor representación de este
estilo de arquitectura en EEUU. Que la construcción del Ferrocarril Transiberiano en la década de 1890
alentó la migración de los rusos más allá de los Urales, a la conocida
como Rusia asiática: Siberia, la estepa, el Turquestán y el Lejano
Oriente. Que en los 30 años transcurridos entre 1863 y 1893 el periódico
satírico 'El Mosquito' retrató con acierto y humor el nacimiento del
Estado moderno argentino, básicamente a través de caricaturas
implacables con la clase política local.
Son ejemplos escogidos al azar de entre los casi 20.000 artículos que conforman la Biblioteca Digital Mundial,
la iniciativa puesta en marcha en el 2009 por la Unesco y la Biblioteca
del Congreso de EEUU que, de momento, es seguramente lo más cercano a
la Biblioteca de Babel que imaginó Borges: la de todos los libros
posibles. No llega a tanto, naturalmente, pero subyace detrás de la
iniciativa un anhelo de abarcamiento que las hace parientes. La clave se
encuentra en su segundo apellido: Mundial. La Biblioteca Digital es un
esfuerzo mancomunado de bibliotecas nacionales y grandes fundaciones
para poner en común y al alcance de todos, académicos y público en
general, algunas de sus mejores joyas. Cosas como 'La historia de Genji', la novela que Murasaki Shikibu escribió en el siglo XI
y que algunos consideran como la primera novela escrita; o como el
Codex Gigas, el Códice del Diablo, el monumental manuscrito medieval que
el monje German El Recluso escribió en el siglo XIII. Un lugar de
conocimiento digital de los que parecen hechos para aprovechar los
encierros obligados.
Satisfacción de la curiosidad
"Naciones Unidas pone sus tesoros globales on-line",
explicó la BBC cuando el lanzamiento de la iniciativa. Y sí, es un baúl
de los tesoros, es abrir la tapa y encontrarse por ejemplo el Talmud
babilónico, y debajo del Talmud un plano iconográfico de la Ciudad de
México del siglo XVIII, y debajo del plano, una vista panorámica de
Sevilla de 1619, propiedad en su día del conde Magnus Gabriel de la
Gardie, y debajo de Sevilla las magníficas impresiones fotocromas de La
Madeleine, el Louvre, los Inválidos o Trocadero, 'Vistas de la
arquitectura, monumentos y otros sitios de Francia' que formaron parte
del catálogo de 1905 de la Detroit Publishing Company. ¿No es este confinamiento epidémico la oportunidad de mirar ese tipo de cosas que jamás se miran?
Quien lo habría dicho: se puede salir del encierro, cuando sea que
tenga lugar tal cosa, y hablar con propiedad de Gottfried Wilhelm
Bitzer, que como todo el mundo sabe es uno de los pioneros de la
cinematografía moderna. Y habiendo visto alguna de sus obras.
Películas, fotografías, mapas, manuscritos, libros raros, pósteres, grabaciones, pinturas antiguas€
La Biblioteca Mundial es un vasto compendio de conocimiento humano
ordenado por temas y zonas geográficas que intenta satisfacer un impulso
se supone que primitivo: la curiosidad. Lo dijo el 13º bibliotecario
del Congreso de EEUU, John H. Billington, padre del proyecto, cuando
nació en el 2009 con algo menos de 1.200 contenidos. Ahora roza los
20.000. "No hay límites. Todo el mundo es bienvenido", dijo, animando a
las bibliotecas de todo el mundo a sumarse, y subrayando el carácter
intercultural de la iniciativa. Ahora que la cuarentena impone bajar el
ritmo y mirar a donde la velocidad demoníaca de los tiempos modernos
impedía mirar, puede ser el cuarto de hora de este tipo de proyectos. Un poco de Netflix y un poco de Biblioteca Mundial. Con suerte dura más que ese cuarto de hora.
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