La pandemia del coronavirus aboca al sector editorial a un cambio de modelo
Con librerías cerradas, novedades pospuestas o canceladas y ferias y presentaciones aplazadas, el mundo del libro busca redefinir una oferta sobredimensionada y salir adelante con el menor daño
Carles Geli|Juan Carlos Galindo |Andrea Aguilar
Barcelona / Madrid - 17 mar 2020 - 00:30CET
El estado de alerta en el que está sumida España por el coronavirus se ha trasladado al sector editorial con un efecto de distinta intensidad según el actor afectado.
Librerías cerradas que no saben cuanto podrán aguantar, distribuidoras
sin pedidos, miles de autónomos sin trabajo y editoriales obligadas a
suspender lanzamientos y presentaciones y aplazar cualquier novedad como
mínimo hasta mayo son los ingredientes de un panorama oscuro. Los
cambios del día de Sant Jordi en Barcelona (se mantiene la convocatoria
del 23 de abril, pero sin firmas y sin la gran fiesta callejera, que
queda trasladada a una fecha por determinar), se sumaron ayer al
aplazamiento de la Feria del Libro de Madrid hasta octubre,
lo que reduce sustancialmente los ingresos de todo el sector en un
momento clave del año. La tormenta puede servir, sin embargo, para
redefinir una oferta sobredimensionada, buscar otras formas de promoción y fomentar el comercio electrónico.
La
crisis ha estallado en uno de los momentos más delicados cuando, por
ejemplo, Penguin Random House (PRH) lanza el 20% de las novedades de
todo el año. En Planeta, que publica en sus distintos sellos una media
de 200 títulos al mes, aseguran que ya recibieron “hace algo más de una
semana” las anulaciones de pedidos. El servicio de novedades también se
ha congelado en PRH, “al menos hasta mayo”, si bien en los almacenes de
la filial española de la multinacional la actividad prosigue, reponiendo
títulos ya en el mercado, que se sirven a supermercados o a las
librerías que mantienen venta online.
Los matices se encuentran en cómo dar salida a los títulos de una
programación que suele cerrarse con al menos un año o hasta 15 meses de
adelanto. PRH no descarta que se intenten recolocar títulos en un efecto
dominó, que podría convertir julio, “si lo pactamos con las librerías”,
en un mes con novedades, lo que no es nada habitual. Y tampoco rechazan
incrementar ligeramente las de octubre, en especial pensando en la
Feria del Libro de Madrid. En Planeta, sin embargo, creen que “va a ser
un mes y medio perdido, por lo que es evidente que se va a recortar
notablemente la programación del año”. Una operación que viene forzada
por una cuestión material: “En los almacenes tenemos ahora los libros de
marzo y de abril y eso es a lo que hay que dar salida; nos tendremos
que saltar mayo porque no podemos cometer el error de doblar las
novedades que les llegan a los libreros”, y que el sector calcula por
encima de los 150 títulos nuevos a la semana. “Hemos de dar una
oportunidad a esos libros”, reflexionan desde Planeta, que se plantean
posponer los títulos de autores extranjeros a 2021 y priorizar los de
los españoles.
Fuera de los dos grandes grupos, la situación es similar. En Anagrama
aseguran que van decidiendo semana a semana, en coordinación con los
distribuidores, y que están realizando un esfuerzo “para hacer algo
racional, que no genere más saturación y que la situación no sea una
sentencia de muerte rápida para autores y libros. Hay cosas que pueden
esperar. Hay que ser un poco más templados y dar su tiempo a los
libros”, resume la editora Silvia Sesé. ¿Servirá para acabar con la
burbuja de títulos? Así lo cree, por ejemplo, Diego Moreno, de la
editorial Nórdica, que no ve, sin embargo, nada bueno en ello. “Eso
pasará, posiblemente, pero no lo veo como algo positivo. Desparecerán
libros más literarios, de más calidad, y se fortalecerán bestsellers, libros de grandes grupos que, no siempre pero sí a veces, tienen un riesgo mejor y una calidad menor”.
Si la situación actual de cierre de tiendas y la paralización de la
distribución física dura más de un mes y medio, editoriales y librerías
pequeñas e independientes lo van a pasar muy mal. Todas las editoriales
contactadas por este periódico piden ayudas, bien con inyección de
capital público vía adquisición de libros para bibliotecas, bien
flexibilizando toda la cadena las situaciones de devolución y pagos y
subrayan algo: no seguir lanzando novedades estos días también va en esa
línea de protección del canal clásico de librerías puesto que
repartirlas ahora solo beneficiaría a grandes jugadores, Amazon
incluido.
La distribución es el eslabón de esta frágil y compleja
cadena que se encuentra en contacto con todas las partes. Verónica
García, de Machado Grupo de Distribución, explica que siguen recibiendo
pedidos de Amazon, Casa del Libro, FNAC y determinadas librerías que
anunciaron siguen vendiendo por teléfono o Internet. Ayer martes, a
primera hora de la tarde, solo habían tramitado 10 albaranes. Mantienen
una actividad muy baja, las novedades se han frenado en seco y la
reposición es muy lenta. El comercio electrónico parece el gran
beneficiado de esta crisis de contornos difusos. Fernando Jiménez
director de libros de FNAC España, advierte de que aún no disponen de
mucha información, puesto que no ha transcurrido ni una semana desde la
declaración del estado de alarma. "Por el momento no estamos notando
mayor demanda de las novedades, quizás porque afortunadamente el mercado
del libro no se basa tanto en megalanzamientos como en un amplísimo
surtido de fondo. El cierre de las librerías físicas ha resultado en un
“crecimiento importante en la venta de libros por Internet”, comenta,
pero no hay un género que esté funcionando mejor que el resto.
En
cualquier caso, las fuentes consultadas coinciden en que “el sector no
va a salir igual”. La venta por el canal electrónico de libros físicos,
que ahora oscila entre el 15 y el 18% del total, se intensificará. “El
coronavirus nos ha pillado bien en eso: es una revolución pendiente del
sector. La importancia de ese canal es cada vez mayor: las librerías
deberán acelerar creando plataformas conjuntas; así no se podrá seguir:
los tiempos lo requieren”, aseguran desde Planeta.
Con la
Feria de Londres y la reunión de la Asociación Internacional de
Editores suspendidas, el sector mira ya para próximas contrataciones a
Fráncfort, en octubre, como la Feria del Libro de Madrid. Entonces
empezará a vislumbrar en qué ha quedado el mundo editorial.
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