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sábado, 4 de abril de 2020

Cuidar la cultura

Es imprescindible que el Gobierno proteja el tejido que permite a los creadores seguir trabajando



El cantante Stephane Senechal interpreta una pieza para sus vecinos durante el confinamiento.
GTRES
La obligación de clausurar temporalmente las actividades no esenciales, una circunstancia desconocida en Europa desde la primera mitad del siglo pasado, nos ha puesto delante de los ojos una realidad que no siempre tenemos presente: la cultura es un bien de primera necesidad. Confinados en casa, sentimos la urgencia de oír música, leer libros, ver producciones audiovisuales e incluso visitar museos, aunque sea de forma virtual. Es muy importante que tengamos los medios para hacerlo y por eso me parece una gran noticia que los teatros de ópera, desde nuestro Real hasta el Met de Nueva York, las editoriales, las productoras y distribuidoras de audiovisual y los museos hayan abierto generosamente sus catálogos y sus plataformas. También la Escuela Reina Sofía está aportando su granito de arena ofreciendo las grabaciones de sus conciertos y sus clases. Según me dicen, están siendo muy visitados, lo que me reafirma en mi impresión de que esta crisis está cambiando nuestros hábitos más profundamente de lo que pudiera parecer.

El arte y las humanidades proporcionan un esparcimiento que alivia la cotidianeidad, pero sirven, además, para algo bastante más importante: nos ayudan a desarrollarnos como personas y refuerzan los lazos que nos mantienen unidos como sociedad. Hay pensadores, como Yuval Noah Harari, que van más allá y afirman que el relato compartido que la cultura crea y difunde es, precisamente, lo que nos hace humanos. Por mi parte, siempre he creído que la cultura —y, más concretamente, la música— tiene la capacidad de transformar a los individuos y las sociedades y por eso me he esforzado en facilitar a los jóvenes el camino hacia la música. Aunque no entendamos muy bien cómo, la música nos hace mejores personas. A lo largo de los años, todos los grandes músicos que me han ayudado han subrayado el poder que tiene la música de facilitar la convivencia. “No os limitéis a tocar, cobrar y volver a casa”, dijo Zubin Mehta a los alumnos de la Escuela; y añadió: “La música tiene el poder de hacer que las personas convivan, incluso aquellas que no quieren convivir. ¡Usadlo!”. Parecidos mensajes nos trajeron —y, sobre todo, practicaron— Menuhin, Rostropóvich, Larrocha, Maazel, Abreu y, más recientemente, Mutter, Dudamel, Camarena y muchos otros. También los jóvenes dan testimonio. Hace dos años, reunimos en un trío a un violinista azerbaiyano, un violonchelista armenio y una pianista turca, procedentes de tres países que llevan siglos en conflicto. Al principio se miraban con recelo, pero han acabado siendo grandes amigos y formando uno de los mejores grupos de cámara de la Escuela. De hecho, si la pandemia lo permite, tocarán el Triple concierto de Beethoven bajo la batuta de Sir András Schiff en el concierto de fin de curso. No se puede hacer música juntos y, a la vez, estar en guerra.

La música, como las otras artes, es un factor de cohesión social. Nos permite conocer el mundo interior de otra persona —el compositor, el intérprete, el artista— y, en espejo, conocer mejor el nuestro. De ahí la importancia de apoyar a las escuelas de música y reforzar la presencia de las artes en la enseñanza general. En el ámbito de la educación se oye hablar mucho de la necesidad de reforzar las materias llamadas STEM —iniciales en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—, que son las herramientas que nos permiten actuar sobre el mundo. Tener herramientas está muy bien, pero solo si sabemos para qué las queremos. Algún día, nuestros niños y jóvenes se preguntarán —¡espero!— qué uso quieren dar a la tecnología que han aprendido y quizá echen de menos entonces las horas de formación en música, artes y humanidades que no les estamos dando hoy. Añadamos la A de artes a la fórmula, como tantos están pidiendo; convirtámosla en STEAM, porque esa letra es la que da sentido a las otras cuatro.

En estos días, todos apreciamos la importancia de la cultura y agradecemos a los músicos y escritores que estén donando gratuitamente su trabajo, pero, además de darles las gracias, tenemos que protegerlos para el futuro inmediato. La cultura no es gratis y no se hace sola. La crean personas, que comen y pagan facturas como los demás. Compositores, intérpretes, escritores, pensadores, actores, dramaturgos, bailarines, pintores, cineastas y demás creadores van a necesitar el apoyo de todos, porque se avecinan tiempos difíciles. Es imprescindible que, en los próximos meses, España mantenga vivas las estructuras de su industria cultural y que, entre las medidas de emergencia que haya que tomar para poner en marcha el país después de este obligado parón, nuestros gobernantes tengan en cuenta a la cultura y le den la prioridad que le corresponde como el sector esencial que es. De nada servirá cubrir las necesidades materiales de la población si no atendemos también las morales, que son las que aseguran nuestra convivencia.

Paloma O'Shea es presidenta fundadora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Libros, cine y series para una cuarentena

14.03.2020 | 23:15 
La Provincia
 

Libros, cine y series para una cuarentena

El escenario de cuarentena cultural que abre el cierre temporal de actividades y encuentros en centros, museos y bibliotecas en Canarias puede releerse como una oportunidad para detenerse, aislarse del exterior y retomar ese montículo de lecturas, películas y temporadas que relegamos con frecuencia al compartimento de placeres pendientes. El encierro hogareño instaurado para los próximos días como medida de prevención contra el avance del coronavirus nos impide apelar ahora a la falta de tiempo propio, así que, si valoramos esta contingencia desde otra perspectiva, nos invita, en su lugar, a aprovecharlo a nuestro favor.
Ante las restricciones pasajeras de viajes, conviene recordar que leer es viajar al centro de uno o una misma. Eso sí: no encontrará manuales de autoayuda en este listado, puesto que la única asistencia relevante -y que tanto agradecemos- en este contexto de emergencia social corresponde a los servicios sanitarios. El arte y la cultura no salvan vidas, aunque reparan otro tipo de heridas y, sobre todo, embellecen y amenizan nuestra existencia contra el caos.


Como bastiones eternos, los libreros permanecen en pie de guerra con recomendaciones literarias para surfear las olas de la cuarentena a través de las letras. En los inicios del brote del virus, las librerías ya comenzaron a acusar una búsqueda de lecturas relacionadas con la epidemia: en concreto, algunos clientes solicitaban ejemplares de Los ojos de la oscuridad, un bestseller de terror del escritor estadounidense Dean Koontz, publicado en 1981, que describe la trama inquietantemente premonitoria de un virus letal denominado Wuhan 400, que desata una epidemia alrededor del 2020. El libro ya se encuentra descatalogado y su última edición se publicó con el sello Plaza y Janés, el pasado 2000. Pero para quienes busquen claves o respuestas en libros, las cifras revelan que en Italia, epicentro mundial del coronavirus, se dispararon las ventas de La peste, de Albert Camus, y de Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago. Algunos lectores regresan a El amor en los tiempos del cólera, el clásico de Gabriel García Márquez, porque, puestos o expuestos al contagio, que el virus sea de amor. Y para quienes se aventuren por los senderos interior en la naturaleza, Walden, la obra maestra de Henry David Thoreau, abre las puertas a otra forma de aislamiento.

La librería Sinopsis, con dos sedes en el barrio de Triana, recomienda un escaparate variado de lecturas diversas para evadirse entre páginas: Calypso, de David Sedaris (Blackie Books) una propuesta de humor contra la melancolía; La red de Alice, de Kate Quinn (Suma), que glosa el episodio real de una red de mujeres espías; La venganza de Van Der Does, de Carlos González Sosa, una ficción histórica trepidante que se retrotrae al asalto a Las Palmas de Gran Canaria en 1599 (Bilenio); El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tîbuleac (Impedimenta), un testimonio lacerante sobre la fragilidad de las relaciones maternofiliales, que los libreros "no nos cansamos de recomendar"; Oscura Roma, de Luis Manuel López (Esfera de los Libros), novela histórica con impronta fantástica de Stephen King; y Mi hermana, asesina en serie, de la nigeriana Oyinkan Braithwaite (Alpha Decay), "un thriller con mucho humor que se devora de un bocado".

Pantalla
 

En cuanto a la inmersión en la pequeña pantalla de nuestros hogares, las plataformas de televisión amplían y acomodan su oferta para la cuarentena cinematográfica y seriéfila: Movistar+ incrementa su oferta con el refuerzo de sus contenidos -sobre todo, infantiles- hasta el 30 de abril y Filmin estrena la colección Cuarentena, un canal para no salir de casa que despliega 104 títulos y cuya premisa es "pocos personajes y pocas localizaciones".

En línea con el bestseller de Koontz, la película Contagion, de Steven Soderbergh, escala posiciones en el catálogo de Warner Bros con un retrato casi documental sobre una epidemia mortal que se inicia en China y se expande a todo el mundo.

En esta clave recomendamos también Doce monos, de Terry Gilliam; Los cazafantasmas, de Ivan Reitman; y Perfect sense, de David Mackenzie. El resto de propuestas que asociamos a este contexto son Her, de Spike Jonze; Parásitos, de Bong Joon-ho; El irlandés, de Martin Scorsese; Boyhood, Richard Linklater; la trilogía de El señor de los anillos, de Peter Jackson; y Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis

En cuanto a series: Chernobyl, obra maestra de HBO, recrea el accidente nuclear acaecido en 1986 donde el virus, en este caso, es polvo radiactivo. Y en esta clave crítico-distópica recomendamos Watchmen o The end of the f***ing world, y para una evasión con clase también recomendamos las maravillosas Killing Eve, Fleabag, Mindhunter y Rick y Morty. También destacamos el estreno de la tercera temporada de Élite e invitamos al revisionado de Breaking Bad, por ese guiño a cocinar en casa, y a que aparque las excusas y se atreva con la oscura Twin Peaks: The return.


14.03.2020 | 23:15 
La Provincia

domingo, 19 de marzo de 2017

Opciones estéticas . La negociación en el campo. Sue Carswell


La autora realiza un estudio sobre las diferentes opciones estéticas con relevancia antropológica, generadas a través de la fotografía, reflexionando y ejerciendo autocrítica sobre su propia tesis doctoral.

Antes de continuar, avanzamos que el término ‘estética’ es polémico, incluso obviado por algunos autores, pero en el contexto fotográfico en el que nos encontramos, y centrándonos en la dicotomía arte – ciencia (contraposición que puede entenderse como positiva y productiva), hablamos de una captura de imagen que implica la elección de una composición acerca de lo que nos gusta ver y/ o como queremos ser vistos. 

Para analizar la relevancia antropológica que poseen las relaciones sociales, como el qué, el por qué y el para quién, propone el antropólogo Chris Wright que nos fijemos en las opciones estéticas, en la composición estética de las relaciones. Analizamos la importancia de la relación antropológica y el privilegio que muestran ciertas opciones estéticas, a través la fotografía y la negociación entre antropólogo y los seres objeto de estudio. Esta investigación de la autora, afronta un proceso discursivo y reflexivo en el que se produce una interactuación sobre la utilización de la fotografía desde el punto de vista antropológico. El debate sobre la responsabilidad de la representación fotográfica da origen a nuevos interrogantes sobre cómo son planteadas las fotografías y con qué fin se representan.

¿Qué es relevante?

La tesis versa sobre la dinámica de una familia de agricultores, en un entorno de productores de caña de azúcar de Fiji, y trata de analizar las experiencias de mujeres y niños, seres socialmente invisibles pero que dan forma a construcciones de género y antigüedad dentro del entramado familiar. El material visual describe el entorno físico, la diversidad, las condiciones laborales y las relaciones sociales que interviene en el trabajo organizado. Existía entre la antropóloga y los participantes cierto grado de conciencia y compromiso con la cámara, pero en el proceso de plasmación de imágenes se consiguió ‘naturalidad’ a través de lo ordinario. Los participantes nunca modificaron la escena sino que la naturalidad construida fue buscada o generada por el trabajo fotográfico de la antropóloga. Las prácticas fotográficas, sus poses, son reflejos de sus valores e identidades culturales revelan las negociaciones y relaciones que tienen lugar en torno a la fotografía. 

En el trabajo de campo, los medios de comunicación visual complementan el texto escrito y añaden un elemento representativo generador de sensaciones en cuanto a la gente y el lugar; tiros de la vida cotidiana. Y aquí, en las fotografías se ve lo invisible, el trabajo de aquellos a quienes no se nombra; los niños y las mujeres en las granjas, y su contribución a la industria del azúcar. Este realismo documental, este modelo, se convierte en nuestra propia ‘estética’. Por tanto, lo relevante desde el punto de vista antropológico dependerá de los parámetros elegidos. Al menos, fue así en un principio.

Sin que ello suponga una fusión de los usos de medios visuales para el estudio de la cultura y el propio estudio de las formas prácticas visuales, se concluye que la representación en este trabajo se enriqueció con el examen de las prácticas visuales, tanto del antropólogo como de los participantes. 

Carswell, S. (1999) Aesthetic choices: negotiations in the field. University of Otago. New Zeland.  

domingo, 25 de diciembre de 2016

El arte al encuentro de la Antropología. Reflexiones y diálogos posibles. Parte II


La antropología visual en la investigación social contemporánea

La antropología visual estudia la finalidad de la imagen; quién la produce, por qué y para quién, e incluye la producción y análisis de fotografías, el estudio del arte y la cultura material.

Lo visual influye en los modos de vida contemporáneos. Las imágenes siguen mecanismos de política e ideología que manipulan la representación visual, afectando a nuestras decisiones y gustos. Y en todo ello, tradicionalmente se ha destacado la importancia del progreso en la comunicación audiovisual con la evolución de la fotografía, la televisión o la aparición de Internet. El uso que realizan los medios audiovisuales de la imagen ayuda a determinar y difundir la representación de identidades culturales a lo largo del tiempo. Éste concepto también evoluciona y hoy hablamos de auto-representación en la investigación social.

La auto-representación es la práctica de representación de una cultura a través de ojos endémicos y otros extranjeros o ‘externos’. Ésta se convierte en el registro visual producido por los propios investigadores. Lo visual se construye desde el interior de una cultura. El diálogo entre la antropología y el arte supone una nueva valoración en los nuevos modos de realizar el registro visual y en sus modos de construcción.

Ejemplo de auto-representación en el que podemos encontrar ejemplos de interacción y democracia. http://chiapasphotos.wabash.edu/introsp.html

El trabajo artístico- antropológico de Teresa Pereda: Citas por América (2010)

El trabajo de Pereda (pintora e historiadora del arte) presenta un cuidado estético en su proceso artístico. Busca en su obra el encuentro con un grupo de personas de varias localidades de Latinoamérica, a través de la interacción entre la población y la artista con la tierra. En sus cuadernos de campo construye una memoria de experiencias, que se transforman en libros de artistas posteriormente expuestos. Se utilizan diferentes lenguajes para construir su poética visual y social en torno a lo que comunica a la artista con la población; la tierra.

En su trabajo, desarrollado a lo largo de diferentes localizaciones latinoamericanas, hay práctica etnográfica, observación participante, fotografía o diario de campo. Pereda, más intuitiva que racional, interactúa con los pobladores organizando actividades colectivas como la recolección o el intercambio de pequeñas cantidades de tierra. Este intercambio, más simbólico que político, busca la comunicación del ser humano con la tierra. “(…) no lo puedo explicar racionalmente, hay algo que me pasa, hay gente que me mira y lo percibo. Como si la mirada me atravesara y sé que esa mirada me convierte en un ser capaz de recibir la confianza del otro, aunque yo venga de otro lugar”.


Entre arte y antropología: enlazando nudos

¿Qué relaciones hay entre el arte y la antropología?

Arte y antropología poseen amplias similitudes aunque sus contextos son muy diferentes. La antropología se centra en las relaciones sociales y culturales de los sujetos y contextos particulares, mientras que en el arte, la obra es su mayor inquietud. Se discute el objeto artístico inserto en distintos espacios y que involucra de personas y lugares.

Como similitudes encontramos la existencia de trabajo de campo, propio de ambas disciplinas o la puesta en práctica de un proceso de reflexividad de artistas e investigadores en la creación o proyección del texto visual, o el interés por la mirada del otro, o hacia el otro. La imagen continúa teniendo consideración de registro de lo visto y vivido, y un apoyo visual al texto etnográfico.

¿Cómo los artistas incorporan prácticas antropológicas en su proceso artístico?, ¿puede la antropología contribuir a las investigaciones estéticas y artísticas?

En el proceso de la artista se utilizan medios o instrumentos antropológicos aunque en su ejecución, el acto se concibe como poético y estético. Pereda hace uso del enfoque etnográfico, del trabajo de campo y del registro fotográfico y audiovisual, pero no profundiza en ellos como lo haría un antropólogo. No llega a obtener los resultados de una investigación antropológica pero logra vincularla al proceso creativo.

Los artistas contemporáneos no tienen que utilizar necesariamente instrumentos antropológicos para sus procesos creativos. No obstante, la antropología aporta base suficiente para fundamentar la discusión crítica que precisan y suscitan algunos trabajos creativos actuales.

Conclusiones finales

Para reflexionar sobre la relación arte- antropología se propone utilizar las herramientas de la antropología visual, en tanto que estudia las propiedades de los sistemas visuales, el funcionamiento del ver y en la propia comprensión del mundo. Y para ello, los proyectos de Pereda y el Archivo Fotográfico Indígena de Chiapas ayudan a entender la especial relación entre ambas disciplinas.

Las imágenes están llenas de discursos polifónicos, con una visualidad que construye representaciones y versiones de la realidad, y que debe servir al investigador social para analizar y pensar la visión contemporánea. Y la antropología aporta al campo artístico una mirada crítica y reflexiva sobre la creación artística y en los modos de presentar los materiales utilizados en la creación.

Freitag, V. (2012) El arte al encuentro de la Antropología: reflexiones y diálogos posibles. Praxis & Saber. Vol. 3. Núm. 6. Segundo Semestre 2012. Pp. 121-140.

domingo, 18 de diciembre de 2016

El arte al encuentro de la Antropología. Reflexiones y diálogos posibles. Parte I


Vanessa Freitag (Universidad de Guanajuato, México) analiza el diálogo existente entre la antropología y el arte, a través del análisis visual del Archivo Fotográfico Indígena de México y la poética visual de la artista Teresa Pereda. El estudio de esta relación propone entender la contribución interdisciplinar que existe en la posición del antropólogo y el etnógrafo. Ambas disciplinas, arte y antropología pueden aprender y nutrirse de la otra. Las dos comparten (para Malysse, 2006) conceptos dicotómicos, también complementarios, con referencias a lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo. Incluso alcanzan para algunos (Viola, Mendieta, etc.) relevancia sociocultural y política. El arte y la antropología plantean que las prácticas y teorías artísticas contemporáneas contribuyen a repensar los modos que tenemos de pensar o elaborar lo visual en el texto antropológico.


Como premisa, parte la autora de la idea de que la conexión se ha vuelto relevante, a la par que problemática debido al giro etnográfico que ha experimentado el arte contemporáneo.



Antropología, arte y sus relaciones posibles


La antropología y el arte, periódicamente cambiantes, son campos aparentemente distintos. La antropología investiga los procesos de cambio y continuidad de tradiciones y costumbres en lugares concretos durante un tiempo determinado (ciencias sociales), mientras que el arte habla del ser humano y se dedica a la creación y producción de obras artísticas, de objetos y acciones estéticas, no necesariamente bellos (hay experiencia estética en lo perceptible).


Pero importan a ambas las formas de representación del Otro. Las dos utilizan la cultura pero cada una efectúa una apropiación distinta; el arte produce objetos y acciones estéticas y/o artísticas para su exposición pública y apunta en bocetos, mientras que la antropología divulga sus hallazgos a través del texto etnográfico (con independencia de la forma que adopte) y se cumplimenta un diario de campo.


Unir arte y antropología da origen a una subdisciplina denominada Antropología del Arte. La antropología cultural se interesa por el arte, primitivo inicialmente, y por su valor simbólico y de significación. El arte no occidental comienza siendo ceremonioso, religioso y ritual (no se habla de obras de arte) y la antropología decide estudiarlo. Pero también nace, de una actividad intelectual dedicada al estudio de los sistemas de comunicación social y de transmisión de conocimiento social, la Antropología Visual (Subdisciplina por falta de tradición científica). Se trata de una disciplina preocupada por el material visual empleado en la investigación antropológica, por el estudio de sistemas visuales y de la cultura visible generadora de textos visuales (hoy esta disciplina estudia la antropología social a través de fotografías y filmografías como instrumentos de observación). La antropología visual se acerca a los estudios culturales, el arte, la sociología visual, la teoría del cine o la fotografía.



La resonancia de lo visual en la antropología: breve revisión histórica.


Las imágenes son creaciones humanas y su observación o proyección depende del contexto cultural. La importancia del registro audiovisual contribuyó a ilustrar algunas notas de campo; la imagen se convierte en prueba. Luego, para reflejar la visión evolucionista de las sociedades, se hizo necesaria una mayor documentación, apareciendo el cine etnográfico. 

Ya en los 70, la filmografía no es reflejo de la realidad en antropología, sino que se concibe como reconstrucción o interpretación hecha por el investigador/a. Las imágenes auxilian la transmisión del flujo del pensamiento que posibilita la comprensión al investigador (más allá de la consideración de subjetividad en el texto). Jean Rouch hablaba de la imagen como un elemento esencial en la investigación antropológica que había que emancipar del mero uso ilustrativo. Hoy, los recursos para realizar antropología visual han cambiado, se contextualizan las imágenes y se ha abierto camino a una interacción mayor del investigador en la producción del texto. 

Freitag, V. (2012) El arte al encuentro de la Antropología: reflexiones y diálogos posibles. Praxis & Saber. Vol. 3. Núm. 6. Segundo Semestre 2012. Pp. 121-140.

 

domingo, 11 de diciembre de 2016

El Graffiti y La Antropología – Arte y Ciencia


Large scale Street Art por Matías Mata “Sabotaje Al Montaje”. España. 
Fuente: Google Street Art Project.
En el análisis del graffiti se debe considerar tanto los presupuestos o narrativas esteticistas (arte) como las interpretaciones epidemiológicas (incivismo o de lo delictivo). El graffiti es pues una manifestación del saber cultural, intermediario de liberaciones de fantasías, divagaciones, confesiones, pero es importante situarlos igualmente, como plasmaciones que transforman escenarios y afirmaciones de identidad.
Arte y antropología poseen amplias similitudes aunque sus contextos son muy diferentes. Se discute el objeto artístico inserto en distintos espacios y que involucra de personas y lugares. Como similitudes encontramos la existencia de trabajo de campo, propio de ambas disciplinas o la puesta en práctica de un proceso de reflexividad de artistas e investigadores en la creación o proyección del texto visual, o el interés por la mirada del otro, o hacia el otro. La imagen continúa teniendo consideración de registro de lo visto y vivido, y un apoyo visual al texto etnográfico.
La antropología y el arte, periódicamente cambiantes, son campos aparentemente distintos, según afirma Freitag (2012). La antropología investiga los procesos de cambio y continuidad de tradiciones y costumbres en lugares concretos durante un tiempo determinado (ciencias sociales), mientras que el arte habla del ser humano y se dedica a la creación y producción de obras artísticas, de objetos y acciones estéticas, no necesariamente bellos (hay experiencia estética en lo perceptible). Pero importan a ambas las formas de representación del “otro”. Las dos utilizan la cultura pero cada una efectúa una apropiación distinta; el arte produce objetos y acciones estéticas y/o artísticas para su exposición pública y apunta en bocetos, mientras que la antropología descubre y revela la observación a través de las etnografías y se cumplimenta un diario de campo. La importancia del registro audiovisual contribuyó a ilustrar algunas notas de campo; la imagen se convierte en prueba. Luego, para reflejar la visión evolucionista de las sociedades, se hizo necesaria una mayor documentación, apareciendo el cine etnográfico.
Para reflexionar sobre la relación arte-antropología Freitag propone utilizar las herramientas de la antropología visual, en tanto que estudia las propiedades de los sistemas visuales, el funcionamiento del ver y en la propia comprensión del mundo. Las imágenes están llenas de discursos polifónicos, con una visualidad que construye representaciones y versiones de la realidad, y que debe servir al investigador social para analizar y pensar la visión contemporánea. Y la antropología aporta al campo artístico una mirada crítica y reflexiva sobre la creación artística y en los modos de presentar los materiales utilizados en la creación. Así, el documental no sólo es arte, también es un servicio social y un acto político para autores como Ruby (1991).
Si lo visual es social, nuestro objeto de estudio es la hibridación de ambos conceptos que va más allá del texto y de una mirada sociológica o psicosocial centrada en el sujeto o en el discurso textual. La antropología visual sería una oportunidad para modificar reflexivamente el propio método etnográfico y replantear los supuestos teóricos y epistemológicos que sustentan nuestra vinculación con el graffiti, con el escritor, con el contexto en que se plasma y con los que observan y se relacionan con él. Aquí, sería un proceso de relaciones que dialogan con lo humano, con el espacio, con lo escrito, con los recuerdos y la intencionalidad, como lo que proyecta en la mirada de los otros.
Una antropología visual que estudia los graffitis como finalidad de la imagen; debería estar interesada en quién los produce, por qué y para quién, e incluir la producción y análisis de fotografías, el estudio estético y artístico de estas escrituras y la cultura material de los mismos. Pero también el graffiti suele presentarse como obras críticas y marginales (Ciudad, 2011), con una frecuente atracción hacia lo subversivo o lo reprimido, caracterizándose por su fragilidad y carácter efímero como frecuentemente el anonimato que rodea a sus autores. Son manifestaciones que representan un universo de oposiciones que interaccionan creando polifonías, una aglomeración conversativa; un universo que ha logrado que la mirada de y sobre lo urbano, no pueda ya prescindir de su presencia. 

Bibilografía

Ciudad, C. (2011) Fotografiar graffiti: siguiendo el rastro de “los otros” a través de sus huellas de la ciudad. Quaderns-e. Institut Catalá d´Antropologia. Número 16 (1-2). Pp. 159-172

Freitag, V. (2012) El arte al encuentro de la Antropología: reflexiones y diálogos posibles. Praxis & Saber. Vol. 3. Núm. 6. Segundo Semestre 2012. Pp. 121-140.

Pink, S. (2001) Visual Ethography. Images, Media and Representation in Research. Londres: Sage Publications, Cap. 5: “Clasificando e interpretando materiales fotográficos y de video”.

Prieto, J. (2015) Ensayo audiovisual: El espacio urbano como un entorno de reflexión, foro de debate y escaparate de conflicto en lo cultural, social o político. Una conversación con Matías Mata “Sabotaje al Montaje”. https://vimeo.com/130666222

Ruby, J. (1991) Speaking for, Speaking about, Speaking with, or Speaking Alongside. An Anthropological and Documentary Dilemma. Visual Anthropology Review Fall 1991. Volume 7. Number 2.


sábado, 27 de agosto de 2016

Néstor García Canclini. Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad


Néstor García Canclini.
Desde la triada de las diferencias, las desigualdades y la desconexión, Canclini subraya que estos procesos deben ser abordados de modo conjunto y no de manera indivisa, pues no se superan desde un planteamiento autónomo para favorecer el cambio político en América Latina. De este modo emerge una dicotomía, en cuanto a la exclusión e inclusión, en donde los primeros son los conectados con el acceso a todas las oportunidades, y los segundos los desconectados, por lo tanto en una posición de desigualdad social manifiesta.
Es de subrayar la lectura que hace Néstor García Canclini sobre el pensamiento de Bordieu, además desde una perspectiva crítica. En concreto, cómo diserta sobre la constitución de “un campo”, en cuanto a la existencia de un capital común, como por la lucha por su apropiación. Canclini se ocupa de la relación con el arte, como los campos más autónomos, habitualmente llamados culturales (la ciencia, la filosofía o el arte), o el campo de la alta costura, como ejemplo de quienes dominan el poder de construcción de los objetos ya sea por su escasez o por su singularidad.
Desde la perspectiva de las ciencias sociales hay que atender a la interdependencia de los diferentes procesos relacionados con la exclusión, para el estudio de las desigualdades en las sociedades interconectadas de nuestros días. Tenemos que hacer el esfuerzo en abordar todas las dimensiones a la hora de diagnosticar el nivel de exclusión/conexión y desigualdad/desconexión social existente en una realidad dada. De esta forma podremos recoger y profundizar (antropológicamente hablando) además, de un modo más adecuado, las prácticas que dan lugar a las diferencias, como las situaciones socioeconómicas implicadas con las desigualdades en el acceso a los recursos materiales y simbólicos.
Para este caso me gustaría traer un texto de Jean-Peirre Dupuy (1999), El Pánico. Esta obra comenzaba con una pregunta abrumadora: ¿Cómo se mantiene unida una sociedad?. Sin embargo, si somos capaces de superar esta cuestión casi retórica Dupuy, filósofo francés, lo asestará con otra de igual o parecido calado: ¿Por qué las crisis que la desgarran a la sociedad, o los miedos que habitan en ella no degeneran en desórdenes generalizados o en desbandadas desenfrenadas? Con estas dos preguntas, al más puro estilo retórico, el profesor francés estructura un texto sobre la presencia de lazos sociales invisibles que unen a los seres humanos en aquello conocido como comunidades, o sociedades, tribus, grupos o masas. Aunque el autor subraya que hay que diferenciar en las actitudes individuales y las sociales, y este es otro escollo a tener en cuenta; el paso de unas actitudes a otras llevan irremediablemente a paradojas: “lo que se manifiesta racional en un nivel, resulta irracional en el otro”, comenta.
“El estudio de las grandes crisis financieras, del pánico y del crack financiero con que concluyen, demuestra que éstas no golpean desde fuera el movimiento eufórico y euforizante de la expansión continua de los negocios que las ha precedido, como lo harían un destino maléfico o una catástrofe inexplicable, sino que en cierto modo, se encuentran programadas, como la muerte en vida, dentro de ese mismo movimiento. Sólo son inciertos el día y la hora” (Dupuy, 1999:89). Apenas unas líneas explicitan de manera clara lo que ha sucedido en la economía global en los últimos años, desde la crisis de las hipotecas hasta el crack en el que está sumido occidente. Una de las claves: la especulación. La utilización de informaciones privilegiadas para delimitar, mover, y dirigir el movimiento de los mercados, de manera fraudulenta y ficticia, hasta que explota. El trabajo de Canclini, me ha recordado que desde la Antropología podemos desentrañar algunos mecanismos que quedan ocultos o solapados por cuestiones puramente económicas, porque es evidente y en esto creo que no no hay duda, la responsabilidad no debe recaer exclusivamente en un fenómeno financiero puntual, sino que desde razones culturales podemos dar cuenta de muchas otras explicaciones igual de contundentes.
Como reflexión, y atendiendo a los últimos acontecimientos, sobre todo la crisis global que llevamos padeciendo en los últimos años motivada fundamentalmente, por la interdependencia económica y la movilidad de los principales factores productivos en las sociedades que han acogido los procesos neoliberales, que crearon una situación de mejoras en eficiencia, productividad y tecnología generando incrementos netos de riqueza a escala global. No lo hicieron por igual en la distribución ni de la equidad como principio organizativo y social. El aumento de las diferencias entre países ricos y pobres, el desigual acceso a los recursos de la ciudadanía en un mismo Estado, el deterioro del medio ambiente, la pérdida de capacidad adquisitiva por parte de los trabajadores, etc., son efectos de la brecha que ahora mismo existe entre la organización del sistema económico y la que corresponde al poder político. Emergen por tanto una serie de interrogantes analizando la relación que existe entre la globalización, como hecho, y el globalismo como ideología que sustenta el fenómeno, con la aparición de los grandes flujos migratorios, los recelos de la población sobre su asentamiento y por último, cómo las ciencias sociales y en particular, la antropología como mecanismo para dar voz a las desigualdades, aborda sus etnográfias intentando abarcar todas estas realidades desde una perspectiva intercultural y multidisciplinar.
Bibliografía
Dupuy, Jean-P. (1999) El pánico. Editorial GEDISA. Barcelona.
García Canclini, N. (2004) Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad.. Gedisa, Barcelona.