En el contexto de un
discurso generalizado al respecto de una crisis de la política y de lo
político, el presente ensayo trata la acción política. Una práctica elaborada con datos
extraídos del barómetro de abril de 2012, en concreto el estudio 2941 del CIS.
Se va a trabajar con dos modelos a modo de hipótesis, con el objeto de obtener
una explicación a través de un análisis pormenorizado de la información
resultante. Se realizará un estudio comparando ambos modelos e intentando en
todo momento, dialogar con la información resultante, como con otros estudios conexos.
El contraste de estos resultados puede permitir distinguir hasta qué
punto los modelos desarrollados con la regresión logística, son explicativos.
1.
Modelo 1. Construcción de variables/items:
·
Ocupación
·
Votosimplus
·
Estudios
·
Descontento Político
·
Interés en la Política
·
Siendo las variables definitivas:
a)
Capacidad de criterio político (F1)
b)
Nivel de disconformidad con el actual Gobierno (F2)
2.
Modelo 2. Construcción de variables/items:
·
Sexo
·
Edad
·
Estudios
·
Votosimplus
·
Interés
·
Ocupación
·
Inquietud Política
·
Optimismo
·
Siendo las variables definitivas:
a)
Capacidad Crítica (CC)
b)
Confianza
Este
trabajo pretende aproximarse a la realidad formulando las siguientes preguntas,
y que se corresponden con los dos modelos que se van a abordar desde esta
práctica, un modo de analizar la acción política:
1.
¿Cuál es la capacidad crítica de la
población española y su nivel de disconformidad con el actual Gobierno?
2.
¿Cuál es la capacidad crítica de la
población española y su confianza con el actual Gobierno?
1.1.-Obtención de datos
Centro de Investigaciones
Sociológicas. Barómetro de Abril 2012.
Estudio número 2.941. Fecha de
realización: Del 9 al 17 de abril.
1.2.-Elaboración de índices agregados
Índice agregado ponderado: Forma 2
2.-Estado de la cuestión
Son
diversos los estudios realizados en los últimos años sobre la acción política
en España. Existe una opinión generalizada que las investigaciones sobre los
factores que influyen en la participación política de los ciudadanos se han
limitado tradicionalmente al análisis de las características sociopolíticas,
del individuo. “Esto corrobora la necesidad de introducir elementos políticos
contextuales en los cuales los ciudadanos se mueven cuando intentan explicar
las razones de pertenencia a grupos u organizaciones de naturaleza política”
(Morales, 2001:154). Algunos resultados manifiestan que los motivos de la
participación son muy complejos, y no pueden atribuirse únicamente a la
alienación política. Son, “más bien, un reflejo de las condiciones de lo
político en la época actual, condiciones caracterizadas por la economización de
la política, la disolución de los límites tradicionales de la política con
respecto al territorio, los temas, los objetivos y los métodos, así como la
deconstrucción de las ideologías tradicionales y la despolitización del
público” (Spannring, 2008:45).
Las divergencias
en los patrones de participación política de los ciudadanos se someten a dos
tipos de factores causales según el politólogo norteamericano Scott Bennett. Para este autor, en
primer lugar, existe un efecto cohorte, el cual es un reflejo de los diferentes
contextos en los que se produce el proceso de socialización política de cada
generación. En segundo lugar, se encuentra un efecto ciclo de la vida (efecto
ciclo vital), según el cual, las pautas de participación política van
modificándose a lo largo de la vida, lo que llevaría a una confluencia entre
generaciones. No obstante, “a nivel empírico, resulta complejo distinguir la
magnitud de ambos efectos” (Jaime, 2008:68). Estas teorías del ciclo vital
individual asisten a la comprensión del fenómeno participativo, revelando “cómo
un sujeto que comparte con otro ideales o motivaciones actuará comunitariamente
con mayor probabilidad” (Funes, 2004:237) en unas etapas de su vida que en
otras.
Al respecto de
la socialización política, Jaime Castillo afirma que para el caso español los
datos reflejan una importante relación entre la posición política de la
generación actual y la anterior. Y esto por encima de los cambios
experimentados por la familia española en las últimas décadas, “esta sigue
representando una instancia eficaz en el proceso de socialización política”
(Jaime, 2000:71). En este sentido, Barbeito Iglesias analiza cómo la familia,
“en función de la posición ocupada en la estructura social” (Barbeito,
2002:59), contribuye a reproducir la red de oportunidades vitales de los
jóvenes, subordinando así sus posturas ante el proceso político.
Diez de Ulzurrum se
pregunta si existe una crisis participativa. Son muchos los
investigadores los que han alertado de que los ciudadanos occidentales
participan cada vez menos en los asuntos públicos, a pesar del incremento en
los niveles educativos y en las habilidades y recursos disponibles. Esta crisis
participativa se manifestaría a través del declive en los niveles de
participación electoral y en una menor participación en la política
convencional. En el caso español, “la creencia común es que, tras un breve
período de amplia movilización y participación ciudadana durante la transición
a la democracia, los ciudadanos españoles son cada vez más reticentes a
participar en la esfera pública” (Diez, 2005:51). Aunque hay evidencias que
contradicen esta descripción de la realidad española, mediante el análisis de
las pautas longitudinales y generacionales de participación política y
asociacionismo en España, desde comienzos de los años ochenta, y gracias a los
datos de encuesta disponibles. Habrá que hacer un esfuerzo analítico en
contrastar la evolución de la acción política convencional y no convencional en
España, como es el caso de la pregunta (P10) que justifica enteramente este
ensayo sobre acción política.
Hay
autores como Ángel Sermeño, que defienden la tesis de que “si bien son
correctos los diagnósticos pesimistas sobre los límites de la participación
agrupados en los enfoques elitistas, de la complejidad y de la mutación de la
representación política” (Sermeño, 2006:7); también es relevante comprobar cómo
la participación política se abre camino a través de múltiples experiencias en
diversos contextos sociohistóricos que se recogen en los nuevos desarrollos
conceptuales definidos por “las teorías de la ciudadanía, la sociedad civil y
la deliberación democrática” (Ibídem:7).
Hay consenso en un discurso crítico del conjunto de la ciudadanía respecto con
las instituciones y actores políticos, unos bajos niveles de interés y de
seguimiento de la información política, y altos niveles de desafección
política. Todo se concentra fundamentalmente “en algunas pautas de
participación política” (Ferrer, 2006:195) y, en particular, percibiendo un
efecto edad en la realización de acciones de protesta o consumo político.
Por
último, Verge Maestre y Tormón Marín exploran el “rol de los recursos
individuales, los factores situacionales y el proceso de socialización en la
persistencia de las diferencias de género en las actitudes políticas” (Verge,
2012:89). Afirman que a pesar de la creciente participación en la progresiva
participación de la mujer en el mercado de trabajo y la igualación entre sexos
de los niveles educativos en las últimas décadas, la permanente desigualdad en
la división sexual del trabajo doméstico merma el tiempo libre de las mujeres
así como “las habilidades, recursos y conexiones sociales que podrían fomentar
su implicación política, contribuyendo a mantener las diferencias de género en
el interés por la política” (Verge, 2012:89).
El
grueso de la población española valora muy positivamente y apoya el sistema
democrático entendiendo además el papel crucial de los partidos políticos para
que se sustancie pragmáticamente la representación. Sin embargo, a través de
muchas encuestas realizadas en los último años, se puede constatar la
disconformidad con el “funcionamiento del sistema y las políticas públicas
implementadas desde los actores principales del sistema especialmente con
relación a los partidos políticos” (Sánchez, 2009:109).
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