En la asignatura Teoría Sociológica III: Contemporánea del primer cuatrimestre del Grado
en Sociología de la UNED curso 2013/14, elaboré los siguientes resúmenes del
libro Teoría sociológica moderna de George Ritzer. MacGraw-Hill 2010, que forma parte de la bibliografía obligatoria
de la asignatura.
Teorías del intercambio, de redes y de la elección racional.
Teoría del intercambio y conductismo sociológico. Teoría de redes. Teoría de la
elección racional. Capítulo 8
(335-378) Tomás Javier Prieto González //
Estructuralismo, postestructuralismo y surgimiento de la teoría social
posmoderna. Estructuralismo. Postestructuralismo: las ideas de Michel Foucault.
Teoría social posmoderna. Capítulo 13
(559-600) Tomás Javier Prieto González //
La metateorización sociológica. La metateorización en sociología. La sociología
una ciencia multiparadigmática. Hacia un paradigma sociológico más integrado. Apéndice (601-618) Tomás Javier Prieto González
Marxismo estructural
Otra
variedad del estructuralismo es el marxismo estructural, la obra de Louis
Althusser, Nicos Poulantzas y Maurice Godelier. Aunque el marxismo estructural
y el estructuralismo comparten ambos una preocupación por las “estructuras”,
cada uno de ellos las conceptualizas de forma diferente.
Comparten
los estructuralistas y los marxistas estrcuturales es que el estructuralismo
debe centrarse en las estructuras, o sistemas, que se forman a partir de la
interacción de las relaciones sociales. Ambas escuelas ven la estructuras como
reales (aunque invisibles). Para Lévi-Strauss lo fundamental está en la
estructura de la mente, mientras para los marxistas estructurales está en la
estructura subyacente de la sociedad.
Tanto el
estructuralismo como el marxismo estructural rechazan el empirismo y aceptan
una preocupación por las estructuras fundamentales invisibles. El marxismo
estructural no participó en lo fundamental en el giro lingüístico que se estaba
produciendo en aquel momento en las ciencias sociales. Su preocupación
principal seguía siendo la estructura social y la economía, no la lingüística;
siguió asociándose con la teoría marxiana.
Posestructuralismo
Lemert
sitúa los inicios del posestructuralismo en un discurso de Jacques Derrida en
1966; unos de los líderes reconocidos de este enfoque. Derrida redujo el
lenguaje a la “escritura”, que no constriñe a sus sujetos. Creía que las
instituciones sociales eran tan sólo escritura que, como tal, eran incapaces de
constreñir a las personas. Derrida deconstruyó el lenguaje y las instituciones
sociales. La escritura no es una estructura que constriñe a las personas. Derrida
creía que el lenguaje sera desordenado e inestable. Diferentes contextos dan a
las palabras distintos significados. Derrida ofrece lo que es, en última
instancia, una perspectiva subversiva y deconstructora. La subversión y la
deconstrucción son incluso más importantes que el surgimiento del
posmodernismo, y es el posestructuralismo el que sienta las bases del
posmodernismo.
El objeto
de la hostilidad de Derrida es el logocentrismo. Derrida describe como “la
represión histórica y la supresión de la escritura desde Platón”. El
logocentrismo ha generado la clausura de la filosofía y de las ciencias
humanas. El interés de Derrida es deconstruir o “desmantelar” las fuentes de
esta clausura, de esta represión, y liberar así la escritura de las cosas que
la esclavizan. La “deconstrucción implica la descomposición de las unidades
para descubrir las diferencias ocultas”.
Derrida en
su análisis llamado “el teatro de la crueldad”, contrapone este concepto al
teatro tradicional, en el que predomina un sistema de pensamiento llamado
lógica de la representación: lo que ocurre en el escenario “representa” lo que
ocurre en “la vida Real” y las expectativas de los escritores, los directores,
etc… Este “representacionalismo” es el dios del teatro, y convierte el teatro tradicional
en teatro teológico. Un teatro teológico es un teatro controlado, esclavizado.
Derrida
imagina un escenario alternatico en la que “el discurso dejará de gobernar el
escenario”. El escenario ya no estará gobernado por autores y textos. Los
actores dejarán de recibir órdenes; los escritores ya no serán los que ordenen
lo que ocurre en el escenario.
Es obvio
que Derrida defiende una deconstrucción radical del teatro tradicional. Implica
una crítica de la sociedad en genreal que es esclava del logocentrismo. Desea
ver una sociedad libre de las ideas de todas las autoridades intelectuales que
han creado el discurso dominante. Derrida desea vernos a todos libres para ser
escritores.
Derrida
desea que el teatro se aleje de su “centro” tradicional, su interés por los
escritores y sus expectativas y que dé a los actores libertad de represetación.
Derrida asocia el centro con la respuesta y, por tanto, en última instancia,
con la muerte. El centro está vinculado a la ausencia de lo que es esencial
para Derrida: “representarla diferencia”. Un teatro de un mundo con un centro
sería infinitamente abierto, actual y auto-reflexivo. Su argumento es que no
vamos a encontrar futuro en el pasado, ni debemos esperar pasivamente nuestro
destino. El futuro se busca, se hace, se escribe, en lo que hacemos en el
presente.
La
búsqueda de la respuesta, la búsqueda del Logos, ha sido destructiva y
esclavizadora, con representación y diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario