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jueves, 24 de julio de 2014

MARXISMO Y SOCIOLOGÍA

Lefebvre presenta en este artículo una reflexión alrededor del marxismo y de la definición que la sociología adquiere en su ligamen con el primero. Se explica además brevemente el método dialéctico, en cuanto fundamento del desarrollo de la sociología que permite unificar el rol de las ciencias sociales, en la comprensión de la totalidad (en este caso francesa). Asimismo, Lefebvre establece una serie de vínculos entre la Sociología y la Etnografía, la Economía Política, la Psicología y la Política, con el fin de aprehender las contradicciones que caracterizan la realidad social y fundar así una sociología científica.

Traducción: Roy Alfaro Vargas

Revista de Ciencias Sociales - Universidad de Costa Rica nº142


jueves, 3 de abril de 2014

Resúmenes Teoría Sociológica III: Contemporánea Parte 18

En la asignatura Teoría Sociológica III: Contemporánea del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, elaboré los siguientes resúmenes del libro Teoría sociológica moderna de George Ritzer. MacGraw-Hill 2010, que forma parte de la bibliografía obligatoria de la asignatura.


Teorías del intercambio, de redes y de la elección racional. Teoría del intercambio y conductismo sociológico. Teoría de redes. Teoría de la elección racional. Capítulo 8 (335-378) Tomás Javier Prieto González // Estructuralismo, postestructuralismo y surgimiento de la teoría social posmoderna. Estructuralismo. Postestructuralismo: las ideas de Michel Foucault. Teoría social posmoderna. Capítulo 13 (559-600) Tomás Javier Prieto González // La metateorización sociológica. La metateorización en sociología. La sociología una ciencia multiparadigmática. Hacia un paradigma sociológico más integrado. Apéndice (601-618) Tomás Javier Prieto González

Marxismo estructural

Otra variedad del estructuralismo es el marxismo estructural, la obra de Louis Althusser, Nicos Poulantzas y Maurice Godelier. Aunque el marxismo estructural y el estructuralismo comparten ambos una preocupación por las “estructuras”, cada uno de ellos las conceptualizas de forma diferente.

Comparten los estructuralistas y los marxistas estrcuturales es que el estructuralismo debe centrarse en las estructuras, o sistemas, que se forman a partir de la interacción de las relaciones sociales. Ambas escuelas ven la estructuras como reales (aunque invisibles). Para Lévi-Strauss lo fundamental está en la estructura de la mente, mientras para los marxistas estructurales está en la estructura subyacente de la sociedad.

Tanto el estructuralismo como el marxismo estructural rechazan el empirismo y aceptan una preocupación por las estructuras fundamentales invisibles. El marxismo estructural no participó en lo fundamental en el giro lingüístico que se estaba produciendo en aquel momento en las ciencias sociales. Su preocupación principal seguía siendo la estructura social y la economía, no la lingüística; siguió asociándose con la teoría marxiana.

Posestructuralismo

Lemert sitúa los inicios del posestructuralismo en un discurso de Jacques Derrida en 1966; unos de los líderes reconocidos de este enfoque. Derrida redujo el lenguaje a la “escritura”, que no constriñe a sus sujetos. Creía que las instituciones sociales eran tan sólo escritura que, como tal, eran incapaces de constreñir a las personas. Derrida deconstruyó el lenguaje y las instituciones sociales. La escritura no es una estructura que constriñe a las personas. Derrida creía que el lenguaje sera desordenado e inestable. Diferentes contextos dan a las palabras distintos significados. Derrida ofrece lo que es, en última instancia, una perspectiva subversiva y deconstructora. La subversión y la deconstrucción son incluso más importantes que el surgimiento del posmodernismo, y es el posestructuralismo el que sienta las bases del posmodernismo.

El objeto de la hostilidad de Derrida es el logocentrismo. Derrida describe como “la represión histórica y la supresión de la escritura desde Platón”. El logocentrismo ha generado la clausura de la filosofía y de las ciencias humanas. El interés de Derrida es deconstruir o “desmantelar” las fuentes de esta clausura, de esta represión, y liberar así la escritura de las cosas que la esclavizan. La “deconstrucción implica la descomposición de las unidades para descubrir las diferencias ocultas”.

Derrida en su análisis llamado “el teatro de la crueldad”, contrapone este concepto al teatro tradicional, en el que predomina un sistema de pensamiento llamado lógica de la representación: lo que ocurre en el escenario “representa” lo que ocurre en “la vida Real” y las expectativas de los escritores, los directores, etc… Este “representacionalismo” es el dios del teatro, y convierte el teatro tradicional en teatro teológico. Un teatro teológico es un teatro controlado, esclavizado.

Derrida imagina un escenario alternatico en la que “el discurso dejará de gobernar el escenario”. El escenario ya no estará gobernado por autores y textos. Los actores dejarán de recibir órdenes; los escritores ya no serán los que ordenen lo que ocurre en el escenario.
Es obvio que Derrida defiende una deconstrucción radical del teatro tradicional. Implica una crítica de la sociedad en genreal que es esclava del logocentrismo. Desea ver una sociedad libre de las ideas de todas las autoridades intelectuales que han creado el discurso dominante. Derrida desea vernos a todos libres para ser escritores.

Derrida desea que el teatro se aleje de su “centro” tradicional, su interés por los escritores y sus expectativas y que dé a los actores libertad de represetación. Derrida asocia el centro con la respuesta y, por tanto, en última instancia, con la muerte. El centro está vinculado a la ausencia de lo que es esencial para Derrida: “representarla diferencia”. Un teatro de un mundo con un centro sería infinitamente abierto, actual y auto-reflexivo. Su argumento es que no vamos a encontrar futuro en el pasado, ni debemos esperar pasivamente nuestro destino. El futuro se busca, se hace, se escribe, en lo que hacemos en el presente.

La búsqueda de la respuesta, la búsqueda del Logos, ha sido destructiva y esclavizadora, con representación y diferencia.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Resúmenes Sociología Política Parte 7

En la asignatura Sociología Política del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, elaboré los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria de la asignatura. Derechos reservados, sus autores.


TEMA 1: Las múltiples relaciones entre sociedad y política. El campo de estudio de la sociología política. "Sociedad y política: una relación multidimensional" Autores: Maria Luz Morán y Jorge Benedicto. Capítulo 1 del libro de J. Benedicto y M.L. Morán, Sociología Política, Temas de Sociología política, Madrid, 1995 // TEMA 2: El proceso histórico de modernización. Estado y mercado, las dos instituciones claves “Modernización y cambio sociopolítico" - Autor: Enrique Gil Calvo. Capítulo 11 del libro de J. Benedicto y M.L. Morán, Sociología Política, Temas de Sociología política, Madrid, 1995 (1º reimp. 2009) // TEMA 3: El surgimiento y desarrollo de la democracia en la sociedad capitalista "Democracia y sociedad industrial" - Autor: Ludolfo Paramio. Capítulo 5 del libro de J. Benedicto y M.L. Morán, Sociología Política, Temas de Sociología política, Madrid, 1995 (1º reimp. 2009). // TEMA 4: Las bases sociales de la política democrática "El concepto de cleavage en las ciencias sociales" Autora: Susana Aguilar. Capítulo 1 del libro de S. Aguilar y E. Chuliá, Identidad y opcion. dos formas de entender la política, Madrid, 2007. "Elecciones para elegir" Autora: Elisa Chuliá. Capítulo 6 del libro de S. Aguilar y E. Chuliá, Identidad y opcion. dos formas de entender la política, Madrid, 2007.// TEMA 5: La construcción de los universos políticos de los ciudadanos. Socialización y cultura política "La construcción de los universos políticos de los ciudadanos" Autor: Jorge Benedicto. Capítulo 8 del libro de J. Benedicto y M.L. Morán, Sociología Política, Temas de Sociología política, Madrid, 1995 (1º reimp. 2009). // TEMA 6: Participación y acción colectiva "Perspectivas teóricas y aproximaciones metodológicas al estudio de la participación" Auotres: Maria Jesus Funes y Jordi Monferrer. Capítulo 1 del libro de R. Adell y M.J.  Funes, Movimientos Sociales: Cambio social y participación. Madrid, UNED, 2003. "Participación política, grupos y movimientos". Autor: Gianfranco Pasquino. Capítulo 5 del libro de G. Pasquino y otros, Manual de Ciencia Política. Madrid, Alianza Editorial, 1991.

El desarrollo del mercado

La idea de buscar en la economía mercantil capitalista el origen del desarrollo modernizador se remonta a Durkheim y antes que a él a Marx y a su maestro Adam Smith. Sus herederos funcionalismo, neomarxismo, liberalismo neoclásico, consideran que lo que llamamos modernización (capitalismo y democracia liberal o revolución burguesa) es producto, en última instancia, de las fuerzas de mercado, que serían así el motor inmóvil desencadenante de todos los demás procesos de desarrollo modernizador, incluyendo el poderío militar, la ciencia o el Estado. Cabe proponer tres modalidades explicativas o versiones diferentes (tipos ideales) de causalidad mercantil, según interpretan la modernización:

  • Como efecto endógeno del propio capitalismo: institución capaz de autodesarrollarse a sí misma generando la industrialización.
  • Como efecto exógeno de las relaciones bilaterales de intercambio, competencia o conflicto entre las partes.
  • Como efecto exógeno de las relaciones multilaterales que se dan en un sistema abierto y plural de mercado, territorialmente jerarquizado.


La primera versión, común al industrialismo desarrollista, al funcionalismo modernizante y a un cierto marxismo, considera que el capitalismo industrial es capaz de autodesarrolarse internamente a sí mismo. Hoy continúan existiendo esfuerzos importantes por rehabilitar los planteamientos funcionalistas sobre bases nuevas. Gellner: ejemplo de cómo se entiende el desarrollo hacia dentro del mercado; fenómenos como la alfabetización y el nacionalismo o el fundamentalismo islámico se consideran un efecto de la modernización y la industrialización, explicables por su funcionalidad para la construcción del mercado y el desarrollo de la sociedad industrial.

Existe otra versión que cabe denominar institucionalista o neoclásica; entiende que la riqueza se autogenera a partir de la propiedad privada. North avanzó una visión del capitalismo que lo identificaba con la moderna institución de la propiedad privada. Las relaciones feudales o precapitalistas de producción no podían generar crecimiento económico autosostenido porque se basaban bien en la propiedad comunal de la tierra o bien en su propiedad compartida. No podía evitarse que el resto de productores se beneficiase igualmente de los recursos comunes, por lo que si alguien intensificaba la explotación la única forma de no salir perjudicado era sumarse a la sobreexplotación común así fue como se agotaron los pastos feudales y se agotan hoy los caladeros de pesca en aguas internacionales. Éstas son las externalidades que hacen que se desperdicie hacia le exterior toda ganancia interna que no pueda ser apropiada privadamente.

Todo esto cambió: la propiedad privada de los recursos productivos, como consecuencia de los cercamientos de la tierra hasta entonces comunal. Si se poseen títulos de plena propiedad (privada o capitalista) sobre los recursos productivos, ya resulta posible tanto el evitar que se agoten por sobreexplotación como el invertir en ellos esfuerzos más rentables, sea éstos innovaciones tecnológicas o inversiones de capital. Para North la institucionalización de la propiedad privada es el gran invento jurídico que revolucionó la historia de la economía, dado que posibilitó que fuese por fin rentable la innovación tecnológica y la inversión productiva, iniciándose la explotación científico-técnica de los recursos productivos y haciéndose así posible el crecimiento autosostenido, con lo que se abrió el paso a la modernización capitalista.

Esa misma propiedad privada capitalista es también resultado histórico de una larga serie de luchas sociales y políticas que North ignora en muy buena medida. No hay propiedad privada sin apropiación previa. Lo que para North es una nueva institución económica para otros es una institución política.

Moore ya situó en la cuestión de los cercamientos el origen de la modernización capitalista. Ésta es la perspectiva utilizada por la corriente principal de la historiografía marxista, que identifica la aparición del capitalismo más como efecto del cambio en las relaciones bilaterales de producción que como efecto de desarrollo endógeno de las fuerzas productivas.

Pero si los marxistas reducen las relaciones bilaterales de producción a la lucha de clases, los liberales consideran otro ejemplo opuesto, aunque también bilateral, con las relaciones de intercambio mercantil entendidas como la principal fuente creadora de riqueza. Entramos en la dimensión puramente comercial, mercantil o transaccional: es el mercado mismo, como sistema de relaciones de intercambio (agregación de actos bilaterales de compraventa), el que generaría la modernización. La fuente de la riqueza es el comercio con el exterior, es la creciente apertura de los mercados lo que genera la gran transformación.

Generalizando para todas las transacciones, pueda hablarse de mano invisible: el mercado crea por generación espontánea su propio orden social automático.

Pero el mercado no consiste sólo en relaciones bilaterales de cooperación, como los contratos de compraventa, pues también se basa en relaciones bilaterales de conflicto y competencia: juegos de suma cero, en los que cada parte sólo gana lo que alguna otra parte ha de perder. La competencia de mercado es el mecanismo institucional. Dado que los mercados son libres y abiertos, existe amplia movilidad social, y por tanto fuerte competencia: relaciones de mercados resulten inestables, volátiles y efímeras.

Que el mercado resulte tan modernizador es por su capacidad de destruir todas las instituciones premodernas que puedan oponer resistencia al progreso moderno: desde el feudalismo y la comunidad tradicional hasta la religión, la moral o la familia. El mercado es tan ciegamente destructor que habrá de terminar por autodestruirse a sí mismo, una vez que haya destruido todas las barreras que todavía lo constriñen. Las actitudes que se han mantenido ante el mercado están fuertemente polarizadas entre quienes lo entienden como creador de riqueza u motor de la modernización y quienes sólo advierten su ingente capacidad de destrucción y autodestrucción.

North: el mercado para constreñirse y eventualmente desarrollarse, precisa ser sustentado por alguna clase de referencia institucional externa: tanto cultural o ideológica, a fin de superar el dilema del free rider. Con especial atención al Derecho, como regulador de las reglas de intercambio, y al Estado, como defensor de la propiedad privada, garante del orden social y prerrequisito funcional del mercado. Los mercados estén anclados en un lecho extraeconómico de instituciones capaces de garantizar su continuidad social.

El tercer tipo de versión mercantil de la modernización multilateral: aquí el crecimiento, el progreso o el desarrollo ya no surgen sólo de las relaciones bilaterales de conflicto, ahora precisan además de relaciones multilaterales de interdependencia, capaces de articular y estructurar los mercados. Los mercados presentan diferenciaciones internas que los estructuran como un sistema global, atravesado por relaciones jerárquicas de interdependencia. Estas redes mercantiles supralocales, primero regionales, después nacionales y por último internacionales y mundiales, conforman los mercados como sistema multilaterales.

Esta versión está representada por el modelo economía-mundo ( o sistema mundial moderno): el crecimiento autosostenido sólo surge de las virtudes comerciales del intercambio. Quienes se especializan son las unidades espaciales, jerarquizadas entre sí: las regiones, los países y los Estados nacionales, distribuidos concéntricamente entre el centro más antiguo del mercado mundial y la periferia más tardíamente incorporada. Y la división internacional del trabajo consiste en relaciones desiguales de intercambio. El sistema es dinámico, pues necesita expandirse constantemente para que la tasa de explotación de la periferia pueda seguir creciendo.

El modelo del sistema mundial (Wallerstein) compatible con las teorías de la dependencia. Que tratan de explicar la supuesta imposibilidad actual que experimentarían los países del Tercer Mundo para alcanzar el desarrollo económico como un efecto de la sobreexplotación imperialista que estarían padeciendo. Puede igualmente relacionarse con los modelos actuales que también conciben una economía global o mundializada en la que cada mercado local depende de la posición que ocupe en la división internacional del trabajo. No cabe hablar de centro y periferia más que provisionalmente, pues el sistema económico internacional ya es pluripolar, policentrico y multuilateral.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Resúmenes Cambio Social II Parte 5


En la asignatura de Cambio Social II del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, algunos compañeros realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria de la asignatura. Derechos reservados, sus autores.

1- Los movimientos sociales como fuerzas de cambio “Sociología del cambio social” de Sztompka, capítulo 19, pp. 303 a 330. Tomás Javier Prieto González // “Las revoluciones: la cumbre del cambio social” de Sztompka, capítulo 20, pp. 331 a 350. Tomás Javier Prieto González 2- Los movimientos sociales: principales teorías Perspectivas teóricas y aproximaciones metodológicas al estudio de la participación (Funes/Monferrer, en Funes/Adell, capítulo 1, pp 21 a 58) // Tomás Javier Prieto González // El estudio del contexto político a través de la protesta colectiva. Participación y democracia (Adell, en Funes/Adell, capítulo 3, pp 77 a 108). // Julia Ortega Tovar Participación y democracia: Asociaciones y poder local (Brugué/Font en Funes/Adell, capítulo 4, pp 109 a 132). Julia Ortega Tovar 3- Los nuevos movimientos sociales en el contexto histórico y de la mundialización Génesis y desarrollo de los movimientos sociales desde una perspectiva histórica. El movimiento obrero (Pastor, en Funes/Adell, capítulo 2, pp 59 a 76). Tomás Javier Prieto González // La dimensión individual en la acción colectiva (Funes, en Funes/Adell, capítulo 8, pp 225 a 254). José Antonio Puig Camps // Los movimientos antiglobalización (Ibarra/Martí, en Funes/Adell, capítulo 10, pp 285). José Antonio Puig Camps 4- Estudios de caso y campañas Dimensión simbólica y cultural del movimiento feminista (Robles/de Miguel, en Funes/Adell, capítulo 5, pp 133 a 162). Víctor Riesgo Gómez // Identidad colectiva y movimiento gay (Monferrer, en Funes/Adell, capítulo 6, pp 163 a 190) //  Javier Hermoso Ruiz Organización y estructura del movimiento ecologista (Jiménez, en Funes/Adell, capítulo 7, pp 191 a 224). Blas García Ruiz

 El estado de las teorías de los movimientos sociales


La sociología de los movimientos sociales, como cualquier subcampo de la sociología, está íntimamente relacionado con las teorías generales de la sociedad. Esta conexión es mutua. Diferentes teorías generales de la sociedad implican visiones distintas de los movimientos sociales y, a la inversa, diferentes teorías generales adquieren distintos grados de corroboración de la investigación en curso sobre movimientos sociales.

Tomemos algunos ejemplos. La teoría desarrollista (historicista): ha de tratar a los movimientos sociales meramente como síntomas, epifenómenos de cambios sociales en curso. Aparecen como la fiebre en los momentos de crisis sociales, de rupturas o de estallidos revolucionarios. La teoría postdesarrollista, que se centra en el papel creativo de la agencia humana y afirma la naturaleza contingente, abierta, del proceso histórico, tratará a los movimientos sociales de una forma completamente diferente. Como agentes, creadores, constructores, actores cruciales en el proceso histórico.

La versión ortodoxa del materialismo histórico en comparación con la teoría moderna de los nuevos movimientos sociales. En la teoría marxista, los movimientos sociales, enraizados en los intereses de clase, son meros demiurgos de la historia, vehículos, portadores, ejecutores, de tendencias de desarrollo necesario. Como mucho pueden liberar o acelerar los procesos históricos, pero no pueden causarlos.

En la teoría moderna de los movimientos sociales, éstos devienen los verdaderos agentes causales del cambio social y no meras emanaciones de un proceso histórico autónomo. Producen, crean, y hacen, y no se limitan a ejecutar transformaciones y revoluciones.

Dentro de la teoría de sistemas de la sociedad (el funcionalismo-estructuralismo ortodoxo), los movimientos sociales no pueden aparecer sino como molestias, patologías, manifestaciones desviadas de desorden o de desorganización social, que han de ser contrarrestados o compensadas por los mecanismos equilibradores del sistema. Dentro del moderno enfoque de la elección racional, los movimientos sociales figuran como medios normales para la obtención de fines políticos, como formas específicas de acción políticas acometidas por colectivos de personas afanándose por sus fines cuando carecen de oportunidades institucionales, rutinarias, para la representación de intereses.

Hay dos modelos tradicionalmente opuestos de sociales, que están relacionados con dos enfoques opuestos en el estudio de los movimientos sociales:

1.    El que enfatiza la movilización de actores: los movimientos sociales surgen desde abajo, cuando el volumen de agravios, de descontento y de frustración de las poblaciones humanas excede un determinado umbral. Otra versión implica una imagen de intermediación o conspirativa: el movimiento social es considerado como una acción colectiva intencionada.
2.    El que enfatiza el contexto estructural, que facilita o constriñe la emergencia de movimientos sociales; en suma, los movimientos estallan cuando las condiciones, circunstancias y situaciones lo permiten. Una versión tiene afinidad con la metáfora de la capa de seguridad: el potencial de movimientos es liberado desde arriba, cuando las constricciones se debilitan. Otra versión enfatiza el acceso a los recursos: los movimientos son concitados por la apertura de nuevos medios y oportunidades que facilitan la acción colectiva.

Los últimos tiempos han producido un fuerte impulso hacia la síntesis teórica, superando la oposición entre teorías orientadas hacia la acción y teorías orientadas hacia la estructura.
Bert Klandernabs argumenta que los fuertes prejuicios estructurales (organizacionales) de la teoría en boga de la movilización de recursos conduce al descuido de la dimensión individual, psicológico-social. Esto ha de remediarse combinando una teoría nueva, modificada, psicológico-social con un enfoque adecuadamente atemperado de la movilización de recursos.

Myra Ferre y Frederick Miller intentan enriquecer la perspectiva de la movilización de recursos elaborando el olvidado nivel subjetivo. Se centran en dos procesos psicológicos:

1.    Es el sistema de atribución, esto es, dirigir el descontento y culpar a las estructuras institucionales en lugar de a las personas (gobernantes).
2.    Concitar el compromiso de los participantes, esto es, modelar las motivaciones conducentes al reclutamiento y a la acción.

Desde su posición, ha de restaurarse una perspectiva psicológica mejorada en las teorías de la organización estructural para hacerlas más adecuadas.

Ralph Turner reconoce las ganancias cognitivas obtenidas dentro de la perspectiva de la movilización de recursos, y argumenta en contra de considerarla como una alternativa irreconciliable con los enfoques más tradicionales de Park, Blummer, Smelser y él mismo. Admite que la teoría de la motivación de recursos añade la percepciones cruciales a tres cuestiones no resueltas dentro de la teoría ortodoxa de la conducta colectiva:

1.    Es la cuestión de la “extrainstitucionalidad”: por qué la gente se aleja de las formas institucionalmente establecidas.
2.    Es la traducción de los sentimientos en acción: por qué la gente convierte disposiciones extrainstitucionales en acciones.
3.    Es el misterio de actuar colectivo: por qué la gente se junta para expresar sus sentimientos e impulsos.

Los fundadores mismos de la perspectiva de la movilización de recursos; Doug McAdam, John McCarthy y Mayer Zald proclamaron un manifiesto de reconciliación. Su ímpetu se concentra en el rechazo a las explicaciones unilaterales, sean “desde arriba”, por referencia a las estructuras, o “desde abajo”, invocando a las acciones, y en explicar las conexiones entre las condiciones macroestructurales y las microdinámicas de los movimientos en evolución. Creemos que la acción real tiene lugar en un tercer nivel, intermedio entre el individuo y los amplios macrocontextos en los que está sumergido.

Esta tendencia hacia la síntesis y la reconciliación parece acertada y correcta. La tremenda complejidad del fenómeno de los movimientos sociales precisa fuentes múltiples de ilustración y sólo puede ser explicado de forma adecuada por una pluralidad de enfoques, o en el último caso por una teoría multidimensional.

Tales empeños pueden proporcionar también un importante campo de prueba para la teoría general de la sociedad que intenta la síntesis de las dos sociologías, la individualista de las acciones y la holista de las estructuras:

1.    Los movimientos sociales encarnan el carácter jánico de la realidad social; la dialéctica de los individuos y las totalidades sociales. El medio de los movimientos sociales es un escenario excelente para observar cómo los factores sociales influyen y son influidos por los actores. Los movimientos sociales representan una forma intermedia en la anatomía de la realidad social.
2.    Los movimientos sociales representan también un estadio intermedio en la emergencia dinámica del tejido social: nos permiten aprehender la realidad social tal y como nace. Estudiar los movimientos sociales nos permite aprehender estructuras sociales mayores en el proceso de su emergencia o transformación.
3.    Los movimientos sociales también tienen una cualidad intermedia en otro sentido: en su constitución interna son algo intermedio entre meras amalgamas de individuos actuando y totalidades sociales completas, cristalizadas. Por tanto estudiar los movimientos sociales nos permite aprehender la fase intermedia de la construcción de estructuras, nos permite ver cómo emergen y cambian las estructuras internas del movimiento.

Los movimientos sociales aparecen como componentes cruciales del campo socioindividual en el proceso de constante autotransformación. Su estudio nos proporciona una fuerte corroboración de la teoría del devenir social.

domingo, 6 de enero de 2013

Así cambió la economía el mundo

Artículo de Joaquín Estefanía publicado en El País el 4 de enero de 2013

John Maynard Keynes, uno de los grandes
protagonistas del libro "La gran búsqueda",
en 1940 / TIM GIDAL (GEITY)

Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se desarrolló una gran polémica, hoy totalmente olvidada, entre economistas de uno y otro lado del océano. Se la denominó la controversia entre los dos Cambridges, pues enfrentó a científicos sociales del Cambridge británico con los del Cambridge de Massachusetts (EE UU). Unos y otros (gente tan importante como Joan Robinson, Paul Samuelson, Robert Solow, Franco Modigliani, Michal Kalecki, Nicholas Kaldor,…) eran keynesianos en una u otra medida pero pasaron años enfrascados en una teoría sobre el capital.

La historia del pensamiento económico es la historia de sus controversias. A través de ellas se ha avanzado en los dos últimos siglos y medio, desde que se considera la Economía como una ciencia social. Un periodo en el que la teoría ha pasado de ocuparse básicamente de lo que no podía hacerse a lo que debe hacerse para mejorar, para llegar a la buena vida de los ciudadanos. La gran búsqueda, de la escritora y periodista estadounidense de origen alemán Sylvia Nasar (editorial Debate) es un fantástico relato de cómo la Economía ha cambiado el modo de vida de los habitantes del planeta, a través de las ideas. Marshall o Keynes, dos de las cimas de ese pensamiento durante el siglo XX, destacaron el papel de la Economía moderna como organón, lo que significa herramienta; más que un conjunto de verdades es un motor de análisis diseñado para alcanzar la verdad, un instrumento que nunca será perfecto sino que requiere continuas mejoras, adaptaciones e innovaciones para ejercer su función.

Keynes, que fue discípulo de Marshall, entendía la economía como “un aparato de la mente” cuyo cometido, como cualquier otra ciencia social, es analizar el mundo y aprovechar al máximo sus posibilidades; un instrumento del conocimiento que permite resolver lo que el genial economista de Cambridge denominó “el problema político de la humanidad”, la combinación de tres principios: la eficiencia económica, la justicia social y la libertad individual.

La escritora y periodista estadounidense
Sylvia Nasar es la autora
de "La gran búsqueda".
Liberales frente a intervencionistas, hayekianos frente a keynesianos, malthusianos frente a quienes no lo eran, marxistas contra liberales e intervencionistas, keynesianosbastardos (de derechas) frente a keynesianos de izquierdas, postkeynesianos frente a partidarios de una síntesis neoclásica y keynesiana, friedmanitas, neoconservadores, partidarios de la regulación, fabianos, socialistas, schumpeterianos… de todos estos debates se salió avanzando. Hay multitud de ejemplos en La gran búsqueda. Por ejemplo, en los años treinta, marcados por la Gran Depresión, a falta de una teoría satisfactoria sobre la crisis, los economistas ingleses se dividieron en dos bandos y preanunciaron la madre de todas las batallas: un grupo partidario de la intervención, liderado por Keynes, y por el llamado Cambridge Circus, en el que estaban algunos de sus discípulos más dilectos que coquetearon con el marxismo como doctrina y con el comunismo como sistema político: Piero Sraffa, Joan Robinson, Richard Kahn (que ha vuelto a la actualidad por una polémica muy actual, que ha emergido del Fondo Monetario Internacional: el papel del multiplicador keynesiano). Es muy curioso cómo Keynes, que era un liberal a la antigua usanza, más cercano a la aristocracia que a la burguesía, que despreciaba al Partido Laborista y ponía a la URSS en el mismo saco que a la Alemania fascista y que odiaba a Stalin, fue tan condescendiente con el izquierdismo marxista de algunos de sus colaboradores. Tendía a ver el fanatismo de los jóvenes economistas simpatizantes con la URSS como una excentricidad inofensiva en fase pasajera. No pensaba que la ideología debiera ser un obstáculo para la amistad o la investigación y, en todo caso, admiraba el idealismo y el valor de estas personas. En 1939 escribió: “En la política de hoy no hay nadie que valga la pena fuera de las filas de los liberales, salvo la generación de comunistas intelectuales de menos de 35 años”. Aunque estuvieran engañados, eran “un material magnífico”, demasiado bueno para no ser aprovechado.

El otro grupo de economistas ingleses, el de los liberales partidarios de la no intervención en la economía (las recesiones se curan solas), estaban relacionados con la London School of Economics, encabezados por Lionel Robbins, molestos por la hegemonía de Cambridge en el pensamiento económico. Robbins, que fichó a Von Hayek para sus filas, quería convertir la London School (fundada y subvencionada por los fabianos, una especie de socialistas utópicos) en “la contrapartida liberal del colectivismo de Cambridge”. La presencia de economistas en uno u otro grupo fue bastante móvil, dependiendo de las circunstancias, aunque los dos jefes de filas fueron Keynes y Hayek.

El primero, alrededor de cuya obra gira casi siempre la toma de posición de los demás, es el astro transversal de La gran búsqueda. Cuando muere su maestro, Alfred Marshall, escribe una necrológica de lo que Keynes considera un buen economista, que sigue vigente hoy. “El gran economista”, escribe Keynes, “debe poseer una rara combinación de dotes (…) Debe ser matemático, historiador, estadista y filósofo (en cierto grado). Debe comprender los símbolos y hablar con palabras corrientes. Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto con el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado y con vistas al futuro. Ninguna parte de la naturaleza del hombre debe quedar por completo fuera de su consideración. Debe ser simultáneamente desinteresado y utilitario: tan fuera de la realidad y tan incorruptible como un artista, y sin embargo, en algunas ocasiones, tan cerca de la tierra como el político”.

Artículo de Joaquín Estefanía publicado en El País el 4 de enero de 2013


sábado, 10 de noviembre de 2012

Estructura Social Contemporánea II – Resúmenes Parte 11


En la asignatura de Estructura Social Contemporánea II del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2011/12, algunos/as compañeros/as realizamos un trabajo coral: resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria.  Y como libro de referencia: Estratificación Social y Desigualdad. El conflicto de clase en perspectiva histórica, comparada y global, (Harold R. Kerbo - McGraw Hill) bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por todos/as. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 (Capítulo7) El proceso de legitimación – Eva Gloria Del Riego Eguiluz // Tema 2 (Capítulo 8) T. El sistema de estratificación mundial: dominio y competencia entre naciones del centro - Miguel De Diego Pérez // Tema 3 (Capítulo 9) Estratificacion social en los Estados Unidos – Irene Ibáñez Sánchez // Tema 4 (Capítulo 10) Estratificación social en Japón – José Bargallo Rofes // Tema 5 (Capítulo 11) Estratificación social en Alemania – María Inés Quiles Blanco // Tema 6 (Capítulo 12) Estratificación mundial y globalización: los pobres de la Tierra – Tomás Javier Prieto González

Tras una acusada decadencia económica en los 70 y 80, los EE.UU son de nuevo la potencia económica y militar dominante, sin embargo la desigualdad interior entre ricos y pobres aumenta año tras año.

En el siglo XIX la apariencia de igualdad en América era mayor que en Europa, como relató Alexis de Tocqueville en “La democracia en América”. Sus observaciones eran correctas en 2 sentidos:

  • Como hoy, había más informalidad en la interacción personal (una mayor presunción de igualdad de estatus) que en Europa  y sobre todo que Asia.
  • Había menos desigualdad, de hecho. La industrialización se desarrolló sin la tradición  de desigualdad aristocrática que había en Europa.

Sin embargo, por otro lado:

  • Hay un alto grado de desigualdad de riqueza y poder. Los padres fundadores de EE.UU eran ricos y sus instituciones (gobierno federal, constitución...) se crearon para proteger sus intereses económicos.
  • A fines del XIX surgió una clase análoga a la aristocracia europea.

La perspectiva marxista se opone al análisis de Tocqueville, ya que en EE.UU. se desarrolló una poderosa clase alta basada en la propiedad de los medios de producción con un gran contraste con respecto a las clases más bajas, en cuanto a condiciones de vida. Pero este análisis también tiene inexactitudes:

  • El proletariado no crece tanto numéricamente, ni sus condiciones fueron siempre a peor.
  • Surge la clase media con los trabajadores de cuello blanco (que se sitúa entre las 2 principales clases del análisis marxista)
  • No hay conciencia de clase, incluso con la gran desigualdad actual, no hay partidos laboristas ni sindicatos fuertes que defiendan sus intereses (cosa que hubiera sorprendido mucho a Marx)

SUCINTA HISTORIA DE LOS EE.UU. Y SISTEMA DE CLASES

A pesar de las aparentes similitudes  entre Europa y América, una de las principales diferencias es el enorme abismo entre los ricos y los pobres, y la peculiar actitud de los americanos ante este hecho. Ésta se debe principalmente a 3 factores:

  1. Los “fundadores” de EE.UU (inmigrantes europeos que empezaron a trasladarse allí a principios del XVII) eran miembros de una secta radical protestante, que creían en la independencia y el individualismo absoluto, y que proclaman el igualitarismo (todos somos iguales ante los ojos de Dios) Este sustrato se mantuvo sólido a lo largo de las siguientes oleadas de inmigrantes.
  2. En la expansión hacia el oeste y su colonización mucha gente rompió con sus raíces, lo que reforzó el individualismo y la independencia, y también el igualitarismo, ya que las familias pierden el estatus y se hacen “iguales” en la lucha por sobrevivir.

Ésto deriva en el llamado “credo americano”, un sistema de valores que ensalza libertad, individualismo y en cuanto al sistema político “laissez faire” lo cual se refleja en los estudios de actitudes de los americanos actuales, y en el bajo gasto social del Estado.

  1. El valor de igualitarismo en EE.UU no ensalza la igualdad en todos los sentidos, sino a la igualdad de estatus, la igualdad de oportunidades: La gente debe ser libre para competir con otros a escala individual, y así, permitir que las personas con más talento y que más trabajan conforme a las reglas del sistema se sitúen por encima de otros (que sean desiguales) Ésto explica y justifica el alto grado de desigualdad.


LA CLASE ALTA

EE.UU es una nación que surge de las revueltas contra las tradiciones europeas de gobierno aristocrático, lo cual explica que no se desarrollase plenamente la aristocracia y se fomentase la idea de la igualdad de estatus. Sin embargo, ésto no detuvo a los líderes de la nación para establecer una forma de aristocracia aunque fuese sin apoyo legal: Surgen sociedades exclusivas para exhibir el pedigrí familiar y el estatus social hereditario (ej. Sociedad de Cincinatti) aunque hubo que esperar hasta más o menos el s.XX para que surgiera algo parecido a una aristocracia nacional.

Definición de clase alta:

Por un lado diremos que son los propietarios de los medios de producción (según Marx), pero no sólo de ésto depende la creación de una clase alta. E.D. Baltzell en su definición añade otros factores:

  • Descienden de gente que ha triunfado desde hace 2 o 3 generaciones, los nuevos ricos no pueden cultivar el estilo de vida peculiar como descendientes del éxito y la riqueza.
  • Han crecido juntos, son amigos y se casan entre ellos. Con esa estrecha interacción, a lo largo de toda su vida, desarrollan más que ninguna clase, la conciencia de clase, y unidad de grupo y acción. La solidaridad social la fomentan instituciones como escuelas privadas, universidades de élite, clubs, organizaciones benéficas y actividades recreativas.

La clase alta los EE.UU de hoy

Tras C.W Mills, es Domhoff establece una lista con cinco indicadores que permiten comprobar la pertenencia a la clase alta:

  • Figurar en uno de los Libros Azules del Social Register.
  • Que los varones de una familia asistan a una de las escuelas preparatorias exclusivas y clubes sociales exclusivos.
  • Que las mujeres de la familia pertenezcan a un club exclusivo o asistan a una escuela preparatoria exclusiva.
  • Se presupone la pertenencia a esta clase cuando el padre sea un empresario, abogado, etc, con ingresos de 100.000 dólares anuales y cuando la persona pertenezca a un club exclusivo y asista a una escuela preparatoria exclusiva.

El poder económico de la clase alta lo indica el solapamiento entre estas medidas de pertenencia a la clase alta y los cargos en los Consejos de Administración de las principales corporaciones de los EEUU. El poder político de la clase alta lo indican los orígenes de clase alta, según los indicadores anteriores, de la mayoría de los ministros del presidente de los EEUU entre 1897 y 1973.

La clase alta como clase dominante en la actualidad: una crítica

Mientras los descendientes de las familias originales de clase alta (ej. Rockefeller) siguen ocupando posiciones políticas y corporativas, cada vez se cuestiona más el poder de una clase alta unificada. En este sentido, cada vez son más los científicos sociales que cuestionan la unidad de esta clase, sugiriendo también que los indicadores utilizados por Domhoff para medir el estatus de case alta están más al alcance de los nuevos ricos, los altos ejecutivos de las corporaciones y los políticos.

Sin embargo, la evidencia que permite cuestionar hoy en día el poder de una clase alta procede de lo que fue el pilar del poder de la clase alta en el pasado, esto es, su control de las corporaciones mediante la propiedad accionarial. Son muchos los estudios que han mostrado que las familias de clase alta poseen sólo pequeñas proporciones de acciones de las corporaciones más importantes.

Por otra parte, desde la obra de Berle y Means, 1932, el concepto de Revolución de los directivos, que proclama que actualmente el control de cada corporación lo tienen los más altos directivos, entre otras razones por la dispersión de las acciones, ha ganado popularidad. Y serán estos altos directivos y los que ocupan posiciones de poder político, quienes formen la clase corporativa.