Esta tarea de la asignatura de Introducción a la Sociología II, del Grado de Sociología de la UNED, consistía en la realización de un trabajo de lectura voluntario del libro de José Félix Tezanos, La sociedad dividida. Estructura de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pensado como una Prueba de Evaluación a Distancia, permite contrastar los contenidos "teóricos" de la asignatura con algunos rasgos y procesos que están teniendo lugar en las sociedades de nuestros días y que resultan de especial interés para los sociólogos. La evaluación de esta prueba se hizo en la plataforma ALF puntuando hasta 1,5 puntos en la nota final.
Este trabajo tenía dos partes. La primera consistía en un resumen de la segunda parte del libro (capítulos 7 al 12) con una extensión máxima de tres páginas. Y, la segunda, debía ser un comentario personal de dicha parte, o de un capítulo, en el que el alumno aportaba su propia opinión fundamentada.
Estamos frente a una nueva tendencia social de raíz estructural, por la modificación de los equilibrios obtenidos, pues la mayor parte del desempleo tiene un también un carácter estructural. El aumento de las desigualdades sociales está conectado a la evolución de nuevas tipologías de condiciones funcionales, y ligadas a las formas emergentes de organizar las tareas sociales, fundamentalmente las productivas. Se configuran así, una mayor complejidad de las estructuras de clase, sistemas más heterogéneos y con situaciones diferentes de asimetría social, donde las tendencias apuntan a que los jóvenes serán los más sancionados, formando parte de los parados, de los excluidos y de los grupos más vulnerables.
La historia de la humanidad nunca ha tenido como ahora una conciencia ética global, por la inmediatez con la que se puede obtener toda la información en nuestras casas. Una conciencia ética que actúa como una fuerza práctica capaz de impulsar los obstáculos necesarios frente a las violencias, opresiones y las grandes fragmentaciones sociales. El marco de las pretensiones sociales que son proyectadas en el siglo XXI, ya no pueden ser entendidas y explicadas del mismo modo que a finales del siglo XIX o a comienzos del XX, porque en un mundo tecnológicamente avanzado las necesidades, las demandas y las posibilidades ya no son semejantes. Con el paso del tiempo no solo se ha transformado la lógica y el modelo de las desigualdades, sino que han mutado las ambiciones colectivas.
Se revela pues necesario, el estímulo de políticas de libertad, igualdad y de equilibrio medioambiental, en el diseño de respuestas creíbles a necesidades y a problemas auténticos. Un mundo que se mueva por impulsos y apoyos sociales específicos; pasar de la “debilidad de los sujetos históricos” a la fortaleza. Una crisis que debe ser entendida desde parámetros culturales y socio-económicos de una etapa histórica concreta, y pensando hacia una reformulación de los paradigmas, en nuevos enfoques a definir y pensar el progreso. Hay que sumar intereses, desarrollando un pensamiento social operativo, eficiente y adaptado a los nuevos tiempos, contribuyendo a estimular el progreso, en esa concepción histórica de largo alcance que se inclina a ajustar la penetración y expansión de la democracia, el equilibrio social y el humanismo.
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