jueves, 8 de mayo de 2014

UN ENSAYO SOBRE ACCIÓN POLÍTICA Parte 11


En el contexto de un discurso generalizado al respecto de una crisis de la política y de lo político, el presente ensayo trata la acción política. Una práctica elaborada con datos extraídos del barómetro de abril de 2012, en concreto el estudio 2941 del CIS. Se va a trabajar con dos modelos a modo de hipótesis, con el objeto de obtener una explicación a través de un análisis pormenorizado de la información resultante. Se realizará un estudio comparando ambos modelos e intentando en todo momento, dialogar con la información resultante, como con otros estudios conexos. El contraste de estos resultados puede permitir distinguir hasta qué punto los modelos desarrollados con la regresión logística, son explicativos.

En lo concerniente a las variables socio-demográficas, las evidencias provistas principalmente por los análisis sociológicos norteamericanos afirman que la participación política está desigualmente distribuida en las sociedades occidentales: la distribución de recursos para participar (tiempo, dinero y habilidades cívicas), subordinados a los niveles y modos de participación política, está muy relacionada según Verba, al nivel de ingresos, raza y pertenencia étnica, sexo, ocupación, estado civil y edad. El status socioeconómico y el nivel educativo son los predictores más destacados referidos a los grados de implicación política en general para autores como Famhy y Villaroel, y al comportamiento electoral en particular, dato extraído de investigaciones realizadas por Lipset. Sin embargo, otros análisis han revelado un menor poder predictivo de estas variables en relación a la incidencia que tendrían las variables psicosociales tanto para predecir las prácticas políticas convencionales como las no convencionales.

En el trabajo desarrollado por Funes se propone “un seguimiento longitudinal de la acción participativa según el desarrollo del ciclo vital del individuo” (Funes, 2004:237), interpretando que las condiciones de previsibilidad para la acción cambian según el momento del curso vital en que se encuentre el sujeto (Teoría del ciclo vital). En cada contexto social y cultural se encuentran unas distintas prescripciones normativas vinculadas a cada etapa de la vida, por las que los individuos modulan sus comportamientos. Por tanto, la estructura de edades está socialmente pautada y “cada estrato incluye un conjunto de condiciones, preferencias y posibilidades en torno a las cuales se reúnen unas expectativas que actúan a modo de control social, y en función de éstas cada individuo construye su biografía particular” (Funes, 2004:237). Tanto investigaciones cualitativas como cuantitativas elaboradas por Funes, se afirma que el intervalo que comprende desde el inicio de la juventud hasta el comienzo de lo que se considera edad adulta, es la etapa óptima para arrancar la actividad asociativa.
Las circunstancias para la participación procedentes del curso vital han de analizarse asociadas a otras que apuntan igualmente a la dimensión temporal pero en su naturaleza social y que se dilucidan a través de los criterios de: cohorte, generación y efecto periodo, y que articulan los perfiles normativos vinculados “a cada edad (estructurales), con los circunstanciales del momento (coyunturales)” (Funes, 2004:238). La circunstancia de la coyuntura social y política es fundamental para comprender el efecto edad en la participación.
Al analizar el enfoque de la participación diferenciada, por ejemplo, algunos estudios reflejan que, con el incremento de la edad, “las personas se muestran más predispuestas a votar” (Alejandra, 2009:282) y menos proclives a involucrarse en actividades de protesta o no convencionales; sin embargo, Somuano Ventura (2005) sostiene una relación positiva entre edad y acciones de tipo no convencional en su investigación. Ya sea participación o desafección generalizada, ahondar en la existencia (o no) de particularidades en la participación requiere examinar en los por qué de estos supuestos. Diversas variables socio-demográficas, psico-sociales y política-institucionales han sido vinculadas a la participación política en general, y juvenil en particular. En cuanto a la eficacia política, en algunas investigaciones se sostiene que, “en su forma externa y asociada a la edad, ha mostrado ser un importante predictor de la actividad política no convencional” (Alejandra, 2009:281). Es igualmente importante destacar que la incidencia de la edad sobre el modo de actuación política puede verse mediado por otros factores más relacionados al clima socio-político de una sociedad. Todo ellos nos coloca frente evidencias discordantes, donde muchas de las cuestiones relacionadas con la participación convencional y no convencional, están en estos momentos sin resolver. La “Edad” es una variable que en los ensayos ejecutados en este trabajo, no resulta ser del todo explicativa en cuanto su consideración como estimulante de acción política. Por ello, no se considera representativa.

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