viernes, 30 de mayo de 2014

Resúmenes Sociología del Género Parte 17

En la asignatura Sociología del Género del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2013/14, formamos un grupo de trabajo algunas/os compañeras/os y elaboramos los siguientes resúmenes de la bibliografía básica de la asignatura. Derechos reservados de sus autores.


1. -Ehrenreich, Barbara y English, Deirdre (1990): Cap. 1: “Introducción”, en Por su propio bien. (150 años de consejos de los expertos), Madrid: Taurus, pp. 11-41. Javier Prieto González // 2. -Durán, María Ángeles (2006): “Las fronteras sociales del siglo XXI”, en Isabel Morant (Dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid: Cátedra, Volumen IV “Del Siglo XX a los umbrales del XXI”, pp. 465-493. María Dolores Aviles y José Antonio Delgado Guanche // 3. -Giddens, Anthony (2007), “El género”, en Sociología, Madrid: Alianza Universidad, pp. 441-452. Blas García Ruíz // 4. -Marqués, Josep-Vicent (1991): Cap. 1 (extracto): “Androcentrismo, un caso particular de sociocentrismo”, en Josep-Vicent Marqués y Raquel Osborne, Sexualidad y sexismo. Primera parte: Marqués, “Varón y patriarcado”. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, pp. 23-27. Lorenzo Vellarino Cordero // 5. -Osborne, Raquel (1997): "Feminismos", Dossier Debate "La igualdad de la mujer", Temas para el Debate, octubre, nº 35, pp. 46-50. Ruth Cardedal Fernández // 6. -Giddens, Anthony (2007): “Walby: la teorización del patriarcado”, “El ´feminismo negro` y “El feminismo postmoderno”, op.cit., pp. 456-459. Javier Hermoso Ruíz // 7. -Osborne, Raquel (1996): "¿Son las mujeres una minoría"?, Isegoría (Revista de Filosofía Moral y Política), monográfico sobre Multiculturalismo, justicia y tolerancia, Madrid, nº 14, octubre, pp. 79-93. Antonia Pineda Vergara y Fernando Pedro Bruna Quintas // 8. -Giddens, Anthony (2007): “Perspectivas teóricas sobre la familia y las relaciones íntimas”, op. cit., pp. 246-256. Julio Monteagudo Diz // 9. -Ferreira, Virginia (1996), “Mujer y trabajo. La división sexual del trabajo en el análisis sociológico: de natural a socialmente construida”, en María Antonia García de León, Félix Ortega y María Luisa García de Cortázar, (comps.), Sociología de las mujeres españolas, Madrid: Ed. Complutense, pp. 93-119. (Selección: pp. 93-111). Antonio Jesús Acevedo Blanco // 10. -Brullet, Cristina (2004): “La maternidad en occidente y sus condiciones de posibilidad en el siglo XXI”, en Ángeles de la Concha y Raquel Osborne (Eds.): Las mujeres y los niños primero (Discursos de la maternidad). Barcelona, Madrid: Icaria y UNED, pp. 201-228. (Selección: pp.213-228). Antonia Florentina López Caballero // 11. -Osborne, Raquel (2005): “Desigualdad y relaciones de género en las organizaciones: diferencias numéricas, acción positiva y paridad”, Política y Sociedad, vol. 42, nº2, 2005, pp. 163-180. María Aurora Sieiro López // 12. -Torres San Miguel, Laura y Antón Fernández, Eva (2005), Violencia de género, Caja España, Obra Social, Colección: Cartilla de Divulgación (Lo que usted debe saber sobre). (Selección: pp. 18-33). Daniela Isabel Lili Pedraza y Mónica Pedraza Darias // 13. -Osborne, Raquel (2009): Cap. 2, “Malos tratos: un problema estructural”, en Osborne, Raquel: Apuntes sobre violencia de género. Barcelona: Bellaterra Edicions, Serie General Universitaria, pp. 83-136.  Mónica Pedraza Darias Tomás Javier Prieto González // 14. -Platero, Raquel (Lucas) (2013): "Introducción. La interseccionalidad como herramienta de estudio de la sexualidad", en Platero, Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada. Barcelona: Bellaterra, pp. 15-72. (Selección: pp. 23-48). María Isabel García Duran // 15. -Büchner, J. "Notas para la ponencia “Género y globalización" (versión 2004): 20 pp. Cristina Martínez Blanco

Desarrollo de la perspectiva sociológica acerca de las minorías


A principios de siglo Robert Park recibe su única instrucción formal en sociología al escuchar las conferencias de Simmel en Berlín.  Luego publica un artículo, donde el término “hombre marginal” era la aplicación al peculiar contexto norteamericano del concepto del “extraño” acuñado por Simmel, concepto útil para el estudio de los cambios culturales y las fusiones provocadas por el intensísimo proceso de inmigración y de conflicto cultural engendrado por dicha inmigración. Simmel describía al “extraño” como alguien próximo y distante a la vez respecto del grupo que, si bien lo considera un elemento de sí mismo al mismo tiempo lo ve como alguien ajeno. Es, entonces, fruto de una “específica forma de interacción” que le confiere algunos rasgos prototípicos, mayor objetividad, libertad, sujeción a mayor movilidad, Simmel lo aplicó específicamente a los judíos. Park por su parte, se refiere al hombre marginal como un “hibrido cultural”, un tipo de personalidad que “vive y comparte íntimamente la vida cultural de dos pueblos distintos”, que no acaba de romper con su pasado y tampoco es aceptado por el nuevo mundo en el que se mueve. Pero Park habla más de un proceso social y que de un tipo de personalidad.

La más amplia exposición de este concepto, se la debemos a Stonequist, quien sostenía que las personalidades marginales aparecen dondequiera que haya transiciones y conflictos culturales, pero las situaciones prototípicas son aquellas en la que aparecen la raza y la nacionalidad. No obstante, como señala Park, la concepción individual que de sí mismo posee el hombre marginal es un producto social, no individual, fruto de la encrucijada en la que se encuentra.

Everett Hugues entiende el concepto como una cuestión de estatus, como un sistema de relaciones sociales, definido por la identificación con una cultura determinada. En ciertas circunstancias, en los procesos de conflicto y ajuste cultural, algunas personas se enfrentan con un dilema, pero ésto les sucede por su pertenencia a ciertos grupos con una determinada definición en su estatus, que incluye unas características bien precisas, las que conocemos como estereotipos. Por tanto, no se trata únicamente de un fenómeno en el que aparece la mezcla de diferentes razas  y culturas, como sería el caso de los negros, sino de dilemas que suceden en situaciones de amplio conflicto y cambio social,  generadoras de una confusión en la identidad social de las personas adscritas a determinados grupos. Éste sería el caso de las mujeres “nuevas”, mujeres  preparadas que acceden a puestos de trabajo en los que su incorporación como colectivo es reciente. Al no contar con una definición de estatus tienen que abrirse paso en un mundo en el cual no reciben el reconocimiento esperado, y esto es debido a su pertenencia al grupo de las mujeres. Esta problemática será tratada con mayor profundidad por algunas sociólogas que en los años 70, comienzan a hablar de las token women, -mujeres que se encuentran en minoría numérica en entornos laborales tradicionalmente reservados a los varones. Estas “pioneras” tendrán que enfrentarse no sólo a un insuficiente reconocimiento de su trabajo, sino a situaciones de especial dificultad por mor de su nuevo estatus profesional.

Otra línea conceptual en el análisis de los grupos minoritarios parte de B. Berreman, quien aplicó la teoría de las castas, originada en la India, a la situación de los negros norteamericanos. Por otra parte, Bertram Coyle, analizó la “línea de color”, toda una institución en el Sur de EE.UU., que suponía una variedad de “casta”, es decir, una institución en la que la gente nace y se supone que permanece toda la vida. Doyle recoge de Herbert Spencer la importancia de la etiqueta en el ritual social como forma de control social. El sistema de casta se sostiene por medio de una elaborada etiqueta que mantiene  a cada uno en su sitio, y que sólo funciona mientras permanece claramente establecida la “distancia social” apropiada para cada grupo. Mientras que los judíos constituyen para Doyle un “grupo minoritario permanente”, la dinámica que mueve a los sistemas democráticos, tiende a reducir el sistema de castas y proporcionar movilidad social a los individuos, en este sentido, el acceso al sistema educativo y la creación de una clase profesional, fueron creando mayores oportunidades de ascenso para los negros,  gracias a lo cual dejaron gradualmente de exhibir las características de una casta y fueron asumiendo las de una minoría. Parecidas pautas de etiqueta rigen para hombres y mujeres y se ligan a un sistema de estratificación, que se ve cuestionado cuando aparece la “rebelión”, como señala Laurel Richardson. Cuando se produce una situación de nueva y amplia movilidad social, como sucedió a partir de los años 60 con las mujeres, las reglas de la etiqueta entre hombres y mujeres, quedan en entredicho como síntoma de que las cosas están cambiando en esas relaciones.

El siguiente paso en el análisis de las mujeres como una minoría lo proporcionó Gunnar Myrdal, que compara el estatus minoritario de los negros con el de las mujeres. La desaparición global de un sistema paternalista para dar paso a uno regido por los valores democráticos impulsados por la revolución industrial cambió el estatus de los negros y las mujeres. Las semejanzas históricas y estructurales entre los negros, en una cultura dominada por los blancos, y entre las mujeres, en una cultura masculina, fueron destacadas por Myrdal. Entre los rasgos comunes señalados por la opinión popular y que recoge el autor están: una inteligencia inferior, una naturaleza emocional primitiva o infantil, una ilusoria habilidad sexual, una adecuación a su estado que corrobora la legitimidad de éste y una manifiesta propensión al engaño y la ocultación. Ambos grupos se ven inducidos a recurrir a las mismas tácticas de acomodación: una forma insinuativa o implorante de agradar a los demás, cierta tendencia a estudiar los puntos débiles del grupo dominante a fin de influir sobre éste, y una apariencia de desamparo e ignorancia bajo la que se oculta un fraudulento deseo de dominio.

Como ya vimos en la definición de minoría de Wirth, y podemos deducir de las enseñanzas reseñadas por Myrdal, la definición de minoría incluye aspectos objetivos y subjetivos: el hecho de la discriminación y la conciencia de la discriminación. En el caso de las mujeres, podemos comprobar que muchas mujeres no despliegan una conciencia colectiva de grupo, aunque las mujeres hoy en día están representando un papel como motor de numerosos cambios sociales. Ello no impide el análisis si se considera que, las mujeres poseen, no obstante, un “estatus de grupo minoritario”, término utilizado para categorizar a las personas a las que se les han negado derechos a los que son acreedoras. Desde el momento en que consideremos que la pertenencia a su sexo no justifica las desigualdades que podemos observar resulta válido pensar que las mujeres ocupan un estatus minoritario en nuestra sociedad.

Pensarlas así permite reflexionar sobre dos aspectos interrelacionados: por una parte, que las mujeres manifiestan a menudo muchas de las características psicológicas imputadas habitualmente a grupos minoritarios autoconscientes. Y por otra, que algunos de estos rasgos pueden ser estrategias conscientes de resistencia a los estereotipos al uso.

Para empezar con la primera cuestión, debemos tener en cuenta que si la concepción acerca de uno mismo, colectivamente hablando, resulta en buena parte un reflejo de como somos vistos y definidos por los demás, la constante reiteración a las mujeres de que son inferiores repercutirá en numerosos rasgos de carácter y actitudes, ya que si definimos algo como real será real en sus consecuencias.

Los análisis clásicos de los prejuicios raciales y étnicos han sido muy iluminadores para ilustrar las diversas formas en que las mujeres son estigmatizadas, si bien  algunas de dichas formas son específicas de las mujeres debido a su especial relación con los varones. Debemos comentar ahora que los prejuicios, así como la discriminación borran aquí sus fronteras. De entre las variantes de la estigmatización podemos destacar según Edwin Schur:

  • Cada mujer es tratada, en primer lugar, como una mujer, como un ejemplo de su categoría; sus cualidades personales y sus logros son secundarios.
  • Las mujeres son vistas como “todas iguales” y por tanto, sustituibles unas por otras
  • A las mujeres, entendidas como las Otras no esenciales, se les impone un estatuto de segundonas, a las que se considera innatamente pasivas, y, en consecuencia, susceptibles de ser tratas como un objeto
  • La subordinación significa que muchas cosas se les pueden hacer fácilmente, acoso, violencia, discriminación
  • Las mujeres pueden ser ignoradas, o descartadas o trivializadas, tratadas como niña o como no personas
  • Su estatus social es visto como conseguido vicariamente a través de los hombres

No hay comentarios:

Publicar un comentario