En el contexto de un
discurso generalizado al respecto de una crisis de la política y de lo
político, el presente ensayo trata la acción política. Una práctica elaborada con datos
extraídos del barómetro de abril de 2012, en concreto el estudio 2941 del CIS.
Se va a trabajar con dos modelos a modo de hipótesis, con el objeto de obtener
una explicación a través de un análisis pormenorizado de la información
resultante. Se realizará un estudio comparando ambos modelos e intentando en
todo momento, dialogar con la información resultante, como con otros estudios
conexos. El contraste de estos resultados puede permitir
distinguir hasta qué punto los modelos desarrollados con la regresión
logística, son explicativos.
En primer lugar, es necesario ocuparse de la definición de
participación política. Una de las acepciones más consensuadas alude al
desarrollo de “incorporación activa de los ciudadanos al sistema político y
englobaría el conjunto de acciones emprendidas con la pretensión de influir en
la selección de gobernantes o en las decisiones políticas que éstos toman”
(González, 2012:108). O la definición análoga de acción política a la que se refiere Rojas Tejada como
“cualquier tipo de acción realizada por una persona o grupo de personas con el
fin de incidir de una u otra manera en los asuntos públicos” (Rojas, 1999:3).
Entre las diversas variables que pueden definir las estrategias participativas
se debe tener en cuenta las de naturaleza ideológica que establecen distintas
respuestas referentes al reto de la desafección y gestan concepciones
divergentes respecto al papel que debe desarrollar el ciudadano en ámbitos
democráticos.
La propuesta inicial de este ensayo consistía en
situar el índice de actividad política como función de: Nivel de Estudios,
Ocupación, Tendencia Política, Nivel de Descontento, Optimismo o en Interés en
la Política. Comentaré a continuación todas estas variables a través de los
datos obtenidos en este ensayo y en un diálogo permanente con otros estudios
disponibles.
Referente a las variables “Descontento/Optimismo” e “Interés”
en la política construidas en este trabajo, sería interesante relacionarlas con
su descripción como variables psicosociales que han evidenciado
mayor relevancia empírica en relación a la participación política, tal como
subraya por ejemplo el estudio realizado por Alejandra (2009), donde señala que
las variables más sobresalientes son la eficacia política, como creencia
subjetiva de los sujetos en adquirir las capacidades necesarias para intervenir
en el desarrollo de los sucesos políticos; la confianza política,
entendida como la creencia que tenemos en las acciones y en la que representan al
gobierno; el nivel de entendimiento que los individuos tienen de la dinámica
política en la cual está sumido, y reconocido como “conocimiento político”;
y por último, el “Interés” que poseen sobre los asuntos políticos, o al menos,
sobre los resultados de éstos.
El interés por la política es posiblemente una de
las orientaciones más generales hacia lo público. Muchos estudios se han
ocupado de esta actitud junto a otras variables subjetivas, midiendo fenómenos
como la sofisticación política o el apoyo político. El déficit de “esta actitud
se ha asociado a distintos síndromes, como la alineación política, el cinismo
político o la desafección política institucional” (Galais, 2012:111). La
pregunta más habitual en las encuestas de opinión pública “¿diría usted que la
política le interesa mucho, bastante, poco o nada?”, desvela que el interés
político se refiere a la curiosidad por los asuntos relacionados con la
política, por tanto, ésta limitará la manera en que las personas procesan la
información del contexto político.
Resulta la actitud contraria a la indiferencia, por lo que el interés se
asemeja al grado en que los individuos están dispuestos a recibir y tratar esa
información en su relación con la política. Una variable cognitiva sometida a
las circunstancias del contexto político, tal como se señaló anteriormente.
Para el caso español es habitual expresar actitudes negativas junto a escasos
niveles de interés por la política en general.
Para la variable “Confianza
política” los resultados obtenidos en las investigaciones de Sabucedo y
Cramer afirman que esta variable es destacada respecto a la participación política.
Otros trabajos reflejan que la desconfianza política se correlaciona más con
actividades políticas de tipo no convencional, y a este respecto cabe mencionar
que el porcentaje de varianza “explicada de la conducta no convencional por
parte de la confianza política no resulta demasiado alta, a la vez que sus
formas de medición resultan discordantes entre los diferentes estudios, razón por
la cual se producen discrepancias serias entre distintos autores a la hora de
interpretar los resultados obtenidos” (Alejandra, 2009:280).
Para concluir con las variables
encuadradas en la dimensión subjetiva, con los valores se constata la mayor
incidencia de participación entre quienes muestran interés por la política y
mayoritariamente se definen como de tendencia izquierdista. Existe un
predominio de quienes se declaran como post-materialistas, que nos lleva al
debate sobre la clasificación de valores materialistas/post-materialistas
proveniente de las investigaciones de Inglehart. Según este autor, las
tendencias actitudinales son el mecanismo fundamental del cambio cultural y de
valores en una sociedad. En el caso español, un incremento “del compromiso, la
atención y la curiosidad política supondría romper con la persistente tendencia
a la apatía y al desapego político que caracterizan a la cultura política
española” (Alejandra, 2009:280). Por el contrario, la persistencia en la escala
de interés por la política constituye la reproducción de estos patrones
culturales.
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