El
historiador Philipp Blom disecciona la pelea entre el radicalismo de las Luces
personificado en Diderot o Hume, y el ‘diabólico’ Rousseau
J.M. Martí FNOT / Barcelona / 26 Abril 2012. La Ilustración fracasó
porque básicamente dejó intacto el edificio teocrático del antiguo régimen. Sus
héroes: Denis Diderot, David Hume o el barón d‘Holbach que representan el
auténtico radicalismo de Las Luces, perdieron la batalla frente al “diabólico”
Rousseau y los “soft ilustrados” Kant y Voltaire, que se limitaron a
“coger el pensamiento cristiano y secularizarlo, pero dejando intactos los
reflejos culturales”, lo que permitió a la burguesía asentarse en las
estructuras de poder del siglo XIX librándose, en lo civil, de la parte más
farragosa del dogma. Esta es la tesis del último libro del historiador
austríaco Philipp Blom (Hamburgo, 1970), Gente peligrosa. El
radicalismo olvidado de la Ilustración Europea (Anagrama).
Rosseau (izqda.) y Hume, vistos por el lápiz de Loredano. |
Blom, que ya había
visitado el siglo XVIII en Encyclopédie y el arranque del siglo XX en el
brillante Años de vértigo, ha regresado al Siglo de las Luces para
hurgar y deleitarse en las huellas de los salones literarios del París de la
Ilustración para señalarnos a los traidores culpables de este fracaso; el
primero de todos, Jean Jacques Rousseau, un antilustrado, “el primer romántico”
que es “el padre de las dictaduras, del totalitarismo”.
“No invento nada”, se
defiende Blom, “lo dice en El Contrato Social. Necesitamos la censura,
escribe, necesitamos ejecuciones, tenemos que acabar con la gente que piensa de
forma diferente. Sus deseos se cumplieron. Lo hizo gente como Stalin, que tenía
un retrato suyo frente a su escritorio”. Kant y Voltaire también son culpables:
“Son los padres del capitalismo burgués del siglo XIX, porque sus ideas fueron
extremadamente importantes para las estructuras de poder. Podemos seguir
odiándonos a nosotros mismos, dijeron, podemos seguir oprimiendo a las mujeres
y a quienes piensan de manera diferente, aunque ahora no en nombre de la
cristiandad o de la Iglesia católica sino de la filosofía ilustrada”. Para Blom
seguimos en el mismo punto. “Hoy en día, la mayoría de estos reflejos
culturales ni siquiera los atribuimos a la herencia cristiana, creemos que son
de sentido común y esto nos encierra en una cárcel que ni siquiera sabemos que
existe”.
Los héroes derrotados
serían el padre de la Enciclopedia Denis Diderot y su protector, el
deliberadamente olvidado, según Blom, barón Paul Thiry d‘Holbach, sobre cuyo
salón parisiense, que fue el epicentro del debate ilustrado entre 1750 y 1770,
se articula Gente peligrosa. Un lugar excepcional por el que pasaban las
mentes más brillantes de aquel mundo fascinado por la ciencia, una lista
encabezada por David Hume —el tercero de sus héroes— y que incluye a nombres
como Horace Walpole, Edward Gibbon, George Buffon, Cesare Beccaria, Adam Smith,
Laurence Sterne, Benjamin Franklin… por solo citar algunos.
También nos cuenta las
tormentosas relaciones entre el paranoico Rousseau y el siempre atareado
Diderot, y la pelea que acabó separándoles para siempre. “Diderot y Rousseau
son como hermanos. Diderot había sido religioso de joven, quería ser jesuita,
aunque creció para entender, en contra de su instinto, que la religión no tenía
sentido porque no es verdad, degrada a la gente y los hace más miserables.
Entendió que tenía que empezar a pensar en contra de lo que le decía su instinto.
Rousseau era todo lo contrario, creía que todo lo que pensaba o creía, tenía
que ser la forzosamente verdad y a partir de ahí construía su pensamiento”.
Articulo publicado en EL PAIS el 26 de abril de 2012 por J.M. Martí Font
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