viernes, 15 de junio de 2012

Estructura Social Contemporánea II PREC Parte 3


Actualice su conocimiento sobre la pobreza entre la población en edad de jubilación y la pobreza infantil en Alemania, Japón y Estados Unidos. Compare lo que se dice en el manual de Kerbo y lo que se observa en la tabla. 



En la actualidad la pobreza se entiende más bien como una cuestión multidimensional en la que los aspectos económicos son una parte esencial pero no exclusiva. El criterio económico adquiere actualmente su mayor relevancia al tratar de establecer la línea o líneas de corte que permitan diferenciar entre la población en riesgo de pobreza y la que no se encuentra en tal situación, usándose, asimismo, para establecer una línea divisoria entre pobres y no pobres. Esta forma de establecer el umbral de la pobreza permite una aproximación en términos de comparación interpersonal que se entiende directamente relacionada con el bienestar (UNICEF, 2000).

En julio de 2000 se presentó en Ginebra el informe El progreso de las Naciones 2000, realizado por UNICEF. Al margen de las cifras sobre pobreza infantil en el conjunto total del planeta, se señalaba que uno de cada seis niños que residen en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- viven en condiciones de pobreza relativa. No se puede olvidar que son países muy ricos los que integran esta organización, incluida España (Mateo, 2000).

Japón según Kerbo

La distribución ocupacional de Japón y la de los EE.UU. son bastante similares, pero en Japón hay más gente empleada en ocupaciones agrícolas. La economía de Japón se divide en mayor grado que la de EE.UU. entre grandes empresas con grandes ganancias, más control del mercado, salarios más altos y más sindicación, y empresas más pequeñas con menor nivel de todas esas características.

Al igual que en todas las sociedades industriales avanzadas, en Japón también hay una correlación positiva entre el nivel ocupacional y el nivel educativo. Japón es una sociedad muy segmentada por la edad: hay una correlación más alta entre la edad y los ingresos que entre la educación y los ingresos. Cuando los empleados del sector central llegan a los 55 y 60 años, súbitamente hay menos empleos en la parte alta del sistema. Así, los empleados que reciben una mejor evaluación son promocionados, y los demás se ven obligados a jubilarse. Esta práctica de la jubilación forzosa es beneficiosa para la empresa, porque para sustituirlos contratan a jóvenes trabajadores con sueldos más bajos. Pero es muy perjudicial para los viejos trabajadores, porque en la mayoría de los casos la jubilación no implica la recepción de una buena pensión.

La desigualdad en Japón existe, pero es necesario saber por qué su nivel es el más bajo entre todas las naciones industriales, por ejemplo es relevante reconocer que en los estratos más bajos de la sociedad japonesa hay muy poca pobreza. Aunque el gobierno japonés no mide la pobreza de su país con tanta frecuencia y del mismo modo que el de EE.UU., la estimación de la pobreza alcanza como mucho el 1,5% frente al 15% en EE.UU. Esto no se debe a que los programas del bienestar en Japón sean adecuados. Antes bien, con una cultura homogénea, un sistema educativo excelente que trata igual a todo el mundo hasta el término del bachillerato elemental, una estructura familiar sólida y una escasa discriminación de los varones, en Japón apenas existe algo parecido a una infraclase. Casi todas las personas son bastante competentes, han sido socializadas y formadas de modo adecuado y prácticamente no han padecido los efectos psicológicos de la pobreza y/o la discriminación. Con una economía fuerte que proporciona empleos a todos (la tasa de desempleo sólo llegó al 3% durante la recesión de principios de los 90), la inmensa mayoría de la población es capaz de desempeñar esos trabajos. A diferencia de lo que ocurre en EE.UU., la clase media no está menguando ni existe allí una clase baja que cae cada vez más bajo.

EE.UU. según Kerbo

Los EE.UU. a pesar de tener los mejores profesionales y la tecnología médica más avanzada del mundo, tiene una tasa de mortalidad infantil relativamente alta. La desigualdad de la renta ha aumentado de forma rápida y significativa entre 1980 y 1992 porque los más ricos se han hecho aún más ricos y los más pobres aún más pobres. La renta real de la mayoría de los estadounidenses ha venido disminuyendo desde los años 70, lo que significa una reducción de la clase media en EE.UU.

De la totalidad de empleos que se crearon en los años 80 cerca del 55% tenían salarios situados en el nivel de pobreza. A principios de los 90 la mayoría de los empleos nuevos pertenecen a los niveles de renta superiores, con un aumento continuado de los trabajos con sueldos bajos y una continua disminución de los empleos con sueldos medios. Según los datos del Censo de los EE.UU., desde 1988 hasta 1993, se perdieron casi 2 millones de empleos cualificados y semicualificados, mientras se crearon 1,3 millones de empleos con un sueldo promedio de 215$ semanales, por debajo de la línea de pobreza.

El alto porcentaje de personas que vive en la pobreza en EE.UU. sorprende incluso más que su nivel de desigualdad. Ninguna otra nación avanzada se aproxima al nivel de pobreza de EE.UU. (1998 aproximado al 13%). Los salarios del trabajo no cualificado son tan bajos que no sacan a nadie de la pobreza. A diferencia de Europa durante los años 90, los EE.UU. presentaron una tasa de desempleo bastante baja (5% frente al 10% o más en Europa). Hubo pleno empleo, pero estos empleos no proporcionaron suficiente dinero como para que una familia saliera de la pobreza. Quizá lo más preocupante de esta cuestión es el rápido aumento de la pobreza entre los niños y los hogares encabezados por mujeres, por ejemplo en 1980 ”sólo” el 32,7% de las familias encabezadas por mujeres vivía en la pobreza, mientras en 1992 este porcentaje había aumentado al 48,3%.
Alemania según Kerbo

Alemania es la tercera potencia industrial del mundo. En muchos aspectos, Japón se asemeja más a EE.UU. que Alemania. El sueldo medio alemán es mucho más alto que en EE.UU., y trabajan un promedio de 35 horas semanales. Muchos de estos empleados llevan en la empresa más de 20 años y esperan jubilarse en la misma.

Igual que Japón, Alemania es un estado de desarrollo tardío: el poder seguía en manos de una vieja clase aristocrática que encabezó la industrialización, sin el poder independiente de una nueva clase capitalista. Tanto Alemania como Japón establecieron tradiciones de intervención estatal y planificación económica que en buena medida siguen existiendo. Con este método de desarrollo, la industrialización y la modernización de Alemania a finales del siglo XIX y principios del XX fue impresionante.

En Alemania se define pobreza como ganar ingresos inferiores al 40% de la renta familiar mediana, y se sitúa durante los años 80 entre el 4% y 5%, en EE.UU. sobrepasaría el 20%. La actual tasa de pobreza, definida como los ingresos inferiores al 40% de la renta mediana, es del 4 o 5% de la población (y entre el 2 y 3% de las familias), pero sería más elevada sin el alto nivel de apoyo público al bienestar del gobierno alemán.

Es muy interesante la escasa relación que se ve entre las tasas de desempleo y los niveles de los seguros de desempleo, algo que contradice la conocida retórica política estadounidense según la cual la ayuda pública contribuye a que la gente no desee trabajar. Una razón obvia que explica esta alta tasa de cobertura es que los contribuyentes alemanes proporcionan a sus desempleados cerca del 68% de su salario previo el primer año, y el 58% indefinidamente. En Alemania no hay feminización de la pobreza: la tasa de pobreza entre las familias monoparentales es más alta que la de otros grupos en Alemania, pero las tasas de pobreza de los hombres y las mujeres son casi igual de bajas.

Entre las peculiaridades más importantes de Alemania figuran su bajo nivel de desigualdad y un amplio Estado del Bienestar, que genera un nivel relativamente bajo de desigualdad y pobreza.



Conclusión


Los países observados tienen todos una constante común, que es el crecimiento relativo y comparado entre la comunidad de pobres niños y la población en edad de jubilación, ambos a finales del año 2000, siendo la de jubilación y en todos los casos, la que obtiene un mayor porcentaje de integrantes en el umbral de la pobreza. En cualquier caso es importante destacar que la pobreza infantil no es una cuestión que se pueda resumir mediante el estudio de rentas en el hogar. 

El papel de las políticas sociales más generales, la educación y la salud pública y la formación de capital humano infantil son elementos que no conviene descuidar y que son difícilmente medibles (Mateo, 2000). Alemania tiene un porcentaje menor con un 8,3 y 10,3 respectivamente, con una diferencia porcentual de dos puntos. El caso de los Estados Unidos su población es la que más ha crecido con un 21,6 y 22,2, pero con una diferencia de menos de un punto. España arroja unos datos de un 17, 2 para la pobreza entre los niños y un 20,6 en la población en edad de jubilación. La diferencia de nuestro país entre ambos es de 3,4 puntos. Por último, en caso de Japón, los datos observados son de un 14,2 y un 21,7 respectivamente, pero es el país que obtiene una diferencia mayor comparativa entre los países examinados con 7,5 puntos.

Según los autores Macionis y Plummer (2010) en Estados Unidos, uno de los países más ricos del planeta, el nivel de pobreza relativa es muy alto. En 2001, un total de 32,9 millones de hombres, mujeres y niños (esto es, un 11,7% de la población), vivían oficialmente en condiciones de pobreza. Hace sólo unas décadas la tercera edad era el grupo que mayor riesgo corría de caer en la pobreza. Las últimas investigaciones han llegado a la conclusión de que los niños y los jóvenes tienen también una probabilidad alta de terminar siendo pobres.

Dada la naturaleza dinámica de las sociedades capitalistas y del moderno sistema mundial, se puede refutar muchos de los datos que se muestran en el libro de Kerbo, y respecto a la posición de Alemania, Japón y Estados Unidos. Parece claro, y a la luz de los datos que publican de manera periódica organizaciones e instituciones como la OCDE, la  Unión Europea, el Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas, la brecha social que apunta Kerbo se ha agudizado en casi todos los países y en particular en Alemania, Japón y Estados Unidos (Cebolla, 2012). En esta agudización podemos localizar su origen en la actual crisis económica mundial que estalló en los años 2007 y 2008, al margen de otras variables determinantes a considerar como pueden ser la disputa por la competitividad y la competencia en el moderno sistema mundial. Pero hay que destacar igualmente que la factura de la crisis económica actual se pasa una vez más a los más vulnerables.

Igualmente, no podemos dejar pasar el aspecto concreto de la transformación socio-económica respecto a los datos que maneja Kerbo en su libro, y por tanto las consecuencias de esos cambios que estamos padeciendo en las democracias occidentales. Todo ello hace necesario actualizar y poner en orden todos los aspectos sustantivos y profundos que han transformado notablemente las civilizaciones de hoy en día.

El mundo descrito por Kerbo en su libro no es la realidad de hoy, lamentablemente ha empeorado en la mayoría de los casos, más desigualdades y por tanto, más efectivos que engrosan los grupos de personas que se sitúan debajo del umbral de la pobreza. Problemas y dificultades que recaen una vez más en los pobres, que hoy son más pobres aún. Aumenta el anacronismo y distancia entre los ricos y pobres, llevándose consigo a una amplia masa de integrantes de las clases medias a las infraclases. Por tanto, la dicotomía entre pobres y ricos sigue siendo una vez más, dos grupos divididos, un regreso intelectual a las claves pretéritas marxianas (salvando y teniendo en cuenta el necesario rejuvenecimiento de su teoría).


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