miércoles, 14 de marzo de 2012

Ecología I: Medio Ambiente y Sociedad. Preguntas de autocomprensión Parte 39

En la asignatura de Ecología I: Medio Ambiente y Sociedad del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral con las preguntas de autocomprensión de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s, como la autorización que me han otorgado para poder publicarlo en este blog. Derechos reservados de sus autores.

Tema 1 La crisis ambiental: Una visión de conjunto – José Bargallo Rofes .Tema 2 Perfil ambiental de España - José Bargallo Rofes. Tema 3 Medio ambiente en Europa - Víctor Riesgo Gómez. Tema 4 Cambio climático – Tomás Javier Prieto González
Tema 5 Escenarios – Rocío Macarena Navarro Carmona // Carolina Judith  Rabazo Pérez. Tema 6 Impacto social de cambio global – Mª Carmen Rego Martínez Tema 7 ¿Cómo afrontar el cambio global? Mitigación y adaptación - Rocío Macarena   Navarro Carmona. Tema 8 Conciencia y comportamiento ecológicos Nekane Ceballos Aurrekoetxea. Tema 9 Protesta y política ambiental en España – Ruth Cardenal Fernández. Tema 10 Movimientos medioambientales y partidos verdes en Europa – Julia Ortega Tovar.



5.- ¿Por qué motivos puede ser cuestionada la utilización de la escala NEP como único indicador de la dimensión afectiva de la conciencia ambiental?.

Puede ser cuestionada por dos razones. En primer lugar, diversos estudios han señalado que la preocupación ambiental puede fundamentarse en la experiencia personal de la degradación ambiental, sin que necesariamente compartan las representaciones simbólicas de los problemas ambientales globales a los que la escala hace referencia. La adhesión manifestada por la población a una visión proambiental del mundo podría estar influida por la mayor o menor difusión de la cuestión ambiental en las agendas mediáticas y políticas, reflejando discursos generales presentes en la esfera de la opinión pública, que van extendiéndose a sectores más amplios de la sociedad, pero con escasa incidencia real en las actitudes personales que guían los comportamientos específicos. En segundo lugar, el calado de la adhesión a este paradigma ambiental se apreciaría mejor cuando las personas expresan sus opiniones respecto a problemáticas ambientales concretas, más cercanas a la experiencia individual de los problemas relacionados con el medio ambiente.

6.- Normas personales en la conciencia ambiental.

Las normas personales son consideradas como la base actitudinal fundamental de la predisposición hacia la realización de comportamientos. Entre ellas, podemos destacar como las más relevantes la norma moral personal (o el sentimiento de responsabilidad individual)  el sentimiento de autosuficiencia.

La dimensión moral de la realización de una conducta proambiental ha sido operacionalizada mediante la determinación del grado de sentimiento de una obligación personal hacia la conducta. Esta normal personal es entendida como el grado en que la persona asume cierta responsabilidad ante los problemas ambientales y considera que debe actuar independientemente de lo que hagan los demás. El sentimiento de autoeficacia, por su parte, puede entenderse como el conjunto de creencias o juicios de las personas acerca de sus capacidades para la acción individual (o acerca de lo que uno puede aportar para solucionar el problema). Poseer un alto sentimiento de autoeficacia resulta fundamental en los cálculos racionales asociados a las decisiones de desarrollar patrones de conductas proambientales.

7.- Conciencia ambiental difusa y madura ¿en qué se diferencian?.

En la conciencia ambiental difusa la percepción de la situación ambiental se enmarca dentro de la tendencia generalizada a considerar peor el estado del medio ambiente según se refiera a ámbitos territoriales más amplios o alejados de la realidad próxima de las personas; tendencia que ha sido denominada por la psicología ambiental como ´hipermetropía ambiental`. La conciencia ambiental difusa comparte con la medida de conciencia ambiental madura la adhesión a discursos generales proambientales sobre problemáticas globales; sin embargo, estos valores no se plasman en opciones proambientales ante problemáticas concretas como la relacionada con el agua. Así, mientras que la conciencia ambiental madura reflejaría la adhesión a lo que se ha denominado una nueva cultura del agua, en el caso de la conciencia ambiental difusa aún compartiría elementos culturales de la visión tradicional del agua.

8.- Caracterice los grupos emergentes tras el estudio del Ecobarómetro de Andalucía sobre conciencia medioambiental.

Partiendo de las dos medidas de conciencia ambiental: la madura y la difusa, tenemos un primer grupo que representa el 29% de los encuestados y se distingue por ofrecer valores positivos en la medida de conciencia ambiental madura, por lo que podemos considerar que engloba al sector más proambiental entre los andaluces. Este grupo proambiental se caracteriza por la interiorización de valores eco-céntricos, percibir críticamente la situación del medio ambiente y manifestar preocupación por esta cuestión, presentar una disposición positiva hacia la conducta valorando positivamente la contribución de ésta a la mejora del medio ambiente, y por un mayor conocimiento e información sobre cuestiones ambientales.

Un segundo grupo integra el 25% de los encuestados. Este grupo se caracteriza por mostrar puntuaciones positivas en nuestra segunda medida, por lo que lo consideramos como representante de una conciencia ambiental difusa. En este grupo proambiental difuso la adhesión a valores generales es más débil y no cristaliza en el apoyo a las propuesta para solucionar el problema del agua en términos de gestión de la demanda. Al mismo tiempo mantiene un alto nivel de confianza en la ciencia para solucionar los problemas ambientales. Sin embargo, sí muestran una percepción crítica de la situación ambiental, especialmente en relación con el ámbito global. En cuanto a las actitudes, tiende a considerar de manera positiva la realización de comportamientos proambientales, aunque suele adoptar un papel pasivo, tal como reflejan, por un lado, los bajos niveles de sentimientos de obligación moral y autoeficacia y, por otro lado, las actitudes favorables a la hora de aceptar los costes personales derivados del desarrollo de políticas ambientales. Su nivel de conocimiento de temas ambientales es muy bajo aunque se considera algo mejor informados de lo que cabría esperar a partir de su grado de conocimiento. Las conductas más extendidas en este grupo son las del reciclado de residuos domésticos, y algunas otras poco costosas como el ahorro de agua en el hogar, mientras que los porcentajes de participación en acciones colectivas son casi inapreciables.

El tercer grupo representa el 46% restante de los encuestados y se caracteriza por valores negativos en las dos medidas de conciencia ambiental, por lo que podemos interpretar que engloba al sector de la población andaluza más alejado de las posiciones proambientales. Este grupo denominado grupo no-proambiental presenta, en general, las puntuaciones más bajas en cualquiera de los indicadores de las facetas de la conciencia ambiental. Las principales características que lo diferencian de los proambientales difusos son la valoración más favorable de la situación ambiental a nivel global, el menor acuerdo con algunos discursos proambientales y su baja disposición a realizar conductas proambientales. El porcentaje de no-proambientales que realiza cualquiera de las conductas analizadas en esta encuesta, es significativamente inferior al del conjunto de la población.

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