domingo, 27 de mayo de 2012

Historia de las Ideas Políticas Resúmenes Parte 44


En la asignatura de Historia de las Ideas Políticas del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libro Ideas y Formas Políticas: Del triunfo del Absolutismo a la Posmodernidad, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s.  Derechos reservados, sus autores.

José Rodrigo Crespo - Tema 1 El triunfo del absolutismo // Elisa Ruiz Rodríguez - Tema 2 De la Ilustración al Estado Liberal // Alejandro Gessé Ponce - Tema 3 Los fundamentos de la democracia: de Rosseau a la Revolución Francesa // María Hernando García - Tema 4 El idealismo // Tomás Javier Prieto González - Tema 5 Tradicionalismo y Conservadurismo // Mónica Platero - Tema 6 El pensamiento político norteamericano: de los Founding Fathers a la consolidación de la nación americana // Juan José Amate Ruiz - Tema 7 El liberalismo posrevolucionario // Víctor Riesgo Gómez - Tema 8 Utilitarismo y liberalismo en Inglaterra // Pedro Medina Charavía - Tema 9 Del socialismo utópico al anarquismo // Carla Torres Segura - Tema 10 El anarquismo // Antonio Jesús Acevedo Blanco - Tema 11 Karl Marx y el Marxismo // José Bargallo Roges - Tema 12 El nacionalismo en el siglo XXI // Julio Monteagudo Diz – Tema 13 Totalitarismo (I): Fascismo y Nacional-Socialismo // Inocencia González Fernández Tema 14 Totalitarismo (II): El Comunismo Marxista-Leninista // Eva Del Riego Eguiluz – Tema 15 Los Liberalismo de posguerra // Carolina Judith Rabazo Pérez - Tema 16 Políticas del posmodernismo



G. MAZZINI Y LA UNIFICACIÓN ITALIANA.

G. Mazzini (1805-1872) fue uno de los principales protagonistas del desarrollo del discurso nacionalista durante el siglo XIX, y no sólo porque fuera uno de los principales instigadores de la unificación italiana, que lo fue, sino porque su pensamiento fue una síntesis entre el nacionalismo político y el cultural, lo que lo convertiría en un referente intelectual del pensamiento nacionalista de su tiempo y de los posteriores.

Pero hay que tener en cuenta que una vez concluido el proceso de  unificación el pensamiento de Mazzini no se tuvo muy en cuenta a la hora de construir el Estado-Nación italiano, pero fue, sin duda, muy importante para iniciar el proceso revolucionario contra el Imperio Austríaco y fue lo suficientemente sólido como para que el pueblo italiano pudiera desarrollar una conciencia nacional lo suficientemente importante como para aceptar este proceso.

En el pensamiento de Mazzini podría sintetizarse que el Estado italiano debía ser liberal y democrático, ya que  el ser humano solo podría desarrollarse plenamente en cuanto a su autonomía y su capacidad creativa bajo estos valores, a la vez que sólo bajo un Estado la nación podría desarrollar su sentido social de asociación para fomentar su propio bienestar y progreso. Mazzini era partidario de que cada nación tuviera su Estado, ya que era, en su opinión, la forma natural de que el ser humano pudiera canalizar su progreso moral, el ámbito principal en el que el ser humano debía desarrollarse, más allá de que también se pudiera desarrollar en el ámbito económico o social, a la vez que eso supondría el final del Imperio Austríaco, el invasor de Italia.

Para él, la nación era el paso intermedio entre el individuo y la humanidad. Apostó por una Europa de naciones. Fundó el movimiento La Joven Italia (1831) para canalizar el independentismo italiano y quiso que este tipo de organizaciones se extendiera por Europa a los países que vivían dentro de los imperios, para poder cumplir su deseo de crear una Europa de naciones libres.

Tenía muy claro el papel de Dios en el proceso de construcción de naciones, cuando afirmó “estamos escalando una pirámide cuya base abraza la tierra, y cuyo vértice se levanta hacia Dios. La subida es lenta y penosa, y podemos realizarla sólo uniendo nuestras manos, uniendo nuestras fuerzas, cerrando filas, como la falange macedonia, si uno de nosotros cayera exhausto por la fatiga. En esta necesidad reside la legitimidad de la democracia, de sus aspiraciones hacia la emancipación, la mejora, la cooperación de todos”.

En esta idea de progreso, la nación jugaba para Mazzini un papel esencial. Primero porque la nación “es misión y deber común”, la nación era para él “un instinto que Dios infundió en vuestro corazón (el de los italianos), una voz que os llega del sepulcro de vuestros mayores, un signo que la naturaleza poderosa de Italia marcó en vuestra frente y en vuestra mirada, os dice que sois hermanos, llamados a tener una única bandera, un solo pacto, un solo templo, en lo alto del que resplandezca, con caracteres visibles a todas las gentes, la misión italiana, el encargo que Dios encomendó a la nación italiana para el engrandecimiento de la humanidad”.

De esta manera se conjugaban los dos tipos de nacionalismos que se habían desarrollado en Europa. Uno por mandato divino que hizo de Italia un pueblo elegido para mostrar al mundo su capacidad y su creatividad a través de la cultura; y desarrollando la ecuación Estado=nación=progreso en el que el Estado sería el instrumento modernizador bajo el que se lograrían las conquistas sociales y morales, principalmente la libertad; y relacionando el nacionalismo con la idea ilustrada de progreso, pero además con algunos elementos culturales propios del discurso de Fitche. La cultura italiana, con el Renacimiento como referente, mostró la unidad de origen, para luego relacionarla con la misión divina encomendada al pueblo italiano. Los conceptos de familia, nación y humanidad se asemejaba a un discurso conservador y tradicional que a una ruptura con lo anterior. El sentimiento nacional era algo intrínseco del ser humano “El hombre está en el mundo para continuar con la raza humana, no para refundarla”. Atacó a Saint Simón, Fourier, a sus seguidores y en general a todo el socialismo, por romper los lazos con el pasado, porque, para él, el sentimiento nacional era algo intrínseco a los ciudadanos de cualquier período, con lo que el socialismo, como el absolutismo, se alejaba de la idea de progreso, porque destruían al individuo como sujeto creador y moral y en el caso del socialismo, no tenían en cuenta la sociedad en la que se desarrollaba. Su nacionalismo no aspiraba a romper con todo lo anterior, pero si darle un nuevo sentido a la vida del ser humano. La humanidad tenía una historia de la que debía aprender y desde la que debía avanzar hacia el futuro, y lo haría mediante el desarrollo lógico que ofrecía la escala de la que formaban parte la familia, la nación y la humanidad.

LA NACIÓN Y EL LIBERALISMO INGLÉS.

En Inglaterra, el fenómeno del nacionalismo como idea política recurrente para la construcción del Estado-nación moderno fue un hecho que ya tuvo su importancia antes de la Revolución francesa. Desde la revolución de 1688, en Inglaterra, el liberalismo se consolidó a través de la filosofía de J. Locke, y su relación con la construcción del Estado moderno ya era muy estrecha durante buena parte del siglo XVIII. En Inglaterra, la conjunción entre el Liberalismo, Parlamentarismo y construcción del Estado se convirtió en un precepto innegociable en los años posteriores. Por ello en Inglaterra, el nacionalismo, como idea política del continente europeo se convirtió en un objeto de estudio por parte de filósofos y especialistas, que se centraron en su relación con el liberalismo y la construcción del Estado-nación moderno.
La obra de J.S. Mill nos indica el interés que el nacionalismo despertó en los círculos académicos ingleses. En sobre el gobierno representativo, definió la nación como:

“(…) la reunión de hombres atraídos por simpatías comunes que no existen entre ellos y otros hombres, simpatías que les impulsan a obrar de concierto mucho más voluntariamente que lo harían con otros, a desear vivir bajo el mismo gobierno y a procurar que este gobierno sea ejercido por ellos exclusivamente o por algunos de entre ellos” y afirmaba que las causas de estos sentimientos eran por “identidad de raza y de origen; frecuentemente contribuyen a hacerle nacer la comunidad de lenguas, otras las de religión” con lo que se tenían identificados los rasgos principales que distinguieron a los dos nacionalismos que se habían desarrollado en los años anteriores. En primer lugar, su relación con la construcción del Estado-nación moderno bajo la soberanía nacional, una de las características principales que definían a la nación, pero también el sentimiento de solidaridad intergrupal existente entre individuos de una misma raza, que aquí tiene un sentido estricto, con una misma lengua o algún otro elemento que denote un mismo origen, ya fuera histórico o mítico, propios del nacionalismo cultural, que fue derivando a una nacionalismo de corte radical e integrista propio de los partidos conservadores y reaccionarios de los diferentes países de Europa.

Lo que le preocupaba a J. Stuart Mill, no eran los nacionalismos, sino la construcción del Estado-moderno, y de cómo el liberalismo sirvió de ideología dominante para tal propósito, desarrollando valores como la igualdad y la libertad y el ejercicio de soberanía por parte del ciudadano el ejercicio de la acción de gobierno por parte del Estado. Coincidía con los postulados anteriores de Mazzini de la creación de un Estado para cada nación, ya que en su opinión “las instituciones libres son casi imposibles en un país compuesto por nacionalidades diferentes, en un pueblo donde no hay lazos de unión, sobre todo si ese pueblo lee y habla distintos idiomas”. Era bastante escéptico a que en esta situación, tanto la administración, las instituciones y un gobierno representativo o que los ciudadanos pudieran ejercer la soberanía nacional, porque entre otras cosas el Estado contaría con la deslealtad de algunos ciudadanos, de los que se sintieran en inferioridad.

Para J.S. Mill cuando un pueblo no tenía la preparación suficiente era necesario que se estableciera un gobierno de transición, una dictadura, y retrasar un gobierno representativo. En este período, el gobierno británico estaba creando un imperio colonial muy importante en América, África, Asia y Oceanía, y a este respecto afirmó:

“…este sistema de gobierno es tan legítimo como los demás, si es el que, dadas las condiciones de pueblo sometido, facilita su elevación a este a un rango superior. Hay (…) condiciones sociales en que un despotismo vigoroso es en sí el gobierno que antes inculcará al pueblo las cualidades particulares que le faltan para ser capaz de una civilización superior”.
Para ello, el gobernante debía ser un buen déspota que produjera  el bien de los pueblos atrasados. Se empezaron a establecer diferencias de grado entre individuos, estableciendo diferencias de capacidad entre razas, resaltando la superioridad de unas sobre otras, elemento que se convirtió en parte del nacionalismo en el último tercio de siglo.

Lord Acton
Lord Acton (1834-1902) y otros intelectuales discrepaban con Mill; pronto captaron el poder revolucionario del nacionalismo, pero también su posible deriva integrista como así lo plasmó en su obra Nationalism (1862) donde reflejaba la alianza liberalismo nacionalismo, pero que también el nacionalismo podía ser una ideología contraria a éste. Por ello era partidario de separar la el desarrollo de la acción de gobierno y la construcción del Estado, de la cultura y la lengua de los ciudadanos. Así, lo que para algunos era el ejemplo de convivencia imposible de nacionalidades distintas, el imperio Austro-húngaro, para Lord Acton era la prueba clara de que todas las nacionalidades podían tener cabida en un Estado.

Lo que Lord Acton percibió fue el carácter esencialista e integrista del principio de unidad nacional que habían promulgado Mazzini o J.S.Mill. Por eso para él una cosa era la política y otra la cultura y  el hecho de que el Imperio Austro-húngaro perviviera y su gobierno evolucionase hacia una forma de Estado liberal cosmopolita significaría el éxito del liberalismo y de la convivencia de los ciudadanos. A esta percepción contribuyó el hecho de que Lord Acton era un  cosmopolita, hijo de un diplomático. Nació en Italia y se educó en Alemania e Inglaterra y gran viajero con una gran inquietud intelectual. Pensaba que el nacionalismo étnico era un problema de falta de formación, de libertad y de instituciones liberales. Para él las diferencias culturales eran un signo de riqueza intelectual y no causa de problema político; a diferencia de J.S. Mill, la variedad de culturas nacionales era fuente de riqueza y éxito de convivencia.

Para Lord Acton y J.S. Mill su preocupación era el desarrollo del liberalismo y su papel para construir el Estado Moderno.

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