Metodología de las Ciencias Sociales es una asignatura del grado de Sociología del segundo cuatrimestre de este curso 2010/11 de la UNED. El libro “Metodología de las ciencias sociales. Una introducción crítica” de Luis Castro Nogueria et alia Tecnos 2008, tiene un cuestionario al final de cada capítulo, que estoy subiendo estos días a este blog, sus correspondientes respuestas.
Los capítulos propuestos por el quipo docente para el estudio de este manual son exclusivamente los siguientes:
Capítulo 8. La explicación desde la teoría de la acción social (I): Las raíces históricas del individualismo metodológico. La disputa por el Método y la solución weberiana.
1.-Resuma las diferencias que se siguen de la distinción entre sociologías del sistema social y sociologías de la acción en relación con la noción de explicación científica. Pág. 265 a 267
Para la sociología del sistema social, el individuo aparece como una instancia pasiva; se ve determinado en sus formas materiales de existencia, como en sus relaciones sociales o en su misma libertad personal, por el sistema social. Los sujetos son criaturas manipulables en cuyas conciencias se imprimen los valores y estímulos de conducta que habrán de dirigir su acción concretadamente, aunque el propio sujeto no lo viva de esta manera. La naturaleza humana exige, la imposición de un orden, el sometimiento a una autoridad que permita encauzarla hacia una conducta personal y socialmente constructiva por la intervención de una realidad externa y superior.
Para las sociologías de la acción social, conciben o social como un derivado de la acción individual y de la interacción entre los individuos. El mundo social es como un producto humano y, en él, los sujetos de la acción cobran un perfil distinto: se trata ahora de seres activos y creadores. Lo social se concibe como la obra del hombre, su creación y su responsabilidad donde emerge la humana capacidad de proyectar e interpretar el sentido subjetivo que atribuimos a las cosas e incorporarlo conscientemente a su propia acción.
Ambas concepciones de la naturaleza humana son deudoras de un fenómeno de singular importancia: el nacimiento del individuo moderno, fuera del sagrado orden de la sociedad medieval. Ambos paradigmas sociológicos arrancan de la necesidad de dar respuesta a los interrogantes que plantean el individuo y su acción. La sociología del sistema social, respondiendo a la ambigüedad de la acción individual por la vía de la coerción externa, mientras que la sociología de la acción imagina la cooperación como resultado, pretendido o no, de la voluntad del hombre, verdadero origen del orden social.
2.-Sintetice en qué sentido pueden encontrarse las raíces del individualismo metodológico en las doctrinas del utilitarismo inglés. Pág. 269 a 271
Los utilitaristas ingleses J. Bentham y J. S. Mill se encuentran entre los más radicales defensores del individualismo, y sus ideas, tanto en lo relativo a las concepciones teóricas como metodológicas, constituyen las bases de los desarrollos posteriores del individualismo metodológico. Smith contribuyó al desarrollo de la noción abstracta de mercado, la imagen de un hombre volcado en el intercambio económico de bienes y servicios desde una posición de egoísmo utilitarista e interés crematístico (del dinero o relativo a él).
El mercado exigía una concepción atomista y mecanicista de la sociedad; la utopía liberal. Un marco que impulso la figura del homo aeconomicus; un individuo guiado por su propio interés y haciendo uso de su racionalidad, eligiendo los mejores medios para satisfacer sus fines. El homo aeconomicus como verdadero átomo de la teoría individualista, es una racionalidad concebida a la medida de las pretensiones economicistas, cientificistas y liberales, es un preferidos racional orientado a la satisfacción individual. El individualismo permitió construir un poderoso y parsimonioso edificio lógico-matemático, pero soportado sobre un imaginario poco realista.
La concepción individualista sobre las instituciones afirma que el egoísmo individual, la búsqueda del interés personal y el propio enriquecimiento es, precisamente, el origen de la bondad de lo público y lo colectivo.
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