jueves, 19 de julio de 2012

Teoría Sociológica II: Moderna Resúmenes parte 24



En la asignatura de Teoría Sociológica II: Moderna del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libroTeoría sociológica moderna de George Ritzer, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 Un esbozo histórico de la teoría sociológica: Los años posteriores– Tomás Javier Prieto González // Tema 2 T. Parsons- Ruth Cardedal Fernández // Tema 3 Funcionalismo Estructural, Neofuncionalismo y Teoría del Conflicto- Carolina Judith Rabazo Pérez // Tema 4 Variedades de la Teoría Marxiana– Carlos Catalán Serrano // Tema 5 Teoría de sistemas– Víctor Riesgo Gómez // Tema 6 Interaccionismo Simbólico – Isabel Bermúdez Pérez // Tema 7 Etnometodología- María de los Ángeles de Diego Miravet // Tema 8 Teorías del Intercambio, de Redes y de la Elección Racional - Yolanda Diez Suárez



La teoría crítica en nuestros días

Hoy en día Habermas es el pensador más destacado. Pese a ello, no es el único que se esfuerza por desarrollar una teoría crítica que se adapte mejor a las teorías contemporáneas. Tenemos los ejemplos de Antonio y Kellner.

Tecnocapitalismo

Douglas Kellner
La teoría de Kelner parte de la premisa de que no hemos entrado en una era posmodena y posindustrial, y de que el capitalismo continua reinando.
Kellner define el tecnocapitalismo como:
una configuración de la sociedad capitalista donde el conocimiento técnico y científico, la automatización, los ordenadores y la alta tecnología representan un papel en el proceso de la producción similar al que representaron la fuerza de trabajo humana, la mecanización y las máquinas en las primeras fases del capitalismo, y producen también nuevos modos de organización societal y nuevas formas de cultura y vida cotidiana. (Kellner, 1989C: 178).

Lo importante de la visión de Kellner es que sigue identificando la época contemporánea como capitalista, aunque en la que cobra mucha importancia la tecnología.
Considera que estado y cultura son parcialmente autónomos en el tecnocapitalismo y rechaza el regreso de la vieja política de clases, viendo mucho potencial en los diversos movimientos sociales.

En la misma línea, es importante el concepto de tecnocultura:

La tecnocultura representa una configuración de la cultura de masas y de la sociedad de consumo en la que los bienes de consumo, las películas, la televisión, las imágenes de masas y la información computerizada pasan a ser una forma dominante de cultura en todo el mundo desarrollado, ( y) penetran cada vez más en los países en desarrollo. En esta tecnocultura, la imagen, el espectáculo y la mercantilización estética, o la “ estética mercantilizada” llegan a constituir nuevas formas de cultura que colonizan la vida cotidiana y transforman la política, la economía y las relaciones sociales. En todos estos dominios la tecnología representa un papel cada vez más importante. (Kellner, 1989C: 181).

Los futuros teóricos críticos tiene que explorar ideas tales como la naturaleza y la tecnocultura, su mercantilización, su colonización del mundo de la vida y su influencia dialéctica en la economía y en otros sectores de la sociedad

SOCIOLOGÍA ECONÓMICA NEOMARXIANA

Muchos neomarxistas apenas han hecho comentarios acerca de la institución económica , y ello se debió, almenos en parte, a su reacción contra los excesos de los deterministas económicos. Éstas reacciones han provocado una serie de contrarreacciones. Éstas constituyen un esfuerzo por adaptar la teoría marxiana a las realidades de la sociedad capitalista moderna.

Capital y trabajo

La investigación original de Marx sobre las estructuras y los procesos económicos se basa en su análisis del capitalismo de su tiempo (lo que hoy conocemos como capitalismo competitivo). Las industrias capitalistas eran relativamente pequeñas, por lo que ninguna podía llegar a ejercer un control total del mercado.
Marx anticipó la posibilidad de monopolios en el futuro, pero hizo escasos comentarios al respecto.

El capital monopolista

En este contexto se enmarca la obra de Baran y Sweezy (1966).
Criticaron el asentamiento de la teoría marxiana, por considerar que se estancaba en el capitalismo competitivo. En su opinión, una teoría marxiana debe reconocer que el capitalismo monopolista ha sustituido al competitivo.
El capitalismo monopolista implica que uno o una pequeña cantidad de capitalistas controlan un sector determinado de la economía. En este tipo de capitalismo, las compañías ya no tienen necesidad de competir por los precios como en el capitalismo competitivo, sino que la competencia se traslado al reino de las ventas (anuncios publicitarios, campañas, etc.).
El cambio de la competencia de los precios ala de las ventas es parte de otro proceso; la racionalización progresiva. Se considera la competencia por precios como algo altamente irracional.  La competencia de ventas asume menor riesgo que la competencia de precios.
Otro aspecto importante del capitalismo monopolista es el surgimiento de las corporaciones gigantes: un puñado de grandes corporaciones controlan la mayoría de los sectores de la economía, dónde el directivo tiene un papel fundamental en el proceso.
Baran y Sweezy realizaron un análisis extenso de la posición que ocupaba el directivo en la sociedad capitalista moderna. Los directivos se definen como un grupo altamente racional orientado a maximizar los beneficios de la organización.
La preocupación del antiguo capitalista era maximizar los beneficios a corto plazo, mientras los directivos modernos son conscientes de que ese esfuerzo puede conducir a una competencia caótica de precios que puede afectar negativamente a los beneficios a largo plazo para maximizar la rentabilidad a largo plazo.
Baran y Sweezy han sido criticados por diversas razones. Por ejemplo por sobrevalorar la racionalidad de los directivos.

La cuestión de excedente

El excedente es el aspecto central del capitalismo monopolista y se define como la diferencia como la diferencia entre el valor de lo que produce una sociedad y los costes de su producción.
Baran y Sweezy se alejaron del interés de Marx por la explotación del trabajo y se centraron en los vínculos entre la economía y otras instituciones sociales, especialmente en la absorción de este excedente por algunas instituciones.
Los directivos modernos o capitalistas se enfrentan a la cuestión de qué hacer con el excedente:

      1. Pagar salarios muy altos a los directivos u enormes dividendos que se convertirán en lujos a los accionistas.
      2. Invertir ese excedente: perfeccionamiento tecnología o inversiones en el extranjero.
      3.Consumir esos excedentes por aumentar las ventas (publicidad, expansión del mercado.

Cada una de estas tres opciones presenta algunos problemas:  En el primer caso, el excedente alcanza tal cantidad que son incapaces de consumirlo todo; Si la inversión se hace sabiamente, generará aún mayores excedentes; Por último, la alternativa se presenta difícil por ser incapaz de absorber la totalidad y por dar posibilidad a la mayor expansión de la corporación.
De acuerdo con Baran y Sweezy, la única alternativa que queda es el despilfarro.
El excedente necesita ser consumido, y hay dos maneras de hacerlo: mantenimiento de cargos gubernamentales y en el dispendio militar.
Parece como si realmente no existiera una buena manera de consumir el excedente u quizá esto es lo que querían comunicar ambos pensadores. Baran y Sweezy adoptaron la perspectiva tradicional de la teoría de Marx y se movieron en una dirección nueva e importante.

Trabajo y capital monopolista

Braverman
Harry Braverman (1974) creía que el proceso laboral y la explotación del trabajador constituían el núcleo de la teoría marxiana. Aunque con diferencias, su teoría guardaba estrecha relación con la de Baran y Sweezy.
Braverman no sólo intentó actualizar el interés de Marx por los trabajadores manuales, sino también examinar lo que había sucedido con los trabajadores de cuello blanco y del sector servicios.
Igual que Marx, Braverman especificó que su crítica al trabajo contemporáneo no reflejaba añoranza de un tiempo pasado. No criticaba la tecnología per se, sino el modo en que eran utilizadas bajo el capitalismo como “armas de dominación en la creación, perpetuación y profundización del abismo que separa las clases de la sociedad”.
Braverman afirmó que que el concepto de clase trabajadora no describía un grupo específico de personas u ocupaciones, sino que constituía la expresión de la compra-venta de la fuerza del trabajo. En su opinión, el control y la explotación capitalista, así como los procesos de mecanización y racionalización se extienden a las ocupaciones de cuello blanco y del sector servicios, aunque no en el grado en que afectaron a las de cuello azul.
Braverman basó su análisis en la antropología de Marx, específicamente en su concepto de potencial humano (ser-genérico). Afirmó que todo forma de vida necesita mantenerse a sí misma en su entorno natural; es decir, necesita apropiarse de la naturaleza para utilizarla. El trabajo es el proceso por el cual se altera la naturaleza para aumentar su utilidad.
Se deriva la idea de que los animales irracionales también trabajan, pero los distingue su consciencia. El trabajo humano se caracteriza por una unidad de concepción (pensamiento) y ejecución (acción). Esta unidad puede disolverse, y el capitalismo constituye una fase crucial en la que se destruye la unidad de pensamiento y ejecución en el mundo del trabajo.
En el capitalismo, un elemento clave de esa ruptura es la compra-venta de fuerza de trabajo. Como consecuencia del poder de compra de la fuerza del trabajo, el capitalismo se caracteriza por el aumento de la cantidad de trabajadores manuales y la disminución de trabajadores intelectuales.

Control gerencial

Braverman reconoció la existencia de la explotación económica, analizada por Marx, pero se centró en la cuestión del control.
Se preguntó cómo controlaban los capitalistas la fuerza del trabajo que empleaban. Braverman definía la gerencia como “un proceso laboral cuyo objetivo es el control interno de la corporación”.
Reflexionó sobre los medios impersonales que usaban los directivos para controlar a sus trabajadores.
Braverman afirmaba que mediante los mecanismos tales como la especialización del trabajo, la administración científica y las máquinas, la gerencia había logrado extender su control sobre los trabajadores manuales. Braverman afirmaba que los trabajadores de cuello blanco y del sector servicios están en nuestros día sometidos al mismo proceso de control que se utilizó con los trabajadores manuales en el siglo pasado. ( Ver ejemplo de los trabajadores de cuello blanco. Pág.193-194).
Se pueden presentar varias objeciones obvias a Braverman. Por un lado, es probable que se sobrevalorase el grado de semejanza entre el trabajo manual y el de cuello blanco. Por otro lado, su preocupación por el control le llevó a dedicar relativamente poca atención a la dinámica de la explotación económica bajo el capitalismo. Pese a ello, su obra enriquece nuestra comprensión del proceso laboral en la moderna sociedad capitalista.

Otras obras acerca de la cuestión del trabajo y capital

Edwards (1979):
Para Edwards la cuestión de control es incluso más importante. En su opinión el control reside en el núcleo de la transformación de la fábrica en el siglo XX. Siguiendo a Marx, Edwards ve la fábrica como en escenario del conflicto de clase, como un terreno para las disputas.
Sobre este escenario se han producido drásticos cambios en lo que se refiere al control de los superiores sobre los inferiores. Durante el capitalismo competitivo decimonónico, se utilizaba un control simple (jefes ejercían poder personalmente). Las grandes organizaciones han tendido que sustituir este control simple, por un control técnico y burocrático más sutil e impersonal. Pueden ser controlados por las mismas máquinas con las que trabajan (máquinas en cadena, por ejemplo). Los trabajadores modernos también son controlados por las reglas impersonales de las burocracias.
El capitalismo está en constante proceso de cambio y, por tanto, cambian también los mecanismos de control sobre los trabajadores.

Michael Burawoy (1979):
Burawoy
Se interesó por la cuestión de por qué trabajan tanto los trabajadores en el sistema capitalista. Rechazó la explicación marxiana de que era producto de la coerción. La aparición de los sindicatos y otros cambios habían eliminado la arbitrariedad del pode de los directivos.
Para Burawoy, los trabajadores, al menos parte de ellos, consienten trabajar bajo el sistema capitalista y, al menos en parte, ese consentimiento se produce en el lugar de trabajo. Se pone como ejemplo de análisis los juegos que inventan los trabajadores en su lugar de trabajo, considerándolos mecanismos sociales que desarrollan los trabajadores para oponerse a la gerencia, bajo el consentimiento de la misma y con el objetivo de generar cooperación.
Burawoy afirma que tales modos de generar cooperación activa y el consentimiento son mucho más eficaces que la coerción. En definitiva, cree que los juegos y otras prácticas informales son métodos para lograr que los trabajadores acepten el sistema y que contribuyan a aumentar los beneficios.

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