jueves, 12 de julio de 2012

Teoría Sociológica II: Moderna Resúmenes parte 18

En la asignatura de Teoría Sociológica II: Moderna del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED, algun@s compañer@s realizamos un trabajo coral; resúmenes del libroTeoría sociológica moderna de George Ritzer, bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por tod@s. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1 Un esbozo histórico de la teoría sociológica: Los años posteriores– Tomás Javier Prieto González // Tema 2 T. Parsons- Ruth Cardedal Fernández // Tema 3 Funcionalismo Estructural, Neofuncionalismo y Teoría del Conflicto- Carolina Judith Rabazo Pérez // Tema 4 Variedades de la Teoría Marxiana– Carlos Catalán Serrano // Tema 5 Teoría de sistemas– Víctor Riesgo Gómez // Tema 6 Interaccionismo Simbólico – Isabel Bermúdez Pérez // Tema 7 Etnometodología- María de los Ángeles de Diego Miravet // Tema 8 Teorías del Intercambio, de Redes y de la Elección Racional - Yolanda Diez Suárez

El funcionalismo estructural de Robert Merton


Robert Merton fue discípulo de Parsons. Hay importantes diferencias entre ellos. Mientras Parsons defendía la creación de grandes teorías, Merton era más partidario de las teorías de alcance medio. Merton simpatizaba más con las teorías marxianas que Parsons (hacia izquierda política).

Modelo estructural funcional: Merton criticó lo que consideraba que eran los tres postulados básicos del análisis funcional.

1. Unidad funcional de la sociedad: este postulado sostiene que todas las creencias y prácticas culturales y sociales estandarizadas son funcionales para la sociedad en su conjunto, así como para los individuos que pertenecen a ella. Esta perspectiva implica que las diversas partes de un sistema social deben tener un grado alto de integración. Sin embargo, Merton mantenía que aunque este postulado se verificaba en las pequeñas sociedades primitivas, no ocurría así en el caso de sociedades más grandes y complejas.

2. Funcionalismo universal: presupone que todas las formas y estructuras sociales y culturales estandarizadas cumplen funciones positivas. Merton señalaba que este postulado contradecía lo que ocurría en el mundo real. Era evidente que no toda estructura, costumbre, idea, creencia, …, cumplía funciones positivas.

3. Indespensabilidad: sostiene que todos los aspectos estandarizados de la sociedad no sólo cumplen funciones positivas, sino que representan también partes indispensables para el funcionamiento del todo. Este postulado conduce a la idea de que todas las funciones y estructuras son funcionalmente indispensables para la sociedad. La crítica de Merton, de acuerdo con Parsons, era que al menos debíamos admitir que existían diversas alternativas funcionales y estructurales que podían adecuarse a la sociedad.

Merton afirmaba que todos estos postulados funcionales se fundamentaban sobre supuestos no empíricos basados en sistemas teóricos abstractos. Como mínimo, la responsabilidad del sociólogo es examinar empíricamente cada uno de esos supuestos. La creencia de Merton de que la verificación empírica, no los supuestos teóricos, era crucial para el análisis funcional, le condujo a desarrollar su “paradigma” del análisis funcional como guía para la integración de la teoría y la investigación.

Merton especificó claramente que el análisis estructural funcional debía partir del estudio de los grupos, las organizaciones, las sociedades y las culturas.

Los primeros funcionalistas estructurales solían centrarse casi exclusivamente en las funciones que cumplían una estructura o institución social para otra. Sin embargo, para Merton estos analistas solían confundir los motivos subjetivos de los individuos con las funciones de las estructuras o las instituciones. El funcionalista estructural debía centrarse en las funciones sociales más que en los motivos individuales. De acuerdo con Merton, las funciones se definían como “las consecuencias observadas que favorecen la adaptación o ajuste de un sistema dado”. No obstante, hay un claro sesgo ideológico cuando una se centra exclusivamente en la adaptación o el ajuste, porque invariablemente se trata de consecuencias positivas. Es importante señalar que un hecho social puede tener consecuencias negativas para otro hecho social. Para rectificar esta grave omisión del funcionalismo estructural temprano, Merton desarrolló la idea de disfunción. Del mismo modo que las estructuras o las instituciones podían contribuir al mantenimiento de las diferentes partes del sistema social, también podían tener consecuencias negativas para ellas.

Merton también enunció la idea de las no funciones, que definía como consecuencias irrelevantes para el sistema sometido a estudio. Entre ellas figuraban las formas sociales que constituían “supervivencias” de tiempos pasados. Si bien probablemente tuvieron consecuencias positivas o negativas en el pasado, en la sociedad contemporánea carecían de efecto significativo.

Para responder a la cuestión de si las funciones positivas sobrepasan a las disfunciones o viceversa, Merton desarrolló el concepto de saldo neto.

La validez del concepto de Merton reside en el modo en que orienta al sociólogo cuando estudia una cuestión de cierta importancia.

Para ello, Merton desarrolló la idea de que había varios niveles de análisis funcional. Por la general, los funcionalistas se habían limitado al análisis de la sociedad en su conjunto, y Merton señaló con claridad que también era necesario estudiar las organizaciones, las instituciones o los grupos.

Merton también introdujo los conceptos de funciones latentes y funciones manifiestas. Estos dos términos constituyen una contribución relevante al análisis funcional. En general, las funciones manifiestas son intencionadas, mientras que las funciones latentes son no intencionadas.

Otro concepto de Merton son las consecuencias imprevistas. Las acciones tienen consecuencias previstas y no previstas. Aunque todos somos conscientes de las consecuencias previstas, para identificar las consecuencias imprevistas se requiere del análisis sociológico.

Merton especificó que las consecuencias no previstas y las funciones latentes no eran lo mismo. Una función latente es un tipo de consecuencia imprevista, que es funcional para un sistema determinado. Pero existen otros dos tipos de consecuencias imprevistas: “las que son disfuncionales para un sistema determinado, entre ellas las disfunciones latentes” y “las que son irrelevantes para el sistema, al cual no afectan ni funcional ni disfuncionalmente… las consecuencias no funcionales”.

En su esfuerzo por clarificar aún más la teoría funcional, Merton señaló que una estructura podía ser disfuncional para el sistema en su conjunto y, no obstante, seguir existiendo.

Merton mantenía que no todas las estructuras son indispensables para el correcto funcionamiento del sistema social. Algunas partes de nuestro sistema social pueden ser eliminadas. Esta idea hace que la teoría funcional supere otro de sus sesgos conservadores. Al admitir que ciertas estructuras pueden eliminarse, el funcionalismo admite el cambio social intencional.

Estructura social y anomia: análisis de Merton de la relación entre cultura, estructura y anomia.

Merton define la cultura como “el cuerpo organizado de valores normativos que gobiernan la conducta que es común a los individuos de determinada sociedad o grupo” y la estructura social como “el cuerpo organizado de relaciones sociales que mantienen entre sí diversamente los individuos de la sociedad o un grupo”. La anomia se produce “cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos del grupo para obrar de acuerdo con aquellos”. Es decir, debido a la posición que ocupan en la estructura social de la sociedad, ciertas personas son incapaces de actuar de acuerdo con los valores normativos. La cultura exige cierto tipo de conducta que la estructura social impide que se produzca.

Si aparece la anomia puede darse una tendencia hacia la conducta desviada.

Merton vincula la anomia con la desviación de manera que las disyunciones entre cultura y estructura tienen la consecuencia disfuncional de conducir a la desviación dentro de la sociedad.

En la obra de Merton sobre la anomia hay implícita una actitud crítica hacia la estratificación social. Así, mientras Davis y Moore aprobaban en sus escritos una sociedad estratificada, la obra de Merton indica que los funcionalistas estructurales deben criticar la estratificación social.


Principales críticas

Ninguna teoría sociológica de la historia de la disciplina ha despertado tanto interés como el funcionalismo estructural. Desde finales de 1930 hasta principio de 1960 fue virtual e indiscutiblemente la teoría sociológica dominante en EEUU. Sin embargo, durante los años sesenta comenzaron a aumentar de tal manera las críticas a esta teoría que llegaron a sobrepasar sus elogios.

Críticas sustantivas: una de las principales críticas defiende que el funcionalismo estructural no es válido para tratar cuestiones históricas, que es intrínsecamente ahistórico (es decir, incapacidad para analizar elpasado). De hecho, el funcionalismo estructural se desarrolló, al menos en parte, como reacción al enfoque histórico evolucionista de ciertos antropólogos.

Los funcionalistas estructurales también fueron atacados por su incapacidad para analizar con eficacia el proceso del cambio social. Otra crítica es su paralela incapacidad para estudiar el proceso contemporáneo de cambio social. El funcionalismo estructural es bastante más apropiado para el análisis de estructuras estáticas que para el de los procesos de cambio. P. Cohen cree que el problema reside en la teoría estructural funcional, en la que todos los elementos de una sociedad se refuerzan uno a otro y refuerzan también al sistema en su conjunto, lo que dificulta la comprensión del modo en que estos elementos pueden contribuir al cambio. Turner y Maryanski piensan que el problema reside en los que utilizan la teoría, no en la teoría misma.

Desde el punto de vista de Turner y Maryanski los funcionalistas estructurales no suelen abordar la cuestión del cambio, y cuando lo hacen es en términos del desarrollo más que de la revolución. Independientemente de donde se encuentra el problema, si en la teoría o en los teóricos, el hecho es que las principales contribuciones de los estructural-funcionalistas se enmarcan en el estudio de estructuras sociales estáticas que no cambian.

Quizá la crítica más conocida es que no puede ser utilizado para analizar de forma satisfactoria la cuestión del conflicto. Esta crítica adopta varias formas. Alvin Gouldner señala que Parsons tendió a dar demasiada importancia a las relaciones armoniosas. Irving Louis Horowitz mantiene que el funcionalismo estructural considera que el conflicto es invariablemente destructivo y que ocurra fuera del marco de la sociedad. Abrahmson señala que el funcionalismo estructural exagera el consenso societal, la estabilidad y la integración, y no atiende al conflicto, el desorden y el cambio.

La crítica general de que el funcionalismo estructural es incapaz de tratar la historia, el cambio y el conflicto ha llevado a muchos a afirmar que el funcionalismo estructural tiene un sesgo conservador. Un funcionalista estructural conservador acentuaría las ventajas económicas de vivir en nuestra sociedad antes que sus inconvenientes.

Este sesgo conservador puede deberse no sólo a su ignorancia de ciertas cuestiones (cambio, histórico, conflicto), sino también a su elección de los temas de investigación. Por un lado, los funcionalistas estructurales han tendido a centrarse en la cultura, las normas y los valores.

La concepción pasiva del actor individual es de crucial importancia en la aproximación del funcionalismo estructural a los factores societales y culturales, y contribuye a la explicación de la orientación conservadora de la teoría. Las personas son tratadas como seres constreñidos por fuerzas sociales y culturales. Los estructural-funcionalistas (Parsons) carecen de una concepción dinámica y creativa del actor.

La tendencia de los funcionalistas estructurales a confundir las legitimaciones empleadas por las elites de la sociedad con la realidad social está muy relacionada con su enfoque cultural.

Estas críticas sustantivas se orientan en dos direcciones básicas. Primera, parece evidente que el funcionalismo estructural presenta una estrechez de miras que le impide ocuparse de una serie de cuestiones y aspectos importantes del mundo social. Segunda, su enfoque suele tener un sesgo conservador; hasta cierto punto el funcionalismo estructural ha opera y opera a favor del estatus quo y de las elites dominantes.

Críticas lógicas y metodológicas: una de las críticas que se han formulado con mayor frecuencia es que el funcionalismo estructural es básicamente vago, ambiguo y poco claro. Parte de la ambigüedad se debe a que los funcionalistas estructurales eligen analizar sistemas sociales abstractos en lugar de sociedades reales.

Otra crítica relacionada con la anterior es que, si bien nunca ha existido un gran esquema con el que poder analizar todas las sociedades que ha habido a lo lardo de la historia, los funcionalistas estructurales han creído que sí hay una teoría o al menos un conjunto de categorías conceptuales que sirven para ese fin. Muchos críticos consideran que lo máximo a lo que puede aspirar la sociología es a teorías de “alcance medio”.

Entre otras críticas metodológicas se incluye también la cuestión de si existen métodos adecuados para el estudio de los temas que preocupan a los funcionalistas estructurales. Otra sería que el funcionalismo estructural dificulta el análisis comparado.

Teleología y tautología: P. Cohen y Turner y Maryanski consideran que la teleología y la tautología constituyen los dos problemas lógicos más relevantes del funcionalismo estructural. Algunos tienden a considerar la teleología del funcionalismo como un problema intrínseco, pero G. Ritzer cree que el problema no reside en la teleología per se, sino en el carácter ilegítimo de su teleología. En este contexto, la teleología se define como la creencia de que la sociedad tiene propósitos o metas. Para alcanzar esas metas la sociedad crea o provoca la creación de estructuras sociales e instituciones sociales específicas.

Para Turner y Maryanski el problema reside en la extensión excesiva de la teleología. El funcionalismo estructural define y describe los diversos modos en que las metas conducen, de hecho, hacia la creación de subestructuras específicas.

Turner y Maryanski admiten que el funcionalismo presenta teleologías ilegítimas.

La otra gran crítica es que es tautológico. Un argumento tautológico es aquel en el que la conclusión simplemente explicita lo que está implícito en la premisa, o constituye una mera reafirmación de la premisa. En el funcionalismo estructural, este razonamiento circular suele adoptar la siguiente forma: se define el todo en término de las partes, y entonces se definen las partes en términos del todo. Así, puede afirmarse que un sistema social se define por la relación entre sus partes componentes y las que las partes componente de sistema se definen por el lugar que ocupan en el conjunto del sistema social. Como cada uno de estos elementos se define en términos del otro, lo que ocurre en realidad es que ni el sistema social ni sus partes constituyente quedan definidas.



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