jueves, 7 de marzo de 2013

Resúmenes Sociología del Trabajo Parte 21


En la asignatura de Sociología del Trabajo del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, algunos compañeros realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria. Derechos reservados, sus autores.

Tema 1.- La educación profesional para el empleo - Antonio Jesús Acevedo Blanco // Tema 2.- Para una definición social de la juventud  Tomás Javier Prieto González y Ruth Cardedal Fernández // Tema 3.- La ocupabilidad en la familia María Lourdes Ruiz Garde // Tema 4.- Dinámica de la desocupación  Irene Ibañez Sánchez // Tema 5.- Elementos de contexto Blas García Ruiz // Tema 6.- La temporalidad, pacto intergeneracional o imposición Pedro Medina Charavia // Tema 7.- Biografías laborales por sexo y nivel de estudios  Victoria Aguilera Izquierdo // Tema 8.- Dinámica laboral de la inmigración en España Tomás Javier Prieto González


TEMPORALIDAD CONTRACTUAL Y EMPÍRICA. LAS DOS FASES

   Existen dos tipos de estabilidades en el puesto de trabajo que no son iguales y no tienen por qué ir unidas. Por una parte está la estabilidad contractual, que se define por la división entre los contratos indefinidos y todos los demás. Por otra, la estabilidad conjunta de los puestos y las personas que los ocupan, la estabilidad empírica, que se define por la antigüedad en el puesto de los trabajadores, ya que esta permanencia en el mismo puesto implica a la vez continuidad del puesto y del trabajador, y consecuentemente la estabilidad de ese empleo.
   La estabilidad contractual y la empírica entre los varones asalariados del sector privado ha tenido dos fases diferenciadas: la primera desde 1986 a 1991, y la segunda de 1992 a 1995. En la primera fase la proporción de contratos temporales se duplica y la temporalidad empírica se distancia progresivamente de la contractual hasta el cuarto trimestre de 1991. A partir del tercer trimestre de 1991 la contractual se estabiliza en torno al 38% hasta el primer trimestre de 1994, período en el que la temporalidad empírica presenta un comportamiento cíclico en respuesta a la estacionalidad de la variación del empleo. Pero el saldo total, sobre todo a partir del segundo trimestre de 1993 es de un notable crecimiento de la temporalidad empírica, lo que unido al relativo estancamiento de la temporalidad contractual compensa la progresiva separación de la fase anterior.
   Si observamos otro planteamiento de la temporalidad que no atiende a la antigüedad, como es la proporción de asalariados que estando contratados temporalmente en la fecha inicial continúan trabajando (en esos puestos o en otros) y cuyo porcentaje se sitúa en torno al 80% durante todo el período, y lo combinamos con la extraordinaria variación de la temporalidad, podemos apuntar que el crecimiento de la rotación lo es de los mismos trabajadores. A partir del decreto de 1992 se estabiliza la proporción de la contratación temporal alrededor del 40%. Pero la proporción de asalariados del sector privado que tiene una antigüedad menor de un año pasa del 27% al 41% en 1995.

LA ADAPTACIÓN EMPRESARIAL A LA TEMPORALIDAD

   A partir de otoño de 1991, durante una profunda crisis de empleo, el empleo con contrato fijo disminuye durante un semestre en 320 mil asalariados mientras que el número de temporales permanece estable. Y cuando en 1992 cambian las condiciones de acceso al seguro de desempleo, los empresarios tienen sobre sí el creciente coste de los despidos que sigue siendo de trabajadores con contrato indefinido y largas antigüedades. La constante legislación laboral desde 1992 y las expectativas de un posible cambio de gobierno desde 1993, impulsan a los empresarios a invertir en capital fijo y a posponer la contratación de personal o efectuarla en condiciones de mayor temporalidad empírica en espera de mejores oportunidades para el despido; los empresarios huyen de la antigüedad como de una grave enfermedad. Se supone que un empleador no despide a un trabajador que cumpla con sus tareas salvo que la empresa vaya mal, pero como los empresarios temen una acumulación de derechos por parte del trabajador, la solución drástica pasa por despedir cada seis meses desplazando los costes a las situaciones fáciles para la empresa. Es por esta razón que se puede observar en el mercado de trabajo español de 1995 una creciente temporalidad empírica que no parece razonable atribuir a la estructura productiva.

   En relación con el aumento de la rotación se pueden nombrar varios componentes institucionales. El primero es la estructuración de la reforma laboral, que para favorecer la contratación indefinida prohíbe las prórrogas de las contrataciones temporales, lo cual puede hacer preferible el despido del trabajador antes de hacerlo indefinido. Otro factor son las erráticas respuestas judiciales a la ambigüedad de la legislación sobre despido por causas económicas. Por último, y no menos importante, se podría citar las posturas de las asesorías laborales, en las cuales delegan muchos empleadores dado la complejidad de la legislación laboral. Dichas asesorías tenderían a priorizar el cumplimiento de la ley sin considerar los costes que genera despedir a trabajadores productivos.


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