sábado, 30 de marzo de 2013

Resúmenes Cambio Social I Parte 4


En la asignatura de Cambio Social I del primer cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2012/13, algunos compañeros realizamos los resúmenes de los capítulos de la bibliografía obligatoria Sociología del cambio social de Piotr Sztompka. Derechos reservados, sus autores.

Capítulo 1 Conceptos fundamentales en el estudio del cambio social. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 2 Vicisitudes de la idea de progreso. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 3 La dimensión temporal de la sociedad: El tiempo social. Víctor Riesgo // Capítulo 4 Modalidades de tradición histórica. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 5 La modernidad y más allá. Víctor Riesgo // Capítulo 6 La globalización de la sociedad humana. Tomás Javier Prieto González // Capítulo 7 El evolucionismo clásico – Julia Ortega Trovar  // Capítulo 8 El neoevolucionismo - Julia Ortega Trovar // Capítulo 9 Teorías viejas y nuevas de la modernización – Andrea Fuente Fernández // Capítulo 10 Las teorías de los ciclos históricosBlas García Ruiz // Capítulo 11 El materialismo histórico - Blas García Ruiz  //Capítulo 12 Contra el desarrollismo, la crítica moderna Julio Monteagudo Diz // Capítulo 13 La historia como producto humanoGalaaz Vaamonde (9 octubre) // Capítulo 14 La nueva Sociología histórica - Galaaz Vaamonde // Capítulo 15 El devenir socialJesús Sánchez Azañedo // Capítulo 16 Las ideas como fuerzas históricas - Carlos Catalán Serrano // Capítulo 17 El surgimiento de lo normativo – María Purificación Moreno Moreno // Capítulo 18 Los grandes individuos como agentes de cambio social - María Purificación M. Moreno  

Vicisitudes de la idea de progreso

Breve historia intelectual


Las primeras raíces de la idea de progreso pueden encontrarse en la antigüedad griega. Platón, Aristóteles o Protágoras; en los tres autores hay una presuposición fuerte de la perfectibilidad del mundo.

La segunda fuente del concepto se encuentra en la tradición religiosa judía. La historia revela el curso y la dirección impuesta “desde arriba”, y su recorrido es progresivo, según se va aproximando gradual e inexorablemente a su complexión última.

Ambas líneas de pensamiento, la griega y la judía, se unen en la tradición judeocristiana, que impregnará la cultura occidental durante los siglos venideros. La idea de progreso, de acuerdo con una interpretación ampliamente aceptada, representa una versión secularizada de la creencia cristiana en la providencia (San Agustín).

Durante la Edad Media, Bernard de Chartres y Roger Bacon aplicaron el concepto al reino de las ideas, afirmando que el conocimiento humano sufre un incremento y crecimiento acumulativo a través de las épocas, siendo gradualmente enriquecido u perfeccionado. Lo que implica es que el conocimiento avanza de forma constante y gradual. Las utopías sociales definen la dirección en la que se supone que se mueve la humanidad. Permiten la crítica de la contemporaneidad al compararla con la imagen ideal, utópica, y en este sentido proporcionan una medida rudimentaria del progreso.

Un cambio interesante de la idea de progreso se produce cuando llega la era de los descubrimientos geográficos. Se pone de manifiesto que las sociedades, las culturas, las organizaciones políticas y económicas humanas no son un bloque homogéneo. Se hace evidente la tremenda variedad de formas sociales en las distintas partes del mundo. La variedad es debida a los diferentes estadios de desarrollo o de progreso que algunas sociedades han alcanzado. Los más primitivos son vistos como so permanecieran en los primeros estadios; los más civilizados representan estadios posteriores. Se presupone que hay una trayectoria común por la que discurren todas las sociedades. Esta imagen es el resultado del intento de convertir la desigualdad que se percibe en una homogeneidad conceptualizada; la homogeneidad de una progresión singular temporalmente ordenada de todos los pueblos del mundo desde los más simples a los más avanzados.

La época de la Ilustración aportó numerosos matices nuevos a la noción en evolución de progreso. Jacques Bousset introdujo la idea de historia universal, un modelo común omniabarcante, Realizó la primera periodización compleja de la historia universal singularizando doce grandes épocas, que señalaba la mejora constante de la humanidad y en particular el progreso constantes de la religión. Condorcet propuso una periodización alternativa en diez etapas, y sugirió un mecanismo más secular de progreso por medio de mejoras constantes en el conocimiento y en la ciencia. Vico saludó el nacimiento de la “Nueva Ciencia”, la búsqueda de regularidades subyacentes necesarias en la historia humana. Immanuel Kant proporcionó un sugestivo criterio de progreso: el significado y la dirección de la historia están marcados por el crecimiento de la libertad individual emparejado al adelanto de la moralidad, que frena el ejercicio de la libertad cuando amenaza la libertad de otros.

Así llegamos al siglo XIX; la “era del progreso”; el “triunfo de la idea de progreso”. La idea de progreso impregna el sentido común, deviene universalmente aceptada en filosofía, es incorporada por la literatura, el arte y la ciencia. Este espíritu de romántico optimismo es acompañado por la creencia en la razón y en el poder humano. La ciencia y la tecnología parece portar la promesa de una expansión y un avance ilimitados. Tal clima intelectual encuentra reflejo en el campo recién nacido de la sociología. Todos los padres fundadores de nuestra disciplina profesan alguna versión del progreso.

Saint-Simon y Auguste Comte se concentraron en el progreso del espíritu, y entrevieron que los cambios se sucedían a través de tres etapas: teleológica, metafísica y positiva. El último estadio es el de la ciencia: conocimiento empírico, centrado en los hechos, capaz de proporcionar explicaciones, predicciones y directivas prácticas.

La ciencia “positiva” es considerada como el logro que corona el pensamiento humano. Herbert Spencer subsumió el crecimiento y el progreso bajo el principio común de la evolución. Planteó el principio universal de diferenciación estructural y funcional. Karl Marx bosquejó la utopía de la sociedad comunista y afirmó que ésta se conseguiría mediante el empuje emancipatorio de las clases explotadas. El movimiento hacia la sociedad sin clases, la sociedad comunista es precedido de una serie de revoluciones sociales. Max Weber se dio cuenta de la poderosa tendencia hacia la racionalización de la vida social y la organización social y consideró ésta la dirección principal en la que se mueve la sociedad. Émile Durkheim señaló la creciente división del trabajo y la integración de la sociedad concomitante a través de la “solidaridad orgánica”. Con Ferdinand Tönnies aparecen las primeras  dudas acerca de la naturaleza progresiva del cambio, y se plantean las primeras advertencias contra los efectos colaterales del desarrollo. Anticipaba la extensión del desencanto respecto al progreso.

La definición del progreso

La idea de progreso en su formulación original está firmemente situada dentro del modelo de transformación direccional, dentro de alguna versión de desarrollismo. Carece de sentido hablar de sociedades en progreso, avanzado, volviéndose mejores, si son consideradas como básicamente estables, reproduciéndose meramente a sí mismas (enfoque funcional-estructural), o si son vistas como cambiando sólo dentro de círculos cerrados. Es sólo junto a la idea de transformación (cambio de, y no sólo cambio en). Siguiendo a Nisbet, puede definirse el progreso como la “idea de que la humanidad ha avanzado lenta, gradual, continuamente, desde la condición original de privación cultural, ignorancia e inseguridad hacia niveles cada vez más altos de civilización, y de que tal avance continuará, a pesar de algunos retrocesos ocasionales, a través del presente hacia el futuro.

El concepto de progreso puede ser diseccionado en varios componentes fundamentales:

1.    Hay una noción de tiempo irreversible. El progreso es la diferencia positivamente evaluada entre el pasado y el presente.
2.    Ningún estadio se repite, y cada estadio posterior se va acercando relativamente más a un estadio final divisado que a cualquier estadio anterior.
3.    Está la idea de progreso acumulativo que opera de forma gradual, paso a paso, o en forma revolucionaria, a través de “saltos” periódicos cualitativos.
4.    Está la distinción de “estadios necesarios”, típicos a través de los cuales pasa el proceso.
5.    Está el énfasis en las causas “endógenas” (internas, inmanentes) de los procesos, como el despliegue de potencialidades internas alojadas dentro de la sociedad que sufre el cambio.
6.    El proceso es concebido como inevitable, necesario, “natural”: no puede pararse o desviarse.
7.    Está la noción de mejoramiento, la valoración de cada estadio consecutivo del proceso como relativamente mejor que su predecesor, culminando en el estadio final que se espera produzca la satisfacción completa de valores apreciados como la felicidad, la abundancia, la libertad, la justicia, la igualdad, etc.

El progreso siempre es relativo a los valores que se tomen en consideración. No es un concepto puramente descriptivo, distanciado, objetivo sino más bien una categoría evaluativa. Puede ser concebido como progresista o no. Éstas difieren ampliamente entre las personas individuales, los grupos, las clases, las naciones. Lo que constituye el progreso para unos puede no ser considerado progreso por otros. ¿Progreso para quién y en qué respecto? No hay progreso absoluto. No debemos caer en la trampa del relativismo absoluto. Hay varios grados en los que los valores son relativos. En un extremo encontraremos medidas de progreso en las que coincidirán la mayor parte de la gente, lo más parecido a criterios absolutos de progreso; la vida humana en sí como valor último.

En el SXIX bien entrados en el XX, la industrialización, la urbanización y la modernización eran tratadas como sinónimos de progreso. Sólo recientemente se ha reparado en que han ido demasiado lejos, y que también las cosas buenas pueden producir efectos colaterales viciosos. También se ha hacho evidente que el progreso en un área puede a menudo acontecer a costa de otro retroceso en otra. La democratización, la apertura de las sociedades, la emergencia de la actividad empresarial y el mercado libre están acompañadas por el crecimiento del desempleo y la pobreza, por la pérdida de disciplina social, por las tasas crecientes de crimen y delincuencia, por luchas entre facciones y por ingobernabilidad, y por un torrente de cultura de masas de baja calidad. ¿cómo puede calcularse el balance de beneficios y pérdidas, de funciones y disfunciones?

Desde Tomás Moro a Mao Tse-tung, desde Platón a Marx, han creído que es posible salvaguardar el progreso en todas las dimensiones de la sociedad. Han dibujado las imágenes de as sociedades perfectas, de las utopías sociales. Tales imágenes proporcionaban su criterio sintético, general, de progreso. Progreso significaba acercarse a la perfección de la utopía, ya fuera ésta la Nueva Armonía, el milenio, la Ciudad del Sol o el comunismo.

Otros, seleccionaron aquellos aspectos de la vida social que para ellos tenían una importancia superior, y definieron el progreso por referencia a ellos. Para algunos, la religión era el dominio central, y los que más contaba era el progreso espiritual y moral conducente a la salvación. Para otros, el conocimiento secular era crucial; el progreso del conocimiento conducente a la ciencia “positiva” era decisivo. Otros se concentraron en el dominio de la vida cotidiana, la importancia de los vínculos, la presencia de “comunidad” como el aspecto más importante del progreso. Otros trataron el dominio de la política como central, y propusieron el criterio de la libertad ante todo:

1.    La libertad negativa: la libertad frente a las constricciones las barreras, los obstáculos a la expresión individual y a la autorrelización.
2.    La libertad positiva: la participación y la representación democráticas, esto es, libertad para influir y modelar la propia sociedad.

El progreso era medido por la creciente inclusividad y la menguante exclusividad en la sociedad. Otros pensadores han enfatizado la tecnología, considerando el dominio cada vez mayor sobre la naturaleza como la medida última de progreso. Otros se dirigieron a la economía y contemplaban la producción organizada humanamente y la distribución equitativa comos los prerrequisitos del progreso, con la justicia y la igualdad como sus criterios básicos. Otros se concentraron en las oportunidades, en la disponibilidad de elecciones y opciones ocupacionales, educativas, político-ideológicas, recreacionales, etc., como criterio de progreso (Dahrendorf). El criterio de oportunidades es asociado con frecuencia a la noción de igualdad e inclusividad, enfatizando el acceso igual a las oportunidades para grandes segmentos de la población. Entre los criterios fragmentarios, parciales de progreso encontramos la salvación, el conocimiento, la comunidad, la libertad (negativa y positiva), la emancipación, el dominio sobre la naturaleza, la justicia, la igualdad, la abundancia, opciones oportunidades vitales ampliamente accesibles.

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