Publicación de Víctor Riesgo Gómez. Estudiante de Grado en Sociología UNED
El presente trabajo debe ser encuadrado en el ámbito académico formativo. Está realizado por un estudiante de tercer curso de Sociología de la Universidad Nacional a Distancia. Su principal finalidad es la de profundizar en la reflexión de uno de los puntos propuestos por el profesor José Antonio Nieto en su obra seminal “Sociodiversidad y sexualidad”, publicado en la editorial “Talasa” y eje central sobre el que articula la asignatura Sociología de la Diversidad.
Del planteamiento realizado por el profesor Nieto, en la obra antes mencionada, en su reorientación conceptual respecto a la antigua sociología de la desviación que él reconvierte en sociodiversidad, se ha escogido desarrollar, en la medida de lo posible, la atención a las explicaciones potenciales de las conductas malsanas para amplias capas sociales consistentes en el afán del lucro desmedido.
El planteamiento que aquí se hace consiste en plantear la hipótesis de que estas conductas, lejos de ser conductas innatas y naturales en los seres humanos, se han convertido, a causa del diseño institucional y cultural resultado del productivismo de inspiración liberal, en las conductas favorecidas y premiadas.
Estas conductas han estado subdimensionadas en la tradicional sociología de la desviación. Con el nuevo enfoque que propone el profesor Nieto se exhorta a su atención. Las explicaciones para este exhorto parecen evidentes. Las consecuencias que se derivan de dichas conductas para sujetos sociales, que no son ni causantes ni beneficiarios de las mismas, se antojan trágicas. El “ajuste” al que son sometidos los sistemas públicos en los países del sur de Europa en el presente, “ajuste” que a su vez han sufrido en sus carnes integrantes de otros pueblos por el mundo en el pasado reciente, es la consecuencia inmediata y de mayor visibilidad. Resultado de este “ajuste” la equidad, la igualdad de oportunidades, o la simple posibilidad de supervivencia en condiciones mínimas de existencia, se ven seriamente amenazadas para numerosos integrantes del sistema social. Se antoja paradójico que los “paganos” rara vez son los “causantes”, con lo cual otra víctima que queda por el camino es el mismo sistema de legitimación de asignación de recursos y responsabilidades, siendo éste uno de los ejes medulares que sustentan cualquier sistema de organización social. El peligro añadido de este derrumbe se deriva de la posibilidad creciente de emergencia y centralidad de otro de los ejes que venga a ocupar el espacio del desaparecido, este es la violencia o la amenaza de ejercerla por parte de aquellos que ostentan la mayor parte del poder. Siendo el último recurso que se emplea desde instancias “superiores” para sujetar pueblos y sociedades donde el descontento y la indignación aumentan de manera proporcional a la percepción de impunidad y centralidad de las conductas sobre las que aquí se pretende poner el acento.
DESARROLLO, EXTENSIÓN Y CRISIS
Existe en Polanyi un
tipo de reflexión de gran importancia para lo que se aquí se propone. Para
Polanyi las relaciones económicas no pueden ser observadas o concebidas como
pertenecientes a una esfera independiente del resto de las relaciones sociales.
Ese preferidor racional que toma sus decisiones de manera estratégica y fría no
existe más que en algunas mentes. Las consecuencias de esas supuestas
decisiones frías y calculadas desbordan esa esfera independiente idealizada y
se extienden al resto de aspectos que rodean a individuos y sociedades.
El autor austriaco
aborda una retrospectiva de la evolución, tanto material como ideal, y el cambio
que los mitos del liberalismo operan en sociedades enteras durante el tránsito
del Antiguo Régimen a la segunda posguerra. Ya no consiste en una simple
historia de las ideas, los efectos reales sobre la vida de las personas que
padecen estas ideas en evolución constituyen aquí el objeto principal de
observación.
Él mismo parte de
cuestionar el “paradigma del salvaje trocador” (11) Afirma sin ambages que “la
ganancia y el beneficio obtenidos en el intercambio no desempeñaron jamás una
parte importante en la economía humana. Aunque la institución del mercado era
bastante común desde finales de la edad de piedra, su papel era sólo incidental
en la vida económica” (12). Unas páginas adelante afirma que “ La
economía humana está sumergida por regla general en las relaciones de los
hombres. El hombre no actúa para salvaguardar sus intereses individuales en la
posesión de bienes materiales, sino para salvaguardar su posición social, sus
derechos sociales, sus activos sociales. (13)
Tenemos que esta
supuesta autonomía, de los valores morales en un principio, y de toda
inferencia ajena del poder político, sea como sea éste construido, sobre la que
se basan los principios del liberalismo clásico y neo clásico, no es más que el
resultado de una visión determinada del mundo social y de la naturaleza humana.
No constituyen por tanto axiomas externos sobre los que el observador atento
toma nota y se limita a constatar. Son más principios normativos que
descriptivos. En este punto Giner también coincide. (14)
Lo cierto es que en el
altar de estos nuevos dioses fue sacrificado un sin fin de instituciones que
proporcionaban bienestar y seguridad a buena parte de las comunidades europeas
del siglo XIX. Polanyi nos relata como el proceso de los cercamientos de
tierras comunales, la derogación de la Ley de Pobres, la creación de un
“mercado de trabajo libre”, y las diversas reformas sociales que se fueron
haciendo en Inglaterra acabaron arrojando un resultado altamente desalentador.
Comerciantes, industriales y grandes agricultores incrementaron sus ganancias y
riquezas de manera exponencial. A
cambio la sociedad había quedado completamente desarticulada. Los campesinos
asentados del XVII habían quedado transformados en trabajadores migrantes sin
recursos, expuestos a acabar en “hospicios”, ellos o sus hijos, si no podían
acreditar sus vías de ingresos. Las consecuencias del Capitalismo
Manchesteriano quedaban fielmente retratadas en las obras de autores como
Dickens, entre otros.
Ante la aparente
paradoja consistente en la comprobación de que los niveles económicos habían
aumentado en general e incluso que se había experimentado un incremento de la
población de un lado, y por otro, las condiciones de vida de la población
habían experimentado un retroceso sustancial Polanyi señala: En realidad una
calamidad social es fundamentalmente un fenómeno cultural, no un fenómeno
económico que pueda medirse por las cifras de ingreso o las estadísticas de
población.(...) La causa de la degradación no es entonces la explotación
económica, como suele suponerse, sino la desintegración del ambiente cultural
de la víctima(...) el daño letal causado a las instituciones donde está
incorporada su existencia social. (15)
En el aquelarre de
valores e instituciones hasta ahora descrito que tuvo lugar en el tránsito del
Antiguo Régimen a los finales del XIX son fulminados los pilares sobre los que
se construía la convivencia, sin llegar a proveer otros dotados de consistencia
suficiente como para reemplazar a los antiguos. La posibilidad de incrementar
las ganancias comerciando en un mercado autorregulado realmente estaba al
alcance de muy pocos. Para la mayoría las condiciones materiales de la
existencia habían evolucionado a gran velocidad de una cierta seguridad
material a una dura y continua inseguridad. El único bien del que estaban
provistos era su propia piel. Esto provocó un derrumbe completo de la
legitimidad de las instituciones políticas, sociales, religiosas o económicas.
Es en este tiempo donde aparecen y cobran especial sentido conceptos como la
anomia de Durkheim o la alienación de Marx.
Para el autor
austriaco las sociedades tienden a protegerse de las agresiones. La imposición
continua, por la fuerza cuando fue preciso, de las tesis liberales, junto al
derrumbe empírico de sus construcciones e instituciones a finales del XIX,
condujeron de manera inevitable a un tiempo de agitación que comprende la
Primera Guerra Mundial, la crisis del 29, los totalitarismos de entreguerras y
al desenlace final en la Segunda Guerra Mundial. Estos procesos fueron
resultado de las luchas en el seno de las sociedades europeas y norteamericana
entre los que se veían beneficiados por el mito del mercado autorregulado y
aquellos que deseaban ser protegidos por parte de los estados, -entendiendo
estos como el lugar en donde se negocian y gestionan los intereses colectivos, de los efectos indeseables cosechados en su desarrollo.
Aunque buena parte de
los principios del liberalismo siguieron vigentes tras la Segunda Guerra
Mundial, el sistema social y el poder político triunfante de aquel evento
tomaron nota y pusieron férreas restricciones a los mercados autorregulados. En
un principio y al menos en parte algunos aspectos fueron regidos por principios
ajenos al mercado. Entramos así en lo que algunos han venido a denominar el
“capitalismo embridado”
Publicación de Víctor Riesgo Gómez. Estudiante de Grado en Sociología UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario