En este tercer año en el Grado de
Sociología con la asignatura Sociología de la Diversidad, tras haber superado
la asignatura Antropología Social en el primer curso y acompañado por el libro
Antropología de la sexualidad y diversidad cultural de José Antonio Nieto
Piñeroba, me he encontrado que el tema de la homosexualidad ha sido una constante
en las bibliografías básicas de ambos programas académicos, con arreglo al
cual, estos contenidos transversales han propiciado mi elección para elaborar
este ensayo. He creído adecuado ocuparme en este ejercicio de una aproximación
a las diversas perspectivas que abordan la homosexualidad.
Intentaré en esta práctica exponer
algunos estudios de la homosexualidad desde diversos campos de investigación
académica. En este sucinto acercamiento, podré identificar algunas de las tesis
desarrolladas, pudiendo extraer con ello, un reconocimiento de la
homosexualidad como objeto de estudio en las ciencias sociales. No como un
ejercicio de reducción, sino muy al contrario, intentar observarlo sin filtros,
artificios culturales, prejuicios o determinismos en un ambiente tan complejo
como son los sistemas sociales. Para ello será preciso localizar y enfocar las
restricciones teóricas de esta realidad, como las explicaciones más importantes
que fundamentan y justifican la profundización del estudio de la
homosexualidad.
Dentro de la sexualidad uno de los
objetos de estudio más observado es la homosexualidad, por ello este ensayo
viene a sumarse a estos trabajos, obviamente admitiendo las limitaciones
consustanciales de un estudiante que emprende el estudio de un objeto de
estudio tan poliédrico. A través de la estrategia de reconocer distintos
enfoques interpretativos generados por varios expertos, seré capaz de analizar
las tensiones como las analogías existentes en todas estas perspectivas.
Conclusiones
Algunas representaciones culturales se
concretan por un lado en sólidos factores arbitrarios, que responde a
relaciones históricas y sociales, de poder y control social, y que obviamente
no proceden exclusivamente de la naturaleza sexual de los seres humanos, y por
otro lado se derivan de la invisibilidad y exclusión social. La OMS define
sexualidad como el resultado de la interacción de factores biológicos,
psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos, religiosos y espirituales.
La sexualidad contemporánea ha roto sus lazos históricos con la reproducción y
ha impulsado a una gran variedad de practicas del sexo (Macionis, 2010:332). Como apunta Giddens, en su libro The
transformation of intimacy (1992): “(…) los nuevos tiempos pueden dar lugar a
una creciente democratización de las relaciones personales, pero también en una
guerra de géneros que enfrenta a los hombres y a las mujeres”.
Subraya
Nieto que para “los estudiosos que interesándose por la homosexualidad la
confieren una identidad específica, definitiva, pura, sin mezclas, sin
confusión, conceptualmente universal y decididamente esencializada” (Nieto, 2011:190) , la “objetividad”
radica también en observar a los homosexuales como un cuerpo social “aislado”
del grueso de la sociedad, al que se excluye. Ese aislamiento llamémoslo
objetivo del homosexual, aquí deviene en la incomunicación espacial, por medio
de la construcción de espacios sociales en los que una vez atrapada la
homosexualidad, para evitar “contaminaciones” (Nieto, 2011:190) al resto de la sociedad, cristalizan las bases
de segregación y marginación social. Por tanto se amputan todas las posibles
vías de acceso para establecer comunicación social dialogante.
En las
sociedades donde el cristianismo ha tenido un fuerte poder, se impuso un modelo
dual, que condena moralmente la homosexualidad y protege el sometimiento de las
mujeres. A pesar que la dominación masculina son realidades transculturales el
grado, la intensidad varía en las diferentes culturas. La respuesta de una
sociedad ante el orden sexo/género tiene su origen en una cosmovisión propia de
cada cultura y a los intereses inherentes en cada una de ellas.
Desde el origen moderno del
estructuralismo de la mano de Foucault, él ya afirmaba que “la sexualidad es
mucho más que un hecho de la naturaleza humana, el lugar del placer y el deseo”
(Carrasco, 2006:312), argumentó a favor de la conveniencia
de discernir entre la identidad homosexual y el comportamiento homosexual (Nieto, 2003:169). Los seres humanos somos en gran
medida productos culturales, estamos encuadrados en un contexto histórico que
nos determina, pero con márgenes (especie, cuerpo, cultura) de acción, de
libertad, de autodeterminación, de autoconstitución, de autorrealización, pero
supeditados a fuerzas externas, que desplazan nuestro “yo” a perfiles
periféricos, en una dialéctica permanente, entre nuestra cultura y nuestra
individualidad. Las influencias ejercidas desde la sociedad, y la capacidad del
desarrollo libre del individuo, todas ellas, estimuladas culturalmente, en un
contexto complejo y heterogéneo.
Tras casi setenta años de la definición
de homosexualidad de Henry P. Fairchild citada en este ensayo, y conforme gays,
lesbianas y bisexuales han ido haciéndose más visibles e integrándose en las
sociedades occidentales, han sido foco de atención y se han incorporado a los
debates de las ciencias sociales, dejando atrás caducas y añejas acepciones. En
un intento por recuperar este objeto de estudio desde las ciencias sociales, se
ha defendido la utilidad de manejar diferentes modelos de políticas públicas
construidas en torno a una dimensión crucial: el reconocimiento.
Una mejor comprensión del objeto de
estudio servirá como plataforma adecuada para la elaboración de modelos
explicativos. Sin duda la cuestión estriba en que “la conexión entre los
valores, la opinión pública y las políticas no es automática ni unidireccional”
(Calvo, 2010:56). Habrá que estar atento, y en nuestro
futuro papel de científicos sociales, en observar las nuevas manifestaciones
que al nuestro alrededor se produzcan, y fundamentalmente en la redefinición de
la homosexualidad como un constructor cultural.
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