viernes, 22 de marzo de 2013

Sociología de la diversidad PREC Parte 5



En este tercer año en el Grado de Sociología con la asignatura Sociología de la Diversidad, tras haber superado la asignatura Antropología Social en el primer curso y acompañado por el libro Antropología de la sexualidad y diversidad cultural de José Antonio Nieto Piñeroba, me he encontrado que el tema de la homosexualidad ha sido una constante en las bibliografías básicas de ambos programas académicos, con arreglo al cual, estos contenidos transversales han propiciado mi elección para elaborar este ensayo. He creído adecuado ocuparme en este ejercicio de una aproximación a las diversas perspectivas que abordan la homosexualidad.

Intentaré en esta práctica exponer algunos estudios de la homosexualidad desde diversos campos de investigación académica. En este sucinto acercamiento, podré identificar algunas de las tesis desarrolladas, pudiendo extraer con ello, un reconocimiento de la homosexualidad como objeto de estudio en las ciencias sociales. No como un ejercicio de reducción, sino muy al contrario, intentar observarlo sin filtros, artificios culturales, prejuicios o determinismos en un ambiente tan complejo como son los sistemas sociales. Para ello será preciso localizar y enfocar las restricciones teóricas de esta realidad, como las explicaciones más importantes que fundamentan y justifican la profundización del estudio de la homosexualidad.

Dentro de la sexualidad uno de los objetos de estudio más observado es la homosexualidad, por ello este ensayo viene a sumarse a estos trabajos, obviamente admitiendo las limitaciones consustanciales de un estudiante que emprende el estudio de un objeto de estudio tan poliédrico. A través de la estrategia de reconocer distintos enfoques interpretativos generados por varios expertos, seré capaz de analizar las tensiones como las analogías existentes en todas estas perspectivas.



Conclusiones

Algunas representaciones culturales se concretan por un lado en sólidos factores arbitrarios, que responde a relaciones históricas y sociales, de poder y control social, y que obviamente no proceden exclusivamente de la naturaleza sexual de los seres humanos, y por otro lado se derivan de la invisibilidad y exclusión social. La OMS define sexualidad como el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos, religiosos y espirituales. La sexualidad contemporánea ha roto sus lazos históricos con la reproducción y ha impulsado a una gran variedad de practicas del sexo (Macionis, 2010:332). Como apunta Giddens, en su libro The transformation of intimacy (1992): “(…) los nuevos tiempos pueden dar lugar a una creciente democratización de las relaciones personales, pero también en una guerra de géneros que enfrenta a los hombres y a las mujeres”.

Subraya Nieto que para “los estudiosos que interesándose por la homosexualidad la confieren una identidad específica, definitiva, pura, sin mezclas, sin confusión, conceptualmente universal y decididamente esencializada” (Nieto, 2011:190) , la “objetividad” radica también en observar a los homosexuales como un cuerpo social “aislado” del grueso de la sociedad, al que se excluye. Ese aislamiento llamémoslo objetivo del homosexual, aquí deviene en la incomunicación espacial, por medio de la construcción de espacios sociales en los que una vez atrapada la homosexualidad, para evitar “contaminaciones” (Nieto, 2011:190) al resto de la sociedad, cristalizan las bases de segregación y marginación social. Por tanto se amputan todas las posibles vías de acceso para establecer comunicación social dialogante.

En las sociedades donde el cristianismo ha tenido un fuerte poder, se impuso un modelo dual, que condena moralmente la homosexualidad y protege el sometimiento de las mujeres. A pesar que la dominación masculina son realidades transculturales el grado, la intensidad varía en las diferentes culturas. La respuesta de una sociedad ante el orden sexo/género tiene su origen en una cosmovisión propia de cada cultura y a los intereses inherentes en cada una de ellas.

Desde el origen moderno del estructuralismo de la mano de Foucault, él ya afirmaba que “la sexualidad es mucho más que un hecho de la naturaleza humana, el lugar del placer y el deseo” (Carrasco, 2006:312), argumentó a favor de la conveniencia de discernir entre la identidad homosexual y el comportamiento homosexual (Nieto, 2003:169). Los seres humanos somos en gran medida productos culturales, estamos encuadrados en un contexto histórico que nos determina, pero con márgenes (especie, cuerpo, cultura) de acción, de libertad, de autodeterminación, de autoconstitución, de autorrealización, pero supeditados a fuerzas externas, que desplazan nuestro “yo” a perfiles periféricos, en una dialéctica permanente, entre nuestra cultura y nuestra individualidad. Las influencias ejercidas desde la sociedad, y la capacidad del desarrollo libre del individuo, todas ellas, estimuladas culturalmente, en un contexto complejo y heterogéneo.

Tras casi setenta años de la definición de homosexualidad de Henry P. Fairchild citada en este ensayo, y conforme gays, lesbianas y bisexuales han ido haciéndose más visibles e integrándose en las sociedades occidentales, han sido foco de atención y se han incorporado a los debates de las ciencias sociales, dejando atrás caducas y añejas acepciones. En un intento por recuperar este objeto de estudio desde las ciencias sociales, se ha defendido la utilidad de manejar diferentes modelos de políticas públicas construidas en torno a una dimensión crucial: el reconocimiento.

Una mejor comprensión del objeto de estudio servirá como plataforma adecuada para la elaboración de modelos explicativos. Sin duda la cuestión estriba en que “la conexión entre los valores, la opinión pública y las políticas no es automática ni unidireccional” (Calvo, 2010:56). Habrá que estar atento, y en nuestro futuro papel de científicos sociales, en observar las nuevas manifestaciones que al nuestro alrededor se produzcan, y fundamentalmente en la redefinición de la homosexualidad como un constructor cultural.

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