Artículo de José Ignacio Torreblanca publicado el 22 de abril de 2013
¿Pudo un error en una hoja de
cálculo haber destruido casi por completo la economía de
Occidente?, se pregunta Paul Krugman en su tribuna “La depresión de
Excel”. “¿Cuántos puestos de trabajo se han perdido por culpa
de Rogoff y Reinhart”? inquiere Dean Baker en
The Guardian .
El escándalo en
torno al fallido trabajo académico de Reinhart y Rogoff sobre la el
crecimiento y el endeudamiento ha vuelto a poner encima de la mesa las
delgadas líneas que en muchas ocasiones separan el análisis económico
de la ideología política (el texto original de Herdnon, Ash y Pollin,
está aquí: Does High Public
Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff)
El caso, que bien podríamos
denominar como el “Excelgate” ( Descargar HAP-RR-GITD-code) ha dejado por lo suelos
la reputación de Reinhart y Rogoff, dos hasta la fecha respetadísimos
académicos por, entre muchos trabajos considerados de primera fila, su
imprescindible estudio “Esta vez es
distinto: ocho siglos de necedad financiera” sobre crisis de deuda,
burbujas financieras y bancarrotas a lo largo de la historia.
Lean la entrada de Luis Garicano
“El error de Reinhart y Rogoff”
en el blog Nada es Gratis y se quedaran boquiabiertos: casos que
faltan, errores de codificación y mediciones mal ponderadas. “¿Cómo es
posible”, se pregunta Garicano, “que dos economistas de tanto prestigio
cometieran errores tan de principiante como excluir del análisis precisamente
los datos que desmentían su análisis sobre las consecuencias de un
endeudamiento excesivo?”
Sin duda que, como académicos,
Reinhart y Rogoff han fallado estrepitosamente (vean aquí su respuesta).
Si la academia debe contribuir al debate público con datos contrastados y
análisis informados, este desde luego no ha sido el caso. Al contrario, el
trabajo de Reinhart y Rogoff, citado en repetidas ocasiones por el Ministro
alemán de Hacienda, Wolfgang Schäuble, para justificar las decisiones políticas
de la eurozona, ha servido para reforzar los prejuicios en lugar de para
desmonatarlos.
Por fortuna, tal y como está
estructurado hoy el conocimiento, su error ha podido ser detectado
por otros economistas y puesto al descubierto (para una versión resumida, véase
Robert Pollin y Michael Ash “Why Reinhart and
Rogoff are wrong about austerity”, Financial Times 18 abril
2013).
Sin embargo, detrás de todo ello
queda una enorme preocupación: coincidiendo con la reunión de primavera del
FMI, la impresión dominante entre los expertos es la de perplejidad. Pocos lo
confiesan en público, pero la mayoría de los expertos no terminan de
entender qué es lo que le está pasando a las economías avanzadas, que no
despegan a pesar de tener tipo de interés sumamente bajos. “Los banqueros centrales vuelan a ciegas”
concluía de forma alarmante Financial Times el pasado día 18.
No es la primera vez en la
historia que la ceguera y necedad de unos políticos aferrados a modelos
erróneos desencadena un conflicto. En su famoso estudio “Las
consecuencias económicas de la paz”, Keynes avisó del
suicidio que suponía hacer pagar reparaciones de guerra a Alemania, “Si
aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de la Europa central, la venganza,
no dudo en predecirlo, no tardará”.
No pretendo trazar una analogía
bélica con el actual empobrecimiento del sur de Europa, sino simplemente
mostrar mi preocupación porque la política de austeridad genere tal nivel de
resentimiento que, sin llegar a la guerra, haga el proyecto europeo
inviable.
Artículo de José Ignacio Torreblanca publicado el 22 de abril de 2013
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