El texto propuesto para
este comentario está extraído del libro de Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la
acción, en su capítulo quinto Espíritus
de estado. Génesis y estructura del campo burocrático, anexo El espíritu de familia. Es una
compilación de conferencias pronunciadas por Bourdieu en varias instituciones
prestigiosas en diferentes partes del mundo.
Breve nota
sobre el autor
Pierre Bourdieu
(1930-2002), sociólogo y antropólogo social francés, fue catedrático de
sociología del Collége de France. Ha sabido reunir a tres de los padres
fundadores de la sociología, “que tradicionalmente se consideraban opuestos:
Karl Marx, Émile Durkheim y Max Weber” (Corcuff, 2005:30). Son destacados sus
trabajos centrados en la “reproducción de la dominación cultural mediante el
sistema escolar y universitario” (Giner, 2006:71), como los referentes a los
procesos sociales y cognitivos que generan las prácticas culturales, como es el
caso del texto que nos ocupa en este trabajo (Raisons pratiques, 1994), como otros que les dedicó el mismo
objeto de estudio (Le sens pratique,
1980; La misere du monde, 1993; Esquisse d´une théorie de la pratique,
1972).
La sociología de Bourdieu
es una sociología crítica, de análisis del poder, con el objeto de descubrir
los mecanismos no visibles que les permiten ejercer esa dominación económica y
simbólica por medio de la legitimación de su poder por los dominados. Intentó
distanciarse de las “representaciones tradicionales de la jerarquía social” (Wilkis,
2004:128), y lo hizo dando a conocer el mundo social estructurado conforme
propiedades relacionales que intervienen como poderes. Al final del prólogo de
Razones Prácticas, Bourdieu se refiere a su propio trabajo como una
“sociología de la libertad”, que viene defendiendo desde hace
treinta años. Esta sociología de la libertad “(…) ofrece algunos de los medios más eficaces para acceder a la
libertad que el conocimiento de los determinismos sociales permite conquistar
contra los determinismos” (Bourdieu, 1997:10).
Localización
La sociología de Bourdieu aparece como una de
las más significativas que ha conocido Francia después de la guerra, tanto por
sus desarrollos teóricos como por la diversidad de sus aportaciones empíricas.
Bourdieu siempre procuró que la elaboración teórica nunca estuviese
completamente desligada de la investigación, interesándose fundamentalmente por
la observación de la desigualdad y la distinción de clases en la perspectiva
estructural más que ideológica, aunque sin someterse frente a lo que llamó “la
ilusión objetivista del estructuralismo” (Lechte, 2010:116). Su idea se
fundamentaba desde la máxima por conseguir que la ciencia se liberara de su
dependencia de todo modelo, para obtener así capturar la verdadera naturaleza
de la vida social y sus relaciones con la praxis
del conocimiento. Las ciencias humanas han de desconfiar de
modelos que expliquen las acciones, ya que “muy pocos comportamientos se rigen
por intenciones estratégicas” (Rodríguez, 1997:1).
Lo que Bourdieu designó como “constructivismo
estructuralista” condensa la originalidad de su enfoque, y lo define como la
conciliación de lo objetivo y lo subjetivo, una orientación donde reside la
idea de ruptura epistemológica. En definitiva, el acercamiento de las ciencias
sociales a las de la naturaleza. Bourdieu intenta vincular el estructuralismo y el
constructivismo, aunque en su trabajo se puede observar una cierta inclinación
hacia el estructuralismo, por lo que se le ha considerado un posestructuralista. Su constructivismo
rechaza la subjetividad y la intencionalidad, lo significativo es conocer el
modo en que las personas, “sobre la base de su posición en el espacio social,
perciben y construyen el mundo social” (Ritzer, 2010:488). Sin embargo, la
percepción y la construcción que tienen lugar en el mundo social es animada y
constreñida por las estructuras.
Siguiendo particularmente la filosofía de
Wittgentein, Bourdieu elaboró una sociología de la acción que se origina desde
una crítica de las perspectivas intelectualistas, aquellas teorías de la acción
que condensan: “el punto de vista intelectual de aquel que la observa”
(Corcuff, 2005:36), en perjuicio de aquel de quien actúa. Y lo hace
distinguiendo la postura del observador que reflexiona y razona sobre la acción,
y la del agente que actúa. La sociología de la acción propuesta por Bourdieu se
fija en la cuestión de las lógicas prácticas:
“La teoría de la acción que propongo (con la noción de habitus)
equivale a decir
que la mayor parte de las acciones humanas tienen como principio
algo absolutamente distinto de la intención, es decir
disposiciones
adquiridas que hacen que la acción pueda y tenga que ser
interpretada
como orientada hacia tal o cual fin sin que quepa plantear por
ello que
como principio tenía el propósito consciente de ese fin”.
(Bourdieu, 1997:166)
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