En la asignatura de Estructura Social Contemporánea
II del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2011/12,
algunos/as compañeros/as realizamos un trabajo coral: resúmenes de los
capítulos de la bibliografía obligatoria. Y como libro de referencia: Estratificación Social y Desigualdad. El
conflicto de clase en perspectiva histórica, comparada y global, (Harold R.
Kerbo - McGraw Hill) bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer
el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por todos/as. Derechos
reservados, sus autores.
Tema 1 (Capítulo7) El
proceso de legitimación – Eva Gloria Del
Riego Eguiluz // Tema 2 (Capítulo 8)
T. El sistema de estratificación mundial: dominio y competencia entre naciones
del centro - Miguel De Diego Pérez
// Tema 3 (Capítulo 9) Estratificacion
social en los Estados Unidos – Irene
Ibáñez Sánchez // Tema 4 (Capítulo 10)
Estratificación social en Japón – José
Bargallo Rofes // Tema 5 (Capítulo 11)
Estratificación social en Alemania – María
Inés Quiles Blanco // Tema 6 (Capítulo
12) Estratificación mundial y globalización: los pobres de la Tierra – Tomás Javier Prieto González
En los
años setenta y ochenta muchas librerías japonesas tenían estantes llenos de
libros con títulos como: Japón el número
uno o El MITI y el milagro económico japonés, y también, trabajar para una empresa japonesa,
debido a la gran cantidad de
estadounidenses que trabajaban para compañías japonesas instaladas en Estados
Unidos. Japón salió de las cenizas de la segunda guerra mundial y se convirtió
en la segunda potencia industrial en los años 70.
En los
años 90, todo esto acabó y se ven en las estanterías de las librerías títulos
como, Japón, el sistema que se deterioró
o La artritis de Japón que delatan el estancamiento que sufre el país,
aunque es probable que vuelva a recuperarse y erigirse como una potencia que
ponga en peligro la hegemonía de Estados Unidos.
Para
nuestro objeto de estudio, Japón, -ya esté estancado o en expansión- nos
presenta un caso muy interesante por varias razones: Primera, Japón sigue
siendo la segunda economía capitalista del mundo y representa un tipo de
capitalismo y de estratificación social muy diferente al de los Estados Unidos.
Japón logró convertirse en una potencia económica tras la Segunda Guerra
Mundial sin exhibir muchos de los rasgos más duros de la economía estadounidense,
como las altas tasas de desigualdad y de pobreza.
A lo
largo de los capítulos anteriores hemos visto cómo el desarrollo tecnológico de
una sociedad o, en términos más generales, la base material de una sociedad
conforma la naturaleza básica de la estratificación social. Las teorías del
pasado afirmaban que los aspectos fundamentales de una sociedad estaban más
determinados por sus valores culturales que por sus condiciones materiales
concretas o incluso por su organización social. Se han presentado muchas
pruebas (Cap. 3) que indican que, en el transcurso de la historia, las
condiciones materiales y el nivel tecnológico de una sociedad conforman su tipo
de estratificación social. Sin embargo, cuando consideramos las sociedades
industriales, es necesario ser cauteloso con las primeras teorías y estudios
históricos que sostuvieron que el grado de desarrollo tecnológico era muy
importante para determinar la forma de los sistemas de clases de las primeras
sociedades industriales. Las primeras sociedades industriales se desarrollaron
a partir de valores culturales occidentales parecidos. Pero existe una única
sociedad industrial totalmente avanzada que se ha desarrollado sin una
tradición cultural occidental: Japón. ¿Ha sido la tradición cultural del colectivismo
oriental de Japón lo que ha hecho que se desarrollase un sistema de clases
bastante diferente durante su proceso de industrialización? Esta y otras
preguntas parecidas son muy importantes para entender la estratificación social
en las sociedades industriales modernas.
EL RANGO EN JAPÓN: ALGUNAS OBSERVACIONES
INTRODUCTORIAS.
Japón se
asemeja a cualquier país industrial, salvo el lenguaje escrito en sus anuncios
y camiones; a los estadounidenses todo les parece más pequeño, las
habitaciones, los camiones, las raciones de comida y la gente sobre todo los
mayores, la gente trabaja igual que en otras sociedades industriales, aunque es
verdad que la gente trabaja más y más horas, la gente habla de tecnología, de
técnicas de venta, del conflicto salarial entre la dirección y los
trabajadores, del tráfico, de la contaminación y el hacinamiento urbano.
Sin
embargo analizada más de cerca, la sociedad presenta aspectos que podrían
parecer extraños a los ojos de algunas personas. Por ejemplo a la estratificación
social, es interesante advertir que a los japoneses parece fascinarles el rango y la jerarquía, hay jerarquía en
las empresas, en las universidades y prácticamente todo lo que pueda
jerarquizarse está jerarquizado. Los periódicos y las revistas informan sobre
la jerarquía. Una de las primeras expresiones que puede aprender un extranjero
es “Ichiban” que viene a significar “Número Uno”.
Este
énfasis por el rango y la jerarquía no se limita solo a cosas e instituciones
atañe también a la gente. La preocupación por la ordenación del estatus
dificulta las relaciones entre las personas; es bastante cierto que los
japoneses son incapaces de sentarse, hablar o beber con otra persona hasta que
no están razonablemente seguros del lugar que ocupan en la jerarquía. Es en
este contexto social donde se desarrolla la práctica de intercambio de tarjetas
de visita (o algo similar) llamadas meishi;
es un ritual que sirve para que nadie se sienta ofendido por otro que no
toma en consideración las indicaciones de estatus que hay en la tarjeta. Otra
de las expresiones que pronto aprenderá un extranjero es, Watashi no meishi
des: “Aquí tiene mi tarjeta de visita” una vez establecidos entre los presentes
los indicadores relevantes de estatus, como la edad, el sexo, la educación, la
ocupación y el lugar de trabajo, lo más probable es que comer, beber o
cualquier otra acción pueda realizarse de una manera ordenada y sin ofender a
alguien que espera una mayor deferencia de estatus.
En una
sociedad así el lenguaje está bien equipado para expresar deferencia, respeto
y, dependiendo de la situación, formalidad o informalidad. De hecho hay pocas
lenguas que sean tan ricas como la japonesa a la hora de permitir a las
personas expresar su grado de estatus, respeto y formalidad. No es una exageración
decir que casi todas la palabras que dirige un japonés a otro indican algún
aspecto de su rango relativo de estatus (ya sea este rango superior, inferior o
igual que el de la persona a la que se dirige.
Ante esta
preocupación por el rango y la formalidad, podríamos esperar que Japón fuera
una sociedad con un alto grado de desigualdad en todos los aspectos de la vida;
pero no es así. (En el capítulo 2 descubrimos que Japón tiene un grado de
desigualdad de la renta superior al promedio, aunque más bajo que los Estados
Unidos. La desigualdad se redujo en los años 60, llegando a uno de los más
bajos del mundo; luego aumentó con la burbuja económica de finales de los
80-90; con la desaceleración y el estallido de la burbuja, la desigualdad ha
vuelto a reducirse. Y mientras que los ingresos de los directivos corporativos
de los Estados Unidos siguieron aumentando rápidamente en los 90, los de los
directivos japoneses se redujeron casi un 8%, así como la diferencia entre los
directivos corporativos y el trabajador promedio nipón. Según unas estimaciones
recientes, el directivo medio japonés tiene ingresos 12 veces superior a los
del trabajador medio, mientras que los ingresos del directivo medio
estadounidense son 180 veces superior. El aumento reciente de la desigualdad en
Japón se debe al aumento de la población de más de 65 años, que carece de
protección de la Seguridad Social que encuentra en Estados Unidos. La
desigualdad de la renta en Japón ha sido baja comparándola con otros estados
industriales y Estados Unidos; cuando la economía se desaceleró, se recortaron
los sueldos tanto los ejecutivos como los trabajadores, en lugar de
despedirlos.
Los
japoneses tienen una tradición de desigualdad de estatus, pero mayor igualdad
en las cosas materiales. Hace 100 años la desigualdad de la renta en Japón era
muy diferente. En los años 20 la brecha era de 100 a 1; en los años 30 un 16%
de la población disponía de un 50% de la renta y el 0,0019% más rico recibía el
10% de la renta total.
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