En la asignatura de Estructura Social Contemporánea
II del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2011/12,
algunos/as compañeros/as realizamos un trabajo coral: resúmenes de los
capítulos de la bibliografía obligatoria. Y como libro de referencia: Estratificación Social y Desigualdad. El
conflicto de clase en perspectiva histórica, comparada y global, (Harold R.
Kerbo - McGraw Hill) bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer
el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por todos/as. Derechos
reservados, sus autores.
Tema 1 (Capítulo7) El
proceso de legitimación – Eva Gloria Del
Riego Eguiluz // Tema 2 (Capítulo 8)
T. El sistema de estratificación mundial: dominio y competencia entre naciones
del centro - Miguel De Diego Pérez
// Tema 3 (Capítulo 9) Estratificacion
social en los Estados Unidos – Irene
Ibáñez Sánchez // Tema 4 (Capítulo 10)
Estratificación social en Japón – José
Bargallo Rofes // Tema 5 (Capítulo 11)
Estratificación social en Alemania – María
Inés Quiles Blanco // Tema 6 (Capítulo
12) Estratificación mundial y globalización: los pobres de la Tierra – Tomás Javier Prieto González
Competencia en el centro en el siglo XXI:
¿Adónde va Japón?
En los
años 80, Japón era la envidia del mundo. Su economía crecía más deprisa que la
de cualquier otra nación industrial, un inmenso excedente comercial estaba
proporcionando miles de millones de dólares al país. De los 10 bancos más
importantes del mundo a finales de los 80, los ocho primeros eran japoneses. Se
convirtió en la principal prestataria del mundo. El desempleo no existía y las
fábricas se trasladaban al sureste de Asia y Estados Unidos para aprovecharse
de la abundancia de mano de obra barata. Carecía virtualmente de pobreza y
quizá tenía el grado de desigualdad de la renta más baja del mundo. En los 80
se produjeron los típicos escándalos
políticos pero los burócratas casi nunca estaban implicadlos y siguieron
siendo respetados.
A
principios del S XXI, Japón parece un país diferente en algunos aspectos.
Quizás ningún país en las últimas décadas ha experimentado un cambio tan
radical. En 2002 la economía lleva estancada más de diez años, con tres
recesiones oficiales que tenían lugar a la vez que la expansión económica más
larga de la historia de Estados Unidos. El desempleo japonés creció como en los
peores momentos tras la guerra, aunque se mantuvo artificialmente bajo debido a
la política continuada de empleo “de por vida” para muchos empleados y el
porcentaje de empleos temporales experimentó un aumento continuado. Sólo 2
bancos de los 10 más importantes siguieron en la lista. En total los bancos
japoneses mantenían entre 115 mil y 169 mil millones de dólares en préstamos
dudosos. La deuda del gobierno ascendía al 130% del PIB anual algo sin
precedentes en las naciones industriales, y se espera que suba al 200% en 2007.
El 87% de los japoneses temían perder su empleo y el 95% se declaraba pesimista
sobre la economía. Aunque la tasa de pobreza sigue siendo relativamente baja, y
bastante más baja que la de Estados Unidos, en los últimos años se ha producido
un aumento de los sin techo y de suicidios un aumento del 400% en 10 años. La
fecundidad total ha descendido a un 1,4 por mujer frente a un 2,1 por mujer
solo para mantener una estabilidad. Si la población disminuye, habrá cada vez
menos personas en edad de trabajar, y más de un 30% serán ancianos a mitad del
S XXI. A finales de los noventa se disparó la tasa de delincuencia consecuencia
económica. La tasa de asesinatos aunque baja en comparación con Estados Unidos
también subió.
Japón se
ha visto muy afectado por el resurgir de la competencia económica de EE.UU.
desde principios de los 90 en la economía global. Los sistemas de
estratificación social configuran las respuestas que pueden ofrecer los países
a esta competencia global, permitiendo o no el cambio o permitiéndolo sólo
dentro de ciertos parámetros. Hemos visto que una elite de poder, y sobre todo
una elite ministerial del gobierno no electa, tienen más capacidad de control
que la de cualquier otra nación industrial. Desgraciadamente, en el caso de
Japón parece evidente que apenas se pueden producir cambios hasta que la elite
ministerial burocrática se vea forzada a abandonar su control sobre la economía
política japonesa o al menos reconozca que es necesario un cambio.
Uno de
los inconvenientes de este modelo de economía política son las restricciones
impuestas a la adaptación rápida a los cambios en la economía global.
Es
evidente que Japón necesita un cambio. Pero la pregunta de cómo responderá
finalmente a las presiones del sistema de estratificación global está menos
clara de lo que podemos predecir en el caso de Alemania.
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