En la asignatura de Estructura Social Contemporánea
II del segundo cuatrimestre del Grado en Sociología de la UNED curso 2011/12,
algunos/as compañeros/as realizamos un trabajo coral: resúmenes de los
capítulos de la bibliografía obligatoria. Y como libro de referencia: Estratificación Social y Desigualdad. El
conflicto de clase en perspectiva histórica, comparada y global, (Harold R.
Kerbo - McGraw Hill) bibliografía básica de esta asignatura. Quiero agradecer
el esfuerzo, compromiso y dedicación desplegado por todos/as. Derechos
reservados, sus autores.
Tema 1 (Capítulo7) El
proceso de legitimación – Eva Gloria Del
Riego Eguiluz // Tema 2 (Capítulo 8)
T. El sistema de estratificación mundial: dominio y competencia entre naciones
del centro - Miguel De Diego Pérez
// Tema 3 (Capítulo 9) Estratificacion
social en los Estados Unidos – Irene
Ibáñez Sánchez // Tema 4 (Capítulo 10)
Estratificación social en Japón – José
Bargallo Rofes // Tema 5 (Capítulo 11)
Estratificación social en Alemania – María
Inés Quiles Blanco // Tema 6 (Capítulo
12) Estratificación mundial y globalización: los pobres de la Tierra – Tomás Javier Prieto González
La educación en Japón.
La fuerza
del sistema educativo de Japón se debe a:
- su gran capacidad para llenar la mente de los estudiantes con un número asombroso de hechos e información, obteniendo puntuaciones superiores a las de las demás naciones industriales, en ciencias y matemáticas.
- Los vínculos entre los centros de enseñanza y las empresas o agencias empleadoras. Estos vínculos garantizan que los estudiantes reciben los conocimientos matemáticos y científicos necesarios para enfrentarse a una sociedad industrial moderna y les aseguran un empleo al término de sus estudios. Sin embargo el sistema japonés es pobre cuando se trata de producir estudiantes creativos y de dar una segunda oportunidad a los estudiantes que no sacaron buenas calificaciones. El rendimiento escolar, guarda menos relación con sus orígenes de clase en Japón que en Estados Unidos, pero la evaluación de la capacidad de un estudiante incluso en sus primeros años escolares, tiene un efecto muy importante en la posición de clase que ocupará cuando llegue a la madurez.
El
sistema educativo japonés se asemeja mucho al de los Estados Unidos en lo que
concierne a los cursos y niveles. La enseñanza primaria y el bachillerato
elemental son obligatorios. Los centros académicos están muy regulados por el
gobierno central, lo que implica que el contenido de las asignatura y el modo
en que se enseñan son los mismos en todo Japón. Y también es importante el
hecho de que debido a que casi todos estos centros son públicos y apenas hay
segregación de clases en las zonas residenciales de Japón, en los centros de
enseñanza se mezclan estudiantes de todas las clases sociales.
Esta
situación cambia radicalmente en los centros de enseñanza secundaria. Cerca del
95% de los estudiantes japoneses terminan sus estudios secundarios, pero los
institutos de enseñanza secundaria están clasificados por niveles de capacidad
y los padres tienen que pagar clases particulares para sus hijos. Lo más
importante son los exámenes de ingreso a los centros de secundaria, que
determinan en qué centro estudiará el alumno. Los centros con buenos registros
de aprobados en los exámenes de ingreso en las mejores universidades preparan
bien a sus alumnos para aprobar el examen de selectividad. Hay otros centros
que no son tan buenos y que ni siquiera intentan preparar para la universidad a
sus alumnos, a quienes forman para que ocupen en el futuro empleos de clase
trabajadora. Una vez que el estudiante aprueba el examen y se le asigna un
centro específico, es difícil cambiar de centro. Así, su vida se verá
determinada por el centro de enseñanza secundaria y si se da el caso, por el
tipo de universidad en que ingresó.
Debido a
la diferente capacidad de las clases sociales para pagar las juku (academias) y a la diferente
motivación y comprensión de la importancia de hacerlo, descubrimos que desde
los años de secundaria existe un sistema de encauzamiento de clase que tiende a
reproducir el sistema de clases como ocurre en los Estados Unidos, pero de
diferente manera.
Hay más
estudiantes de clase trabajadora en las universidades más prestigiosas de
Japón, como la de Tokio (cerca del 14%, que en las universidades de elite de
los Estados Unidos. Pero, al igual que en los Estados Unidos, los estudiantes
de clase trabajadora e incluso los de clase media baja están
infrarrepresentados en las mejores universidades de Japón. Aunque las
universidades nacionales, financiadas por el gobierno son baratas, el 34%
proceden del 2% más rico y sólo el 14% proceden del 20% más pobre. Estos datos
indican que el porcentaje de estudiantes procedentes de grupos de altos
ingresos en Japón ha estado aumentando lentamente desde los años 50, cuando comenzaron
a hacer su efecto las reformas de la ocupación.
En
resumen parece constatado que hay más igualdad de oportunidades en Japón que en
la mayoría de naciones industriales, incluido los Estados Unidos. Sin embargo,
la igualdad de oportunidades tiene sus limitaciones. Aunque los estudiantes de
bachillerato elemental reciben todos el mismo trato (no existe ni
encauzamiento, ni programas especiales para estudiantes inteligentes o
estudiantes con problemas de bajo rendimiento, ni existe segregación por clase),
hay otros factores familiares que dan ventaja a los estudiantes procedentes de
familias de clase alta.
Desigualdad y rango de estatus en Japón.
Para
abordar estas cuestiones podemos reexaminar algunas de las claras
contradicciones del sistema de estratificación japonés que ya estudiamos
brevemente al principio de este capítulo. Recordar la importancia que tiene el
rango de estatus y los rituales de la diferencia de estatus en Japón. Hemos
visto que se expresan en el lenguaje y existen en todos los tipos de
interacción social hasta un grado que no se da en otras sociedades
industriales. Pero a pesar de ello descubrimos que en Japón hay menos
desigualdad de la renta. En los Estados Unidos esta situación es la contraria:
hay más desigualdad material, pero menos preocupación por los rituales de
estatus en la interacción social.
También
tenemos constancia de que, en Japón, una elite de poder domina en mayor medida
que en Estados Unidos. Pero, entonces, ¿por qué en Japón hay menos desigualdad
de riqueza y de renta que en Estados Unidos? ¿Por qué los sueldos de los altos
directivos de las corporaciones son más bajos en Japón que en los Estados
Unidos?
Clase, estatus, y poder en Japón.
Hemos
visto que Max Weber ofreció una perspectiva multidimensional de la estratificación
social en su crítica de la visión unidimensional de la que presentó Marx. Weber
subrayó que en la sociedad existen las tres dimensiones de la estratificación
(clase, estatus y poder o partido), pero también que la importancia
sobresaliente de alguna o más de ellas depende del tipo de sistema de
estratificación que tenga esa sociedad. En las primeras fases de las sociedades
capitalistas vemos que la dimensión de clase (propiedad y control del capital
industrial) es la más importante. Luego en las sociedades industriales
avanzadas, descubrimos que tanto la clase como la autoridad (el poder) son más
importantes que el estatus. Debido al tamaño y a la diversidad de la población
de las sociedades industriales avanzadas, la dimensión de estatus ha perdido importancia
en los sistemas modernos de estratificación social.
En el
Capítulo 5 examinamos una investigación sobre los monasterios religiosos y los
Kibutz israelíes, que indica que la dimensión de estatus de la estratificación
social solo puede dominar en sociedades que alcanzan un grado alto de consenso
valorativo y a este consenso sobre los valores solo llega una sociedad pequeña
y homogénea. Ésta es una de las razones por las cuales hemos negado que las
teorías funcionalistas de estratificación social sean básicamente útiles para
las sociedades industriales avanzadas.
Se ha
afirmado que en Asia predomina, por lo general, una combinación de rango de
estatus y de autoridad. El líder del grupo, el jefe del pueblo, el emperador o
el señor de la guerra reciben mucho respeto y grandes honores simplemente
debido a la posición que ocupan. De hecho, esta posición de liderazgo es
considerada una recompensa o un logro en si y por si misma y no tanto un medio
para lograr otras cosas, como sucede en Occidente.
La dimensión
de estatus de la estratificación social es más importante en Japón que en
Estados Unidos. Esto se pone de manifiesto en los rituales de estatus y los
niveles de discurso de la lengua japonesa. Los altos directivos de las
principales corporaciones de Japón no reciben un sueldo tan alto como sus
homólogos estadounidenses, pero cuando entran en una sala los trabajadores de
rango inferior se inclinan ante ellos y se dirigen a ellos con respeto. Los
profesores universitarios de Japón reciben un sueldo inferior al de los
estadounidenses, pero cuando entran en clase, los estudiantes les muestran
mucho respeto (aunque ya no se inclinan ante ellos). Y cuando un profesor
interactúa en la calle con un extraño, las palabras y la forma de hablar de
este último son más respetuosas cuando se pone de manifiesto el estatus del
profesor. (el cambio se refleja en que , para dirigirse a él, Tanaka san, se convierte en Tanaka sensei.
La
importancia que se otorga en Japón a la recompensa de estatus, es la “excepción
que confirma la regla”. Hay que relacionarlo con la importancia que se le da en
los monasterios y Kibutz, son grupos pequeños y gozan de un amplio consenso
valorativo. Japón, con una población casi la mitad que la de Estados Unidos,
tiene el 97 ó 98% de personas que son étnica y racialmente japonesas y que han
sido socializadas en la familia y la escuela en un sistema de valores común;
que la nación en general manifiesta un consenso valorativo más amplio y una
uniformidad mayor que cualquier otra nación de su tamaño.
Hace sólo
poco más de 130 años que se derrumbó el sistema de casta Tokugawa (sistema de
castas muy rígido parecido al hindú). Las tradiciones y la cultura cambian a un
ritmo más lento que la organización social o la tecnológica. Sólo por esta
razón es lógico que el estatus sea una dimensión de la estratificación más
importante en Japón que en Estados Unidos.
Para
terminar, a los directivos, profesores o personas con estatus alto se les trata
en Japón con gran deferencia y respeto, porque la gente coincide en que son
personas que han alcanzado las posiciones más altas en la jerarquís de estatus.
Y aunque en el Japón de hoy no hay una igualdad de oportunidades
considerablemente mayor, al menos por debajo del nivel de la elite, los
japoneses sienten que en su sociedad hay más igualdad de oportunidades en el
nivel de la elite. Muy pocas personas con posiciones de alto estatus son ricas
(ni siquiera los directivos de las corporaciones), y raramente escucharemos una
frase semejante a “si eres tan listo (o muy respetado), ¿por qué no eres
rico?”. Esa frase carece de sentido para la mayoría de los japoneses, quienes
consideran que el estatus es en sí una recompensa importante.
Casi
nadie duda de que Japón está cambiando en este aspecto. Existen encuestas de
opinión que indican que el dinero motiva más a los jóvenes que la lealtad a la
empresa. Esto concuerda con nuestra idea de que, a largo plazo, es la
infraestructura material o económica la que moldea la sociedad, tanto o más que
los valores culturales. Cuanto más en contacto entre Japón con la
industrialización avanzada, más se reducirá la importancia de los viejos
rituales de deferencia y estatus.
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